Visión de las siete trompetas y el incensario (Apocalipsis de Bamberg, fol. 19 verso, siglo XI).
«Y cuando el Cordero hubo abierto el séptimo sello, siguióse un gran silencio en el cielo, cosa de media hora [1]. Y vi luego a siete ángeles que estaban en pie delante de Dios, y diéronseles siete trompetas.
Vino entonces otro ángel, y púsose ante el altar con un incensario de oro; y diéronsele muchos perfumes, compuestos de las oraciones de todos los santos para que los ofreciese sobre el altar de oro, colocado ante el trono de Dios. Y el humo de los perfumes o aromas encendidos de las oraciones de los santos subió por la mano del ángel al acatamiento de Dios.
Tomó luego el ángel el incensario, llenóle del fuego del altar, y arrojando este fuego a la tierra, sintiéronse truenos, y voces, y relámpagos, y un grande terremoto.
Entre tanto los siete ángeles, que tenían las siete trompetas, se dispusieron para tocarlas.
Tocó pues el primer ángel la trompeta, y formóse una tempestad de granizo, y fuego, mezclados con sangre, y descargó sobre la tierra, con lo que la tercera parte de la tierra se abrasó, y con ella se quemó la tercera parte de los árboles, y toda la yerba verde.
El segundo ángel tocó tambien la trompeta, y al momento se vió caer en el mar como un grande monte todo de fuego [2], y la tercera parte del mar se convirtió en sangre, y murió la tercera parte de las criaturas que vivian en el mar, y pereció la tercera parte de las naves.
Y el tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una grande estrella [3] o cometa, ardiendo como una tea, y vino a caer en la tercera parte de los rios, y en los manantiales de las aguas; y el nombre de la estrella es Ajenjo; y asi la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo, o tomó su mal gusto: con lo que muchos hombres murieron a causa de las aguas, porque se hicieron amargas.
Despues tocó la trompeta el cuarto angel; y quedó herida de tinieblas la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, de tal manera que se oscurecieron en su tercera parte; y así quedó privado el día de la tercera parte de su luz, y lo mismo la noche.
Entonces miré, y oí la voz de un águila [4] que iba volando por medio del cielo, y diciendo a grandes gritos: “¡Ay, ay, ay de los moradores de la tierra, por causa del sonido de las trompetas que los otros tres ángeles han de tocar!”.
El quinto ángel tocó la trompeta; y ví una estrella del cielo [5] caida en la tierra, y diósele la llave del pozo del abismo.
Y abrió el pozo del abismo, y subió del pozo un humo semejante al de un grande horno: y con el humo de este pozo quedaron oscurecidos el sol y el aire; y del humo del pozo salieron langostas [6] sobre la tierra, y dióseles poder, semejante al que tienen los escorpiones de la tierra: y se les mandó no hiciesen daño a la hierba de la tierra, ni a cosa verde, ni a ningun árbol, sino solamente a los hombres que no tienen la señal de Dios en sus frentes: y se les encargó no que los matasen, sino que los atormentasen por cinco meses; y el tormento que causan, es como el que causa el escorpion, cuando hiere o ha herido a un hombre.
Durante aquel tiempo los hombres buscarán la muerte, y no la hallarán; y desearán morir, y la muerte irá huyendo de ellos [7].
Y las figuras de las langostas, se parecían a caballos aparejados para la batalla; y sobre sus cabezas tenían como coronas al parecer de oro; y sus caras así como caras de hombres [8]. Y tenían cabellos como cabellos de mujeres; y sus dientes eran como dientes de leones: vestían también lórigas o corazas como lórigas de hierro; y el ruido de sus alas como el estruendo de los carros tirados de muchos caballos que van corriendo al combate: tenían asímismo colas parecidas a las de los escorpiones, y en las colas aguijones; con potestad de hacer daño a los hombres por cinco meses: y tenían sobre sí por rey al ángel del abismo, cuyo nombre [9] en hebreo es [10] Abadón, en griego [11] Apolión, que quiere decir en latín Extérminans, esto es, el Exterminador.
El un ay se pasó ya, mas luego despues van a venir dos ayes todavía.
