“Ensalzó
[Dios] a Aarón, hermano de Moisés, y semejante a él, de la tribu de
Leví. Asentó con él un pacto eterno; y diole el sacerdocio de la nación,
y le llenó de felicidad y gloria”. (Eclesiástico 45, 7-8)
San
Aarón fue hermano de San Moisés y de Santa María, hijos de Amram y
Jocabed, de la tribu de Leví. La Sagrada Escritura afirma que Moisés y
Aarón, junto con su linaje paterno, disfrutaron inicialmente de la
longevidad de los setitas antediluvianos y los semitas posdiluvianos
(que sin embargo disminuyó hasta que sus descendientes llegaron a ser
iguales que los demás hombres), lo que explica que en tiempos del Éxodo,
Moisés (de 80) y Aarón (de 83) tuvieran el mismo vigor que un hombre
actual de cincuenta años. El papel aarónico a comienzos del Éxodo era el
ser el vocero de su hermano Moisés, el cual era tartamudo, ante el
pueblo de Israel y la corte de Faraón. En la célebre batalla en Rafidim
contra Amalec, Aarón y su cuñado Hur (abuelo de Bezalel, quien
construyera el Arca de la Alianza) sostuvo los brazos de San Moisés
hasta la puesta del sol, dándole la victoria a las armas de San Josué;
mas al poco tiempo, mientras su hermano recibió las tablas de la Ley,
cedió a la presión de sus compatriotas para fabricar un becerro de oro
(la tradición judía dice que por miedo a correr la misma suerte que su
cuñado, al cual asesinaron), pecado del cual se arrepintió.
Pero
la elección que Dios hizo de él como “primer sacerdote del orden
levítico” (Martirologio Romano, 1 de Julio) es lo que le ameritó mejor
recordación a San Aarón, y el celo con que desempeñó su ministerio como
intercesor aplacando la ira de Dios contra su pueblo rebelde (Números
1), le concedió que sólo los varones que probaran descender de él
servirían como Sacerdotes y Sumos Sacerdotes (San Zacarías, padre de San
Juan Bautista, era descendiente de Aarón por parte de Abía, nieto de
Eleázar). De él descendieron los sumos sacerdotes Helí, Abiatar, Sadoc,
Jehoyada, Helcías y Josué/Jesús hijo de Josedec, como también Judas
Macabeo y sus hermanos y la dinastía Asmonea. El requerimiento de
demostrar linaje desde San Aarón motivó a las familias sacerdotales
judías a llevar cuidadosa cuenta de su genealogía, como vemos en los
primeros capítulos del libro I de los Paralipómenos (Crónicas), de las
cuales se valió después de la Cautividad babilónica el gobernador
Nehemías para apartar del sacerdocio a una familia que no pudo probar
parentesco (Esdras; Nehemías 7, 63-65).
El
sacerdocio aarónico funcionó entre mediados del siglo XIV antes de
Cristo hasta el año 33 AD, cuando se cumplió la profecía de Zacarías 6,
11-13, que anunciaba la fusión de la realeza y el sacerdocio en la
persona de Jesús el Cristo, figurado en San Melquisedec de Salem
(Génesis). Claro está que antes del cumplimiento de la profecía, el
sacerdocio levítico quedó desprestigiado con los sacerdotes apóstatas y
usurpadores Jasón, Menelao, Lisímaco y Alcimo, llegando a ser en tiempos
de la dominación romana un mero puesto político del que disponía el
gobernador (lo que explica que Anás fuera despojado de su cargo y
remplazado por varios hijos suyos y su yerno Caifás). El sacerdocio
sempiterno de Jesús fue inaugurado el 24 de Marzo del 33 cuando
instituyó el Santo Sacrificio de la Misa y el Sacramento del Orden
Sacerdotal, y al día siguiente, cuando Jesús derrama su Sangre preciosa
en la Cruz del Calvario, Caifás deja vacante irremisiblemente el
sacerdocio veterotestamentario y el velo del Templo se rasga en medio.
La destrucción del Templo por las tropas de Tito César en el año 70 será
el punto final.
ORACIÓN
Oh
Dios, que mandaste a tu siervo Moisés constituir como sacerdote a Aarón
con la infusión del óleo sagrado: concédenos a nosotros tus siervos que
se renueve la efusión del Espíritu de santidad en nuestras entrañas por
medio de la unción de tu gracia. Por J. C. N. S. Amén.
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