Por Lex est nihil aliud quam ordinatio rationis (Twitter/X). Imagen ilustrativa.
¿“BENEDICTO XVI” ENSEÑÓ UNA HERMENÉUTICA DE LA CONTINUIDAD?
En 2005, el recién elegido “Papa Benedicto XVI” dio un famoso discurso de Navidad que se ha convertido en una amplia referencia entre algunos católicos tradicionales en un intento para conciliar el Vaticano II con el magisterio anterior.
Pero pocas personas parecen haber leído realmente lo que dijo Ratzinger en este discurso. Ver, por ejemplo, este fragmento:
«Por una parte existe una interpretación que podría llamar “hermenéutica de la discontinuidad y la ruptura”; [la cual] a menudo ha contado con la simpatía de los medios de comunicación y también de una parte de la teología moderna. Por otra parte, está la “hermenéutica de la reforma”, de la renovación dentro de la continuidad del único sujeto-Iglesia, que el Señor nos ha dado; es un sujeto que crece en el tiempo y se desarrolla, pero permaneciendo siempre el mismo, único sujeto del pueblo de Dios en camino.[…]Precisamente en este conjunto de continuidad y discontinuidad en diferentes niveles consiste la naturaleza de la verdadera reforma. En este proceso de novedad en la continuidad debíamos aprender a captar más concretamente que antes que las decisiones de la Iglesia relativas a cosas contingentes —por ejemplo, ciertas formas concretas de liberalismo o de interpretación liberal de la Biblia— necesariamente debían ser contingentes también ellas, precisamente porque se referían a una realidad determinada en sí misma mudable. Era necesario aprender a reconocer que, en esas decisiones, sólo los principios expresan el aspecto duradero, permaneciendo en el fondo y motivando la decisión desde dentro».
Él tiene claro que abraza una “reforma” que incluye la discontinuidad, mayormente expresada en la proclamación del estado secular, una nueva relación con el judaísmo y la aceptación del método histórico-crítico [= “Alta crítica”] de exégesis bíblica. Él también elogia el discurso de apertura de Juan XXIII.
Luego habla sobre el diálogo continuo entre la fe y la razón (como si el Vaticano I no hubiera definido sobre la materia) y menciona que el concilio debe convertirse en un instrumento «para la renovación siempre necesaria de la Iglesia».
De todo esto debe quedar claro que él no era amigo de la fe tradicional y sí estuvo de pie contra ella. Lo interesante es que no oculta esto, pero por alguna razón el mito del gran conservador se ha perpetuado constantemente. Él era un evolucionista hegeliano que creía que podía haber una reforma en continuidad por la contradicción y que esto es algo «siempre necesario» para «el único sujeto-Iglesia». Claramente, la conformidad objetiva de la nueva enseñanza con la antigua no cabía en su mente subjetiva. Recordemos lo que advirtió San Pío X, en el número 2 de “Pascéndi”:
«Hablamos, venerables hermanos, de un gran número de católicos seglares y, lo que es aún más deplorable, hasta de sacerdotes, los cuales, so pretexto de amor a la Iglesia, faltos en absoluto de conocimientos serios en filosofía y teología, e impregnados, por lo contrario, hasta la médula de los huesos, con venenosos errores bebidos en los escritos de los adversarios del catolicismo, se presentan, con desprecio de toda modestia, como restauradores de la Iglesia, y en apretada falange asaltan con audacia todo cuanto hay de más sagrado en la obra de Jesucristo, sin respetar ni aun la propia persona del divino Redentor, que con sacrílega temeridad rebajan a la categoría de puro y simple hombre».
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Preferiblemente, los comentarios (y sus respuestas) deben guardar relación al contenido del artículo. De otro modo, su publicación dependerá de la pertinencia del contenido. La blasfemia está estrictamente prohibida. La administración del blog se reserva el derecho de publicación (sin que necesariamente signifique adhesión a su contenido), y renuncia expresa e irrevocablemente a TODA responsabilidad (civil, penal, administrativa, canónica, etc.) por comentarios que no sean de su autoría.