ORIGEN Y EXCELENCIA DEL VÍA CRUCIS
Apenas se hallará práctica más agradable a Dios, más útil y meritoria que la del Vía-Crucis. Esta, dice nuestro Santísimo Padre Benedicto XIV, es una de las principales devociones del cristiano, y medio eficacísimo no solo de honrar la pasión y muerte del Hijo de Dios, sino tambien de convertir a los pecadores, enfervorizar a los tibios, y adelantar a los justos en la virtud. En ella meditamos el doloroso camino que anduvo Jesús desde el pretorio de Pilatos hasta el monte Calvario donde murió por nuestra redencion [1]. Dio principio a esta devoción la Virgen Santísima; pues según fue revelado a santa Brígida, no tenía mayor consuelo que el recorrer los pasos [2] de aquel sagrado camino, regado con la Sangre de su preciosísimo Hijo. Presto innumerables cristianos siguieron su ejemplo, según atestigua san Jerónimo. Y así, ¿cuántos peregrinos surcaban los mares, y exponían la vida para ganar las muchas indulgencias con que la Iglesia había enriquecido los santos lugares de Jerusalén? Mas viendo esta solícita Madre por una parte el copioso fruto que de tan pía devoción sacaban los fieles, y por otra la imposibilidad en que muchos se hallaban de emprender viaje tan largo y peligroso; varios Sumos Pontífices, en particular Clemente XII, Benedicto XIII y XIV, Pío VI y León XII, franqueando largamente los tesoros de la Iglesia, concedieron que visitando las cruces e imágenes benditas con especial facultad del sumo Pontífice, y autorización del Prelado diocesano, ganasen los fieles las mismas indulgencias concedidas a los lugares santos de Jerusalén [3].
Tal es el origen y excelencia del Vía-Crucis. Se compone de catorce estaciones: por lo menos este es el número que fijan los Sumos Pontífices y que unánimemente observan los Via-Crucis extranjeros. Y así no se sabe de dónde viene que en algunos puntos de Cataluña haya solo doce estaciones, y en Castilla y Aragón se hayan introducido más de catorce en varios puntos. Sin entrar en discusiones sobre la validez de estos Calvarios, puedo asegurar que habiendo alcanzado de Roma repetidas veces la facultad de erigir el Vía-Crucis, ya del Prefecto de la sagrada Congregación de indulgencias, en 13 de enero de 1849; ya del Rmo. P. Fr. Juan Romeu, Comisario general apostólico, el 14 de febrero de 1850; ya del mismo Comisario de esta provincia de Cataluña, y aun de la Santidad de Pío IX en 23 de febrero de 1852; todas las concesiones fijan y determinan a catorce el número de estaciones, quátuordecim sacras Viæ-Crucis statiónes. Sería, pues, muy del caso que desapareciesen estas y otras excentricidades, por lo menos nada conformes al uso adoptado por la Iglesia universal.
INDULGENCIAS Y FRUTOS DEL VIA-CRUCIS.
¡Qué tesoro este tan precioso! ¡Qué gracia tan extraordinaria! Vete aquí, alma cristiana, trasportada en cierto modo a Jerusalén, y con prodigiosa facilidad de enriquecerte con los tesoros inmensos que a costa de tantos sacrificios buscaron las Paulas, las Brígidas, los Jerónimos, los Cancios, los Ignacios de Loyola y tantos otros Santos. ¡Y qué tesoros! Si bien Benedicto XIV prohíbe determinar el número de indulgencias que se ganan haciendo el Vía-Crucis [4]; no obstante es cierto que hay concedidas muchas plenarias y gran número de parciales, y esto con una bien notable ventaja y particularidad: y es, que para otras indulgencias plenarias, hay de ordinario, que confesar y comulgar; mas para ganar estas, es común sentir de los doctores que basta el estado de gracia. Procura pues, cristiano, aprovecharte de este tesoro inmenso de gracias. Siempre que quieras acercarte con especial fervor al sacramento de la Penitencia, librar alguna alma del Purgatorio o alcanzar del Cielo algún particular favor, practica este santo ejercicio con toda devoción. Tal vez no te permitirán las ocupaciones hacerlo cada día como acostumbran ciertos cristianos; tal vez ni el viernes siquiera, día consagrado con la muerte y pasión de nuestro divino Redentor, podrás recorrer el Vía-Crucis; ¿mas quién te prohíbe hacerlo el domingo y demás días festivos? ¡Y qué mérito y consuelo tendrán a la hora de la muerte los párrocos y fieles fervorosos, que hayan entablado o promovido en sus parroquias tan santa devoción; ya con su ejemplo haciéndolo en voz alta con frecuencia; ya con fervientes instrucciones descubriendo al pueblo las riquezas que encierra esta mina fecundísima; ya añadiendo a las cruces devotas estampas que, colocadas a una altura proporcionada, faciliten al pueblo la meditación de lo que sufre nuestro amable Jesús en cada estación.
Apenas se hallará práctica más agradable a Dios, más útil y meritoria que la del Vía-Crucis. Esta, dice nuestro Santísimo Padre Benedicto XIV, es una de las principales devociones del cristiano, y medio eficacísimo no solo de honrar la pasión y muerte del Hijo de Dios, sino tambien de convertir a los pecadores, enfervorizar a los tibios, y adelantar a los justos en la virtud. En ella meditamos el doloroso camino que anduvo Jesús desde el pretorio de Pilatos hasta el monte Calvario donde murió por nuestra redencion [1]. Dio principio a esta devoción la Virgen Santísima; pues según fue revelado a santa Brígida, no tenía mayor consuelo que el recorrer los pasos [2] de aquel sagrado camino, regado con la Sangre de su preciosísimo Hijo. Presto innumerables cristianos siguieron su ejemplo, según atestigua san Jerónimo. Y así, ¿cuántos peregrinos surcaban los mares, y exponían la vida para ganar las muchas indulgencias con que la Iglesia había enriquecido los santos lugares de Jerusalén? Mas viendo esta solícita Madre por una parte el copioso fruto que de tan pía devoción sacaban los fieles, y por otra la imposibilidad en que muchos se hallaban de emprender viaje tan largo y peligroso; varios Sumos Pontífices, en particular Clemente XII, Benedicto XIII y XIV, Pío VI y León XII, franqueando largamente los tesoros de la Iglesia, concedieron que visitando las cruces e imágenes benditas con especial facultad del sumo Pontífice, y autorización del Prelado diocesano, ganasen los fieles las mismas indulgencias concedidas a los lugares santos de Jerusalén [3].
Tal es el origen y excelencia del Vía-Crucis. Se compone de catorce estaciones: por lo menos este es el número que fijan los Sumos Pontífices y que unánimemente observan los Via-Crucis extranjeros. Y así no se sabe de dónde viene que en algunos puntos de Cataluña haya solo doce estaciones, y en Castilla y Aragón se hayan introducido más de catorce en varios puntos. Sin entrar en discusiones sobre la validez de estos Calvarios, puedo asegurar que habiendo alcanzado de Roma repetidas veces la facultad de erigir el Vía-Crucis, ya del Prefecto de la sagrada Congregación de indulgencias, en 13 de enero de 1849; ya del Rmo. P. Fr. Juan Romeu, Comisario general apostólico, el 14 de febrero de 1850; ya del mismo Comisario de esta provincia de Cataluña, y aun de la Santidad de Pío IX en 23 de febrero de 1852; todas las concesiones fijan y determinan a catorce el número de estaciones, quátuordecim sacras Viæ-Crucis statiónes. Sería, pues, muy del caso que desapareciesen estas y otras excentricidades, por lo menos nada conformes al uso adoptado por la Iglesia universal.
