Novena impresa en Lima por Justo Montoya en el año 1856, con las debidas licencias. Puede rezarse en cualquier momento del año, y particularmente en preparación a las fiestas de la Santa Cruz:
- 3 de Mayo (Invención por Santa Elena).
- 17 de Julio (Victoria de la Santa Cruz en las Navas de Tolosa).
- 14 de Septiembre (Exaltación de la Santa Cruz).
NOVENA EN HONOR DE LA SANTA CRUZ
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Único Dios y Señor mío, creo firmemente estar delante de tu infinita Majestad, en cuya adorable presencia tiemblan y se postran humildes todos los Ángeles y Potestades del Cielo, y por tanto también yo vuestra miserable criatura, anonadado aquí delante de Ti, te adoro y reconozco por único Dios y Señor mío; por único Criador, Conservador y Redentor mío. Así te rindo todas las gracias que puedo con todo mi corazón, con toda mi alma, por los innumerables beneficios que me has hecho hasta ahora con tanta liberalidad y amor. Sumamente me pesa, ¡oh Padre de misericordias!, de haberos correspondido tan mal con tan graves y tan repetidas culpas, teniendo sólo presente para confusión mía, que han sido ofensas contra Ti, que eres bondad infinita: propongo firmemente desde este instante nunca ofenderte en lo futuro, mediante el auxilio de tu divina Gracia, y primero morir que quebrantar tu santa Ley. Ruégote me concedas tu Santo Espíritu para poder meditar aquí en tu presencia, con fruto de mi alma y gloria tuya, en los misteriosos bienes que contiene y encierra la Cruz preciosa en que murió tu Unigénito Hijo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
ORACIÓN
Señor mío Jesucristo, dame tu gracia y concédenos cuanto tienes prometido a los que hacen memoria de tu Pasión y Muerte de Cruz, os lo pedimos por tu Santísima Madre, por cuya poderosa medianera espero conseguir todo lo que deseo y pido para alivio y bien de mi pobre alma. Amén.
SALUTACIÓN A LA CRUZ
Señor mío Jesucristo, dame tu gracia y concédenos cuanto tienes prometido a los que hacen memoria de tu Pasión y Muerte de Cruz, os lo pedimos por tu Santísima Madre, por cuya poderosa medianera espero conseguir todo lo que deseo y pido para alivio y bien de mi pobre alma. Amén.
SALUTACIÓN A LA CRUZ
Oh Cruz santa y preciosa, altar de propiciación, fuente de todas las gracias, árbol de la vida y monumento eterno de las misericordias divinas: tú eres la que has llevado este sagrado depósito, la que has recibido en tus brazos al Santo de los Santos, y la que has sido rociada con esta Sangre adorable: ¡Ah! ¿Por cuántos títulos no mereces el homenaje de mi respeto y de mi veneración? Ojalá que fueses siempre grabada en mi corazón, y que obrases en él los prodigios de aquella gracia que está depositada en ti.
℣. Esta señal de Cruz habrá en el cielo.
℟. Cuando venga el Señor a juzgarnos.
Adórote Cruz bendita, deseada y amada de mi Señor Jesucristo, buscada y hallada en sus brazos, en sus espaldas cargada, con su preciosísima sangre bañada, de mi Señora la Virgen María acompañada, de las criaturas venerada, de la gloriosa Santa Elena buscada y hallada: por ti, ¡oh Cruz Santísima!, el mundo fue redimido, el infernal enemigo vencido, la misma muerte dominada, y contigo el Cielo fue comprado: suplico al Señor que en ti murió y fue crucificado, por la hiel y vinagre que en ti gustó, por las siete palabras que en ti habló, por las cinco llagas que en ti recibió, por las agonías, afrentas y tormentos que en ti sufrió, por la muerte cruelísima que en ti padeció, por los dolores y angustias que mi Señora la Virgen María a tus pies sintió, te suplico me alcances una humildad profunda y un espíritu obediente, para que muriendo con Jesucristo, logre también resucitar con Él por toda la eternidad. Amén.
Un Padre nuestro y Ave María gloriado a Santa Elena, dándole las gracias por habernos descubierto este madero santo, seguido por la siguiente oración:
Oh Señor mío Jesucristo, que te dignaste revelar a Santa Elena el lugar donde se ocultaba tu Cruz, para enriquecer por ella a tu Iglesia con este precioso tesoro, concédenos por su intercesión, que por el precio de este vital leño, consigamos los premios de la vida eterna. Tú que vives y reinas con Dios Padre en unidad del Espíritu Santo, y eres Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.
