Traducción de la
Síntesis de la 585ª conferencia de formación militante a cargo de la
Comunidad Antagonista Paduana de la Universidad Católica del Sagrado
Corazón en Milán, no realizada a continuación de la clausura del Ateneo
por causa de la epidemia de coronavirus. Relator: Silvio Andreucci
(recopilación por Piergiorgio Seveso para RADIO SPADA).
Frithjof
Schuon, filósofo esoterista suizo nacido en 1907 y pasado al juicio de
Dios en 1998, ha retomado y reformulado (como otros gnósticos
contemporáneos, Attilio Mordini, Julius Evola, René Guenon) las tesis de
la cábala renacentista; de hecho la profesión de la “unidad
trascendente de todas las religiones” ya fue formulada por ejemplo
durante el siglo XVI por Giordano Bruno, impío y blasfemo apologeta de
una religión sincrética, panteísta y mágica, foriera de paz mundial,
“depurada” de los dogmas del magisterio eclesiástico, declaradamente
anticatólica y al mismo tiempo contrario a la razón natural.
La
ecléctica y sincrética visión de Schuon está embebida de cábala
renacentista, motivos zoroastrianos, otros remanentes de la religión
egipcia de Hermes Trismegisto, sufismo, taoísmo e hinduísmo veda.
Es
verdad que Schuon debe mucho a la obra y a la filosofía de René Guenon,
por amplios trechos su concepción parece una sistematización o
profundización de la del autor del “Reino de la cantidad”; sabemos
también que, después de un período de amistad, entre los dos surgieron
envidias y rivalidades, por los cuales llegaron a la ruptura.
La
obra más importante del nuestro es también su primer libro “De l’unité
trascendante des religions”, traducido al italiano en 1980, aparte de
ésta hay también una segunda edición y traducción realizada en 1997 por
las imprentas de las Edizioni mediterranee.
La
especulación gnóstica viene considerada por Schuon de la misma forma
que un conocimiento superior a la metafísica racional y a la religión
misma; solamente a través de la gnosis, órgano de la auténtica
comprensión iniciática, sería posible llegar a aquel “fondo” simbólico
primordial que compenetra a todas las religiones positivas
institucionales y que en ellas subyace.
La
toma de consciencia de este “fondo primordial” o “tradición primordial”
permitiría superar las “guerras de religión”, más que sobrepasar una
visión de contraposición entre las distintas religiones positivas
institucionales, favoreciendo una visión sincrética, irénica, ecuménica y
pacífica.
Tal visión irénica es paragonable a un círculo a través del cual puntos distintos y también opuestos pueden unirse.
Para
Schuon las diferentes religiones institucionales esotéricas son
parangonables a estos puntos, que la consideración dogmatizante e
intolerante pone en contraposición las unas con las otras, mientras que
la especulación gnóstica, por la cual cada uno de ellos no es sino un
elemento del círculo, se une.
En síntesis, la gnosis concilia, identifica el contradictorio en virtud de su poder sin medida, infinito.
Aquí
es bueno insistir sobre la enorme influencia ejercida sobre la
charlatana y vaga visión schuoniana por parte de la cábala renacentista,
señaladamente Giordano Bruno y Nicolás de Cusa habían enseñado la
identidad entre lo finito y lo infinito.
Aparte
Schuon (se trata de un aspecto comúne un poco en todos los gnósticos
contemporáneos) considera que el descubrimiento de la sabiduría oriental
permite una “catarsis” para el mismo cristianismo, su retorno a la
naturaleza esotérica de los orígenes; aquella naturaleza que se habría
perdido y olvidado a partir de la era de Constantino, donde se habría
decaído a dogma positivo, a dogmática imposición.
Ex
Oriénte salus, tanto para Guenon como para Schuon… a diferencia del
catolicismo occidental, las religiones orientales, zoroastrismo,
hinduísmo, budismo, shintoísmo, pondrían mayormente el resalto sobre el
alcance y sobre el infinito valor del símbolo, capaz de resolver todas
las distinciones exteriores; la sabiduría oriental se aprovecha en mayor
medida del conocimiento universal o gnosis, en grado de unir en un
mismo círculo verdades contradictorias.
Lo
gnóstico, depositario del auténtico conocimiento iniciático, conviene
en que judaísmo, islam, cristianismo, hinduísmo, más allá de las
“peculiares incrustaciones dogmáticas” tienen en común un fondo de
tradición primordial; pueden aparecer confesiones distintas no
conciliables en la medida en que hay arena sobre el plano de la
consideración metafísica, de las religiones y de la teología y por otra
parte… elevarse al plano del auténtico conocimiento gnóstico no es
privilegio de todos sino que compete solo a pocos espíritus elegidos.