INDULGENCIAS Y FRUTOS DEL VIA-CRUCIS.
¡Qué tesoro este tan precioso! ¡Qué gracia tan extraordinaria! Vete aquí, alma cristiana, trasportada en cierto modo a Jerusalén, y con prodigiosa facilidad de enriquecerte con los tesoros inmensos que a costa de tantos sacrificios buscaron las Paulas, las Brígidas, los Jerónimos, los Cancios, los Ignacios de Loyola y tantos otros Santos. ¡Y qué tesoros! Si bien Benedicto XIV prohíbe determinar el número de indulgencias que se ganan haciendo el Vía-Crucis [4]; no obstante es cierto que hay concedidas muchas plenarias y gran número de parciales, y esto con una bien notable ventaja y particularidad: y es, que para otras indulgencias plenarias, hay de ordinario, que confesar y comulgar; mas para ganar estas, es común sentir de los doctores que basta el estado de gracia. Procura pues, cristiano, aprovecharte de este tesoro inmenso de gracias. Siempre que quieras acercarte con especial fervor al sacramento de la Penitencia, librar alguna alma del Purgatorio o alcanzar del Cielo algún particular favor, practica este santo ejercicio con toda devoción. Tal vez no te permitirán las ocupaciones hacerlo cada día como acostumbran ciertos cristianos; tal vez ni el viernes siquiera, día consagrado con la muerte y pasión de nuestro divino Redentor, podrás recorrer el Vía-Crucis; ¿mas quién te prohíbe hacerlo el domingo y demás días festivos? ¡Y qué mérito y consuelo tendrán a la hora de la muerte los párrocos y fieles fervorosos, que hayan entablado o promovido en sus parroquias tan santa devoción; ya con su ejemplo haciéndolo en voz alta con frecuencia; ya con fervientes instrucciones descubriendo al pueblo las riquezas que encierra esta mina fecundísima; ya añadiendo a las cruces devotas estampas que, colocadas a una altura proporcionada, faciliten al pueblo la meditación de lo que sufre nuestro amable Jesús en cada estación.
Tan alto concepto forman los Belgas de esta preciosa devoción, que bendije en aquel reino cuadros que costaban cien duros cada uno, y los hay en la Chapelle, iglesia de Bruselas, del valor de 12,000 rs. cada cuadro. Pueblos hay de Cataluña, donde raros son los habitantes que no cumplan con esta devoción cada semana; y en otros se ven mil y más personas que la hacen cada fiesta. ¡Pero dichosos pueblos! ¡Dichosos párrocos! ¡Ah! ¡Cuántas almas del Purgatorio les deberán no solo el alivio, sino la cesación de sus tormentos! ¡Cuántos pecadores se han visto enmendados y convertidos enteramente! ¡Y cuántos justos adquirieron por este medio el don inestimable de la oración y la perseverancia final, acaudalando gracias y méritos infinitos para el cielo! Padre, me decía uno de estos párrocos celosos, procuré la misión a mis feligreses, la hice renovar todavía dos años después; pero nada ha producido en mi parroquia tanto fruto, como el ejercicio del Vía-Crucis. ¡Dichosos curas, repito, dichosos pueblos, si saben apreciar y practicar esta devoción!
MODO DE HACER BIEN EL VIA-CRUCIS EN IGLESIA U ORATORIO PUBLICO.
Para gozar de las inmensas ventajas y copiosísimas indulgencias de tan pia devocion, hay que observar las condiciones siguientes:
MODO DE HACER BIEN EL VIA-CRUCIS EN IGLESIA U ORATORIO PUBLICO.
Para gozar de las inmensas ventajas y copiosísimas indulgencias de tan pia devocion, hay que observar las condiciones siguientes:
- Que el Via-Crucis esté erigido con las debidas facultades y requisitos. No basta la licencia general de bendecir cruces e imágenes: es preciso estar especialmente autorizado para aplicar las indulgencias del Vía Crucis, y todavía esta autorización no se otorga de ordinario para aposentos particulares: pues aun para oratorios privados se necesita un rescripto especial de la santa Sede.
- El proceso verbal de la erección, es decir instruméntum o documéntum que llama la sagrada Congregación, que acredite haberse erigido el Vía-Crucis con las facultades y formalidades prescritas parece no solo conveniente, sino aun necesario [5].
- No son necesarios cuadros, pero sí cruces; ni basta que estén pintadas en la pared, es preciso sean de bulto, o verdaderas cruces. Los cuadros no obstante son lo que más habla al corazón.
- Como toda indulgencia plenaria requiere la gracia y amistad divina, si te remuerde la conciencia de alguna culpa grave, comienza haciendo un fervoroso acto de contrición.
- Únete en espíritu a nuestro divino Redentor cuando iba con la cruz a cuestas, y haz intención de ganar las indulgencias concedidas a tan piadoso ejercicio.
- Muda de lugar a cada estación, a no ser que no puedas por estar llena de gente la iglesia [6].
- Sobre todo medita el correspondiente paso de la Pasión, y si no lo sabes, piensa por lo menos en los padecimientos de nuestro dulcísimo Redentor.
- Dí a cada estación un Padre nuestro, Ave María y Gloria, y cinco en honor de las cinco llagas de Jesucristo al fin de las catorce estaciones, sin olvidarte de pedir tambien por la intención general y perpetua del Sumo Pontífice. El besar la tierra, rezar las oraciones que se hallan en los devocionarios, y los mismos Padre nuestros, si bien son prácticas saludables y santas, no son requisitos esenciales para ganar las indulgencias. Así lo declaró la sagrada Congregación de indulgencias en 3 de abril de 1731. Mucho menos necesario es el que haya entre cuadro y cuadro la distancia material que medía entre las diferentes estaciones de Jerusalén, como por una devoción exagerada se observaba en algunas iglesias de Aragón. Pues sobre ser esta práctica opuesta a ceremoniales muy respetables que prescriben, que en la erección del Vía-Crucis se coloque la primera estacion al lado del Evangelio, y se pongan sucesivamente las otras dando vuelta a la iglesia y concluyendo por el lado de la Epístola; a más, digo, de oponerse toda otra colocación a esta práctica universal, sería cosa muy engorrosa, por no decir muchas veces impracticable, dar cuatro, seis y más vueltas a la iglesia yendo de una estación a otra, para andar, por ejemplo, los 348 pasos que hay, segun suponen varios autores, de la séptima a la octava estación. Dijimos en otras ediciones, que según graves autores podía interrumpirse el Vía-Crucis, sin perder por esto las indulgencias, con tal que se hiciese todo entero en un día. Pero la santa Sede acaba de decidir lo contrario, siempre y cuando el intérvalo destruya la unión moral que debe haber entre una y otra estación: he aquí el decreto: An fidéles lucréntur indulgéntias Viæ Crucis, dummódo quatuordecim Statiónes visítent in uno eodémque die, étiam non uno tractu, sed interpósito majóri minórive inter Statiónes intervállo? Negatíve. S. Cong. 14. Dec. 1857 y Pío IX, 22 de enero de 1858.
