Amados hermanos, saludos cordiales en Jesús y María.
En esta ocasión, nos conviene profundizar en un aspecto casi olvidado: la dolorosa y amarga Pasión dentro del Nacimiento de Jesús. Si miramos atentos el cuadro con el que hoy encabezamos este mensaje de Navidad (la Natividad Mística, de Botticelli), hallaremos tiene tres temas: Natividad, Pasión y Apocalipsis.
- Natividad, bueno, es obvio a simple vista. El cuadro nos muestra el Nacimiento de Jesús, el Glória in excélsis entonado por los Ángeles, y la Adoración de los Pastores y de los Reyes Magos.
- Pasión, porque vemos que el Niño Jesús yace en un lienzo que prefigura la Sábana Santa que Le envolverá después de muerto. La Virgen se postra contemplándole con cierta tristeza (Ella sabía que habría de presenciar el odio de los judíos hacia su Hijo, odio que se expresará en la oposición a su Evangelio, en el pecado de deicidio y en la persecución que se moverá contra la Iglesia), los Reyes Magos y los pastores (dirigidos por los Ángeles) presentando no ya dones materiales, sino sus oraciones, suplicando por los méritos de la Pasión y Muerte que padecerá en la Cruz; mientras los demonios se dan a la fuga vencidos y heridos con sus propias armas.
- Apocalipsis, en cuanto a que se representa el resplandor eterno de la gloria de Dios, mientras los Ángeles reciben con abrazos a los redimidos (recordemos que por medio de Jesús vino la reconciliación entre el Cielo y la tierra). Y los demonios, vencidos.
Quizá os preguntéis ¿A qué viene esta reflexión? Es porque, leyendo a San Alfonso Ligorio cuando habla de los dolores de la Santísima Virgen, vemos que desde el Nacimiento de Jesús, María Santísima comenzó a sufrir en su Inmaculado Corazón, todo cuanto su Hijo padecería. Aparte, estamos ad portas de un año especial, ya que la Semana Santa coincide con el día en que la Crucifixión ocurrió realmente: 25 de Marzo. Y en todo caso, es necesario que aún en estas fechas que, tristemente, se han convertido en fiestas mundanizadas, nos dediquemos a examinar nuestra conciencia y resolvernos a abandonar el pecado y el error, porque no sabemos cuándo vendrá el Señor, no como niño débil, sino como Rey omnipotente, para juzgar al mundo.
Concluimos deseando que en estos días también meditemos en la Pasión de Cristo y los Dolores de María Santísima; y mantengamos pura nuestra alma mediante la oración y la penitencia, para que en el día glorioso de la Parusía, Nuestro Señor nos encuentre dignos de su Gloria.
¡VEN SEÑOR JESÚS!
Frater Jorge Rondón Santos
Año del Señor 2015, a 25 de Diciembre, XXXVII de la Santa Cruzada.
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