Traducción de la Novena publicada en el año 1892, con Imprimátur del cardenal Louis Nazaire Bégin, Arzobispo coadjutor de Québec. Agréganse a ella el Acto de Desagravio y la Oración preparatoria.
NOVENA EN HONOR A LA SANTA FAZ DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Por la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE DESAGRAVIO
Padre Celestial, os suplicamos que miréis la Faz de vuestro Cristo. Ved las Llagas que la han desfigurado, las Lágrimas que brotaron de sus ojos cerrados, el sudor que la inundó, la Sangre que corrió a raudales por sus mejillas profanadas y golpeadas. Mirad también la Paciencia invencible y la Mansedumbre inalterable de vuestro Hijo crucficado, Su ternura infinita y Su misericordiosa bondad para con los pecadores arrepentidos. Él volvió hacia Vos su Faz adorable, y antes de exhalar su último suspiro, con la cabeza inclinada sobre la Cruz, Él os rogó en favor de los que Le maldecían y ultrajaban. Padre, escuchad este grito suplicante: compadecéos, tened piedad de nosotros y perdonadnos. Haced finalmente que, ante esta Faz Divina, los enemigos de vuestro Santísimo Nombre huyan y sean dispersados: ¡que se conviertan y vivan en vuestro Amor! ¡Que el Santísimo y Adorabilísimo Nombre del Señor sea glorificado y exaltado en todos los siglos! Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA
Oh Santísima y benditísima Trinidad, por la intercesión de la Santísima Virgen María, cuya alma fue traspasada por una espada de dolor a la vista de la pasión de su divino Hijo, os pedimos vuestro socorro para realizar perfectamente esta novena de reparación a Jesús, uniéndonos a sus angustias, a su amor y su total abandono. Dígnense todos los Ángeles y Santos en interceder por nosotros durante esta novena a la adorabilísima Faz de Jesucristo, a honra y gloria de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo, y Espíritu Santo. Amén.
DÍA PRIMERO
“Vuélvete a mirarnos, oh Dios protector nuestro, y pon los
ojos en el rostro de tu Cristo”. (Salmo 83, 9).
Salve, Santa Faz de Jesús mi bien amado, delicia del Cielo,
estandarte de la Fe, prenda de inmortalidad, yo os escojo para que seáis todos
los días de mi vida, mi guía y mi esperanza. Sed, ¡oh Faz Divina!, la luz que
ilumine mis pasos y la antorcha que me conduzca un día a la bienaventurada
eternidad. Amén.
OFRECIMIENTO PARA TODOS LOS DÍAS
OFRECIMIENTO PARA TODOS LOS DÍAS
Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, yo os ofrezco los
sufrimientos de Jesús, su rostro cubierto de sudor y de sangre, sus sagradas
Llagas, su Sangre adorable, sus últimas palabras y su último suspiro... Yo os
ofrezco las oraciones de esta novena en agradecimiento por los beneficios que me
habéis concedido... en expiación de mis faltas, en reparación por todas las
blasfemias que serán proferidas en el día de hoy, y para obtener la gracia que
os pido (Pedir la gracia que se desea recibir).
No recuerdes nuestros pecados, Señor, sino de la Faz de tu
Cristo. Acuérdate de su corazón que tanto nos ha amado, y por causa de él ten
misericordia de nosotros. Amén.
«MEMORÁRE» A LA SANTA FAZ
Acordaos, ¡oh santa Faz de Jesús!, que vuestros divinos
labios, en los días de vuestra vida mortal, nos dieron esta consoladora promesa:
“Todo lo que vosotros pidiereis a mi Padre en mi nombre os será concedido” (San
Juan 16, 23). Apoyado en vuestra palabra sagrada y animado por una confianza
igual al amor de mi corazón, a Vos acudo, ¡oh Faz adorable de mi Salvador! Yo
me refugio en vuestra divina presencia, y aunque indigno soy de que me
escuchéis, me atrevo a presentarme ante Vos y dirigiros con confianza mi
humilde oración. No la rechacéis, ¡oh Vos, que sois la esperanza de mi
felicidad eterna! Antes bien, acogedla favorablemente y dignaos, según vuestra
misericordia, concedérnosla para vuestra gloria y el bien de mi alma. Amén.