Tocó pues el sexto ángel la trompeta; y oí una voz que salía de los cuatro ángulos del altar de oro, que está colocado ante los ojos del Señor, la cual decía al sexto ángel, que tenía la trompeta: “Desata a los cuatro ángeles del abismo que están ligados en el grande rio Eufrátes” [12]. Fueron pues desatados los cuatro ángeles, los cuales estaban prontos para la hora, y el día, y el mes, y el año, en que debían matar la tercera parte de los hombres. Y el número de las tropas de a caballo era de doscientos millones [13]. Porque yo oí el número de ellas. Así como vi también en la visión los caballos; y los jinetes vestían corazas como de fuego, y de color de jacinto o cárdenas, y de azufre, y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones y de su boca salía fuego, humo y azufre. Y de estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres, es a saber, con el fuego, y con el humo, y con el azufre, que salían de sus bocas. Porque la fuerza de los caballos está en su boca, y en sus colas; pues sus colas son semejantes a serpientes, y tienen cabezas, y con estas hieren.
Entre tanto los demás hombres, que no perecieron con estas plagas, no por eso hicieron penitencia de las obras de sus manos, con dejar de adorar a los demonios, y a los simulacros de oro, y de plata, y de bronce, y de piedra, y de madera, que ni pueden ver, ni oír, ni andar; ni tampoco se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación o deshonestidad, ni de sus robos.
Vi tambien a otro ángel valeroso bajar del cielo revestido de una nube, y sobre su cabeza el arco iris, y su cara era como el sol, y sus pies como columnas de fuego; el cual tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre la mar, y el izquierdo sobre la tierra; y dio un grande grito, a manera de león cuando ruge. Y después que hubo gritado, siete truenos articularon sus voces. Y articulado que hubieron los siete truenos sus voces, iba yo a escribirlas, cuando oí una voz del cielo que me decía: “Sella, o reserva en tu mente, las cosas que hablaron los siete truenos, y no las escribas”.
Y el ángel, que vi estar sobre la mar y sobre la tierra, levantó al cielo su mano, y juró por el que vive en los siglos de los siglos, el cual crió el cielo, y las cosas que hay en él; y la tierra, con las cosas que hay en ella; y el mar, y cuanto en él se contiene: “Que ya no habrá mas tiempo; sino que cuando se oyere la voz del séptimo ángel, comenzando a sonar la trompeta, será consumado el misterio de Dios, según lo tiene anunciado por sus siervos los Profetas” [14].
Y oí la voz del cielo que hablaba otra vez conmigo, y decía: “Anda, y toma el libro abierto de la mano del ángel que está sobre la mar y sobre la tierra”.
Fui pues al ángel, pidiéndole que me diera el libro. Y me dijo: “Tómale, y devórale [15]; que llenará de amargura tu vientre, aunque en tu boca será dulce como la miel”. Entónces recibí el libro de la mano del ángel, y le devoré; y era en mi boca dulce como la miel; pero habiéndole devorado, quedó mi vientre o interior lleno de amargura. Díjome más: “Es necesario que de nuevo profetices a las naciones, y pueblos, y lenguas, y a muchos reyes”.
Entónces se me dio una caña [16] a manera de una vara de medir, y díjoseme: “Levántate y mide el Templo de Dios, y el altar, y cuenta los que adoran en él; pero el atrio exterior del Templo [17] déjale fuera, (no cuides de él) y no le midas, por cuanto está dado a los gentiles, los cuales han de hollar la cuidad santa cuarenta y dos meses [18]: entre tanto yo daré orden a dos testigos míos [19], y harán oficio de Profetas, cubiertos de sacos o hábitos de penitencia, por espacio de mil doscientos y sesenta días. Estos son dos olivos, y dos candeleros puestos en la presencia del Señor de la tierra [20]. Y si alguno quisiere maltratarlos, saldrá fuego de la boca de ellos, que devorará a sus enemigos [21], pues así conviene sea consumido quien quisiere hacerles daño. Los mismos tienen poder de cerrar el cielo, para que no llueva en el tiempo que ellos profeticen; y tienen también potestad sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para afligir la tierra con toda suerte de plagas siempre que quisieren. Mas después que concluyeren de dar su testimonio, la bestia que sube del abismo, moverá guerra contra ellos, y los vencerá, y les quitará la vida. Y sus cadáveres yacerán en las plazas de la grande ciudad, que se llama místicamente Sodoma y Egipto, donde asimismo el Señor de ellos fue crucificado [22]. Y las gentes de las tribus, y pueblos, y lenguas, y naciones estarán viendo sus cuerpos por tres días y medio; ni permitirán que se les dé sepultura [23]: y los que habitan la tierra, se regocijarán con ver los muertos, y harán fiesta; y se enviarán presentes los unos a los otros, o se darán albricias, a causa de que estos dos Profetas atormentaron con sus reprensiones a los que moraban sobre la tierra [24]. Pero al cabo de tres días y medio, entró en ellos por virtud de Dios el espíritu de vida. Y se alzaron sobre sus pies, con lo que un terror grande sobrecogió a los que los vieron. En seguida oyeron una voz sonora del cielo, que les decía: ‘Subid acá’. Y subieron al cielo en una nube, y sus enemigos los vieron. Y en aquella hora se sintió un gran terremoto, con que se arruinó la décima parte de la ciudad; y perecieron en el terremoto siete mil personas [25]; y los demas entraron en miedo, y dieron gloria al Dios del cielo”.