REQUISITOS PARA GANAR EN CASA LAS INDULGENCIAS DEL VIA-CRUCIS.
Sucederá muchas veces estar uno física o moralmeote imposibilitado para visitar las iglesias o calvarios donde se halla canónicamente erigido el Via-Crucis: pero tanta es la liberalidad de la santa Iglesia, que hasta entonces franquea sus tesoros, y nos permite ganar las indulgencias por medio de un Crucifijo, con tal que concurran las circunstancias siguientes:
- Que el Crucifijo sea bendito por un Sacerdote autorizado del sumo Pontífice para aplicarle las indulgencias del Via-Crucis.
- Que por enfermedad u otro impedimento legítimo no puedas ir a la iglesia, oratorio o lugar público, donde el Via-Crucis está canónicamente erigido.
- Que con el corazón contrito, y teniendo dicho santo Crucifijo en la mano reces veinte Padre nuestros, Ave Marías y Gloria Patri, a saber, uno por cada estacion, cinco en honor de las cinco llagas de Jesús crucificado, y otro a la intencion del sumo Pontífice.
Añado finalmente para complemento de tan importante como desapercibida materia, que no perderá el Via-Crucis las indulgencias:
- Aunque para asear o blanquear la iglesia se tengan que quitar por algunos días o semanas las cruces y cuadros, con tal que luego se vuelvan a poner en su lugar.
- Aunque rota o perdida alguna cruz, se la reemplazase con otra no bendita.
- Aunque se mudase de sitio algún cuadro o estación, por exigirlo así la simetría u otra causa razonable. Así lo declaró la sagrada Congregación el 21 de marzo y 7 de mayo de 1836.
- Puede en una misma parroquia, convento y aun iglesia haber varios Via-Crucis, y los hay efectivamente en Roma.
- Ni es necesario que el sacerdote ponga materialmente los cuadros y cruces por sí mismo: puede, por ejemplo, en un convento de Monjas bendecirlos y entregarlos a las Religiosas para que los coloquen ellas mismas.
P. JOSÉ MACH SJ. Mineral riquísimo de gracias e Indulgencias. Barcelona, Imprenta del heredero de José Gorgas, 1859, págs. 5-15 (Con aprobación del Obispado de Barcelona).
LATÍN
VIA CRUCIS SECÚNDUM SANCTUS ALPHÓNSUS MARÍÆ A LIGUÓRI
† In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.
CONFÍTEOR
Confíteor
Deo omnipoténti, beátæ Maríæ semper Vírgini, beáto Michäeli Archángelo,
beáto Joánni Baptístæ, sanctis Apóstolis Petro et Paulo, et ómnibus
Sanctis: quia peccávi nimis cogitatióne, verbo et opere: mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa. Ídeo precor beátam Maríam
semper Vírginem, beátum Michäelem Archángelum, beátum Joánnem Baptístam,
sanctos Apóstolos Petrum et Paulum, et omnes Sanctos, oráre pro me ad Dóminum, Deum nostrum.
ORÁTIO AB INÍTIO
Dómine Jesu Christe, tu tam amánter hanc viam ingréssus es, ut mortem pro me obíres; ego vero multóties eo devéni, ut te contémnerem. Nunc autem ex tota ánima mea amo te, et quia te amo, pǽnitet me ex íntimo corde quod tibi displícui. Ignósce mihi, et pátere ut in hac via me tibi cómitem adjúngam. Tu, amóre mei ductus, pergis ad locum ubi pro me moritúrus es, et ego vicíssim, tui amóre ductus, desídero te comitári, ut una tecum, amantíssime Redémptor, móriar. O mi Jesu, volo conjúnctim tecum et vívere et mori.
Pater noster, qui es in Cœlis. Sanctificétur nomen tuum. Advéniat regnum tuum. Fiat volúntas tua, sicut in Cœlo, et in terra. Panem nostrum quotidianum da nobis hódie: Et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris. Et ne nos indúcas in tentatiónem, sed líbera nos a malo. Amen.
AVE MARÍA
Ave María, grátia plena, Dóminus tecum. Benedícta tu in muliéribus,
et benedíctus fructus ventris tui, Jesus. Sancta María, Mater Dei, ora
pro nobis peccatóribus, nunc, et in hora mortis nostræ. Amen.
GLÓRIA PATRI
Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto. Sicut erat in princípio, et nunc, et semper: et in sǽcula sæculórum. Amen
Jesus condemnátur ad mortem
℣. Adorámus te, Christe, et benedícimus tibi.
℟. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
Consídera quómodo Jesus Christus, jam flagellátus et spinis coronátus, injúste tandem a Piláto ad mortem crucis condemnétur.
O adoránde Jesu, non Pilátus, sed iníqua mea vita te ad mortem condemnávit. Per méritum laboriosíssimi hujus itinéris, quod ad Calváriæ montem instítuis, precor te, ut me semper in via, qua ánima mea in æternitátem tendit, benígne comitéris. Amo te, o Jesu, mi Amor, magis quam meípsum, et ex íntimo corde pǽnitet me quod tibi displícui. Ne sinas me íterum a te separári. Da mihi perpétuum amórem tui, et dein fac de me quídquid tibi placúerit. Quod tibi plácitum est, hoc idem mihi est accéptum.
Pater noster, Ave María et Glória Patri.
Tu, charitátis víctima,
Petis, Redémptor, Golgótham;
Tuis inhǽrens gréssibus,
Tecum perópto commóri.Véniam atque grátiam implóro,
Geménti in dolóribus.
Jesus onerátur ligno crucis
℣. Adorámus te, Christe, et benedícimus tibi.
℟. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
Consídera quómodo Jesus Christus, portans húmeris crucem, fúerit inter eúndum, memor tui, offeréndo pro te ætérno Patri mortem, quam erat obitúrus.
Amabilíssime Jesu, ampléctor omnes res advérsas, quas mihi usque ad óbitum tolerándas præfixísti, et, per durum illum, quem in portánda tua cruce pertulísti, labórem, precor te, ut vires mihi subminístres, quibus ego quóque crucem meam, ǽquo ac patiénti ánimo, portáre váleam. Amo te, o Jesu, mi Amor, pǽnitet
me quod tibi displícui. Ne sinas me íterum a te separári. Da mihi
perpétuum amórem tui, et dein fac de me quídquid tibi placúerit.
Pater noster, Ave María et Glória Patri.
Tu, charitátis víctima,
Petis, Redémptor, Golgótham;
Tuis inhǽrens gréssibus,
Tecum perópto commóri.Véniam atque grátiam implóro,
Geménti in dolóribus.
Jesus procúmbit primum sub ónere crucis
℣. Adorámus te, Christe, et benedícimus tibi.
℟. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
Consídera primum hunc Jesu Christi sub cruce lapsum. Habébat carnem ex sæva flagellatióne multifárie sáuciam, caput redimítum spinárum coróna: profúderat insúper cruórem in tanta cópia, ut vix pedem præ vírium defectióne, movére posset. Et quóniam gravi crucis ónere premebátur, et immisericórditer a milítibus propellebátur, accídit ut plúries inter eúndum humi procúmberet.