DÍA PRIMERO – 24 DE ABRIL
CONSIDERACIÓN: CÓMO JESÚS RECIBIÓ LA CRUZ EN QUE HABÍA DE MORIR
Considera cómo pronunciado ya el decreto de muerte contra el Santo de los Santos, ya estaba preparada la Cruz, que había de ser el instrumento de su Pasión: mira a Jesús como lo apercibe, se postra delante de ella, la recibe y se dispone para llevarla. ¡Oh Cruz santa! ¡Oh Cruz preciosa! La había esperado y deseado el Redentor, y aun suspirado por ella ardientemente desde el primer momento de su vida. Se la carga sobre sus espaldas, y toma el camino del Calvario para consumar allí su sacrificio. ¡Oh dolor! ¡Oh espectáculo que aflige al Cielo, y al que sin embargo la tierra se manifiesta insensible!
Oh almas cristianas redimidas por la Sangre de un Dios, venid, unámonos de concierto, consideremos a nuestro Rey, con aquella diadema sangrienta con que le han coronado nuestras culpas; veámosle desfallecer bajo el formidable peso de la Cruz que está cargando. ¿Mas seremos insensibles al dolor que le causamos? ¿No procuraremos aliviarle sus tormentos? Ya veo a este inocente Isaac cargado con la leña de su sacrificio, conducido o arrastrado más bien hasta el lugar de su tormento. ¡Qué triste y dolorosa carrera para el Salvador! Debilitado, falto de Sangre y de fuerzas apenas puede sostenerse: cada paso que da es señalado por una caída: no hay lugar que no quede teñido con alguna gota de la corta porción de Sangre que ha quedado de sus venas: el sumo abatimiento a que se le ha reducido no sirve sino de exasperar el furor de sus enemigos. Permitidme que os acompañe, ¡oh adorable Salvador mío!, y que durante vuestro viaje al Calvario os manifieste los sentimientos de mi corazón. Amén.
Oh almas cristianas redimidas por la Sangre de un Dios, venid, unámonos de concierto, consideremos a nuestro Rey, con aquella diadema sangrienta con que le han coronado nuestras culpas; veámosle desfallecer bajo el formidable peso de la Cruz que está cargando. ¿Mas seremos insensibles al dolor que le causamos? ¿No procuraremos aliviarle sus tormentos? Ya veo a este inocente Isaac cargado con la leña de su sacrificio, conducido o arrastrado más bien hasta el lugar de su tormento. ¡Qué triste y dolorosa carrera para el Salvador! Debilitado, falto de Sangre y de fuerzas apenas puede sostenerse: cada paso que da es señalado por una caída: no hay lugar que no quede teñido con alguna gota de la corta porción de Sangre que ha quedado de sus venas: el sumo abatimiento a que se le ha reducido no sirve sino de exasperar el furor de sus enemigos. Permitidme que os acompañe, ¡oh adorable Salvador mío!, y que durante vuestro viaje al Calvario os manifieste los sentimientos de mi corazón. Amén.
Aquí se alienta la confianza y se pide la gracia o favor que se desee recibir, y se hace este acto de caridad:
Dios mío, Salvador mío, Redentor mío, esperanza mía, vida mía, y todas mis cosas. ¿Cómo podría yo no amaros? Sí, yo os amo, o a lo menos deseo amaros de todo mi corazón; haced que os ame únicamente por Vos mismo, y que os ame más que a todas las cosas, que no quiera a otra cosa que a Vos, que os ame con el mismo amor con que Vos me habeis amado, que os ame sobre la Cruz, como os aman los Santos del Cielo, y que os ame toda mi vida en la tierra, para amaros después más perfectamente en la eternidad.
GOZOS EN HONOR A LA SANTA CRUZ
Bendigamos, almas,
A nuestro Jesús,
Y adoremos todos
A la Santa Cruz.
Única esperanza
De nuestro consuelo,
Que a todos el cielo
Con firmeza afianza,
Por ti solo alcanza
El cristiano luz.
Bendigamos, almas,
A nuestro Jesús,
Y adoremos todos
A la Santa Cruz.
Tú eres el honor,
La gloria del mundo,
Y árbol, que fecundo
Te hizo el Salvador:
A ti todo loor,
Toda gratitud.
Bendigamos, almas,
A nuestro Jesús,
Y adoremos todos
A la Santa Cruz.
Oh árbol Sacrosanto,
El más excelente,
Donde está pendiente
El que es Santo, Santo,
Tu fruto por tanto
Es nuestra salud.
Bendigamos, almas,
A nuestro Jesús,
Y adoremos todos
A la Santa Cruz.
A ti, Cruz bendita,
El género humano
Adora, cristiano,
Contempla y medita:
Gracia solicita
De tu plenitud.
Bendigamos, almas,
A nuestro Jesús,
Y adoremos todos
A la Santa Cruz.
Salve, vital leño,
Que a todos das vida,
Por quien fue vencida
La muerte y su sueño,
Vos sois el diseño
De toda virtud.
Bendigamos, almas,
A nuestro Jesús,
Y adoremos todos
A la Santa Cruz.
Oh Cruz, cuyos brazos
Amor nos pregonan,
Y el alma aprisionan
Con sus dulces lazos,
Liberta mis pasos
De la esclavitud.
Bendigamos, almas,
A nuestro Jesús,
Y adoremos todos
A la Santa Cruz.
