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domingo, 29 de octubre de 2023

MES DE SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS – DÍA VIGESIMONOVENO

Compuesto por el Rev. P. Aniceto de la Sagrada Familia OCD en el año 1925.
   
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, con el corazón partido por el dolor que me causan los pecados cometidos contra Ti, vengo a pedirte perdón de ellos. Ten piedad de mí, oh Dios; según la grandeza de tu misericordia y según la muchedumbre de tus piedades, borra mi iniquidad. Mira mi humillación y mi trabajo, y perdona todos mis pecados. Espero de tus bondades que no entrarás en juicio con tu siervo. porque no hay entre los vivientes ninguno limpio, en tu presencia, y que me perdonarás todas mis culpas, y me darás la gracia para perseverar en tu santo servicio hasta el fin de mi vida. Amén.
  
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Jesús! Maestro sapientísimo en la ciencia del amor, que aleccionaste en la escuela de tu corazón adorable a tu pequeñita esposa Santa Teresita del Niño Jesús, haciéndole correr por la senda del amor confiado hasta llegar a la cumbre de la perfección, yo te ruego te dignes enseñar a mi alma el secreto del Caminito de infancia espiritual como a ella se lo enseñaste; para esto vengo en este día a tu soberana presencia a meditar los ejemplos admirables que nos dejó tu regalada Santita. Escucha benigno las súplicas que ella por nosotros confiadamente te dirige. ¡Oh Jesús, si pudiera yo publicar tu inefable condescendencia con todas las almas pequeñitas! Creo que si, por un imposible, encontraras una más débil que la mía, te complacerías de colmarla de mayores gracias aún, con tal confiara por entero en tu infinita misericordia, Mas ¿por qué, Bien mío, deseo tanto comunicar los secretos de tu amor? ¿No fuiste tú solo quien me los enseñaste? ¿Y no puedes revelarlos a los demás? Ciertamente que sí, y puesto que lo sé, te conjuro que lo hagas: te suplico que fijes tus divinos ojos en todas las almas pequeñitas, y te escojas en este mundo una legión de Víctimas pequeñas dignas de tu amor… Dígnate escoger a la pobrecita de mi alma para el número de esa legión y haz, por tu piedad que, atraída por la fragancia de las virtudes de tu esposa, corra por la senda del bien hasta llegar a la perfección del amor. Amén.
   
DÍA VIGESIMONOVENO – 29 DE OCTUBRE
MEDITACIÓN: INFATIGABLE AUDACIA
Quam pulchri sunt gressum tui, filia príncipis (Cant. VII, 1). Cuán hermosos son tus pasos, hija del Príncipe.

Siempre el amor, ardiendo en el pecho enamorado, busca medios para saciar su hambre, cada vez más creciente. No hay para él dificultades a la vista, que a millares cuenta los despojos que en gloriosos triunfos los brazos de su amor consiguieron. ¿Qué es más fuerte que la muerte? el amor, más atrevido que los animales fieros de las selvas. Nada le arredra, al ver caminar con paso   Maestro, por el camino del dolor, y si la debilidad de su carne tiembla ante cl peligro que arrogante se le acerca, ánimos cobra, de varoniles esfuerzos siente la presencia, al oír de Jesús los gemidos lastimeros. Si alguno quiere venir en pos de mí, que tome sobre sus hombros el leño dc la cruz y que me siga, hasta la muerte, hasta el desuello.» «Son de valor infinito las almas para que permanezcan tranquilos los discípulos en los brazos delicados del más profundo como lamentable de los sueños. ¿No habéis podido permanecer una hora conmigo en la oración? He aquí que el enemigo de las almas no duerme. Levantaos, marchemos al encuentro del enemigo. Esta es la hora y el momento del poder de las tinieblas. Mas no temáis, yo he venido al mundo.

