Ayer, luego de clausurarse el non sancto “Año de la Misericordia”, fue publicada oficialmente la Carta “Misericórdia et Mísera” por parte de Francisco Bergoglio. A despecho de los acuerdistas y highchurchers
conciliares (Secretum meum mihi, Rorate Cæli y otros), que esperaban un
reconocimiento oficial a la Fraternidad San Pío X, SÓLO LES PRORROGÓ
HASTA NUEVO AVISO LA “JURISDICCIÓN ORDINARIA” PARA CONFESAR:
“En el Año del Jubileo había concedido a los fieles, que por diversos motivos frecuentan las iglesias donde celebran los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X, la posibilidad de recibir válida y lícitamente la absolución sacramental de sus pecados [Cf. Carta con la que se concede la indulgencia con ocasión del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, 1 de septiembre 2015: L’Osservatore Romano ed. Española, 4 de septiembre de 2015, 3-4]. Por el bien pastoral de estos fieles, y confiando en la buena voluntad de sus sacerdotes, para que se pueda recuperar con la ayuda de Dios, la plena comunión con la Iglesia Católica, establezco por decisión personal que esta facultad se extienda más allá del período jubilar, hasta nueva disposición, de modo que a nadie le falte el signo sacramental de la reconciliación a través del perdón de la Iglesia”. (Antipapa Francisco I, Carta Apostólica “Misericórdia et Mísera”, nº 12 inciso 2, 20 de Noviembre de 2016).
Mientras
tanto, se mantiene el statu quo: las indefinidas negociaciones que
Bernard Fellay y Franz Schmidberger mantienen con la Roma protestante y
conciliar. El Vaticano no tiene ningún afán, porque sabe que mientras
estén esos dos personajes, la FSSPX no representará mayor peligro para
la nomenklatura modernista. Pero ¿qué impide el acuerdo?
- La mayoría de los sacerdotes y fieles no aprueban el acuerdo, y por eso algunos se retiraron y otros fueron expulsados de la Fraternidad. Si Menzingen firma ahora y se establece la Prelatura, el abandono se incrementará aún más.
- La judería aún tilda a la FSSPX como “antisemita”. Ellos jamás verán con buenos ojos que Roma acoja a quienes rechazan Nostra Ætáte y siguen rezando el “Orémus et pro judǽis” (la versión roncalli-ratzingeriana). Sólo si el fellayanismo se somete al viduy, teshuvá y tikún que la deuterovaticanidad sigue, los judíos podrán dar el placet.
NOTA (NO TAN)
MARGINAL: En el inciso 1 del mismo numeral 12, se extiende a los presbíteros conciliares, para siempre, la posibilidad de absolver a los que cometen o propalan el aborto:
“Para que ningún obstáculo se interponga entre la petición de reconciliación y el perdón de Dios, de ahora en adelante concedo a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado del aborto. Cuanto había concedido de modo limitado para el período jubilar [Cf. Carta con la que se concede la indulgencia con ocasión del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, 1 de septiembre 2015: L’Osservatore Romano ed. Española, 4 de septiembre de 2015, 3-4], lo extiendo ahora en el tiempo, no obstante cualquier cosa en contrario. Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente. Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre. Por tanto, que cada sacerdote sea guía, apoyo y alivio a la hora de acompañar a los penitentes en este camino de reconciliación especial”. (Antipapa Francisco I, Carta Apostólica “Misericórdia et Mísera”, nº 12 inciso 1, 20 de Noviembre de 2016).
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