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sábado, 13 de enero de 2024

CARTA DE UN FELIGRÉS DE LA FSSPX SOBRE SU ANUNCIO ANTE LAS CONSAGRACIONES DEL 7 DE ENERO

Las recientes consagraciones de Mons. Fernando Altamira y Mons. Pierre Roy han causado escozor en la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, como se evidenció en la carta prioral del padre Jean-François Mouroux del Priorato Padre Anchieta en São Paulo (Brasil) en su boletín de Enero, y en el anuncio parroquial de la iglesia de los Sagrados Corazones de Jesús y María del priorato Fray Ezequiel Moreno y Díaz en Santa Fe de Bogotá (Colombia) el 7 de Enero, donde se calumnió al linaje del arzobispo Pierre Martin Ngô Đình Thục (típica práctica de Menzingen).
   
Ante esto, un feligrés envió a los padres del priorato Fray Ezequiel Moreno y Díaz la siguiente carta, la cual nos autorizó publicar aquí como desagravio a Mons. Fernando Altamira y Mons. Pierre Roy, y para evitar cualquier confusión que pudiere presentarse por cuenta del referido priorato lefebvrista:
Viva Jesús + Viva María
   
Queridos padres del Priorato Fray Ezequiel Moreno Díaz:
R.P. Javier Conte FSSPX 
R.P. Bernardo Arízaga FSSPX 
R.P. Santiago de Jesús Estévez FSSPX 
R. P. Pablo Bianchetti FSSPX
   
Me dirijo a vosotros por medio de esta carta con el más profundo y debido respeto a vuestro ministerio sacerdotal, pero, con todo, animado únicamente por amor a la Verdad y a la Santa Iglesia. Y es que, a decir verdad, no me puedo quedar impasible ante el último “anuncio” hecho en los avisos parroquiales de las Misas del día domingo 07 de Enero del año en curso, en el cual se mencionaba la Consagración Episcopal del R.P. Fernando Altamira, antiguo miembro de vuestra congregación religiosa.
    
En este “anuncio” se decía con audaz imprecisión (y sin ser atrevido, hasta con ciertos aires mercantilistas) que los obispos del linaje del arzobispo vietnamita Pierre Martin Ngô Đình Thục eran de “dudosa validez” (sic) y que se debía evitar el contacto con ellos. Se pueden entender (no justificar) las discrepancias entre la Fraternidad San Pío X y los católicos, apostólicos y romanos que reconocen el hecho de la usurpación de la Sede apostólica por los herejes modernistas –mejor dicho, el hecho objetivo de la Sede Vacante–; e incluso, se puede entender que hayan quizás rencillas personales mezcladas en este asunto. Lo que no se puede entender ni justificar es la deshonestidad y la calumnia, muchísimo menos viniendo de sacerdotes, ministros del Señor.
    
La intención de la presente carta no es ninguno de estos temas, que si se van a tratar merecen cartas (o tratados) aparte. La intención de esta carta (y lo que me mueve) es la flagrante calumnia que desde el púlpito se ha lanzado contra estos obispos de la Tradición Católica y que, en justicia, debe una reparación pública, pues pública ha sido la difamación con gran perjuicio para las almas. Para comenzar –y esto lo debéis saber vosotros, queridos padres, con mucha claridad–, sabemos que para la validez de un sacramento hacen falta cuatro requisitos: materia, forma, ministro e intención. En el Orden Sagrado la materia es la imposición de manos; la forma son las palabras estipuladas en el Prefacio del Pontifical Romano (que en el caso de la consagración episcopal son las palabras “Comple in sacerdóte tuo ministérii tui summam… rore sanctífica”, y esto así establecido por S.S. Pío XII en sus letras apostólicas “Sacraméntum Órdinis” del 30 de noviembre de 1947); el ministro es el obispo válido con sucesión apostólica y la intención es hacer lo que quiere la Iglesia, es decir, confeccionar el sacramento.
   
