Reflexión de Aurelio Porfiri tomada de MESSA IN LATINO.
El 14 de Junio de 1912 (hace 110 años) nacía de Giobbe Bugnini y Maria Agnese Ranieri en Civitella del Lago Annibale Bugnini, aquel a quien muchos han visto como el alma negra de la reforma litúrgica. Fue un personaje controvertido, muerto en desgracia en 1982 después de ser enviado a Teherán como nuncio apostólico. Él interpretaba esto como un castigo. En Octubre de 1976 el diario francés Le Figaro lo acusó de ser masón y probablemente esta acusación convenció a Pablo VI que mandó al gran arquitecto de la reforma litúrgica lejos de los ojos y lejos del corazón.
He tenido confidencias y he conocido a varios colaboradores de este sacerdote y debo decir que honestamente para mí permanece un personaje misterioso. Ciertamente su obra en la liturgia es vista por muchos con gran favor, pero los críticos de la nueva Misa descargan sobre él gran parte de las responsabilidades de lo que encontramos hoy a nuestra vista. Esto probablemente no es del todo cierto, pero leyendo los escritos del padre Bugnini nos damos cuenta de cómo él encarnó aquella idea del reformismo litúrgico que no se sabe cuán verdaderamente estuviese en línea con la tradición de siglos de la Iglesia Católica.
Sin embargo, la reforma de la liturgia ahora se ha cristalizado en un prisma en el cual cambian los colores, mas no la consistencia. Aquí no es cuestión de volver atrás, pero es verdaderamente importante entender cómo es posible que una reforma de la liturgia contradiga los mismos documentos en que dice basarse. Quién sabe cómo me respondería el padre Bugnini.
Cuando paso ante su casa cerca al Quirinal, me sorprendo al verlo salir de aque portón e imagino poder detenerlo y preguntarle si todo esto fue verdaderamente necesario. Probablemente él mediría que solamente ha intentado servir a la Iglesia.
Bueno, ¿pero cuál?
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