Schuon
detecta en el catolicismo exotérico istitucional el error de prometer
exclusivamente la salvación del alma individual, aparte de excluir con
espíritu de intolerancia la validez de todas las demás confesiones y su
alcance salvífico (“nulla salus extra ecclesiam” enseña la Iglesia
Católica).
En
cambio, según Schuon, solo la iniciación a la “religión trascendente
que uniría a todas las religiones”, aunque no es de ninguna utilidad
para la salvación individua, garantizaría la salvación universal.
Contra
las elucubraciones humeantes y megalómanas de Schuon, que se visten de
seudoespiritualidad, quien escribe argumenta que esta “escatología
universal” (que a su decir realiza y contiene como símbolo también la
enseñanza católica “nulla salus extra ecclesiam”) conduce al relativismo
religioso, desde el momento que si todas las confesiones tuviesen igual
alcance salvífico, equivaldría a decir que ninguna de ellas garantiza
la salvación.
¿Por
qué la salvación individual perturba tanto al gnosticismo? Porque la
gnosis tiene horror del individuo, de lo finito y del límite (enseñanza
eterna proviene de la obra de Sergio Samek Ludovici, “Metamorfosis de la
gnosis”), luego ella puede solo concebir una “escatología universal”
como refundimiento y diluirse de lo finito en el infinito. En cambio,
según la sana doctrina católica, cuando el Señor Jesús regresará en
gloria y honor al fin de los tiempos, no será llamada la colectividad a
rendir cuentas… será el alma individual quien deba responder.
Observa
meritoriamente el padre Curzio Nitoglia en su “Esoterismo” editado por
las imprentas del Centro Librario Sodalitium: “La religión que tiene por
mira al individuo, siendo tan limitada, debe integrarse con el
esoterismo o con cualquier vía trascendente, sin que la trascendencia de
la doctrina esotérica sea lesionada”.
La
schuoniana “religión trascendente” reclamaría en parte el “cristianismo
trascendente” de Joseph De Maistre, aunque, a diferencia del autor de
las “Veladas de San Petersburgo” que tenía no obstante su giro esotérico
conservado el “nulla salus extra ecclesiam”, Schuon miraría a la
superación tout court de todo aspecto exotérico, positivo, dogmático del
catolicismo, esto es, en su diluirse/anegarse en la religión gnóstica
universal (por cuanto reconozca que el aspecto exotérico no sea de por
sí condenable, sino providencial, desde que la verdad esotérica sería
accesible a una “minoría silenciosa”).
Precisamente
“los medios exotéricos pueden ser empleados por el esoterismo”, pero al
final entre la visual del catolicismo positivo, dogmatico (que Schuon
juzga limitada) y la vía esotérica subsiste radical incompatibilidad.
En
el culmen de la impiedad que, en la concepción de Schuon es igual al
menos a la imprecisión y vaguedad del lenguaje, él se impulsa a afirmar
que desde el punto de vista teológico, “El Dios personal ha trascendido
de la Divinidad impersonal o Sobrepersonal, el no-ser, del cual el Dios
personal o Ser es solo una determinación”.
Mientras
que la “philosophía perénnis” y el magisterio eclesiástico enseñan que
Dios-Persona-Providencia-Bondad ha creado al mundo y es a él
trascedente, la aberrante blasfemia de Schuon concluye en la identidad
entre creatura y Creador, identidad experimentable por medio de la
experiencia iniciática reservada a pocos elegidos.
Mala
filosofía, imprecisión del lenguaje, sofismas de toda clase, silogismos
de cuatro términos… pomposidad y megalomanía de una visión teosófica
iniciática que no se guarda de demostrar los propios asuntos, pero sobre
todo una concepción gnóostica impenitente, una suma de aspectos
negativos que llevan luego de atenta reflexión a considerar a Schuon un
mal maestro.
El
megalómano itinerario de iniciación que proclama el “Non serviam” al
Señor no es sino la pretensión de autodivinización y autoredención de
una pequeña élite de iniciados, solos depositarios de la tradición
universal y primordial.
De
los Padres de la Iglesia y del sano Magisterio eclesiástico hemos
aprendido que la mística auténtica es “semen gloria et inchoatio vitae
aeternae”, desarrollo ordinario de la Gracia Santificante, imitación
humana de las virtudes de Cristo Rey; la verdadera mística se apoya
sobre la virtud de la humildad, la predisposición iniciática de los
adeptos de Schuon se apoya sobre todo lo contrario, sobre una vana y
arrogante megalomanía.
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