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viernes, 4 de octubre de 2024

MES DE LOS SANTOS ÁNGELES – DÍA CUARTO

Dispuesto por el padre Alejo Romero, y publicado en Morelia en 1893, con licencia eclesiástica.
  
MES DE OCTUBRE, CONSAGRADO A LOS SANTOS ÁNGELES, EN QUE SE EXPONEN SUS EXCELENCIAS, PRERROGATIVAS Y OFICIOS, SEGÚN LAS ENSEÑANZAS DE LA SAGRADA ESCRITURA, LOS SANTOS PADRES Y DOCTORES DE LA IGLESIA.
 
ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS
Soberano Señor del mundo, ante quien doblan reverentes la rodilla todas las criaturas del cielo, de la tierra y del infierno; miradnos aquí postrados en vuestra divina presencia para rendiros los homenajes de amor, adoración y respeto que son debidos a vuestra excelsa majestad y elevada grandeza. Venimos a contemplar durante este mes las excelencias, prerrogativas y oficios con que habéis enriquecido en beneficio nuestro a esos espíritus sublimes que, como lámparas ardientes, están eternamente alrededor de vuestro trono, haciendo brillar vuestras divinas perfecciones. Oh Sol hermoso de las inteligencias, que llenáis de inmensos resplandores todo el empíreo, arrojad sobre nuestras almas un destello de esos fulgores, a fin de que, conociendo la malicia profunda del pecado, lo aborrezcamos con todas nuestras fuerzas, y se encienda en nuestros corazones la viva llama del amor divino, para que podamos camina por los senderos de la virtud, hasta llegar a la celestial Jerusalén, donde unamos nuestras alabanzas a las de los angélicos espíritus y bienaventurados, para glorificarlos por toda la eternidad. Amén.
   
DÍA CUARTO – LA CIENCIA DE LOS ÁNGELES
   
MEDITACIÓN
PUNTO 1º. Considera, alma mía, que siendo los Ángeles espíritus de un orden inteligible superior al nuestro, están dotados de una inteligencia tan poderosa, que excede incomparablemente a la nuestra; al darles Dios el ser les ha dado al mismo tiempo su perfección intelectual, cual corresponde a su naturaleza, de manera que desde los albores de su existencia, desde el primer instante en que fueron criados, sus entendimientos recibieron las ideas divinas que, iluminando toda su sustancia, la convirtieron, si se permite la expresión, en un espejo purísimo en el cual contemplan, con una visión o intuición clarísima todos sus accidentes y todas las perfecciones que les son debidas; no necesitan, pues, como nosotros, de un acto reflejo que conociendo solamente las operaciones, les haga adquirir por este medio la ciencia de su ser y de sus facultades. El entendimiento de los Ángeles sin intermedios ningunos conoce inmediatamente su propia sustancia, ésta se presenta por sí misma a su virtud intelectiva, y ellos no tienen más que abrir los ojos, por decirlo así, para contemplar desde luego en sí mismos toda la verdad, toda la grandeza, toda la hermosura, no sólo de la excelencia de su ser, sino de todas las naturalezas criadas; ahí admiran la perfección y armonía del universo; comprenden el orden de los astros y sus movimientos, se complacen con la belleza de las plantas y de las flores de nuestro globo, con la variedad asombrosa de sus animales, penetran los múltiples instintos de éstos, ahí registran con una sola mirada todas las ciencias ele los sabios de la tierra, y les parecen juegos de niños los maravillosos y sorprendentes descubrimientos del hombre. ¡Oh!, ¿quién es capaz de comprender el poder de la inteligencia de los Ángeles?.
    