Oh Cruz adorable,
Cruz llena de gloria,
De misericordia
Fuente inagotable,
Hazme inseparable
De la rectitud.
Bendigamos, almas,
A nuestro Jesús,
Y adoremos todos
A la Santa Cruz.
Cordero inocente,
Tú que padeciste
Y morir quisiste
Por ser obediente,
Haz que penitente
Me goce en la Cruz.
Bendigamos, almas,
A nuestro Jesús,
Y adoremos todos
A la Santa Cruz.
Oh Cruz, todo honor,
Cruz, todo consuelo,
Cruz, que por modelo
Nos das al Redentor,
Haz que sea tu amor
Mi solicitud.
Bendigamos, almas,
A nuestro Jesús,
Y adoremos todos
A la Santa Cruz.
Señal que se ostenta
Y ha de aparecer
En el día que ha de ser
Amargo y de cuenta,
Haz mi alma sedienta
De la beatitud.
Bendigamos, almas,
A nuestro Jesús,
Y adoremos todos
A la Santa Cruz.
ORACIÓN
Oh buen Jesús, único amor y bien de mi alma: por aquellos dolores que padeciste en la Santísima Cruz, y señaladamente por aquella acerbísima amargura que sentiste cuando se arrancó vuestra preciosisima alma de vuestro cuerpo santísimo; os ruego Señor, tengais misericordia de mi alma, y cuando salga de mi cuerpo, os suplico la lleveis a la gloria a gozar de vuestra presencia por toda la eternidad. Amén.
SÚPLICA FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Santísima Cruz! ¡Oh inocente y piadoso Cordero! ¡Oh pena grave y cruel! ¡Oh pobreza de Cristo mi Redentor! ¡Oh llagas muy lastimadas! ¡Oh Corazón traspasado! ¡Oh Sangre de Cristo derramada! ¡Oh muerte de Cristo amarga! ¡Oh majestad de Dios digna de ser reverenciada! Ayúdame, Señor, a alcanzar la vida eterna a la hora de mi muerte. Amén.
ALABANZAS DE SAN JUAN CRISÓSTOMO A LA SANTA CRUZ
Oh Cruz, Esperanza de los cristianos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Resurrección de los muertos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Guía de los ciegos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Camino de los desesperados. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Báculo de los cojos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Consuelo de los pobres. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Freno de los ricos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Destrucción de los soberbios. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Pena de los que viven mal. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Triunfo contra los demonios. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Vencedora del diablo. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Pedagoga de los jóvenes. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Sustento de los necesitados. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Esperanza de los aburridos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Gobernadora de los navegantes. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Puerto de los que peligran. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Muro de los obsesos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Madre de los huérfanos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Defensora de las viudas. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Consejera de los justos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Consuelo de los atribulados. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Guarda de los niños. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Cabeza de los varones. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Fin de los ancianos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Luz de los que se sientan en las tinieblas. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Grandeza de los reyes. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Escudo perpetuo. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Sabiduría de los necios. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Libertad de los esclavos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Filosofía de los emperadores. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Ley de los impíos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Pregón de los Profetas. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Anuncio de los Apóstoles. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Gloria de los Mártires. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Abstinencia de los Monjes. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Castidad de las Vírgenes. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Gozo de los Sacerdotes. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Fundamento de la Iglesia. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Cautela de la redondez de la tierra. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Repulsa de ídolos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Destrucción de sus templos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Escándalo de los judíos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Perdición de los impíos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Virtud de los inválidos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Medida de los enfermos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Limpieza de los leprosos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Descanso de los paralíticos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Pan de los hambrientos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Fuente de los sedientos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
Oh Cruz, Protección de los desnudos. Por ti me reciba, quien por ti me redimió.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 25 DE ABRIL
Por la señal...
Acto de Contrición, Oración inicial y Salutación a la Santa Cruz
CONSIDERACIÓN: LA CRUZ, ALTAR DEL SACRIFICIO PERFECTO
Considera, alma, cómo llegando el Salvador al lugar donde había de cumplirse la más cruel sentencia, la Cruz es para Jesucristo, como dice el Padre San Agustín, «un altar en donde se sacrifica por nosotros, y como el Sacrificio no se consuma sino por la muerte de la víctima, era necesario que Jesucristo consumase el suyo por su muerte».
