Por Carlos E. Restrepo, del Círculo Tradicionalista Gaspar de Rodas (Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín). Tomado de PERIÓDICO LA ESPERANZA.
En Colombia no se hablaba sobre el tema, pero el Paro Nacional es el tema central de la prensa desde el pasado 28 de abril, día que comenzaron las protestas. Habiendo transcurrido casi un mes desde su inicio, resultaría imposible reducirlas a una manifestación de estudiantes izquierdosos, pues se han unido también gremios de campesinos y camioneros.
Sin embargo, reducir todos los hechos a la vieja dicotomía izquierda-derecha polariza para mal el panorama político, porque si bien el paro no sólo es de izquierdas, el gobierno de Iván Duque no es de ultraderecha. Ni siquiera la violencia —justificada o no— policial y militar lo convierten en un ultraderechista, pues el monopolio legítimo de la fuerza precede a esta categoría.
En su afán de heroísmo, querrán comparar el actual paro con los Comuneros del Socorro, quienes en 1781 movilizaron cerca de veinte mil personas contra el despotismo ministerial del regente visitador Gutiérrez de Piñeres. No obstante, los Comuneros no solo se oponían a los impuestos, sino a la reforma educativa que exilió la escolástica de las universidades.
Colombia vive una gran coyuntura, los miles de manifestantes en las calles tienen el poder de lograr cambios profundos, no obstante, siguen siendo una masa, siguen huérfanos de Tradición. No extraña que se vean inspirados por las marchas de Hong Kong o Myanmar, las cuales tienen un fuerte carácter globalista, pero para algunos sólo importa resistir.
Incluso el progresista Gustavo Petro llamó al fin del paro cuando se pospuso la Reforma Tributaria, pero la repercusión en los medios fue menor a la que tuvo Sergio Fajardo cuando expresó lo mismo. Es claro que el globalismo quiere usar la coyuntura a su favor, por ello los medios intentan atribuirle los méritos y culpas a Petro, como si el paro fuera suyo.
Pero, ¿acaso los veinte mil campesinos del Catatumbo fueron contratados por el líder de la Colombia Humana? Y aún más importante, ¿acaso las regiones marginadas le importan a Petro? Se dice mucho de reformar en congreso y disminuir el número de curules, sin embargo, se habla muy poco de acabar con el centralismo y la marginación de las regiones.
Quiera Dios que se logre un bien mayor de la agitación que hoy vive Colombia. No obstante, lo más probable es que el progresismo triunfe en el 2022 y se vivan cuatro años de centralismo, aunque esta vez sea un centralismo diverso y feminista. Aun así, no podemos perder ni la fe ni la esperanza, porque no se dormirá, no, el ángel que guarda nuestro pueblo.
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