O mi Jesu, non est onus crucis, sed peccatórum meórum pondus, quod tantis te affícit dolóribus. Rogo te, per primum hunc tuum lapsum, ut ab omni in peccátum me lapsu tueáris. Amo te, o Jesu, ex toto corde meo; pǽnitet
me quod tibi displícui. Ne sinas me íterum in peccátum prolábi. Da mihi
perpétuum amórem tui, et dein fac de me quídquid tibi placúerit.
Pater noster, Ave María et Glória Patri.
Tu, charitátis víctima,
Petis, Redémptor, Golgótham;
Tuis inhǽrens gréssibus,
Tecum perópto commóri.Véniam atque grátiam implóro,
Geménti in dolóribus.
Jesus fit perdolénti Matri óbvius
℣. Adorámus te, Christe, et benedícimus tibi.
℟. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
Consídera quális fúerit, in hac via, Fílii et Matris occúrsus. Jesus et María se mútuo aspéxerunt, mutúique eórum aspéctus, fuérunt tótidem sagíttæ, quibus amántia eórum péctora transverberabántur.
Amantíssime Jesu, per acérbum dolórem, quem in hoc occúrsu expértus es, redde me, precor, sanctíssimæ Matri tuæ vere devótum. Tu vero, perdólens mea Regína, intercéde pro me, et obtíne mihi talem cruciátum Fílii tui memóriam, ut mens mea in pia illórum contemplatióne perpétuo detineátur. Amo te, o Jesu, mi Amor; pǽnitet
me quod tibi displícui. Ne sinas me íterum in te peccáre. Da mihi
perpétuum amórem tui, et dein fac de me quídquid tibi placúerit.
Pater noster, Ave María et Glória Patri.
Tu, charitátis víctima,
Petis, Redémptor, Golgótham;
Tuis inhǽrens gréssibus,
Tecum perópto commóri.Véniam atque grátiam implóro,
Geménti in dolóribus.
Jesus in bajulánda cruce a Cyrenǽo adjuvátur
℣. Adorámus te, Christe, et benedícimus tibi.
℟. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
Consídera quómodo Judǽi, vidéntes Jesum ad quémlibet passum ánimam propemódum præ lassitúdine efflántem, et timéntes ex áltera parte ne, quem crucis supplício afféctum volébant, in via morerétur, compéllant Simónem Cyrenǽum ad bajulándam crucem post Dóminum.
O dulcíssime Jesu, nolo sicut Cyrenǽus, repudiáre crucem, libénter eam ampléctor in méque recípio, ampléctor speciátim quam mihi præfinísti mortem cum ómnibus, quos hæc secum addúctura est, dolóribus. Conjúngo eam cum morte tua, sicque conjúnctam eam in sacrifícium tibi óffero. Tu amóre mei mortuus es; volo ego quóque mori amóre tui, ea mente ut rem tibi gratam fáciam. Tu vero adjúva me tua grátia. Amo te, o Jesu, mi Amor, pǽnitet me quod tibi displícui. Ne sinas me íterum tibi displícere. Da mihi perpétuum amórem tui, et dein fac de me quídquid tibi placúerit.
Pater noster, Ave María et Glória Patri.
Tu, charitátis víctima,
Petis, Redémptor, Golgótham;
Tuis inhǽrens gréssibus,
Tecum perópto commóri.Véniam atque grátiam implóro,
Geménti in dolóribus.
Jesus Verónicæ sudário abstérgitur
℣. Adorámus te, Christe, et benedícimus tibi.
℟. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
Consídera quómodo sancta illa fémina Verónica, videns Jesum dolóribus conféctum ejúsque Vultum sudóre ac sánguine mádidum, pórrigat ei linteólum in quo ipse, abstérsa fácie, sacram sui Imáginem impréssam relínquit.
O mi Jesu, formósa erat ántea Fácies tua; verum hac in via non ámplius formósa appáret, sed est vulnéribus et cruóre omníno defórmis. Hei mihi! Quam formósa quóque erat ánima mea, cum grátiam tuam per Baptísmum recepísset: peccándo eam póstea defórmem reddídi. Tu solus, mi Redémptor, prístinam venustátem ei restítuere vales; quod ut fácias, per tuæ Passiónis méritum te precor. Amo te Jesu, mi Amor; pǽnitet me quod tibi displícui; ne sinas me íterum tibi displícere. Da mihi perpétuum amórem tui, et dein fac de me quídquid tibi placúerit.
Pater noster, Ave María et Glória Patri.
Tu, charitátis víctima,
Petis, Redémptor, Golgótham;
Tuis inhǽrens gréssibus,
Tecum perópto commóri.Véniam atque grátiam implóro,
Geménti in dolóribus.
Jesus procúmbit íterum sub ónere crucis
℣. Adorámus te, Christe, et benedícimus tibi.
℟. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
Consídera álterum Jesu Christi sub cruce lapsum, quo lapsu perdolénti Dómino omnes venerándi cápitis et tótius córporis plagæ recrudéscunt, ómnesque cruciátus renovántur.
Mansuetíssime Jesu, quam frequénter concessísti mihi véniam! Ego vero in eádem relápsus sum peccáta, meásque in te offénsas renovávi. Per méritum novi hujus tui lapsus adjúva me, ut in grátia tua usque ad óbitum persevérem. Fac ut in ómnibus, quæ me invasúræ sunt, tentatiónibus me tibi semper comméndem. Amo te ex toto corde meo, o Jesu, mi Amor; pǽnitet me quod tibi displícui: ne sinas me íterum tibi displícere. Da mihi perpétuum amórem tui, et dein fac me quídquid tibi placúerit.
Pater noster, Ave María et Glória Patri.
Tu, charitátis víctima,
Petis, Redémptor, Golgótham;
Tuis inhǽrens gréssibus,
Tecum perópto commóri.Véniam atque grátiam implóro,
Geménti in dolóribus.
Jesus plorántes muliéres allóquitur
℣. Adorámus te, Christe, et benedícimus tibi.
℟. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
Consídera quómodo muliéres, vidéntes Jesum lassitúdine exanimátum et cruóre inter eúndum diffluéntem, commiseratióne permoveántur, lacrimásque profúndant. Ad flentes autem convérsus: “Nólite, ínquit, flere super Me, sed super vos ipsas flete et super fílios vestros”.
O perdólens Jesu, défleo mea in te peccáta ob pœnas quidem quibus me dignum reddíderunt, sed máxime ob moléstiam quam tibi intulérunt, tibi qui me tantópere amásti. Ad fletum minus Inférnus quam amor tui me excítat. O mi Jesu, amo te magis quam meípsum; pǽnitet me quod tibi displícui; ne sinas me íterum tibi displícere. Da mihi perpetéum amórem tui, et dein fac de me quídquid tibi placúerit.
Pater noster, Ave María et Glória Patri.
Tu, charitátis víctima,
Petis, Redémptor, Golgótham;
Tuis inhǽrens gréssibus,
Tecum perópto commóri.Véniam atque grátiam implóro,
Geménti in dolóribus.
Jesus procúmbit tértium sub ónere crucis
℣. Adorámus te, Christe, et benedícimus tibi.
℟. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
Consídera tértium Jesu Christi sub cruce lapsum. Procúmbit quia nímia erat ejus debílitas, et nímia sævítia carníficum, qui volébant ut gressum acceleráret, dum vix unum gradum fácere posset.
