Durante la Cuaresma, un proyecto del pintor y fotógrafo austro-irlandés Gottfried Helnwein desfigurará la catedral de San Esteban en Viena (Austria).
Helnwein, de 75 años y que afirma ser “católico bautizado y confirmado” (aunque la calificó de «la gran secta», y se hizo judío después de pasar por la cienciología), es famoso por sus obras hiperrealistas con descripciones del dolor, las lesiones y la violencia no exentas de controversia (como las fotografías exhibidas en el ayuntamiento y el teatro de la ciudad de Gmünden). Su proyecto consiste en tres piezas de tela negra con morado donde las laterales (cubriendo los altares de San Juan Nepomuceno y de San Carlos Borromeo) presentan calaveras, y la del medio una copia de la parte frontal de la Sábana Santa de Turín cabeza abajo.
El canónigo Anton “Toni” Faber, rector de la catedral y que se describe como “el cura socialité” (a pesar de reconocer haber crecido en la pobreza y casi morir a los 17 años), dijo que trabajar con Helnwein era «un proyecto que por mucho tiempo crecía en su corazón». Por lo menos, «mucho tiempo» desde 2012, cuando empezó a invitar a artistas modernos para diseñar el velo cuaresmal (en alemán “Fastentuch”) para el altar mayor, como el jersey del “gusano” de Erwin Wurm [El vocablo alemán “wurm” está cognado con el inglés y el neerlandés “worm”, y significa “gusano”] de 80m² que colgaron en la Cuaresma de 2020 (y que se ve mejor comparativamente a eso de ahora).
Helnwein anunció que para la Pascua, los lienzos serán blancos y rojos para Pentecostés. Todo a costa del simoníaco “impuesto eclesiástico” que sostiene artificialmente a la iglesia conciliar austriaca, tan moribunda y modernista como sus vecinas Alemania y Suiza (aunque con la particularidad de que en Austria hay incautación de bienes por no pagarlo) por los que, aparte de los que abandonan a causa de los escándalos, se dan de baja para no pagar ese impuesto.
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