PUNTO 2º. Considera también que los Ángeles no han adquirido la ciencia que poseen, como nosotros, es decir, después de largas vigilias y heroicos esfuerzos, expuesta a las vicisitudes humanas. ¡Qué afanes y qué trabajos no son necesarios para aprender una ciencia humana, cualquiera que sea! El más aventajado filósofo necesita muchos años de estudio para merecer ese nombre; y su inteligencia por más ilustrada que esté no puede abarcar en un punto del tiempo toda la extensión y comprensión de los objetos de sus conocimientos: y cuando quiere comunicar su ciencia a los demás, se ve obligado a trasladarla en parcialidades menudas, por decirlo así, y sucesivamente, de instante en instante, hallándose impotente para enseñarla toda a la vez en un solo acto, en una sola explicación. No es así la inteligencia del Ángel, ella abraza la verdad íntegra de una ciencia en una o muy pocas ideas; el hombre, por el contrario, necesita recorrer una por una todas las partes que constituyen un objeto cualquiera para adquirir un concepto perfecto de él. Para formarse idea cabal de la hermosura de un jardín o de un bello cuadro, ha menester muchas horas, y quizá muchos días, para ir apreciado una por una todas las clases de plantas y flores, su orden y armonía de cuyo conjunto resulta la belleza del jardín; y todos los rasgos, líneas, sombras y colores, de cuya disposición nace la hermosura del cuadro; más el Ángel con una sola mirada comprendería sin tiempo ni esfuerzo en un momento todas estas bellezas en su conjunto y en sus pormenores, y aun descubriría todo lo que pudiera escaparse al ojo perspicaz del más distinguido naturalista y más célebre pintor. Pero no sólo es admirable la ciencia de los Ángeles en el orden puramente natural, sino que su ciencia sobrenatural sobrepuja nuestros débiles alcances; iluminados sus entendimientos por los esplendores de la luz de la gloria que el Criador infunde en sus espíritus, y ayudados por las sublimísimas ideas que en premio de su fidelidad ha depositado en sus sustancias; penetran en el santuario de la Divinidad, y ahí sorprenden los más grandes arcanos de aquel abismo infinito de sabiduría, v destilan ante su extasiada inteligencia todos los altos misterios de la gracia y de la fe, no velados por ningunas sombras, sino claros, patentes y como ellos son en sí mismos. La Trinidad santísima, la Encarnación del Verbo divino, la virginidad de la Madre de Dios, la Redención de hombre, y, en una palabra, todas las verdades sobrenaturales de nuestra religión son objeto de su beatífica visión, de su felicidad eterna. Llenémonos, pues, de un santo regocijo al considerar que algún día poseeremos la ciencia de los Ángeles y seremos a ellos semejantes, procuremos mientras, en este valle de llanto y de miserias, adquirir primero la ciencia de Jesús Crucificado, para contemplar después en el cielo, sin los velos de la fe, la ciencia de los bienaventurados, de los Ángeles y Dios.
   
JACULATORIA
Santos Ángeles, alcanzadnos de la Sabiduría infinita la ciencia de los santos.
    
PRÁCTICA
Rezad todos los días el Ángelus a los toques del alba, la doce del día y a la oración de la noche, para que el Señor se digne anunciarnos los misterios de la Encarnación y Redención, cuyo conocimiento constituye la ciencia más importante del cristiano en este mundo. Se rezan tres Padre Nuestros y tres Ave Marías con Gloria Patri, y se ofrecen con la siguiente:
   
ORACIÓN
Sapientísimos espíritus, excelsos Querubines, que no solo conocéis los arcanos profundos de la Sabiduría increada, sino que también os ha sido dado entender los abismos del humano corazón, y sabéis hasta qué grado llega la ignorancia de nuestras pobres inteligencias; dignaos disipar con vuestras luces las densísimas tinieblas que por todas partes nos rodean, impidiéndonos conocer las sendas que hemos de recorrer para llegar al seguro puerto de salvación; interceded por nosotros para que no poseamos en la tierra otra ciencia que la de la virtud y del bien; bañad nuestras inteligencias con los dulces resplandores de vuestra ciencia, para que como vosotros contemplemos en un día eterno a la Divinidad. Amén.
   
EJEMPLO
Preguntando a uno de los padres del desierto, que medio empleaba para mantenerse siempre de igual humor, contestó: «Contemplo a menudo al Ángel custodio, que tengo siempre a mi lado, pienso que me asiste en todas mis necesidades, que me dicta en todas circunstancias lo que debo decir y hacer, y escribe el modo cómo hago cada una de mis acciones. Esta vista me penetra de un religioso respeto para con él, y hace que esté siempre atento en no decir ni hacer nada que pueda disgustar a mi buen Ángel».
     
ORACIÓN A LA REINA DE LOS ÁNGELES PARA TODOS LOS DÍAS
Oh, María, la más pura de las vírgenes, que por vuestra grande humildad y heroicas virtudes, merecisteis ser la Madre del Redentor del mundo, y por esto mismo ser constituida Reina del universo y colocada en un majestuoso trono, desde donde tierna y compasiva miráis las desgracias de la humanidad, para remediarlas con solicitud maternal; compadeceos, augusta Madre, de nuestras grandes desventuras. El mundo no ha dejado en nosotros más que tristes decepciones y amargos desengaños; en vano hemos corrido en pos de la felicidad mentida que promete a sus adoradores, pues no hemos probado otra cosa que la hiel amarga del remordimiento, y nuestros ojos han derramado abundantes lágrimas que no han podido enjugar nuestros hermanos. Por todas partes nos persiguen legiones infernales incitándonos al mal, y no tenemos otro abrigo que refugiarnos bajo los pliegues de vuestro manto virginal, como los polluelos perseguidos por el milano no tienen otro asilo que agruparse bajo las alas del ave que les dio el ser. Por esto, desde el fondo de nuestras amarguras clamamos a Vos para que enviéis hasta nosotros y para nuestra defensa a los espíritus angélicos, de quienes sois la Reina y Soberana, a fin de que nos libren de sus astutas asechanzas y nos guíen por el recto camino de la felicidad. Amén.

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