El rey Humberto I de Saboya inauguró en 30 de Abril de 1895 la I Bienal de Venecia en los Jardines Napoleónicos. Entre los cuadros expuestos, figuraba uno del pintor piamontés Santiago Grosso Vidotti († 1938), que la prensa católica consideró escandaloso.
El entonces Patriarca de Venecia Mons. José Melchor Sarto (futuro Papa San Pío X), escribió al organizador de la Bienal, el alcalde Riccardo Selvatico, solicitando que el cuadro no fuera exhibido:
«Corre la voz en la ciudad que entre las obras de arte para exponer hay una que ofende altamente el pudor, y ruego que esta no pueda ser exhibida»
Al negarse el consejo de consultores diciendo:
«El cuadro del señor Grosso representa en modo violento un estrecho y pavoroso nexo entre la líbido y la muerte, donde el espectador es movido a horrorizarse de las desnudeces que allí se ostentan bestialmente (…). No, la pintura no causa ultraje a la moral pública»,
el Patriarca insistió ante el propio rey, que por toda respuesta le dijo: «Querido Patriarca, pienso como vos. Quisiera satisfacer el deseo de la reina, el vuestro y el mío; pero… soy rey… ¡y no puedo hacer nada!». Finalmente, prohibió a los fieles visitar ese cuadro, intitulado “Supremo Convegno” (se traduce como “Suprema Reunión”) [por razones de modestia, no publicamos la imagen, N. del E.].
Sucedió lo que siempre pasa: los liberales y masones, lejos de reflexionar, hicieron un alboroto valiéndose del escritor Antonio Fogazzaro y de las conocidas acusaciones de oscurantismo contra la Santa Iglesia Católica... Inclusive, le dedicaron una sala exclusiva al cuadro y fue elegido como la mejor exposición de la Bienal, otorgándole a Grosso un premio de 1.000£.
Por su parte, nuestro Sarto le dijo a aquellos que temían que su valentía en denunciar el error y la inmoralidad tuviese consecuencias: «Es evidente que, para mí, la “Suprema Reunión” es una suprema desgracia, porque, si la gente resuelve andar desnuda, como en el cuadro, ¿qué haré yo, que soy “sastre”?» (En italiano, Sarto significa “sastre”).
¿Y el cuadro? Después de la Bienal, fue comprado en 15.000£ por la sociedad estadounidense Venice Art Company, que planeaba hacer una gira de exhibición en los Estados Unidos de la famosa y controvertida pintura. Sin embargo, el cuadro nunca llegó a destino: pereció en un incendio del barco que lo transportaba.
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