Muéstranos, Señor, tu santa Faz, y seremos salvos. Padre Nuestro y Ave María.
Sagrado Corazón de Jesús, ten piedad de nosotros.
ORACIÓN
Concédenos te suplicamos, Dios omnipotente y misericordioso, a cuantos veneramos la Faz de tu Cristo, desfigurada en su Pasión por nuestros pecados, merecer contemplarle perpetuamente en todo el esplendor de su gloria celestial. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Que el Santísimo, Sacratísimo, Adorabilísimo, Incomprensibilísimo e Inefable Nombre de Dios sea siempre Alabado, Bendecido, Amado, Adorado y Glorificado en el Cielo, en la tierra y debajo de la tierra por todas las criaturas de Dios, y por el Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN
Concédenos te suplicamos, Dios omnipotente y misericordioso, a cuantos veneramos la Faz de tu Cristo, desfigurada en su Pasión por nuestros pecados, merecer contemplarle perpetuamente en todo el esplendor de su gloria celestial. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Que el Santísimo, Sacratísimo, Adorabilísimo, Incomprensibilísimo e Inefable Nombre de Dios sea siempre Alabado, Bendecido, Amado, Adorado y Glorificado en el Cielo, en la tierra y debajo de la tierra por todas las criaturas de Dios, y por el Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO
Por la señal...
Acto de Desagravio y Oración preparatoria.
“Vuélvete a mirarnos, oh Dios protector nuestro, y pon los ojos en el rostro de tu Cristo”. Salmo 83, 9.
Acto de Desagravio y Oración preparatoria.
“Vuélvete a mirarnos, oh Dios protector nuestro, y pon los ojos en el rostro de tu Cristo”. Salmo 83, 9.
Me presento ante vuestra santa Faz, oh mi Salvador, cargado
de mis pecados y de las penas que sobre mí han traído. Esto que sufro es mucho menos de lo que merezco;
porque, aunque recibo el justo castigo de mis faltas, no dejo de cometerlas
nuevamente todos los días. Yo sucumbo ante vuestros azotes, y no cambio para
mejor; mi corazón está lleno de amargura, y mi obstinación en el mal es siempre
la misma. Mi vida se pasa en la miseria, y no me corrijo en nada.
Yo os hago, oh Dios mío, un dolor sincero de mis desórdenes.
Yo protesto en vuestra presencia que, si no usáis de misericordia conmigo,
estaré en peligro de perecer irremisiblemente. Concededme, Salvador mío, lo que
os pido, aunque no lo merezca, pues Vos tuvisteis a bien crearme para que pueda
orar a Vos. Amén. (San Agustín)
Las demás oraciones se rezarán todos los días.
DÍA TERCERO
Por la señal...
Acto de Desagravio y Oración preparatoria.
“Vuélvete a mirarnos, oh Dios protector nuestro, y pon los ojos en el rostro de tu Cristo”. Salmo 83, 9.
Acto de Desagravio y Oración preparatoria.
“Vuélvete a mirarnos, oh Dios protector nuestro, y pon los ojos en el rostro de tu Cristo”. Salmo 83, 9.
Os adoro y os alabo, ¡oh mi divino Jesús, Hijo de Dios vivo!,
por todos los ultrajes que habéis padecido por mí, que soy la más indigna y la
más miserable de vuestras creaturas. Yo os adoro en todos los sagrados miembros
de vuestro Cuerpo, pero especialmente en la parte más noble de Vos mismo,
vuestra Faz divina. Os saludo, Rostro amable, cubierto de bofetadas y de golpes,
envilecido de escupitajos y desfigurado por los malos tratos que os han hecho
sufrir los judíos impíos. Os saludo, ¡oh bellos ojos!, todos bañados de
lágrimas que habéis derramado por nuestra salud. Os saludo, orejas sagradas, atormentadas
por infinidad de blasfemias, de injurias y de sangrantes burlas. Os saludo y
adoro, ¡oh boca santa!, llena de gracia y de dulzura para los pecadores, y
abrevada de hiel y vinagre por la ingratitud monstruosa de los que habíais
escogido como vuestros hijos. En reparación de tantas ignominias, os prometo
una más grande fidelidad, y os ofrezco los homenajes de todos los santos con
sus sufrimientos, sus penas, sus fatigas y su amor. Amén.