¿Y qué holocausto más completo, ni más perfeco que el de Jesucristo sobre la Cruz? Sacrifica todo lo que tiene y todo lo que es: sacrifica su libertad reduciéndose a la condición de un siervo, su honor por los oprobios de que está cubierto, sus bienes por la desnudez que padece, su cuerpo por los vivos dolores que sufre, su corazón por las amarguras interiores de que está inundado, y finalmente su vida, por la muerte más cruel. Sacrificador y víctima se ofrece a Sí mismo a su Eterno Padre. ¡Oh prueba admirable de su amor! Sacerdote según el orden de Melquisedec, cuyo sacerdocio es eterno; sacerdote del Altisimo, que ofrece no víctimas extrañas, sino su propio Cuerpo, no la sangre de los animales, sino la Sangre del Cordero inmaculado; sacerdote Santo que descendió de los Cielos, y ha consumado la grande obra de nuestra santificación por la única oblacion de Sí mismo. La Cruz pues vino a ser como el altar de todo el mundo: por la sangre de esta Víctima por excelencia fue expiada la culpa, domada la muerte, desarmado el Infierno y abierto aquel santuario divino en el que podemos entrar fácilmente si seguimos a nuestro sacrificador: la Cruz es el camino, Jesucristo nuestro conductor, y el Cielo el término a que debemos aspirar. Salgamos pues al campo, unámonos por la fe a este sacrificador divino, llevemos con Él la ignominia de la Cruz, y hagámonos uno con él. Amén.
¿Y qué holocausto más completo, ni más perfeco que el de Jesucristo sobre la Cruz? Sacrifica todo lo que tiene y todo lo que es: sacrifica su libertad reduciéndose a la condición de un siervo, su honor por los oprobios de que está cubierto, sus bienes por la desnudez que padece, su cuerpo por los vivos dolores que sufre, su corazón por las amarguras interiores de que está inundado, y finalmente su vida, por la muerte más cruel. Sacrificador y víctima se ofrece a Sí mismo a su Eterno Padre. ¡Oh prueba admirable de su amor! Sacerdote según el orden de Melquisedec, cuyo sacerdocio es eterno; sacerdote del Altisimo, que ofrece no víctimas extrañas, sino su propio Cuerpo, no la sangre de los animales, sino la Sangre del Cordero inmaculado; sacerdote Santo que descendió de los Cielos, y ha consumado la grande obra de nuestra santificación por la única oblacion de Sí mismo. La Cruz pues vino a ser como el altar de todo el mundo: por la sangre de esta Víctima por excelencia fue expiada la culpa, domada la muerte, desarmado el Infierno y abierto aquel santuario divino en el que podemos entrar fácilmente si seguimos a nuestro sacrificador: la Cruz es el camino, Jesucristo nuestro conductor, y el Cielo el término a que debemos aspirar. Salgamos pues al campo, unámonos por la fe a este sacrificador divino, llevemos con Él la ignominia de la Cruz, y hagámonos uno con él. Amén.
Se pide la gracia o favor que se desee recibir. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA TERCERO – 26 DE ABRIL
Por la señal...
Acto de Contrición, Oración inicial y Salutación a la Santa Cruz
CONSIDERACIÓN: LA CRUZ, CÁTEDRA DE LAS BIENAVENTURANZAS
Considera a la Cruz como la cátedra donde Jesucristo nos instruye: y en efecto, ¿En dónde este divino Salvador nos ha enseñado tan plena y eficazmente como en la Cruz? ¿En dónde nos ha manifiestado de una manera tan sensible y admirable las verdades fundamentales, las verdades evangélicas, las verdades de la mortificación, en una palabra, las verdades de nuestra salud? La grandeza de un Dios, que no puede ser dignamente adorada sino por un Dios; el rigor de su justicia, que no puede ser aplacado sino por una víctima divina; la enormidad del pecado, que pedía una tal víctima, y la excelencia de nuestras almas, que no podían ser redimidas sino a tanto precio. ¿No son todas estas unas verdades luminosas, que salen del seno de la Cruz? ¿No fue en la Cruz, en donde más eficazmente que en la montaña, nos manifestó estas maximas grandes y sublimes de la pobreza de espíritu, hallandose desnudo; de la mansedumbre, por ser el mismo carácter del Cordero divino, que se ha dejado degollar sin quejarse; del llanto y la persecución para ser semejantes al Santo de los Santos, que ha sufrido persecuciones y ultrajes? ¿Quién sino el Espíritu de la Cruz, puede darnos una inteligencia de sí mismo, para ir en pos del Salvador, y de todo lo que posee para saber ser discipulo? ¿Qué cosa no nos dirá la Cruz, cuando el que descansa en aquella dura cama, lleno de dolores y tormentos, abre su divina boca para pedir perdon por sus enemigos? Abre, ¡oh alma mía!, tus oídos para oir, pues tu celestial Maestro abre su boca en la cátedra de la Cruz para hablar: No la abre para pedir fuego que los abrase como Elias, ni para echarles su maldición como Noé y Eliseo a los que le escarnecían, sino para rogar a su Eterno Padre que les perdonase el pecado que cometían crucificandole y escarneciendole, doliéndose más del daño que les venía por esta culpa, que de los tormentos e injurias que de ellos recibía. ¡Oh lección toda de amor! ¡Quién pudiera estudiarla desde este punto!
Vos, Señor, me decis: «Miradme pendiente de esta Cruz, consideradme, pero imitadme después y obrad, escuchad mi palabra, pero sobre todo seguid mi ejemplo: yo ruego, rogad vosotros conmigo; yo padezco, padeced conmigo; yo perdono, perdonad como yo y por mi amor». Concededme, Señor tal caridad como esta, para que yo también ame a mis enemigos y ore por los que me persiguen y os persiguen. Perdonad a todos, ¡oh Padre de misericordias!, para que todos gocen de ellas. Amén.
