«¡Oíd, hijos del bosque! Esta noche no correrá sangre, salvo lo que la pena ha sacado del pecho de una madre. Porque esta es la noche del nacimiento de Cristo, el hijo del Todopoderoso, el Salvador de la humanidad. Más justo es Él que Baldur el Hermoso, más grade que Odín el Sabio, más amable que Freya la Buena. Desde que vino, el sacrificio ha terminado. La oscuridad, Thor, a quien habéis llamado en vano, está muerta. En lo profundo de las sombras de Niffelheim está perdido para siempre. Y ahora, en esta noche de Cristo, comenzaréis a vivir. Este árbol de sangre ya no oscurecerá vuestra tierra. En el nombre del Señor, lo destruiré».
San Bonifacio, tras salvar la vida de un niño pequeño, que iba a ser usado como sacrificio frente al Roble de Thor.
San Bonifacio,un santo que su ejemplo es de rigurosa actualidad en esta época neopagana.
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