Revista Claves, Febrero 1993
VERBO, VITA, SÁNGUINE DÓCUIT(*)
Cornelio Zelea Codreanu
Vigente para los que aún tienen un motivo por el cual vivir, sufrir y morir, que enlaza a Cristo y a la Patria. Vigente, sí, a pesar de los años y de la decadencia que signa esta sociedad judaica y tecnocrática. Vigente, porque no es un mito, sino el fruto de la disciplina y al amor mas profundos. Vigente porque enseñó, y enseña, con su palabra limpia, simple, veraz; con su vida armonizada con sus palabras; una vida llena de espíritu y de acción, de entrega por aquellas cosas que merecen que un hombre de su vida; con su sangre, sangre noble, latina en gran parte, nobilísima estirpe de rumano, sangre vertida tantas veces en el combate y en la definitiva inmolación que le abrió los caminos celestes.
Corneliu Codreanu, El Capitán, no puede no estar vigente con su ejemplo, con toda su fuerza y heroicidad invictas. Las manos asesinas que terminaron con su vida no pueden negar este paradigma y arquetipo de hombre de oración y de acción. El tiempo no puede borrar aquéllo que ya no es temporal, sino eterno: los héroes y los mártires nunca mueren. Viven, más vivos que nunca, en la memoria de pocos o muchos, poco importa; viven en la totalidad de aquélla falange que luchó y luchará hasta el fin de los tiempos contra los adversarios de Dios; es camarada, y compañero de ruta, aunque su mirada nos acompañe desde lo alto.
Formamos, vivos y muertos, de todas las épocas, aún derrotados, abatidos, humillados, el más terminante y arrollador alegato contra la alevosía de la revolución, llámese como se llame, y esté donde esté.
Por eso, traemos de de nuevo a la memoria al Capitán, el cual está más que nunca presente; sin vagas añoranzas, sin lamentos, con la alegría que da la conciencia de estar cerrando, con firmeza, la brecha de satanás.
Codreanu, El Capitán.
Corneliu Zelea Codreanu, es, para muchos, un desconocido. No se ha difundido en Hispanoamérica su obra lo suficiente, lamentablemente. Es un lujo que no podemos darnos. Porque los trazos y la contextura de su presencia es actual, y, lo más importante, es real. Codreanu no es un personaje de ficción, no; Codreanu es un hombre que entendió para que había nacido, y por ello, entendió el sentido de la muerte.
Esperamos que sirvan éstas palabras dichas en 1938, año de su muerte, para despertarnos de este letargo del cual hace presa el enemigo.
Entrevista realizada por Julius Evola a C. Codreanu.
Bucarest, marzo de 1938, Mansión Verde.
* EPITAFIO DE LA TUMBA DEL LIC. ANACLETO GONZALEZ FLORES.
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