O incleménter habíte Jesu, per méritum illíus vírium defectiónis, qua in via ad Calvárium laboráre voluísti, tanto, precor, me vigóre confórta, ut nullum ámplius ad humána judícia respéctum hábeam, ac vitiósam meam natúram edómem: quod utrúmque in causa fuit cur tuam olim amicítiam contempsérim. Amo te, o Jesu, mi Amor, ex toto corde meo; pǽnitet me quod tibi displícui: ne sinas me íterum tibi displícere. Da mihi perpétuum amórem tui, et dein fac de me quídquid tibi placúerit.
Pater noster, Ave María et Glória Patri.
Tu, charitátis víctima,
Petis, Redémptor, Golgótham;
Tuis inhǽrens gréssibus,
Tecum perópto commóri.Véniam atque grátiam implóro,
Geménti in dolóribus.
Jesus véstibus spoliátur
℣. Adorámus te, Christe, et benedícimus tibi.
℟. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
Consídera quam violénter Jesus vestiméntis suis spoliétur. Cum enim vestis intérior arcte carni flagéllis dilaniátæ adhǽreret, carnífices, avelléndo vestem, cutem ei quóque avéllunt. Súbeat te commiserátio Dómini tui, eúmque sic allóquere:
Innocentíssime Jesu, per méritum dolóris quem inter hanc spoliatiónem passus es, adjúva me, precor, ut omnem in res creátas afféctum éxuam, et tota voluntátis meæ inclinatióne ad Te solum convértar, qui meo nimis dignus es amóre. Amo te ex toto corde meo; pǽnitet me quod tibi displícui; ne sinas me íterum tibi displícere. Da mihi perpétuum amórem tui, et dein fac de me quídquid tibi placúerit.
Pater noster, Ave María et Glória Patri.
Tu, charitátis víctima,
Petis, Redémptor, Golgótham;
Tuis inhǽrens gréssibus,
Tecum perópto commóri.Véniam atque grátiam implóro,
Geménti in dolóribus.
Jesus clavis affígitur cruci
℣. Adorámus te, Christe, et benedícimus tibi.
℟. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
Consídera quómodo Jesus in crucem coniciátur, et exténsis bráchiis, vitam suam in sacrifícium pro nostra salúte ætérno Patri ófferat. Carnífices clavis eum affígunt, dein erígunt crucem, et infámi patíbulo suffíxum sǽvæ morti permíttunt.
O contemptíssime Jesu, affige pédibus tuis cor meum, ut amóris vínculo ligátum semper tecum remáneat, necque ámplius a te avellátur. Amo te magis quam meípsum; pǽnitet me quod tibi displícui: ne permíttas me íterum tibi displícere. Da mihi perpétuum amórem tui, et dein fac de me quídquid tibi placúerit.
Pater noster, Ave María et Glória Patri.
Tu, charitátis víctima,
Petis, Redémptor, Golgótham;
Tuis inhǽrens gréssibus,
Tecum perópto commóri.Véniam atque grátiam implóro,
Geménti in dolóribus.
Jesus móritur in cruce
℣. Adorámus te, Christe, et benedícimus tibi.
℟. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
Consídera tuum cruci suffíxum Jesum, qui post trium horárum cum morte luctam, dolóribus tandem consúmptus addícit corpus morti, et inclináto cápite emíttit spíritum.
O mórtue Jesu, exósculor, pietátis sensu íntime commótus, hanc crucem in qua tu, mei causa, vitæ tuæ finem implevísti. Ob commíssa peccáta infelícem mihi mortem promérui; sed mors tua est spes mea. Per Mortis tuæ mérita, concéde mihi precor, ut in ampléxu pedum tuórum extrémum spíritum, tui amóre flagrans, aliquándo reddam. In manus tuas comméndo spíritum meum. Amo te ex toto corde meo; pǽnitet me quod tibi displícui: ne sinas me íterum tibi displícere. Da mihi perpétuum amórem tui, et dein fac de me quídquid tibi placúerit.
Pater noster, Ave María et Glória Patri.
Tu, charitátis víctima,
Petis, Redémptor, Golgótham;
Tuis inhǽrens gréssibus,
Tecum perópto commóri.Véniam atque grátiam implóro,
Geménti in dolóribus.
Jesus depónitur de cruce
℣. Adorámus te, Christe, et benedícimus tibi.
℟. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
Consídera quómodo duo ex Jesu discípulis, Joséphus nempe et Nicodémus, eum exanimátum de cruce tollant et inter bráchia perdoléntis Matris repónant, quæ mortuum Fílium peramánter recípit et arcte compléctitur.
O mœrens Mater, per amórem quo Fílium tuum amas, áccipe me in servum tuum et precáre eum pro me. Tu vero, o mi Redémptor, quóniam pro me mortuus es, fac benígne ut amem te; te enim solum volo, nec extra te áliud quídpiam mihi opto. Amo te, o mi Jesu, pǽnitet me quod tibi displícui: ne sinas me íterum tibi displícere. Da mihi perpétuum amórem tui, et dein fac de me quídquid tibi placúerit.
Pater noster, Ave María et Glória Patri.
Tu, charitátis víctima,
Petis, Redémptor, Golgótham;
Tuis inhǽrens gréssibus,
Tecum perópto commóri.Véniam atque grátiam implóro,
Geménti in dolóribus.
Jesus sepúlchro cónditur
℣. Adorámus te, Christe, et benedícimus tibi.
℟. Quia per sanctam Crucem tuam redemísti mundum.
Consídera quómodo discípuli exánimem Redemptórem ad locum sepultúræ déferant. Mœrens Mater eos comitátur, et própriis mánibus corpus Fílii sepultúræ accommódat. Sepúlchrum dein occlúditur, et omnes a loco recédunt.
O sepúlte Jesu, exósculor hunc, qui te recóndit, lápidem; sed post tríduum ex sepúlchro resúrges. Per tuam resurrectiónem fac me, precor, extrémo die gloriósum tecum resúrgere, et veníre in Cœlum, ubi tecum semper conjúnctus, te laudábo et in ætérnum amábo. Amo te, et dóleo quod tibi displícui: ne sinas me íterum tibi displícere. Da mihi perpétuum amórem tui, et dein fac de me quídquid tibi placúerit.
Pater noster, Ave María et Glória Patri.
Tu, charitátis víctima,
Petis, Redémptor, Golgótham;
Tuis inhǽrens gréssibus,
Tecum perópto commóri.
Véniam atque grátiam implóro,
Geménti in dolóribus.
ORÁTIO AD DÓMINUM NOSTRUM JESUS CHRISTUM CRUCIFÍXUM
En ego, o bone et dulcíssime Jesu, ante conspéctum tuum génibus me provólvo, ac máximo ánimi ardóre te oro atque obtéstor, ut meum in cor vívidos fídei, spei et caritátis sensus, atque veram peccatórum meórum pœniténtiam, eáque emmendándi firmíssimam voluntátem velis imprímere; dum magno ánimi afféctu et dolóre tua quinque vúlnera mecum ipse consídero ac mente contémplor, illud præ óculis habens, quod jam in ore ponébat tuo David prophéta de te, o bone Jesu: Fodérunt manus meas et pedes meos: dinumeravérunt ómnia ossa mea (Ps. 21, 17-18).
