A los participantes del curso anual de formación de nuevos obispos
conciliares, congregados en la Sala Clementina del Palacio Apostólico,
Francisco I les dirigió un discurso en el cual tomamos lo siguiente (la
totalidad del discurso de la corona, en INFOVATICANA):
“Haced de vuestro ministerio un icono de la Misericordia, la única fuerza capaz de seducir y atraer permanentente al corazón humano. Incluso el ladrón, en su última hora, se dejó llevar por Aquel en quien había encontrado “solamente el bien”. Se puede hasta ignorar a un Dios lejano e indiferente, pero no se resiste fácilmente a un Dios tan cercano y, además, herido por amor. La bondad, la belleza, la verdad, el amor, el bien: esto es lo que podemos ofrecer a este mundo mendigo, aunque sea en cuencos medio rotos. No se trata, sin embargo, de atraer hacia uno mismo: eso es un peligro. El mundo está cansado de los encantadores mentirosos. Y me permito decir de los curas a la moda, o de los obispos a la moda. La gente “olfatea”, el pueblo de Dios tiene olfato, y se aleja cuando reconoce a los narcisistas, a los manipuladores, a los defensores de sus propias causas, a los proclamadores de cruzadas vanas. Por el contrario, tratad de secundar a Dios, que se introduce ya antes de vuestra llegada… Dios no se rinde nunca…Somos nosotros los que, acostumbrados a darnos por vencidos, a menudo nos conformamos y preferimos dejarnos convencer de que realmente han podido eliminarlo y nos inventamos palabras amargas para justificar la pereza que nos bloquea en el sonido inmóvil de las quejas vanas”.
Nos preguntamos, y le preguntamos a Bergoglio: ¿Y de los "Papas" a la moda que quieren atraer sobre sí las miradas por las herejías NO HABLAS NADA?
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