Hecha la precedente explicación –que vuelvo y repito, seguro vosotros la sabíais–, analicemos la figura del arzobispo Thục: era obispo de la Santa Iglesia Católica, nombrado por S.S. Pío XI como obispo de Huế, en la Indochina francesa (actual Vietnam) en 1938, con la prerrogativa de consagrar obispos sin el mandátum apostólico (esto último lo digo más de modo anecdótico). Fue consagrado el mismo año por Monseñor Antonin Drapier O.P., quien fungía como Delegado Apostólico para la Indochina Francesa. Mons. Thục ordenó sacerdotes y consagró obispos como Arzobispo de Huế y ya estando fuera del cargo usando siempre el Pontifical Romano previo a los cambios desastrosos de Giovanni B. Montini. Con esto lo que quiero dar a entender es que estos cuatro requisitos para la validez de los sacramentos conferidos por el arzobispo Thục (en particular el del Orden Sagrado) se daban a la perfección en él como en cualquier obispo católico. Lo mismo se puede decir de los obispos que forman el linaje episcopal del ahora Monseñor Altamira: Mons. Moisés Carmona Rivera (ordenado sacerdote católico en la década del 30 en México y consagrado obispo por Mons. Thục en 1982); Mons. Mark Anthony Pivarunas (consagrado obispo por Mons. Carmona en 1991); Mons. Daniel L. Dolan (ordenado sacerdote por el Arzobispo Lefebvre, o sea antiguo cofrade vuestro, y consagrado obispo por Mons. Pivarunas en 1999) y Mons. Rodrigo da Silva (ordenado sacerdote por Dom Tomás de Aquino en el Monasterio de la Santa Cruz de Nova Friburgo en 2017 y consagrado obispo por Mons. Dolan en 2021).
    
Sin embargo, las malas lenguas (no pocas procedían de la misma Fraternidad) imputaron una supuesta invalidez de las órdenes de Mons. Thục con diversas calumnias, siendo la más rimbombante la de que el arzobispo vietnamita no gozaba de buena salud mental a la hora de realizar las consagraciones episcopales, motivo por el cual eran dudosas. Como en todo, para presentar una afirmación tan grave debe ir acompañada de un respectivo soporte, como algún certificado médico que afirmara la existencia de algún problema mental, el cual no existe por la sencilla razón de que el obispo Thục no estaba loco y que poseía plenamente sus facultades. Tales acusaciones nunca superaron el nivel de la vil calumnia.
    
Porque si de calumnias nos valemos, también podemos invocar tranquilamente aquellas que acusan la invalidez del linaje del obispo Lefebvre (y por tanto vuestra también) en razón de que su ordenación sacerdotal y su consagración episcopal fueron a manos del Cardenal Achille Liénart, hereje archimodernista y progresista a quien siempre se reputó su pertenencia a los altos grados de la masonería y del luciferismo. Y estas afirmaciones  respecto de Liénart no parecen, al fin y al cabo, del todo descabelladas, ya que su nombre aparece en la famosa “Lista Pecorelli”, publicada en 1978 por el periodista Francesco “Mino” Pecorelli, en la cual se indicaban los eclesiásticos pertenecientes a la logia masónica italiana “Propagana Due”. En esta lista se acusa su pertenencia a esta logia masónica, su grado (grado 33 nada más y nada menos) e incluso su función específica, la cual era reclutar más eclesiásticos a la masonería. La misma veracidad de esta lista la confirma el asesinato del mencionado periodista pocos días después de publicarla.
    
Y con todo, de la pertenencia o no de Liénart a la masonería o de su innegable pensar y actuar heterodoxo no se puede afirmar la invalidez del sacerdocio y del episcopado de Mons. Lefebvre, ya que bien sabemos que para la validez de un sacramento no tienen nada que ver la calidad moral y ni siquiera doctrinal del ministro que lo administra; así nos lo enseña la Iglesia y afirmar lo contrario es caer en la herejía donatista.
    