Vos, Señor, me decis: «Miradme pendiente de esta Cruz, consideradme, pero imitadme después y obrad, escuchad mi palabra, pero sobre todo seguid mi ejemplo: yo ruego, rogad vosotros conmigo; yo padezco, padeced conmigo; yo perdono, perdonad como yo y por mi amor». Concededme, Señor tal caridad como esta, para que yo también ame a mis enemigos y ore por los que me persiguen y os persiguen. Perdonad a todos, ¡oh Padre de misericordias!, para que todos gocen de ellas. Amén.
Se pide la gracia o favor que se desee recibir. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA CUARTO – 27 DE ABRIL
Por la señal...
Acto de Contrición, Oración inicial y Salutación a la Santa Cruz
CONSIDERACIÓN: LA CRUZ, TRIBUNAL DE DIOS
Considera a la Cruz como el Tribunal Supremo en donde juzgará y sentenciará el Salvador a todo el universo. Es este trono de justicia y tribunal tan espantoso en donde, ¡oh Jesús mío!, pronunciais tantos decretos, y en donde comenzareis a ejercer vuestros formidables juicios en el momento de vuestra muerte, cuando de dos criminales que teníais a vuestro lado, salvasteis al uno en virtud de una gracia inefable, y condenasteis al otro usando del rigor de vuestra justicia.
Desde esta Cruz será, ¡oh Dios mío!, donde me juzgareis algún día, llamareis a juicio contra mí aquellas mismas gracias que me habeis concedido por los méritos de esta Cruz: me haréis presente la obligación que me imponía de seguiros, de llevar mi Cruz, de morir a mí mismo, y de llegar a ser copia viva del gran modelo que me proponías. Si en aquel momento hallais en mí una conformidad santa con Vos clavado en un madero, ejerceréis conmigo un juicio de misericordia, y dareis a mi favor una sentencia de vida como la que disteis al ladron: «Hoy serás conmigo en el Paraíso». Pero si no fuese conforme a Vos, ¡oh Dios mío!, no tengo que esperar sino una sentencia de muerte. ¡Ah! Cuál sería entonces mi desdicha, si en Aquel que no deseaba sino ser mi Padre, no encontrase yo sino un Juez terrible; si en el que debía ser mi Salvador, no hallase yo sino un Dios lleno de venganza, y si aquella misma Cruz que según los designios de Dios debía ser el instrumento de mi salud, por el abuso que yo haya hecho de ella, llegue a ser el título de mi condenación. Oh Salvador del mundo, en cuyas manos elevadas en la Cruz está la llave de David, con la cual abrís y ninguno cierra, cerrais y ninguno abre: abridme las puertas del Cielo, que mis pecados cerraron, y cerradme las del Infierno, que ellos abrieron, para que en el día de mi muerte pueda como el buen ladrón entrar con Vos en el Paraíso. Amén.
Se pide la gracia o favor que se desee recibir. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA QUINTO – 28 DE ABRIL
Por la señal...
Acto de Contrición, Oración inicial y Salutación a la Santa Cruz
CONSIDERACIÓN: LA CRUZ, ESPEJO Y COMPENDIO DEL EVANGELIO
Considera a la Cruz como el gran libro que debes leer continuamente, y el espejo el que debes consultar: porque nada hay que ella no te enseñe. Sí, Redentor mío, así como vuestro Evangelio es una expresión fiel de la Cruz, así la Cruz es un compendio fiel de todo el Evangelio. Sí, aquí contemplo vuestro amor y la autoridad que me mostrais en medio de tantos desprecios y dolores, atiendo a las obras de piedad y misericordia, y a las obligaciones de vuestro oficio, como si no estuviérais padeciendo. Ya rogais por vuestros enemigos, como Sumo Sacerdote. Ya prometeis el Paraíso como Redentor, y ya mirais por tu Madre como Hijo, y por tu discípulo como Maestro.