Las demás oraciones se rezarán todos los días.
DÍA CUARTO
Por la señal...
Acto de Desagravio y Oración preparatoria.
“Vuélvete a mirarnos, oh Dios protector nuestro, y pon los ojos en el rostro de tu Cristo”. Salmo 83, 9.
Acto de Desagravio y Oración preparatoria.
“Vuélvete a mirarnos, oh Dios protector nuestro, y pon los ojos en el rostro de tu Cristo”. Salmo 83, 9.
Me prosterno humildemente ante Vos, ¡oh Faz adorable de
Jesús!, y os contemplo en los sufrimientos y humillaciones que habéis padecido
por mis pecados. Haced, oh buen Jesús, que no renueve jamás vuestros dolores
con nuevos pecados. Yo quisiera mezclar mis lágrimas con las vuestras y daros
toda mi sangre en expiación de mis crímenes y de todos los que se cometen todos
los días. Penetradme, al menos, de los pensamientos y afectos de vuestro divino
Corazón, verted sobre mi alma la luz de vuestro rostro, a fin de que, tocado de
la unción de vuestro espíritu e inflamado por la llama de vuestro amor,
encuentre con abundancia en vuestras sagradas llagas los tesoros de la gracia y
de la salvación.
Las demás oraciones se rezarán todos los días.
DÍA QUINTO
Por la señal...
Acto de Desagravio y Oración preparatoria.
“Vuélvete a mirarnos, oh Dios protector nuestro, y pon los ojos en el rostro de tu Cristo”. Salmo 83, 9.
Acto de Desagravio y Oración preparatoria.
“Vuélvete a mirarnos, oh Dios protector nuestro, y pon los ojos en el rostro de tu Cristo”. Salmo 83, 9.
Oh buen Jesús, yo os contemplo sobre el camino del Calvario
llevando la pena y el peso de mis pecados. ¡Qué recompensa le concedisteis a
Verónica que, tocada de compasión a la vista de vuestra Faz, se empeñó en daros
algún alivio! Deseo la alegría de esta heroica mujer. Alcanzadme el poder
procuraros el mismo homenaje de reparación. Haced, os lo suplico, que imprimáis
vuestros rasgos divinos sobre mi alma desfigurada y oscurecida por el pecado; volviéndola
a su estado primitivo y belleza primera. Este será el triunfo de vuestra Faz,
que yo bendeciré para siempre. Amén.
Las demás oraciones se rezarán todos los días.
DÍA SEXTO
Por la señal...
Acto de Desagravio y Oración preparatoria.
“Vuélvete a mirarnos, oh Dios protector nuestro, y pon los ojos en el rostro de tu Cristo”. Salmo 83, 9.
Acto de Desagravio y Oración preparatoria.
“Vuélvete a mirarnos, oh Dios protector nuestro, y pon los ojos en el rostro de tu Cristo”. Salmo 83, 9.
¡Oh Jesús, cuánto dolor causó la vista de vuestra faz en
vuestra santísima Madre, la Virgen María, cuando os encontró en la vía del
Calvario! ¡Cuánto dolor debería causarme entonces la vista de mi alma cubierta
de pecados! Oh María, yo he sido, y todavía soy la causa de vuestra aflicción;
yo soy, ¡mal haya!, el que traspasó vuestro Corazón con la espada de dolor. Por
las llagas y la sangre de vuestro divino Hijo, por vuestra Pasión y vuestras
lágrimas, os suplico, ¡oh María!, sed mi protectora y abogada, rogad por mí y
por todos los pecadores como yo, a fin de que no se inutilicen en nosotros tantos
y tan preciosos sufrimientos. Hacedme digno de ser llamado hijo vuestro, y que
merezca vuestra protección ahora y todos los días de mi vida, y sobre todo en
la hora de la muerte. Amén.
Las demás oraciones se rezarán todos los días.
DÍA SÉPTIMO
Por la señal...
Acto de Desagravio y Oración preparatoria.
“Vuélvete a mirarnos, oh Dios protector nuestro, y pon los ojos en el rostro de tu Cristo”. Salmo 83, 9.
Acto de Desagravio y Oración preparatoria.