¿Quién de los discípulos de Cristo no siente viva la llama de la caridad en el hecho? ¿Quién no se esfuerza a seguir a Jesús para vencer al enemigo que por perder las almas anda cruel y ladino en continuo acecho? o Vayamos y muramos con Él exclama el discípulo decidido. «»EI martirio: repite la enamorada discípula… Este ha sido el sueño de mi juventud, sueño que ha crecido conmigo en la celdita del Carmen. Pero ésta es otra de mis locuras; no deseo un solo género de suplicio; para satisfacer mis anhelos, necesitaría padecerlos todos…

Como Vos, adorado Esposo de mi alma, quisiera ser azotada, crucificada… quisiera morir despellejada como San Bartolomé; como San Juan, desearía que me sumergieran en aceite hirviendo; ser triturada por los dientes de las fieras como San Ignacio de Antioquia, a fin de llegar a ser pan digno de Dios. Con Santa Inés y Santa Cecilia, quisiera ofrecer mi cuello a la cuchilla del verdugo, y como Juana de Arco, pronunciar el nombre de Jesús en una vivísima hoguera.
   
Si pienso en los tormentos atroces que padecieron los cristianos en tiempo del Anticristo, se estremece mi corazón; quisiera que se reservaran para mí, aquellos tormentos. Abrid, Jesús mío, el libro de la Vida, donde están consignadas todas las acciones de vuestros Santos; ¡toda ella quisiera haberlas yo llevado a cabo por vuestro amor!
   
¿Qué responderéis a todas mis locuras? ¿Existe en la tierra un alma más pequeña e impotente que la mía? Con todo, esta misma debilidad os ha movido a realizar mis pequeños deseos infantiles, y queréis colmar hoy otros deseos más grandes que el universo…

Sí, soy feliz, al verme pequeña y débil en vuestra presencia; mi corazón goza de dulce paz… ¡Oh Verbo, Salvador mío!   eres el Águila que sin cesar me atrae; eres el que, lanzándote a este destierro, quisiste sufrir y morir a fin de arrebatar todas las almas y sumergirlas en el centro de la Santa Trinidad, ¡eterno hogar del amor! Tú eres el que, remontándote hacia la luz inaccesible, permaneces también oculto en nuestro valle de lágrimas bajo la apariencia de cándida hostia. ¡Oh Jesús, déjame decirte que tu amor raya en locura!… Considerando esta locura, ¿Cómo quieres que corazón no se lance con impetuoso impulso hacia ti? ¿Cómo ha de tener límites mi confianza?

Por ti hicieron también los Santos muchas locuras y grandes cosas, pues eran águilas; yo soy demasiado pequeña para obrar grandes cosas; mi locura consiste en pretender que tu amor me acepte como víctima; mi locura es esperar que los Ángeles y los Santos me presten auxilio para volar hasta ti con tus propias alas, ¡oh Águila adorada! Todo el tiempo que quieras permaneceré con los ojos fijos en ti, quiero que tu divina mirada mc fascine, quiero llegar a ser presa de tu amor. Tengo la esperanza de que un día te lanzarás sobre mí y llevándome al foco del amor, me sumergirás, por fin, en este abismo abrasador, ara convertirme eternamente en su dichosa víctima.

¡Oh Jesús, si pudiera yo publicar tu condescendencia a todas las almas pequeñitas! Creo que si, por un imposible, encontraras una más débil que la mía, te complacerlas en colmarla de mayores gracias aún, con tal confiara por entero en tu infinita misericordia. ¿Mas, por qué, Bien mío, deseo tanto comunicar os secretos de tu amor? ¿No fuiste tú solo quién me los enseñaste? ¿Y no puedes revelarlos a los otros? Ciertamente que sí; y te conjuro que lo hagas; te suplico que inclines tus divinos ojos a todas las almas pequeñitas, y te escojas en este mundo una legión de victimas pequeñas dignas de tu Amor».

Medítese un momento y pídase la gracia que se desea recibir.
   
EJEMPLO: NO BASTA LLEVAR LA CRUZ, ES NECESARIO ESTRECHARLA SOBRE EL CORAZÓN Y AMARLA
Roma (Italia), 20-3-1915.

