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miércoles, 2 de octubre de 2024

INOGÉS AL ATAQUE: «EL CRISTIANISMO NUNCA DEBIÓ CONVERTIRSE EN RELIGIÓN»


La teóloga española María Cristina Inogés Sanz en un artículo publicado en el cuaderno Cristianisme i Justicia (de la decadente Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús) titulado “Del Sínodo al Jubileo: Construyendo comunidad en diálogo”, afirmó que «el cristianismo nunca debió convertirse en una religión».
   
Inogés, egresada de la Facultad de Teología Protestante de Madrid y designada por Francisco Bergoglio como participante en el Sínodo de la Sinodalidad, dijo en su artículo que «Jesús buscaba transmitir una forma de vida y relaciones humanas basadas en la fraternidad, no fundar una religión institucionalizada con jerarquías y «separar a una parte, mínima, de los demás, los sacerdotes —el clero—, aunque con influencia, mucha influencia, sobre el resto», implicando así que los Apóstoles, con San Pedro a la cabeza POR MANDATO DE CRISTO, eran unos jodidos idiotas e ignorantes.
   
Para Inogés, el Sínodo de la Sinodalidad, que celebrará su segunda asamblea en octubre, debe basarse en la idea de que Jesucristo «no nos dejó una estructura de Iglesia diseñada, sino una forma de vida». 
    
Más adelante, Inogés cotorrea minimizando el carácter sacrificial de la Última Cena, reduciéndola a un signo de fraternidad:
«En el relato de la fiesta de la Pascua que Jesús celebró con todos quienes le acompañaban —aunque los evangelios sólo hablen de los Doce— y que nosotros hemos convertido en la Última Cena, vemos que lo nuclear de la celebración no está centrado en el cuerpo y la sangre. Lo más importante es que quien va a entregar su carne y su sangre se abaja una vez más para mostrar que su lógica es la del servicio y no la del poder.
     
La Mesa es para todos. El único que podría crear normas y leyes para que alguien se acercara a ella es Jesús, su dueño. Y no lo hizo. Y no lo hace. Y no lo hará».
Ella debería solicitar a la Facultad de Teología Protestante del Seminario Evangélico Unido Teológico la devolución de su dinero, porque los protestantes no le dijeron que en I de Corintios XI, 27-32, el Apóstol San Pablo (o mejor, el Espíritu Santo por medio de San Pablo) dice:
«De manera que cualquiera que comiere este pan, o bebiere el cáliz del Señor indignamente, reo será del cuerpo, y de la sangre del Señor. Por tanto examínese a sí mismo el hombre; y de esta suerte hallando pura su conciencia coma de aquel pan, y beba de aquel Cáliz. Porque quien le come, y bebe indignamente, se traga, y bebe su propia condenación; no haciendo el debido discernimiento del cuerpo del Señor. De aquí es que hay entre vosotros muchos enfermos, y sin fuerzas, y muchos que mueren en castigo de recibir indignamente el cuerpo del Señor. Que si nosotros entrásemos en cuentas con nosotros mismos, ciertamente no seríamos así juzgados por Dios; si bien cuando lo somos, el Señor nos castiga como a hijos, con el fin de que no seamos condenados juntamente con este mundo».
Aunque tampoco carguemos tanto la culpa a los protestantes convencionales, ya que su sustituto barato la Secta Conciliar tampoco lo menciona en su misa del Corpus Christi.
   
Inogés considera el Jubileo de 2025 como una prórroga del Sínodo de la Sinodalidad (al que ve como  «la posibilidad de comenzar a dar forma al sueño conciliar del Vaticano II» —Tuvieron sesenta años para hacerlo...—) «para que sigamos disfrutando de la reconstrucción de esa Iglesia que tan bien diseñó el Concilio Vaticano II, aunque pronto se fue difuminando para terminar irreconocible y, en muchas ocasiones, contraria al propio Concilio». ¿Será que esta vieja incomible no sabe que «la generación que protagonizó este Concilio» (de la que solo quedan CUATRO PADRES CONCILIARES) no la reconocería porque llegó mucho más lejos su proyecto inicial?

Finalmente, esta protestante funcional propuso una reformulación del Credo: 
«Ayúdanos, Señor, a aprender a ser una iglesia de gente en un mundo de gente, con gente, para gente. Con todos sin excepción alguna. Ojalá en nuestra confesión de fe pudiésemos decir: “Creo en una Iglesia santa, católica, apostólica y para todos, todos, todos. Amén”».

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