“Vuélvete a mirarnos, oh Dios protector nuestro, y pon los ojos en el rostro de tu Cristo”. Salmo 83, 9.
Acordaos, Señor, de vuestro santuario, y del más alto de los
cielos donde tenéis vuestra morada, mirad la Faz de vuestro Cristo, poned
vuestros ojos sobre esta santa hostia que nuestro gran Pontífice y vuestro
carísimo Hijo, Jesucristo, os ofrece por los pecados de sus hermanos, y por su amor,
perdonadnos la multitud de nuestros crímenes. Mirad, Señor, el rostro de
vuestro Cristo, que obedeció toda vuestra voluntad hasta la muerte. No apartéis
jamás los ojos de sus preciosas llagas, a fin de que recordéis siempre el
precio que de Él has recibido por nuestros pecados. ¡Que yo desee, Señor, que
peséis en la balanza, de un lado nuestros pecados que han merecido vuestra
cólera, y del otro los males que vuestro Hijo sufrió por nosotros! Ciertamente,
estos los apartan y nos hacen más dignos de misericordias que de castigos.
Las demás oraciones se rezarán todos los días.
DÍA OCTAVO
Por la señal...
Acto de Desagravio y Oración preparatoria.
“Vuélvete a mirarnos, oh Dios protector nuestro, y pon los ojos en el rostro de tu Cristo”. Salmo 83, 9.
Acto de Desagravio y Oración preparatoria.
“Vuélvete a mirarnos, oh Dios protector nuestro, y pon los ojos en el rostro de tu Cristo”. Salmo 83, 9.
Oh mi amable Salvador, ¿seré yo solo insensible a la dulzura
de vuestros atractivos? Con una mirada Vos convertisteis a San Pedro después de
su pecado: volvisteis hacia él vuestra Faz y el arrepentimiento entró en su
corazón. Vos intentasteis pedirle a vuestro Padre gracia para vuestros
verdugos: “Perdonadlos, le dijisteis, porque no saben lo que hacen”. Yo os
suplico, oh Padre de las misericordias, miradme en mi miseria; me arrepiento de
todas mis faltas pasadas y que vuestro amor remplace en mi corazón la afición
por el pecado. Yo quiero perdonar generosamente a mis enemigos, a los que me
hicieron mal, quiero perdonarlos por amor a Vos, a fin que Vos perdonéis mis
pecados, que son la causa de vuestra muerte. Soy yo, Señor, quien os ha
crucificado, y quien muchas veces por mis iniquidades renueva la ignominia de
vuestra Pasión. Haced que participe del fruto de esta divina plegaria que
hicisteis por vuestros verdugos, recomendadme a vuestro Padre celestial, y
aunque soy indigno de la gracia que os pido, concededme por el mérito de
vuestra Sangre lo que rehusaríais a mi ingratitud y a mi malicia.
Las demás oraciones se rezarán todos los días.
DÍA NOVENO
Por la señal...
Acto de Desagravio y Oración preparatoria.
“Vuélvete a mirarnos, oh Dios protector nuestro, y pon los ojos en el rostro de tu Cristo”. Salmo 83, 9.
Acto de Desagravio y Oración preparatoria.
“Vuélvete a mirarnos, oh Dios protector nuestro, y pon los ojos en el rostro de tu Cristo”. Salmo 83, 9.
Oh buen y dulcísimo Jesús, Vos sois el único apoyo de la
humana fragilidad, os suplico tengáis piedad de mis caídas. Yo quiero seros
fiel y sumiso en todo de ahora en adelante. Quiero aceptar por vuestro amor los
oprobios y las penas a las que queráis someterme. Vos me recordáis que el
discípulo no es más que su maestro, y que el que con Cristo padece entrará
también en su gloria. Hacia Vos, oh Señor, elevaré mis ojos, y la vista de
vuestra Faz reanimará mi valentía. Sedme propicio, ¡oh dulce Jesús!, que quiero
exclamar, como prenda de confianza, fidelidad y sumisión, con el profeta David
todos los días de mi vida: “Derrama sobre tu siervo la luz de tu rostro:
sálvame por tu misericordia” (Salmo 30, 17).
Las demás oraciones se rezarán todos los días.
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