Pater noster, Ave María et Glória Patri.
Véniam atque grátiam implóro,
Geménti in dolóribus.
ORÁTIO AD DÓMINUM NOSTRUM JESUS CHRISTUM CRUCIFÍXUM
En ego, o bone et dulcíssime Jesu, ante conspéctum tuum génibus me provólvo, ac máximo ánimi ardóre te oro atque obtéstor, ut meum in cor vívidos fídei, spei et caritátis sensus, atque veram peccatórum meórum pœniténtiam, eáque emmendándi firmíssimam voluntátem velis imprímere; dum magno ánimi afféctu et dolóre tua quinque vúlnera mecum ipse consídero ac mente contémplor, illud præ óculis habens, quod jam in ore ponébat tuo David prophéta de te, o bone Jesu: Fodérunt manus meas et pedes meos: dinumeravérunt ómnia ossa mea (Ps. 21, 17-18).
Pater noster, Ave María et Glória Patri.
† In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.
† En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO CRUCIFICADO
Miradme, ¡oh mi amado y buen Jesús!, postrado en vuestra presencia: Os ruego, con el mayor fervor, imprimáis en mi corazón vivos sentimientos de Fe, Esperanza y Caridad, verdadero dolor de mis pecados y firmísimo propósito de jamás ofenderos; mientras que yo, con el mayor afecto y compasión de que soy capaz, voy considerando y contemplando vuestras cinco llagas, teniendo presente lo que de Vos, ¡oh buen Jesús!, dijo el profeta David: «Han taladrado mis manos y mis pies; se pueden contar todos mis huesos» (Salmo 21, 17-18). Amén.
TRADUCCIÓN
VIA CRUCIS SEGÚN SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO
† En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
CONFÍTEOR
Yo, pecador, me confieso a Dios todopoderoso, a la bienaventurada siempre Virgen María, al bienaventurado San Miguel Arcángel, al bienaventurado San Juan Bautista, a los santos Apóstoles San Pedro y San Pablo, y a todos los Santos; que pequé gravemente con el pensamiento, palabra, y obra, por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa. Por tanto, ruego a la bienaventurada siempre Virgen María, al bienaventurado San Miguel arcángel, al bienaventurado San Juan Bautista, a los Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo, y a todos los Santos, que roguéis por mí a Dios nuestro Señor.
ORACIÓN INICIAL
Señor mío Jesucristo, Vos anduvisteis con tan grande amor este camino para morir por mí, y yo os he ofendido tantas veces apartándome de Vos por el pecado; mas ahora os amo con todo mi corazón, y porque os amo, me arrepiento sinceramente de todas las ofensas que os he hecho. Perdóname, Señor, y permíteme que os acompañe en este viaje. Vais a morir por mi amor, pues yo también quiero vivir y morir por el vuestro, amado Redentor mío. Sí, Jesús mío, quiero vivir siempre y morir unido a Vos.
PATER NOSTER
Padre nuestro, que estás en los cielos. Santificado sea el tu nombre. Venga a nos el tu reino. Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en la tentación. Mas líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
GLORIA
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espiritu Santo. Como era en un principio, y ahora y siempre, y en los siglos de los siglos. Amén.
ESTACIÓN I
Jesús es condenado a muerte
℣. Adorámoste, oh Cristo, y bendecímoste.
℟. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo Jesucristo, después de haber sido azotado y coronado de espinas, fue injustamente sentenciado por Pilato a morir crucificado.
Adorado Jesús mío: mis pecados fueron más bien que Pilato, los que os sentenciaron a muerte. Por los méritos de este doloroso paso, os suplico me asistáis en el camino que va recorriendo mi alma para la eternidad. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío! más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade. Todo cuanto os agrade, esto me es acepto.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Tú, Redentor, víctima de la caridad,
Te encaminas hacia el Gólgota;
Siguiendo tus huellas,
Elijo morir contigo.
Perdón y gracia imploro,
Gimiendo entre dolores.
ESTACIÓN II
Jesús es cargado con la cruz
℣. Adorámoste, oh Cristo, y bendecímoste.
℟. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo Jesús, andando este camino con la Cruz a cuestas, iba pensando en ti y ofreciendo a su Padre por tu salvación la muerte que iba a padecer.
Amabilísimo Jesús mío: abrazo todas las tribulaciones que me tenéis destinadas hasta la muerte, y os ruego, por los méritos de la pena que sufristeis llevando vuestra Cruz, me deis fuerza para llevar la mía con perfecta paciencia y resignación. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Tú, Redentor, víctima de la caridad,
Te encaminas hacia el Gólgota;
Siguiendo tus huellas,
Elijo morir contigo.
Perdón y gracia imploro,
Gimiendo entre dolores.
ESTACIÓN III
Jesús cae por primera vez bajo la cruz
℣. Adorámoste, oh Cristo, y bendecímoste.
℟. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Considera esta primera caída de Jesucristo debajo de la Cruz. Sus carnes estaban despedazadas por los azotes; su cabeza coronada de espinas, y había ya derramado mucha sangre, por lo cual estaba tan débil, que apenas podía caminar; llevaba al mismo tiempo aquel enorme peso sobre sus hombros y los soldados le empujaban; de modo que muchas veces desfalleció y cayó en este camino.
Amado Jesús mío: más que el peso de la Cruz, son mis pecados los que os hacen sufrir tantas penas. Por los méritos de esta primera caída, libradme de incurrir en pecado mortal. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Tú, Redentor, víctima de la caridad,
Te encaminas hacia el Gólgota;
Siguiendo tus huellas,
Elijo morir contigo.
Perdón y gracia imploro,
Gimiendo entre dolores.
ESTACIÓN IV
Jesús encuentra con su afligida Madre
℣. Adorámoste, oh Cristo, y bendecímoste.
℟. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Considera el encuentro del Hijo con su Madre en este camino. Se miraron mutuamente Jesús y María, y sus miradas fueran otras tantas flechas que traspasaron sus amantes corazones.
Amantisimo Jesús mío: por la pena que experimentasteis en este encuentro, concededme la gracia de ser verdadero devoto de vuestra Santísima Madre. Y Vos, mi afligida Reina, que fuisteis abrumada de dolor, alcanzadme con vuestra intercesión una continua y amorosa memoria de la Pasión de vuestro Hijo. Os amo, ¡Oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Tú, Redentor, víctima de la caridad,
Te encaminas hacia el Gólgota;
Siguiendo tus huellas,
Elijo morir contigo.
Perdón y gracia imploro,
Gimiendo entre dolores.
ESTACIÓN V
Jesús es ayudado por el cirineo a llevar la Cruz
℣. Adorámoste, oh Cristo, y bendecímoste.
℟. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo los judíos, al ver que Jesús iba desfalleciendo cada vez más, temieron que se les muriese en el camino y, como deseaban verle morir de la muerte infame de Cruz, obligaron a Simón el Cirineo a que le ayudase a llevar la Cruz.
Dulcísimo Jesús mío: no quiero rehusar la Cruz, como lo hizo el Cirineo, antes bien la acepto y la abrazo; acepto en particular la muerte que tengáis destinada para mí, con todas las penas que la han de acompañar, la uno a la vuestra, y os la ofrezco. Vos habéis querido morir por mi amor, yo quiero morir por el vuestro y por daros gusto; ayudadme con vuestra gracia. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío! más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Tú, Redentor, víctima de la caridad,
Te encaminas hacia el Gólgota;
Siguiendo tus huellas,
Elijo morir contigo.
