Tomado de la página del Santuario de Santa Filomena.
Introducción
La importancia del culto a Santa Filomena se deduce no solo de los documentos oficiales de la Iglesia, sino también por la devoción personal que los Papas le han tenido a nuestra Mártir. Casi todos los Papas, desde 1802 hasta 1940 han manifestado devoción hacia Santa Filomena (Fig. 18). Algunos han visitado el Santuario de la Santa cuando eran Cardenales de la Santa Iglesia Romana. Pío IX, además de haber recibido de ella un milagro y de haber difundido su culto en la Diócesis de Imola, de la cual fue Pastor, al ser electo Papa visitó el Santuario de Mugnano para venerar el cuerpo sagrado de la mártir Filomena. Muy grande fue la veneración de los Papas hacia ella: así lo demuestran sus numerosos agradecimientos, privilegios y ex voto. A continuación se señala, junto a sus nombres, el período del pontificado.
La devoción de los Papas
a.- Pío VII (1800 – 1823). Realizó el gesto más grandioso al regalar a Mugnano el cuerpo de Santa Filomena. Como se dijo anteriormente, el hallazgo del cuerpo de la Mártir ocurrió el 25 de mayo de 1802, el segundo año de su pontificado. No era fácil para un sacerdote y hasta para un Papa, obtener el cuerpo de un mártir sobre todo si se desconocía su nombre. Mons. Bartolomeo De Cesare, recién nombrado Obispo de Potenza, le comunicó al Sumo Pontífice el deseo y el celo de Don Francesco De Lucia: Pío VII se conmovió y donó el cuerpo de Santa Filomena.
b.- León XII (1823 – 1829). El 7 de diciembre de 1827, Mons. Filippo Ludovici le entregó la segunda edición de la Relazione Istorica de Don Francesco De Lucia. El Pontífice, al cual le había llegado de muchas partes el eco de los milagros concedidos por Santa Filomena, quiso ojear el libro y admirado exclamó “¡Es una gran Santa!”.
c.- Gregorio XVI ( 1831 – 1846). Por sus decretos, promulgados con máxima cautela, puede ser considerado como el Papa que más favoreció el culto a Santa Filomena. Es suyo el decreto de 1837 con el cual se ratifica solemnemente el escrito de la Congregación de los Ritos de 1834. El Papa en persona quiso donar al Santuario de Santa Filomena un precioso medallón con su efigie, una gran lámpara de plata con decoraciones doradas y un cáliz dorado, que se conservan en el tesoro del Santuario.
d.- Pío IX (1846 – 1878). Gran devoto de Santa Filomena, su devoción empezó antes de ser ordenado sacerdote, cuando fue sanado de epilepsia por intercesión de nuestra Santa. En 1834, cuando era Obispo de Imola, también su secretario, Don Giuseppe Stella fue sanado por intercesión de Santa Filomena. En el mismo período, el día en que los Oratorianos expusieron a la veneración pública una imagen de Santa Filomena en el altar mayor de su Iglesia, quiso oficiar personalmente la Santa Misa.
Siendo Papa, ayudó económicamente a un pobre joven, Palmieri, a quien Santa Filomena había sanado, para que se ordenara de sacerdote. El muchacho, después de haber enfermado de cólera había quedado ciego, y la Santa le hizo el milagro el 11 de agosto de 1849. Después, frente a la gran urna de Santa Filomena, manifestó su deseo de tomar los hábitos.
El 7 de noviembre de 1849, durante su estadía en el castillo de Portici, Pío IX, acompañado por Fernando II de Borbón y por la familia real, fue en peregrinaje al Santuario de Mugnano donde celebró la Misa en el altar de Santa Filomena (Fig. 19).
Entre los privilegios litúrgicos que concedió, y que se describieron en el capítulo V, hay que recordar la concesión de un Oficio propio con Misa, honor no común.