Pondera, alma, estas lecciones que dicta Jesús en el libro de la Cruz: «Mujer, ves ahí a tu hijo», como quien dice, «no me olvido de ti, ni de la obligación que tengo como hijo, ves aqui al que concebiste por el Espíritu Santo y pariste sin dolor, al que reclinaste en un pesebre en medio de dos animales, y le diste leche con tus pechos: al que trajiste en tus brazos recreándote en mirarle y regalarle, vedlo aquí puesto en los brazos de una terrible Cruz, y en medio de dos ladrones todo desfigurado y desangrado. Mira si me conoces por hijo, y si me mandas algo como Madre; y pues callas y no me dices nada, en mi lugar te dejo a mi discipulo». ¡Oh Jesús mío! ¡Oh crucifcado mío! Gracias te doy, dulcísimo Padre mío, por haber encargado a tu Madre que nos tome por hijos, haciéndonos con esto tus hermanos. Oh Virgen benditísima, desde ahora os diré confiadamente: Veis aquí, Señora, a vuestro hijo, acordaos de que os mandó vuestro Unigenito que me tomases por hijo adoptivo, reconocedme por tal y mirad por mi remedio. Y vos, ¡oh glorioso San Juan Evangelista!, suplicad a vuestro dulce Maestro me dé el espíritu de hijo, que os dió para con su Madre, para que la sirva yo como vos la servisteis, En fin, ¡oh Salvador mío! Pues tan liberal os mostrais en la Cruz, que dais vuestro Paraíso al ladrón, y vuestra Madre al discípulo que os ama, usad conmigo de esta liberalidad, dándome en esta vida devoción cordial con vuestra Madre, por cuyo medio espero hallar entrada en el Paraíso, donde reine con Vos y con Ella por todos los siglos. Amén.
Pondera, alma, estas lecciones que dicta Jesús en el libro de la Cruz: «Mujer, ves ahí a tu hijo», como quien dice, «no me olvido de ti, ni de la obligación que tengo como hijo, ves aqui al que concebiste por el Espíritu Santo y pariste sin dolor, al que reclinaste en un pesebre en medio de dos animales, y le diste leche con tus pechos: al que trajiste en tus brazos recreándote en mirarle y regalarle, vedlo aquí puesto en los brazos de una terrible Cruz, y en medio de dos ladrones todo desfigurado y desangrado. Mira si me conoces por hijo, y si me mandas algo como Madre; y pues callas y no me dices nada, en mi lugar te dejo a mi discipulo». ¡Oh Jesús mío! ¡Oh crucifcado mío! Gracias te doy, dulcísimo Padre mío, por haber encargado a tu Madre que nos tome por hijos, haciéndonos con esto tus hermanos. Oh Virgen benditísima, desde ahora os diré confiadamente: Veis aquí, Señora, a vuestro hijo, acordaos de que os mandó vuestro Unigenito que me tomases por hijo adoptivo, reconocedme por tal y mirad por mi remedio. Y vos, ¡oh glorioso San Juan Evangelista!, suplicad a vuestro dulce Maestro me dé el espíritu de hijo, que os dió para con su Madre, para que la sirva yo como vos la servisteis, En fin, ¡oh Salvador mío! Pues tan liberal os mostrais en la Cruz, que dais vuestro Paraíso al ladrón, y vuestra Madre al discípulo que os ama, usad conmigo de esta liberalidad, dándome en esta vida devoción cordial con vuestra Madre, por cuyo medio espero hallar entrada en el Paraíso, donde reine con Vos y con Ella por todos los siglos. Amén.
Se pide la gracia o favor que se desee recibir. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA SEXTO – 29 DE ABRIL
Por la señal...
Acto de Contrición, Oración inicial y Salutación a la Santa Cruz
CONSIDERACIÓN: LA CRUZ, LUGAR DE ORACIÓN
Considera, alma, a la Cruz Santísima como un lugar de oración. Mira cómo habiendo cumplido en ella Jesús todos los oficios de piedad, caridad y ternura para con los hombres, quiso en aquellas tres horas de tinieblas que sucedieron, ocuparse totalmente en orar, aplicando su oración por todos los fieles, que tenia presentes, de los cuales eras tú uno, ¡Oh Salvador adorable! ¡Víctima inocente!, qué multitud de objetos diferentes no se presentan aquí a vuestra vista. Los pecados, que los hombres han cometido en todos los tiempos, vienen como de tropel a colocarse al pie de vuestra Cruz, para ser lavados en vuestra Sangre preciosa, y todos los pecadores, que han existido y existirán en adelante, están presentes a vuestra vista y a vuestro Corazón. Concebís todo el horror de sus culpas, llevais todo su peso, bebeis toda su amargura, os sacrificais por ellos y por su salud, sufrís solo por librarlos de los tormentos eternos, y morís por darles la vida. ¡Qué sentimiento no se excitaría en vuestro adorable Corazón cuando discurriendo por todos los siglos, se os presentaban por una parte tantas almas que abrazaban la Cruz con Vos y por Vos, y por otra tantas que la detestaban y maldecían profanando el fruto precioso de vuestra Pasión! ¡Qué congoja al ver que os desamparo, apartandome de vuestra voluntad por cumplir la mía: que aun vuestros discipulos os dejan, el pueblo Hebreo y millares de hombres dejan la Fe, atropellan vuestros Sacramentos y desechan los frutos que de vuestra Cruz podían sacar!
¡Oh dulce Jesús! No me espanto que os quejéis de este desamparo, cuando también os veo desamparado en este mundo. Unas naciones no quieren recibir vuestra Fe, otras la dejan con descaro y escándalo, y otras aunque reciben vuestra ley, omiten su cumplimiento: unos en fin desamparan a otros, desamparándoos en cada uno de vuestros pequeñuelos. ¡Oh! Padre Eterno: no desampareis así a vuestro Hijo; y pues tambien lo ha trabajado en su Pasión, haced que sea de todos conocido y adorado por ella. Oh Maestro dulcísimo, no me desampares con demasía; y cuando desfalleciere mi virtud, no me abandone tu gracia. Amén.