Perdón y gracia imploro,
Gimiendo entre dolores.
ESTACIÓN VI
Verónica enjuga con un sudario el rostro de Jesús
℣. Adorámoste, oh Cristo, y bendecímoste.
℟. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo la santa mujer Verónica, al ver a Jesús tan fatigado y con el rostro bañado en sudor y sangre, le ofreció un lienzo, y limpiándose con él nuestro Señor, quedó impreso en éste su santa imagen.
Oh Jesús mío: en otro tiempo vuestro rostro era hermosísimo; más en este doloroso viaje, las heridas y la sangre han cambiado en fealdad su hermosura. ¡Ah Señor mío! También mi alma quedó hermosa a vuestros ojos cuando recibí la gracia del bautismo, mas yo la he desfigurado después con mis pecados. Vos sólo, ¡oh Redentor mío!, podéis restituirle su belleza pasada: hacedlo por los méritos de vuestra Pasión. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mi mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Tú, Redentor, víctima de la caridad,
Te encaminas hacia el Gólgota;
Siguiendo tus huellas,
Elijo morir contigo.
Perdón y gracia imploro,
Gimiendo entre dolores.
ESTACIÓN VII
Jesús cae por segunda vez bajo la Cruz
℣. Adorámoste, oh Cristo, y bendecímoste.
℟. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Considera la segunda caída de Jesucristo debajo de la Cruz, en la cual se le renueva el dolor de las heridas de su cabeza y de todo su cuerpo al afligido Señor.
Oh pacientísimo Jesús mío. Vos tantas veces me habéis perdonado, y yo he vuelto a caer y a ofenderos. Ayudadme, por los méritos de esta nueva caída, a perseverar en vuestra gracia hasta la muerte. Haced que en todas las tentaciones que me asalten, siempre y prontamente me encomiende a Vos. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío! más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Tú, Redentor, víctima de la caridad,
Te encaminas hacia el Gólgota;
Siguiendo tus huellas,
Elijo morir contigo.
Perdón y gracia imploro,
Gimiendo entre dolores.
ESTACIÓN VIII
Jesús se dirige a las mujeres dolientes
℣. Adorámoste, oh Cristo, y bendecímoste.
℟. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo algunas piadosas mujeres, viendo a Jesús en tan lastimoso estado, que iba derramando sangre por el camino, lloraban de compasión; mas volviéndose les dijo: “No lloréis sobre mí, sino sobre vosotras mismas y sobre vuestros hijos”.
Afligido Jesús mío: lloro las ofensas que os he hecho, por los castigos que me han merecido, pero mucho más por el disgusto que os he dado a Vos, que tan ardientemente me habéis amado. No es tanto el Infierno, como vuestro amor, el que me hace llorar mis pecados. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Tú, Redentor, víctima de la caridad,
Te encaminas hacia el Gólgota;
Siguiendo tus huellas,
Elijo morir contigo.
Perdón y gracia imploro,
Gimiendo entre dolores.
ESTACIÓN IX
Jesús cae por tercera vez bajo la Cruz
℣. Adorámoste, oh Cristo, y bendecímoste.
℟. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Considera la tercera caída de Jesucristo. Extremada era su debilidad y excesiva la crueldad de los verdugos, que querían hacerle apresurar el paso, cuando apenas le quedaba aliento para moverse.
Atormentado Jesús mío: por los méritos de la debilidad que quisisteis padecer en vuestro camino al Calvario, dadme la fortaleza necesaria para vencer los respetos humanos y todos mis desordenados y perversos apetitos, que me han hecho despreciar vuestra amistad. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Tú, Redentor, víctima de la caridad,
Te encaminas hacia el Gólgota;
Siguiendo tus huellas,
Elijo morir contigo.
Perdón y gracia imploro,
Gimiendo entre dolores.
ESTACIÓN X
Jesús es despojado de sus vestidos
℣. Adorámoste, oh Cristo, y bendecímoste.
℟. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo al ser despojado Jesús de sus vestiduras por los verdugos, estando la túnica interior pegada a las carnes desolladas por los azotes, le arrancaran también con ella la piel de su sagrado cuerpo. Compadece a tu Señor y dile:
Inocente Jesús mío: por los méritos del dolor que entonces sufristeis, ayudadme a desnudarme de todos los afectos a las cosas terrenas, para, que pueda yo poner todo mi amor en Vos, que tan digno sois de ser amado. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Tú, Redentor, víctima de la caridad,
Te encaminas hacia el Gólgota;
Siguiendo tus huellas,
Elijo morir contigo.
Perdón y gracia imploro,
Gimiendo entre dolores.
ESTACIÓN XI
Jesús es fijado con clavos a la Cruz
℣. Adorámoste, oh Cristo, y bendecímoste.
℟. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo Jesús, tendido sobre la Cruz, alarga sus pies y manos y ofrece al Eterno Padre el sacrificio de su vida por nuestra salvación; le enclavan aquellos bárbaros verdugos y después levantan la Cruz en alto, dejándole morir de dolor sobre aquel patíbulo infame.
Oh despreciado Jesús mío. Clavad mi corazón a vuestros pies para que quede siempre ahí amándoos y no os deje más. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido: no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez: haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Tú, Redentor, víctima de la caridad,
Te encaminas hacia el Gólgota;
Siguiendo tus huellas,
Elijo morir contigo.
Perdón y gracia imploro,
Gimiendo entre dolores.
ESTACIÓN XII
Jesús muere en la Cruz
℣. Adorámoste, oh Cristo, y bendecímoste.
℟. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo Jesús, después de tres horas de agonía en la Cruz, consumido de dolores y exhausto de fuerzas su cuerpo, inclina la cabeza y entrega su espíritu.
Oh difunto Jesús mío. Beso enternecido esa Cruz en que por mí habéis muerto. Yo, por mis pecados, tenía merecida una mala muerte, mas la vuestra es mi esperanza. Ea, pues. Señor, por los méritos de vuestra santísima muerte, concededme la gracia de morir abrazado a vuestros pies y consumido por vuestro amor. En vuestras manos encomiendo mi alma. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Tú, Redentor, víctima de la caridad,
Te encaminas hacia el Gólgota;
Siguiendo tus huellas,
Elijo morir contigo.
Perdón y gracia imploro,
Gimiendo entre dolores.
ESTACIÓN XIII
Jesús es bajado de la Cruz
℣. Adorámoste, oh Cristo, y bendecímoste.
℟. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo, habiendo expirado ya el Señor, le bajaron de la Cruz dos de sus discípulos, José y Nicodemo, y le depositaran en los brazos de su afligida Madre, María, que le recibió con ternura y le estrechó contra su pecho traspasado de dolor.
Oh Madre afligida. Por el amor de este Hijo, admitidme por vuestro siervo y rogadle por mí. Y Vos, Redentor mío, ya que habéis querido morir por mí, recibidme en el número de los que os aman más de veras, pues yo no quiero amar nada fuera de Vos. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Tú, Redentor, víctima de la caridad,
Te encaminas hacia el Gólgota;
Siguiendo tus huellas,
Elijo morir contigo.
