Un grupo de activistas ambientalistas histéricas pertenecientes al grupo inteemacional Extinction Rebellion (que ha protagonizado cortes de vías y vandalizaciones a monumentos históricos) interrumpieron la eucaristía Novus Ordo en la catedral de San Juan Bautista de Turín (Italia) ayer 3 de Diciembre. Ellas, en el momento de silencio previo a la homilía, leyeron apartes de “Laudato si’” y “Laudáte Deum”, los inútiles panfletos ecologistas de Francisco Bergoglio, y de su carta para la COP28 de Dubái, para concluir de esta manera.
«Hemos querido llevar la atención de los fieles a las palabras delPontíficesobre la crisis climática leyendo en alta voz algunos pasajes de los dos escritos delPapaFrancisco y de la carta que envió a la COP28 de Dubái, en la cual invita a los gobiernos a dejar de financiar las guerras y devastaciones ambientales, y a tomar acuerdos “eficientes, vinculantes y fácilmente monitoreables”. Frente a la más grande crisis humanitaria de siempre, elPapaFrancisco exhorta con fuerza a dejar de tratar la cuestión como solamente ambiental, recolocándola come problema social y humano que atraviesa cada aspecto de la sociedad y a escuchar la voz de quienes están lanzando las alertas».
El anticatólico arzobispón de Turín Roberto Repole Mancuso dijo a Il Giornale sobre el incidente:
«Tengo estima por quienes se movilizan por la defensa de la Creación y acogen los llamados delPapaFrancisco, y aprecio el compromiso en este sentido de las activistas de Extinction Rebellion, pero me ha disgustado que hayan considerado tomar la palabra en la catedral sin antes querer hablar y preguntar si podían intervenir. Les habría respondido que frecuentemente en la Misa se ora por la paz y por la salvaguarda de la Creación, pero la celebración eucarística no es un momento idóneo para acoger intervenciones públicas: inicialmente dejé que las activistas hablasen; después les pedí que terminaran porque la Misa es un momento de oración y como tal debe ser respetada, también y sobre todo por aquellos que declaran querer actuar por el respeto de todos».
Impedir o perturbar una ceremonia religiosa celebrada por un ministro religioso en un lugar público o abierto al público es un delito tipificado en el artículo 405 del Código penal italiano, con una pena hasta de dos años de prisión. Cabe preguntar si, de haber actuado así en una mezquita o sinagoga, cuál sería la reacción de ellos (y por qué no sería una invitación a escuchar el servicio y a orar en él como hizo Repole).
El comentarista italiano Gianni Toffali dice que con tal indulgencia, los jerarcas conciliares se han degradado de tigres a gatitos. Aunque no se podía esperar más, si el mismo Francisco Bergoglio quiere que la suya sea una iglesia “desmasculinizada” (aunque ya de sí es EMASCULADA), tal como dijo el pasado 30 de Noviembre ante la Comisión Teológica Internacional.
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