Se pide la gracia o favor que se desee recibir. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA SÉPTIMO – 30 DE ABRIL
Por la señal...
Acto de Contrición, Oración inicial y Salutación a la Santa Cruz
CONSIDERACIÓN: LA SED DE JESÚS EN LA CRUZ POR LA SALVACIÓN DE LAS ALMAS
Considera, alma, esta palabra que salió de los labios del Señor en el árbol santo de la Cruz: «Mi virtud se sacó como una teja, y mi lengua se pegó al paladar, llegué a estar como polvo al punto de perecer»: ¡oh valeroso Sansón!, que después de matar los filisteos infernales con la quijada de un jumento, cual es el hombre a quien redimiste, tenéis mortal sed; pedid a vuestro Padre que de esa Cruz en que venceis a vuestros enemigos, saque una fuente de agua, con que se apague vuestra sed. ¡Oh piedra viva, y pedernal de fuego amoroso, pues estáis herido con la vara de la Cruz, brotad como la piedra que hirió Moisés, una fuente de agua, con que refresquéis vuestra aflgida lengua! Mas yo veo, Señor, que vuestra caridad no requiere sino brotar arroyos de Sangre para lavar nuestras culpas, porque su refrigerio es padecer por librarnos de ellas.
Oh alma mía, mira que tu Señor pendiente de este madero está diciendo que tiene sed: sed de que seas obediente, paciente, humilde y caritativo: dale de beber lo que te pide para aliviar su trabajo: ¡Oh, y qué excelentísimas virtudes se descubren en esta sed que le aflige! Ella es una sed insaciable de obedecer, con lo cual deseó cumplir la voluntad de Dios en todas las cosas, sin dejar una jota, una tilde, ni cosa alguna por penosa que fuese; y como sabía que era voluntad del Padre que en su sed le diesen vinagre, no quiso dejar de cumplirla. Ella es una sed entrañable de padecer por amor nuestro; porque, por mucho que había padecido, deseaba padecer mucho más; y sin duda lo padeciera, si esta fuera voluntad de su Padre. ¡Oh Redentor mío!, confuso estoy de mí mismo; por que la sed que yo tengo no es de padecer dolores, sino de tener muchos regalos: quitad de mí tan penosa sed, y trocadla en otra sed como la vuestra. La sed que padece es también de la salvación de las almas que con su Pasión redimía, deseando que su Sangre aprovechase a todos y que todos sirviesen a su Padre, y le diesen la gloria y culto debido como a Dios; porque siempre el celo ardiente de la casa de Dios le comía las entrañas, que con mayores ansias padeció en la Cruz. Salvador mío, concedeme vivas ansias de obedecer a Dios, de padecer por Dios, y de que muchos sirvan a Dios: tomad, dulce Jesús, el vaso de mi corazón, en el cual Os ofrezco desde ahora al pie de este sacrosanto leño los más fervientes deseos de serviros. Bebed lo que deseas, ocultándome en vuestras entrañas de modo que nunca salga de ellas. Amén.
Se pide la gracia o favor que se desee recibir. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA OCTAVO – 1 DE MAYO
Por la señal...
Acto de Contrición, Oración inicial y Salutación a la Santa Cruz
CONSIDERACIÓN: LA CRUZ COMO CONSUMACIÓN
Alma mía, levanta los ojos hacia ese madero santo, pon tu atención con Jesús en todos los trabajos y tormentos que su Padre Eterno quiso que padeciese desde el instante de su Encarnación hasta el punto en que estaba, que era el fin de su Pasión y de su vida; pasando por la memoria los trabajos de su nacimiento y circuncisión, los de su destierro a Egipto, los de su predicación por Judea y Galilea, y últimamente los de su crucifixión, y viendo cómo todos estaban cumplidos sin faltar alguno, se consoló grandemente de ver que hubiese llegado el fin de sus trabajos tan a gusto de su Eterno Padre. Así es que lleno de reconocimiento y de gratitud exclama: «Acabado está todo».
¡Ah! Esta misma proporcionalmente será la voz que yo oiga en la hora de mi muerte cuando venga a juzgarme, pues para mí todo está acabado en aquel terrible instante. Entonces es ya acabado el mundo y su gloria vana, ya es acabado el tiempo de merecer y desmerecer, y ya son acabados los deleites de los malos y los trabajos de los buenos: ya es acabado el reino del demonio para tentar y engañar de nuevo a los hombres: ¿y con esta consideracion no me resolveré a vivir de tal manera que pucda decir con San Pablo: «He consumado y acabado mi carrera y en ella he guardado la fe y lealtad que debía a Dios sin desfallecer en ella»? Oh Juez supremo de los hombres, cuya justicia será tan cumplida y consumada como lo ha sido tu misericordia: completa ahora en mí llenándome de gracia y de merecimientos, para que después cumplas en mí tu justicia, dándome la corona de ellos en tu gloria. Amén.