Perdón y gracia imploro,
Gimiendo entre dolores.
ESTACIÓN XIV
Jesús es conducido al sepulcro
℣. Adorámoste, oh Cristo, y bendecímoste.
℟. Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Considera cómo los discípulos llevaron a enterrar al Redentor, acompañándole también su Santísima Madre afligida, que le depositó en el sepulcro con sus propias manos. Después cerraron la puerta del sepulcro y se retiraron.
Oh Jesús mío sepultado. Beso esa losa que os encierra. Vos resucitasteis después de tres días; por vuestra resurrección os pido y os suplico me hagáis resucitar glorioso en el día del juicio final para estar eternamente con Vos en la Gloria, amándoos y bendiciéndoos. Os amo, ¡oh Jesús, amor mío!, más que a mí mismo, me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido; no permitáis que vuelva a separarme de Vos otra vez; haced que os ame siempre y disponed de mí como os agrade.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Tú, Redentor, víctima de la caridad,
Te encaminas hacia el Gólgota;
Siguiendo tus huellas,
Elijo morir contigo.
Perdón y gracia imploro,
Gimiendo entre dolores.
ORACIÓN A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO CRUCIFICADO
Miradme, ¡oh mi amado y buen Jesús!, postrado en vuestra presencia: Os ruego, con el mayor fervor, imprimáis en mi corazón vivos sentimientos de Fe, Esperanza y Caridad, verdadero dolor de mis pecados y firmísimo propósito de jamás ofenderos; mientras que yo, con el mayor afecto y compasión de que soy capaz, voy considerando y contemplando vuestras cinco llagas, teniendo presente lo que de Vos, ¡oh buen Jesús!, dijo el profeta David: «Han taladrado mis manos y mis pies; se pueden contar todos mis huesos» (Salmo 21, 17-18). Amén.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
† En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
NOTAS
[1] León X, bula 1517.
[2] Fueron 1361 según Andrómaco.
[3] Así lo declaró la sagrada Congregación del Concilio de Trento, en 16 de julio de 1694.
[4] Temeridad, pues, sería afirmar, como hacen algunos, que se ganan 5040
indulgencias plenarias, y se sacan 156 ánimas del Purgatorio.
[5] He aquí algunos de los decretos que apoyan esta verdad:
- Preguntada la sagrada Congregación Si hujúsmodi eréctio nulla delegátur ob omissiónem documénti, podría luego subsanarse este defecto? Lejos de negar el supuesto, como parece debía hacerlo en caso de falsedad, responde: Suppleátur documénti deféctui. 27 Jan. 1838.
- Instando todavía el postulante, y preguntando si había tiempo determinado para extender dicho documento o proceso verbal; responde: Negatíve, sed expédit, ut quamprimum conficiátur dócuméntum… ne dúbia in postérum oriántur. S. Congr. 27 Jan. 1838. Sería pues temeridad omitir semejante formalidad.
[6] Sagrada Congregación de Indulgencias, 22 de septiembre de 1829.
El Hermano Estanislao José (en el siglo Olimpio) Fernández Cordero, FSC, recibió de Nuestro Señor, las promesas a quienes sean devotos del Santo Viacrucis:
ResponderEliminar1°Yo concederé todo cuanto se me pidiere con fe, durante el rezo del Viacrucis.
2°Yo prometo la vida eterna a los que, de vez en cuando, se aplican a rezar el Viacrucis.
3°Durante la vida, yo les acompañaré en todo lugar y tendrán Mi ayuda especial en la hora de la muerte.
4°Aunque tengan más pecados que las hojas de las hierbas que crece en los campos, y más que los granos de arena en el mar, todos serán borrados por medio de esta devoción al Viacrucis. (ADVERTENCIA: Esta devoción no elimina la obligación de confesar los pecados mortales, aunque ayuda mucho a impetrar la gracia de la contrición de los mismos -sobre todo ante la privación de los Sacramentos que en muchos lugares se padece en estos últimos tiempos-).
5°Los que acostumbran rezar el Viacrucis frecuentemente, gozarán de una gloria extraordinaria en el cielo.
6°Después de la muerte, si estos devotos llegasen al Purgatorio, Yo los libraré de ese lugar de expiación, el primer martes o viernes después de morir.
7°Yo bendeciré a estas almas cada vez que rezan el Viacrucis; y mi bendición les acompañará en todas partes de la tierra. Después de la muerte, gozarán de esta bendición en el Cielo, por toda la eternidad.
8°A la hora de la muerte, no permitiré que sean sujetos a la tentación del demonio. Al espíritu maligno le despojaré de todo poder sobre estas almas. Así podrán reposar tranquilamente en mis brazos.
9°Si rezan con verdadero amor, serán altamente premiados. Es decir, convertiré a cada una de estas almas en Copón viviente, donde me complaceré en derramar mi gracia.
10°Fijaré la mirada de mis ojos sobre aquellas almas que rezan el Viacrucis con frecuencia y Mis Manos estarán siempre abiertas para protegerlas.
11°Así como yo fui clavado en la Cruz, igualmente estaré siempre muy unido a los que me honran, con el rezo frecuente del Viacrucis.
12°Los devotos del Viacrucis nunca se separarán de Mí porque Yo les daré la gracia de jamás cometer un pecado mortal.
13°En la hora de la muerte, Yo les consolaré con mi presencia, e iremos juntos al cielo. La muerte será dulce para todos los que Me han honrado durante la vida con el rezo del Viacrucis.
14°Para estos devotos del Viacrucis, Mi alma será un escudo de protección que siempre les prestará auxilio cuando recurran a Mí.
TENDRAN UN PDF CON ESTE VIA CRUCIS LATIN-CASTELLANO?
ResponderEliminarEstamos en labores de edición, y a la mayor brevedad estaremos enviándolo a vuestro correo.
EliminarExcelente, si ya tienen por favor el PDF listo, publiquenlo. Gracias!
EliminarEl 20 de octubre de 1931, Pío XI reglamentó las indulgencias lucrables por aquellos que cumplen el piadoso ejercicio, tanto solos como con otros:
ResponderEliminar1. Indulgencia plenaria “tóties quóties” (cuantas veces) cumpla la pía práctica;
2. Otra Indulgencia plenaria si el mismo día en el cual se completa la pía práctica, o en otro día del mes, se asista a la Sagrada Sinaxis (Santo Sacrificio de la Misa);
3. Indulgencia parcial de diez años por cada estación individual si el Vía Crucis no se concluyese a causa de un motivo razonable;
4. Indulgencia plenaria, según los decretos del 8 de agosto de 1859 y del 25 de marzo de 1931, a aquellos que, no pudiendo tomar parte en el Vía Crucis, por impedimento legítimo o por enfermedad, recitaren delante de un Crucifijo bendecido al efecto 20 Pater noster, Ave María y Gloria (uno por cada estacion, cinco en honor de las cinco llagas de Jesús crucificado, y otro a la intención general del sumo Pontífice);
5. Indulgencia parcial de diez años y diez cuarentenas por cada Pater noster, Ave María y Gloria de la veintena anterior;
6. Indulgencia plenaria a aquellos que, por causa de la enfermedad, mediten sobre el Crucifijo bendecido para el efecto, aunque sin recitar los 20 Pater noster, Ave María y Gloria.
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