El libro “Evangelio 2023. Camino, verdad y vida”, publicado por la editorial modernista San Pablo, trajo esta reflexión para el lunes 4 de Diciembre, lunes de la I Semana de Adviento.
Prima fácie, el texto (que es la curación del criado del centurión) se halla mutilado, porque no aparecen los versos 12 y 13, que sí aparecen en el Evangelio del III domingo después de la Epifanía en el Rito Romano tradicional (San Mateo VIII, 1-13). Bueno, se entiende que suprimieran el verso 12: «Mientras los hijos del reino serán echados fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes», porque en los conciliares es una tradición (irónicamente) evitar todo cuanto pueda ofender a los judíos (la fe pronta, humilde y fuerte del centurión romano contrasta con la incredulidad y soberbia de los judíos, primeros destinatarios del Evangelio), no hablar del Infierno o de la condenación para no herir la sensibilidad del “Hombre Moderno”™ y echar borrón al universalismo (creer que todos se salvan sin importar nada) que predican, pero ¿por qué también omiten el 13, dejando truncado el relato? Así, eso de que «la Reforma litúrgica busca realzar la Escritura siguiendo la constitución Dei verbum», QUE ME LA ENVUELVAN.
Pero lo que nos convoca es más grave: el comentarista del pasaje bíblico busca con calzador meter la ideología de género y la homosexualidad: El comentarista afirma que el centurión de Cafarnaún era «un hombre duro, profesional de la guerra, hombre herido porque su siervo/amante está enfermo»; y asegura que era un «hombre odiado por muchos nacionalistas judíos y despreciado por otros más legalistas por su posible conducta homosexual. Para venir como viene, ha debido ‘superar’ (abandonar) su orgullo militar y su presumible humillación sexual, suplicando a Jesús que le ayude», resultando que el centurión es homosexual porque a él le conviene. Y para ponerle la guinda a esta bazofia, concluye su comentario diciendo que Jesús «no le sataniza, ni lo expulsa, sino que le cura para que él pueda curar a su siervo/amante».
El autor de este esperpento blasfemo es el sacerdote-presbítero laicizado español Antonio Javier Picaza Ibarrondo (* 1941), colaborador habitual de Religión Digital y que fue cesado de la Universidad Pontificia de Salamanca por problemas doctrinales en 2003, por lo que pidió ser dispensado de sus votos en la orden mercedaria y del estado clerical. Aunque tampoco es novedad ese enfoque (y no solo en él, porque está “reciclando” el comentario que hizo en su columna “Centurión. El amor de un soldado (Mt 8, 5-13)”, del 1 de junio de 2011), pues años atrás, el presbítero laicizado argentino Ariel Álvarez Valdés (cuyas obras también son publicadas y vendidas por la Editorial San Pablo, junto con las de otros impotables como Anselm Wilhelm Grün Dederichs OSB) y el ídem estadounidense Daniel A. Helminiak, aparte del pastor protestante Mel White y los profesores Theodore W. Jennings Jr. y Tat-Siong Benny Liew salieron con una teoría similar. Teoría que fue refutada por el psicólogo estadounidense Stanton L. Jones desde el punto de vista científico, y desde el histórico por el historiador militar Dennis Bain Saddington.
Ahora, ¿por qué la controversia? Aventuramos la hipótesis de que se da porque la expresión «ὁ παῖς μου» (en siríaco «ܛܰܠܺܝܝ/taliyy», en latín «puer meum», y en copto «ⲡⲁϣⲏⲣⲉ/pashere») del texto de San Mateo se ha prestado a confusión porque παῖς puede traducirse como «siervo» (San Mateo VIII, 6, 8; XII, 18; San Lucas VII, 7; Hechos IV, 25), «hijo» (San Juan IV, 51) o incluso «niño», (San Mateo II, 16). Pero leyendo el verso verso 9 del mismo relato (καὶ τῷ δοῦλος μου/ܘܰܠܥܰܒ݂ܕ݁ܝ/ⲁⲩⲱ ⲡⲁϩⲙϩⲁⲗ ϫⲉ/et servo meo), se tiene claro el contexto de que el centurión estaba pidiéndole a Nuestro Señor que curase a su criado, y por ello la mencionada palabra se ha traducido así en la versión Douai-Rheims y la de Mons. Félix Torres Amat. Además, que el centurión lo llamase hijo se debe al aprecio que le tenía (por ser el más joven de su casa, o por la obediencia con que le servía –un ejemplo es que en Éxodo XXXIV, 11, Josué es llamado «joven» por Moisés, a pesar de tener ya cincuenta años–).
Y mientras tanto, ¿dónde están los obispones de España? Aparte de alinearse con el régimen de Pedro Sánchez Pérez-Castejón y con el cornudo de Felipón a cambio de la cruz en la planilla de renta, están prohibiendo que los servicios novusorditas se transmitan en vivo por internet y mandando que en caso de hacerse, se borre la transmisión. Ellos en 2020 habían abandonado a sus fieles cerrando los templos, y en 2023 relegan al trastero a los que no pueden ir a sus templos cada vez más vacíos. Porque es eso también, no quieren que los vean vacíos ni que vean a sus presbíteros improvisando y diciendo herejía y quede después constancia de ello.
Lo mas ridiculo que he leido en mi vida. No saben estos pajarracos que en las legiones romanas el homosexualismo era severisimamente castigado y que no se podria hacer eso. Amen de ello, no hay constancia de ninguna clase que el centurion fuese gay y su siervo fuese amante del mismo. Una verdadera estupidez del Novus Ordus
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