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jueves, 8 de agosto de 2024

MES DE SANTO DOMINGO DE GUZMÁN – DÍA OCTAVO

Traducción de la devoción dispuesta por el padre Antoine Ricard S.Th.D., Canónigo honorario de Marsella y Carcasona, y publicada en París por la Librería de los Hermanos Perisse en 1878.
   
MES DE SANTO DOMINGO, O EL MES DE AGOSTO CONSAGRADO A LA MEDITACIÓN DE LA VIDA Y LAS VIRTUDES DE SANTO DOMINGO
   

Por la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
8 DE AGOSTO – DÍA OCTAVO DEL MES DE SAN DOMINGO: EL SANTÍSIMO ROSARIO
   
PRELUDIO
María se aparece al santo patriarca, que recibe, de rodillas, de manos de la Reina de los Apóstoles, un hermoso Rosario resplandeciente de luz.
         
PENSAMIENTOS
La historia registra que, hasta entonces, durante diez años consecutivos, Santo Domingo, ni con sus oraciones, ni con sus elocuentes palabras, ni con sus mortificaciones y su juventud, ni con sus prodigios, logró hacer volver las almas a Dios. Fue entonces cuando, gimiendo por esta esterilidad de su ministerio apostólico, se arrojó en los brazos de María, ¿y qué hizo?

«Relata el santo Evangelio que los discípulos, agrupados en torno a Jesucristo, se dirigieron un día a él con estas palabras: “Maestro, enséñanos a orar”, y el Maestro les dictó la Oración Dominical, que todavía recitamos todos los días. Es esta palabra que Santo Domingo se dirigió a la Santísima Virgen: “¡Oh María, enséñame a orar para salvar y convertir las almas!”». María no permaneció sorda al pedido de su siervo, le reveló el Santo Rosario y lo puso en sus manos para que, de sus manos, pasara a las de todas las generaciones cristianas.

Continúa Mons. de la Bouillerie, de quien tomamos prestado este pensamiento, «Apenas Santo Domingo comenzó a predicar el Rosario, produjo por todas partes maravillosos frutos de conversión; pero no fue él quien predicó, fue María misma. El Rosario, podemos decir, es el apostolado glorioso y universal de María. María es la reina de los apóstoles, estaba en el Cenáculo con Pedro. Pedro predica desde su púlpito infalible, María predica con el Rosario. Así, lo que ni la predicación ni el ayuno podían hacer, unos pocos Paternoster y unas cuantas Avemarías lo lograron en muy poco tiempo; y el santo Rosario, en manos de los fieles, mucho mejor que la espada victoriosa entre los de Simón de Montfort, destruyeron la herejía albigense».
           
PRÁCTICA: Renuévate en la devoción al Santísimo Rosario.

INVOCACIÓN: Santo Domingo, heraldo especial del Rosario de la Virgen María, ¡ruega por nosotros!