El 16 ó 17 de febrero último, la Sra. M., que comparte conmigo su habitación, se vio agobiada por todo género de tribulaciones, a las que se juntaron grandes sufrimientos físicos. Aquella noche se retiró muy tarde, cuando entró en cl cuarto ya estaba yo en cama y, viendo lo muy fatigada que se encontraba, la exhorté a abreviar por aquel día nuestras oraciones, diciendo sólo las invocaciones a Sor Teresita. No consintió en ello, y después de terminadas nuestras oraciones, encontrándose la habitación a media luz, tuve la impresión clara de la presencia de un ser misterioso cerca de mi cama. Sorprendida, aunque sin inquietud, llamé a mi compañera para preguntarle la causa de este fenómeno. Al cabo de un instante, vivamente emocionada y los Ojos arrasados en lágrimas. me dijo: Acabo de ver cerca de usted a Sor Teresita; hubiera querido responder en seguida, pero no podía hablar. La Santa iba vestida de carmelita, la cabeza rodeada de resplandeciente aureola y tenía en sus brazos un gran Crucifijo que estrechaba contra su corazón. Dimos gracias a la celestial Visitante que tan graciosamente Venia a confortar a mi amiga, después de tantas pruebas. A la noche siguiente, la Sra. M. oyó una dulce voz que murmuró en su oído: No os dije nada, pero quise haceros comprender que no basta levar la cruz. es necesario estrecharla contra el corazón amarla…
   
Cuánto bien nos ha hecho a las dos esta sublime lección de nuestra protectora.
   
JACULATORIA: ¡Oh Santita querida! Haz que, a imitación tuya, me ofrezca a Jesús como pequeña víctima de amor.
   
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh regalada víctima de amor!, que no queriendo permanecer inactiva, corno miembro vivo del cuerpo místico de Cristo, quisiste ser mortificada, crucificada y muerta con Él en la cruz del dolor hasta completar el número de los escogidos, haz, enamorada de Jesús, que mi corazón sienta esos divinos ardores para que no sea miembro inútil del cuerpo del Señor, sino que sean fructuosos y aceptables todos mis pequeños esfuerzos como pertenece a las almas que forman parte de tu legión escogida; y para más obligarte, te recordamos tus inefables promesas en favor de tus devotos con las siguientes:
  
DEPRECACIONES
  • ¡FIorecilla de Jesús, que con tus perfumes virginales atrajiste hacia ti las miradas del Esposo divino, haz que nuestras plegarias merezcan la bendición del cielo! Padrenuestro y Avemaría.
  • ¡Virgen graciosa!, que supiste iniciarte en el corazón del Rey celestial, oyendo de sus labios divinos «Todo lo mío es tuyo», haz que se derrame sobre mi corazón la gracia de tu protección poderosa. Padrenuestro y Avemaría.
  • ¡Oh celestial criatura!, que nos prometiste que tus oraciones serían en cl cielo bien recibidas, ruega por nosotros y arroja la abundancia de gracias sobre nuestras almas, como la lluvia de rosas que prometiste hacer caer sobre la tierra. Padrenuestro, Avemaría y Gloria Patri.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Jesús! Atraído suavemente por el imán poderoso de tu amor a la escuela donde tus manos graciosas señalan a las almas el camino de la virtud infantil, tomo la resolución de poner en práctica tus enseñanzas a imitación de tu pequeñita esposa Santa Teresita. ¡Oh Jesús divino! Tú, misericordiosamente, te dignaste mirarla, y con solo la mirada de tus ojos claros, serenos, vestida la dejaste de tu hermosura. Dígnate, pues, te lo pido con fe, recompensar este devoto ejercicio, con la dulce y misericordiosa mirada de tus ojos divinos. «Mas qué digo, ¡Jesús mío! Tú sabes muy bien que no es la recompensa la que me induce a servirte, sino únicamente tu amor y la salvación de mi alma». Te lo pido por la intercesión de tu florecilla regalada. ¡Oh querida Teresita! Es preciso que ruegues por mí, para que el rocío de la gracia se derrame sobre el cáliz de la flor de mi corazón, para fortalecerlo y dotarlo de todo cuanto le falta. ¡Adiós, florecilla de Jesús! Pide que cuantas oraciones se hagan por mí, sirvan para aumentar el fuego que debe consumirme. Amén.
  
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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