Durante la Revolución Francesa de fines del siglo XVIII, los sacerdotes y religiosas fueron perseguidos y frecuentemente tenían que esconderse a fin de administrar los Sacramentos y seguir sus vocaciones y apostolados. Esto es lo que pasó con las monjas Ursulinas del Convento de Pont-Saint-Esprit. Una de las monjas, Agathe Gensoul, que no podía seguir usando su nombre religioso, Madre San Miguel, aún vivía su vocación, empezando una escuela con otra ursulina, Sophie Ricard. Agathe tenía una prima, la Madre San Andrés (Christine) Madier, que también era ursulina, pero que vivía en América, en Nueva Orléans, que en ese tiempo había estado bajo dominio español, pero que fue devuelta a los franceses en 1800. Temiendo la persecución francesa, las ursulinas españolas regresaron a La Habana (Cuba) el 29 Mayo de 1803, cuyo convento (fundado en 1727) habían dejado en necesidad de más monjas.
Así Agathe o Madre San Miguel, solicitó al obispo Nicolas-Marie Fournier de Montpellier por la transferencia a Nueva Orléans, que rechazó su solicitud a causa de los problemas en Francia (se sentía incapaz de afrontar la pérdida de otra monja, pues muchas fueran asesinadas o huyeran por la revolución). Él le dijo que el Papa tendría que autorizar tal mudanza. Sin embargo, él estaba en arresto domiciliario. La situación era casi imposible. Pero esto no desalentó a Agathe, que inmediatamente escribió una carta al Papa Pío VII, pero después de tres meses, no tenía medios para enviársela.
Un día, mientras oraba ante una imagen de María, ella fue inspirada con esta oración:
“Oh Santísima Virgen María, si me obtienes una respuesta pronta y favorable a mi carta, te prometo que te honraré en Nueva Orléans bajo el título de Nuestra Señora del Pronto Socorro”.
Días después, el 19 de Marzo, no solo halló medio para enviar la carta, sino que el Pontífice le respondió en un mes, ¡el 29 de Abril! Él le concedió su permiso, bendiciendo su nueva empresa, lo que le sorprendió al obispo, a quien pidió bendecir la estatua que la Madre San Miguel había tallado para llevarla consigo a Nueva Orléans.
La estatua fue establecida en el convento ursulino el 30 de Diciembre de 1810. Dos años después, se atribuiría otro milagro a la Virgen bajo este título. Un terrible incendio devoró la ciudad en 1812, y el viento iba conduciéndolo rápidamente en dirección al convento de las ursulinas. Una de las monjas, la hermana San Antonio (Marthe Delatre), puso una pequeña réplica de Nuestra Señora del Pronto Socorro en su ventana frente al incendio que se aproximaba, mientras la Madre San Miguel oró en alta voz, pidiendo por ayuda a la Virgen por ayuda, diciendo: “Nuestra Señora del Pronto Socorro, estamos perdidos si no vienes en nuestra ayuda”. Inmediatamente el viento cambió la dirección de las llamas.
Desde entonces el auxilio de María ha salido desde el santuario, tanto en tiempo de guerra durante la Batalla de Nueva Orléans (8 de Enero de 1815) como durante la amenaza de los huracanes, un peligro persistente en la Costa del Golfo como sabemos por los resultados devastadores de Katrina en 2005 y Camille en 1969.
La revolución francesa asesinó a miembros de la Iglesia Católica pero además cometió un genocidio contra los cristianos de una región francesa que se sublevaron.
ResponderEliminarLa Guerra de la Vendee presenta la persecución contra la Iglesia durante la Revolución Francesa. La región de la Vendée, en el centro-oeste de Francia, a orillas del Atlántico, fue escenario en 1793 del alzamiento de todo un pueblo contra el gobierno francés que impuso la exclusión de la fe católica después de la Revolución Francesa. Los vandeanos se alzaron como un solo hombre, y un ejército de campesinos liderado por sus señores se unió bajo el grito «¡Por Dios y por el Rey!» contra el totalitarismo jacobino. Una guerra que duraría tres años, hasta la aniquilación de las huestes contrarrevolucionarias y la aplicación del que se considera primer genocidio de la Historia moderna contra la población civil.
Gracias por el detalle, lo desconocía. Eso revela que la historia de la humanidad no es la que nos contaron y que faltan muchos cabos sueltos que atar. La Revolución Francesa la han puesto como el culmen de las libertades civiles, sin embargo, hubo muchos genocidios, desmanes que fueron provocados por la masonería que fue la que alentó dicha Revolución, claro esta, con la ayuda de la realeza cuyo inepto Rey d aquel entonces y sus torpes colaboradores amén de María Antonieta, hicieron posible tal hecho
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