Así que, en nombre de Cristo Señor Nuestro, que es la Verdad misma, os llamo a que rectifiquéis aquellas afirmaciones tan deplorables que hicisteis y no induzcáis a los fieles a una angustia espiritual a la hora de acudir a estos sacerdotes (y obispos), porque en esto no actuáis como sacerdotes del Señor, sino como manipuladores de conciencias y bravucones con sotana. Y sí, lo repito nuevamente: cuando los fieles acudan a estos sacerdotes y obispos, porque muchas veces los habéis desamparado a ellos y a sus familiares, y justo en el momento donde se más se necesita de un sacerdote, cual es en la hora de la grave enfermedad y de la muerte. Es conocido por todos que muchas veces habéis despachado a vuestros fieles diciendo que en tales circunstancias acudan a los ministros de la religión del Vaticano II, los cuales –además de no ser católicos– ni siquiera tienen el sacerdocio válido, ya que todos lo reciben con las órdenes bastardeadas y alteradas sustancialmente por el antipapa Pablo VI, verdad que incluso se enseñaba en La Reja hasta hace no muy poco y que, en consecuencia de lo mismo, se reordenaban allí muchos pseudopresbíteros provenientes del Novus Ordo montiniano. Retomando, muchos de vuestros fieles han acudido al Padre (ahora Obispo) Altamira ya que vosotros, por vuestras ideas erróneas, los habéis lanzado en las garras de los falsos sacerdotes conciliares que no les transmiten la gracia, y estos mismos fieles que ni siquiera comparten la posición teológica del P. Altamira, han acudido a él sabiendo que es un sacerdote válido y católico.
Esta necedad en querer seguir reconociendo a los usurpadores como Papas y a la falsa iglesia del Vaticano II como si fuera la Iglesia Católica es lo que está llevando a la Fraternidad San Pío X a su destrucción. Además de vuestra errada y antipaternal praxis, es digno de mención que ahora también tenéis óleos inválidos, ya que vuestra congregación tiene viviendo en una de sus casas en Suiza a Vitus Hounder, un modernista que no es ni sacerdote ni obispo válido (habiendo recibido ambas órdenes por los falsos rituales alterados de Montini), y a quien le hicieron “bendecir” y “consagrar” los óleos el Jueves Santo… Quién quita que dentro de poco tengáis también “sacerdotes” inválidos, porque quien puede “consagrar” óleos puede “ordenar” sacerdotes también… Y todo esto ocurre por la soberbia y dureza de corazón de quienes persisten en sostener posturas tan innovadoras, neogalicanas, neojansenistas y erróneas de “reconocer y resistir”.
    
Así que, en Caridad y en Verdad, os pido que dejéis de esparcir tanta calumnia y tanto espíritu sectarista, pues ese no es el espíritu de la Iglesia Católica ni tampoco era el del Priorato Fray Ezequiel Moreno Díaz sino hasta hace muy poco, y que tampoco es el espíritu universal de la FSSPX (yo mismo tengo la dicha de conocer algunos prioratos de la Fraternidad en otras partes del mundo y puedo confirmar esto). En pocas palabras, no hay que (y para usar el término coloquial) “tirar piedras al vecino cuando se tiene techo de cristal”, ya que eso se vuelve en contra evidentemente.
   
Toda esta carta la escribí sin la intención de injuriaros o faltar al respeto, pues sé que, con todo, sois sacerdotes y os debo el respeto, lo cual no quita la obligación de mi parte de defender la Verdad y la vuestra de reparar por las calumnias y la angustia infundida en los fieles que acuden a vuestra capilla. Concluyo citando a vuestro fundador: “Realmente Satanás asestó un golpe magistral: logró condenar a quienes guardan la Fe Católica por quienes debían defenderla y propagarla”. No seáis, pues, del número de los que debiendo defender la Fe se encargan más bien en perseguir a los pocos que la defienden con voz clara y sin tapujos.
   
Vuestro en +NSJC+ y en su Madre Inmaculada.
   
Juan David Restrepo.

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