¡Ah! Esta misma proporcionalmente será la voz que yo oiga en la hora de mi muerte cuando venga a juzgarme, pues para mí todo está acabado en aquel terrible instante. Entonces es ya acabado el mundo y su gloria vana, ya es acabado el tiempo de merecer y desmerecer, y ya son acabados los deleites de los malos y los trabajos de los buenos: ya es acabado el reino del demonio para tentar y engañar de nuevo a los hombres: ¿y con esta consideracion no me resolveré a vivir de tal manera que pucda decir con San Pablo: «He consumado y acabado mi carrera y en ella he guardado la fe y lealtad que debía a Dios sin desfallecer en ella»? Oh Juez supremo de los hombres, cuya justicia será tan cumplida y consumada como lo ha sido tu misericordia: completa ahora en mí llenándome de gracia y de merecimientos, para que después cumplas en mí tu justicia, dándome la corona de ellos en tu gloria. Amén.
Se pide la gracia o favor que se desee recibir. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
DÍA NOVENO – 2 DE MAYO
Por la señal...
Acto de Contrición, Oración inicial y Salutación a la Santa Cruz
CONSIDERACIÓN: LA CRUZ, SANTUARIO EN LA HORA DE LA MUERTE
Considera, alma, al que expira entre los brazos de la Cruz para volver a entrar para siempre en el seno de su Padre. Mira a Jesús cómo se ofrece de nuevo en caliz de víctima a su Padre, encomienda su alma entre sus manos, inclina la cabeza en señal de sumisión, y no espera sino el momento que debe terminar su muy triste y dolorosa carrera. ¡Ah! Astros del Cielo, negad vuestra luz a la tierra. Sol, eclípsate y oculta sus resplanores a vista del Sol de justicia cubierto con las sombras de la muerte. Tierra, estremécete y haz que tiemblen tus fundamentos. Velo del templo, rásgate y hazte mil pedazos; y tú, toda la naturaleza, entra en la desolación, y cúbrete de horror al ver padecer y morir a tu autor en medio de los más crueles tormentos.
Cruz Santa, Cruz bendita, alienta mi voz para que en el medio de las tinieblas que cubrieron este día, pueda yo levantar la voz, y dirigiéndome a ti, hable así a mi Señor: «Oh Jesús crucificado, por mi
salud sacrificado a la divina justicia y hecho víctima de nuestras
culpas, os veo tal como estuvisteis sobre el Calvario, teneis vuestra
cabeza inclinada para darnos en vuestra muerte un beso de paz: vuestros
brazos extendidos para convidar a todos los pecadores a que vengan a
Vos: vuestro Corazón abierto para recibirnos en el seno de vuestra
misericordia, y vuestro sagrado Cuerpo ensangrentado y hecho mil pedazos
para salvar nuestras almas. Vuestro espíritu lo encomendais en las
manos del Padre, para significar que sólo en tales manos y no en otras
puede estar seguro. Estas manos criaron nuestro espíritu y en ellas nos
tiene escritos para no olvidarse de nosotros. ¡Oh alma mía! Arrójate en
las manos de tu Padre, en quien está tu suerte; pues que de ellas
depende nuestra salvación: si en ellas te tiene escrito, no te borrará
del libro de la vida. Oh dulce Jesús; así como Vos encomendais vuestro
espíritu en manos de vuestro Padre, así yo encomiendo el mío en las
vuestras: sí, en esas que teneis extendidas en la Cruz para abrazar a
los pecadores que se acojiesen a ellas: Allí teneis a vuestros escogidos
escritos con vuestra Sangre y asidos con vuestra fortaleza, de modo que
ninguno podrá sacarlos de ellas. En las mías no está seguro mi
espíritu, por que son muy flacas; yo lo entrego en las vuestras que son
muy fuertes; y pues con ellas le habéis redimido, haced que por ellas
sea glorificado. Acordaos pues de mí ahora y en la hora de mi muerte,
limpiando mi alma de toda mancha de pecado, de modo que satanás no pueda
prevalecer contra ella, y enviadme vuestro Santo Ángel para que me
defienda, tanto que cuando sea suelta de su cuerpo, merezca ser colocada
en vuestra gloria. A vuestra Cruz llego con esta confianza: ella es mi
reclinatorio y santuario; este sagrado me valga, Jesús mío, para que
aprendiendo en ella todas las lecciones que me has dado, mi gloria, mi
consuelo y mi amparo no sea otro que la Cruz de mi Señor Jesucristo, por
cuya gracia espero vivir crucificado para el mundo, y crucificar al
mundo para mí». Amén.
Se pide la gracia o favor que se desee recibir. La Oración y los Gozos se rezarán todos los días.
O CRUX AVE SPES UNICA!
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