El segundo ay se pasó; y bien pronto vendrá el ay tercero, o la tercera desdicha. En efecto, el séptimo ángel sonó la trompeta, y se sintieron voces grandes en el cielo que decían: “El reino de este mundo, ha venido a ser reino de nuestro Señor y de su Cristo, y destruido ya el pecado, reinará por los siglos de los siglos: Amén” [26].
Aquí los veinte y cuatro ancianos, que están sentados en sus tronos en la presencia de Dios, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios, diciendo: “Gracias te tributamos, ¡oh Señor Dios todopoderoso!, a ti que eres, que eras ya antes, y que has de venir; porque hiciste alarde de tu gran poderío, y has entrado en posesion de tu reino [27]. Las naciones montaron en cólera [28]; mas sobrevino tu ira, y el tiempo de ser juzgados los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los Profetas, y a los santos, y a los que temen tu nombre, chicos y grandes, y de acabar con los que han corrompido la tierra”.
Entonces se abrió el Templo de Dios en el cielo, y fue vista el Arca de su testamento en su Templo [29], y se formaron rayos, y voces, y truenos, y terremoto, y pedrisco espantoso».
Apocalipsis VIII-XI (Versión de Mons. Félix Torres Amat).
NOTAS
[1] Alude al rito del Templo durante el incienso; en cuyo breve tiempo se observaba un grandísimo silencio, orando todos dentro de su corazon. El humo del incienso subiendo al cielo, representaba las oraciones de los que adoraban a Dios. Véase Incienso.
[2] Por este monte entienden algunos el poder de los romanos, cuando destruyeron a Jerusalén, otros la herejía, que todo lo abrasa; y otros la entera destrucción del universo en el último día.
[3] Por esta estrella ardiendo entiende el sabio obispo Sr. Bossuet un tal Barcoquebas [Simón bar Kojbá], que fingió ser el Mesías, en tiempo de Adriano, y fue causa de gran mortandad entre los judíos. Otros lo entienden de Mahoma, y otros de los bárbaros del Norte acaudillados del rey Alarico. Es frase hebrea dar un nombre a la cosa, para significar sus cualidades; y así se dice que será estrella que causará grandes tribulaciones. Véase Nombre.
[4] O de un ángel en aquella figura.
[5] A Luzbel caído del cielo, al cual permitirá Dios que salga del infierno con gran muchedumbre de espíritus malos.
[6] Algunos por las langostas entienden los que se apartaron de la fe, o los falsos apóstoles.
[7] Sap. XVI. v.19.—Is. II. v.9.—Os. X. v.8.—Luc. XXIII. v.30.
[8] Toda la pintura que aquí se hace, la aplican algunos a los mahometanos o sarracenos. Véase Joel I. y II.
[9] Véase Nombre.
[10] אֲבַדּוֹן
[11] Ἀπολλύων
[12] Véase Demonio. El rio Eufrátes era el de Babilonia, símbolo del infierno.
[13] Véase Número.
[14] El fin será la resurrección general, cumplidas ya las profecías.
[15] O “léele al instante, y medita su contenido; el cual te llenará de pena”.
[16] Véase Caña.
[17] Véase Atrio.
[18] Este se cree que será el tiempo del reinado del Anticristo, Dan. VII. v.25.
[19] Elías y Enoc.
[20] Que comunicarán la gracia y unción del Espíritu Santo y alumbrarán a los hombres. Véase Zach. IV.
[21] IV. Reg. I. v.10.—Eccles. XLVIII. v.3.
[22] De estas palabras infieren varios expositores que la corte o residencia del Anticristo será en Jerusalén, llamada Sodoma y Egipto por sus maldades y abominaciones.
[23] Véase Sepultura.
[24] Cuyas costumbres depravadas procuraban corregir.
[25] Quizá el texto, por la figura hipálage, quiere decir hombres de nombradía.
[26] I. Cor. XV. v.24
[27] Psalm. XCII. v.1
[28] Contra ti, y contra tus siervos.
[29] Esto es, la Humanidad gloriosa de Jesucristo.
Difundiré este mensaje, en breve.
ResponderEliminarSaludos en Cristo.