¡María, Madre de Dios
y Madre nuestra amabilísima!
Creo en tu Maternidad divina,
en tu perpetua Virginidad,
en tu Inmaculada Concepción,
en tu misión de Corredentora
junto a tu Hijo Jesús.
Creo en tu Asunción
y glorificación celestial en cuerpo y alma
porque eres la Madre del Resucitado
e imagen de la Iglesia
que tendrá su cumplimiento
en el retorno glorioso de Cristo.
Creo en tu Maternidad espiritual
que, donando a Jesús, nos engendra a la vida divina,
en tu Maternidad eclesial,
porque precedes y acompañas a la Iglesia
en el camino de la fe y del amor.
Creo en tu Realeza universal,
en tu misión de mediadora y dispensadora
de toda gracia y don que viene de Dios,
en tu presencia de amor
junto a cada una de las criaturas
como Madre, Auxiliadora, Consoladora.
¡Venga pronto “tu hora” oh María,
por el triunfo sobre toda la tierra
del Reino de tu Hijo,
que es Reino de santidad, de justicia,
de amor y de paz!
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