CARACTERÍSTICA HISTÓRICA: Cómo reconocemos a los verdaderos discípulos de Santo Domingo.
Desde sus primeros años, nuestro bendito padre eligió a María como Madre. Cuando pensaba en ella, rompía a llorar de ternura. No se cansaba nunca de invocar su santo nombre, y lo pronunciaba con tanto cariño y fervor que parecía en éxtasis con su dulzura y dulzura que encontró allí. Celebró incesantemente las alabanzas de María y las mezcló con casi todas sus conversaciones familiares y con todas sus predicaciones. Le hubiera gustado encender su amor en todos los corazones y convertirse en heraldo de su gloria. Maestro y propagador de la devoción del Santo Rosario, predicó su excelencia con tanto fruto que pronto fue visto abrazado por la Iglesia universal. También, lleno de ira, obligado por los exorcismos realizados en la Santa Cueva de María Magdalena, el demonio gritó el 21 de Septiembre  de 1610: «Maldita sea, oh Domingo, la devoción que has tenido por la Virgen María, Madre de Dios! ¡Maldito sea tu pueblo religioso! ¡Maldita sea tu Orden! Os digo que Domingo es un amigo íntimo de la Virgen María Y tú, gran Dios, me obligas a alabar a Domingo, mi mayor enemigo, porque quieres que todos sepan lo bueno y saludable que es amar a tu Madre y servirla con devoción. Oh Domingo, te odio profundamente ¡Oh! ¡Qué devoción tenías por María! Por eso quien quiera ser amigo de la bienaventurada virgen María debe servir a Domingo con fervor». El santo nunca pidió a Dios ningún favor que no obtuviera por intercesión de María; lo declaró apóstol y maestro de su Rosario: lo sostuvo en las pruebas, lo ayudó en los peligros y se le apareció muchas veces desde el Cielo para consolarlo, fortalecerlo y educarlo. Ella lo presentó a su divino Hijo como un capitán fiel y valiente, para luchar, extirpar todos los vicios y detener la ira del cielo dispuesta a estallar sobre el mundo. «Él era», dice Santa Catalina de Siena, «una antorcha que Dios dio a los hombres por medio de María, porque fue ella quien le dio el hábito, la bondad de Dios le había confiado su cuidado»; y, según San Vicente Ferrier, «fue la sal que la Santísima Virgen utilizó para salvar y regenerar el mundo». Finalmente, nuestro santo patriarca, antes de morir, orando a esta Madre que era tan buena con los hijos que iba a dejar huérfanos, recibió de ella esta respuesta: «Oh Domingo, amado mío, porque me amaste más que a ti mismo, protegeré y defenderé a tus hijos a la sombra de mi manto virginal, y todos los que perseveren en observar tu regla serán salvos» (Meditaciones sobre la vida y virtudes de Santo Domingo, por un autor anónimo).
          
LETANÍA DE NUESTRO PADRE SANTO DOMINGO
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
   
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
   
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.
   
Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa Virgen de las Vírgenes, ruega por nosotros.
   
Magno Padre Santo Domingo, ruega por nosotros.
Lumen de la Iglesia, ruega por nosotros.
Luz del mundo, ruega por nosotros.
Antorcha del siglo, ruega por nosotros.
Predicador de la gracia, ruega por nosotros.
Rosa de paciencia, ruega por nosotros.
Sedientísimo por la salvación de las almas, ruega por nosotros.
Deseosísimo del martirio, ruega por nosotros.
Gran director de las almas, ruega por nosotros.
Varón evangélico, ruega por nosotros.
Doctor de la verdad, ruega por nosotros.
Marfil de castidad, ruega por nosotros.
Varón de corazón verdaderamente apostólico, ruega por nosotros.
Pobre en bienes temporales, ruega por nosotros.
Rico en la pureza de vida, ruega por nosotros.
Tú que cual antorcha ardías de celo por los pecadores, ruega por nosotros.
Trompeta del Evangelio, ruega por nosotros.
Heraldo del Cielo, ruega por nosotros.
Modelo de abstinencia, ruega por nosotros.
Sal de la tierra, ruega por nosotros.
Resplandeciente como el sol en el templo de Dios, ruega por nosotros.
Tú que te apoyaste en la gracia de Cristo, ruega por nosotros.
Revestido de estola real, ruega por nosotros.
Flor de flores elevada en el jardín de la Iglesia, ruega por nosotros.
Tú que regaste la tierra con tu piadosa sangre, ruega por nosotros.
Trigo recogido en los silos del Cielo, ruega por nosotros.
Resplandeciente en el coro de los Vírgenes, ruega por nosotros.
Jefe y padre de la Orden de Predicadores, ruega por nosotros.
Para que en la hora de la muerte seamos recogidos contigo en el Cielo, ruega por nosotros.
   
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.
    
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
   
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue mi clamor hacia Ti.
   
ORACIÓN
Te suplicamos, Dios Omnipotente, nos concedas a cuantos padecemos bajo el peso de nuestros pecados, alcanzar el patrocinio de tu confesor nuestro bienaventurado Padre Santo Domingo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
  
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠ , y del Espíritu Santo. Amén. 

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