Pocas semanas antes de su muerte, el Papa envió a Mugnano al Superior del Santo Espíritu para donar a la Santa un espléndido cáliz que la Congregación de los Círculos Católicos de Bélgica le habían donado en ocasión del 50º aniversario de su Episcopado (24 de agosto de 1877). El cáliz forma parte del tesoro del Santuario.
e.- León XIII (1878 – 1903). Fue en peregrinación al Santuario de Mugnano cuando todavía era Arzobispo de Benevento. El Pontífice de las grandes encíclicas sociales, el Papa sociólogo, como se le llamó, nunca se olvidó de la Santa de Mugnano. Según testimonio del Abad Petit, director de la Obra de Santa Filomena en París, quien fue recibido varias veces en audiencia, cada vez que se hablaba de Santa Filomena, en el rostro de León XIII aparecía una dulce sonrisa.
León XIII aprobó el 15 de diciembre de 1883 el uso de un cordón rojo y blanco en honor de la Santa. Además, el 24 de septiembre de 1889, le otorgó el nombre de Archiconfraternidad (solo para Francia) a la Obra de Santa Filomena y, en 1922, quiso que se celebrara en Roma, en las catacumbas de Priscilla, el primer centenario del hallazgo del cuerpo de la santa mártir. Además, envió al Santuario de Mugnano dos regalos que se conservan en el tesoro del mismo: en 1888 un hermoso pastoral y el 28 de mayo de 1902, en el centenario del hallazgo de las reliquias, un espléndido misal.
f.- San Pío X (1903 – 1914). Es el Papa que, en 1905, durante el primer centenario del traslado del Cuerpo de Santa Filomena de Roma a Mugnano, proclamó Beato al Párroco de Ars. El Papa quiso participar desde lejos en nuestra fiesta y el 8 de agosto, tres días antes de los festejos de Mugnano, encargó a P. Remer, ferviente devoto de Santa Filomena, que llevara hasta nuestro Santuario un anillo de oro suyo que quería ofrecer a la Santa. Para la ocasión, Mons. Agnello Renzullo, Obispo de Nola, autorizó al delegado papal para que abriera la urna y pusiera el anillo de oro en el dedo de la efigie de cera que contiene los huesos de la Santa.
Pío X amaba mucho a Santa Filomena y le dolía la cuestión filomeniana sobre la autenticidad de las losas encontradas sobre a su tumba. Esto se sabe por lo que el Padre Louis Petit escribió en relación a la audiencia que le concedió Pío X el 16 de junio de 1907. En aquella ocasión Petit le ofreció al Papa una reliquia del Párroco de Ars y leyó personalmente la dedicatoria que la acompañaba y que se refería, naturalmente, a Santa Filomena. Cuenta que, cuando el Papa llegó al nombre de la pequeña Santa, y salió a relucir el conocido problema, exclamó vigorosamente:
“¡Santa Filomena! Estoy muy triste por lo que se escribe sobre esto, ¿Cómo es posible que escriban estas cosas?”.
Y expresó vehementemente su tristeza y su inconformidad sobre el tema diciendo:
“¿Cómo es posible que no se den cuenta de que el gran argumento a favor del culto a Santa Filomena es el Párroco de Ars? Por ella, en su nombre, por su intercesión él ha logrado muchos favores, continuos prodigios. Su devoción hacia ella era conocida por todos, él la recomendaba continuamente […] Se ha comprobado y aceptado que el alma que animaba estos restos sacros era un alma pura y santa que la Iglesia declaró alma de virgen y mártir. Esta alma ha sido tan amada por Dios, tan apreciada por el Espíritu Santo que logró los favores más maravillosos para quienes pidieron su intercesión […]”.
El Papa hablaba con ardiente convicción. Nosotros admiramos cuán grande era su veneración y su confianza en Santa Filomena.
San Pío X, el 25 de mayo de 1912, extendió a toda la Iglesia la Archiconfraternidad de Santa Filomena: ¡máximo tributo de un Papa para con una gran Santa!
g.- Benedicto XV (1914 – 1922) y Pío XI (1922 – 1939). No tenemos detalles sobre la devoción a Santa Filomena de los Papas que sucedieron a Pío X (Fig. 20). Mirando entre los ex votos presentes en el tesoro del Santuario, se observan otros dos grandes Pontífices: Benedicto XV y Pío XI.
Alguna vez leí por ahí que fue un gran triunfo del demonio que quitaran a Santa Filomena del Misal roncalliano, pues privó a muchos cristianos de recurrir a tan poderosa intercesora. Parece que el padre Pío pensaba así.
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