miércoles, 4 de noviembre de 2020

SEPTENARIO A LA PRECIOSA SANGRE DE CRISTO

Septenario publicado en Guatemala de la Asunción por la Tipografía de Sánchez de Guise en 1918. Licencia otorgada por don Mateo D. Perrone y C. Secretario del Arzobispado, el 15 de Diciembre de 1917.
 
SEPTENARIO Y OFRECIMIENTO A LA PRECIOSA SANGRE DE CRISTO SEÑOR NUESTRO
    
   
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
ACTO DE CONTRICIÓN
No me mueve, mi Dios, para quererte, 
El Cielo que me tienes prometido,
Ni me mueve el Infierno tan temido
Para dejar por esto de ofenderte. 
    
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte 
Clavado en una cruz y escarnecido,
Muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
Muévenme las angustias de tu muerte. 
   
Muéveme, en fin, tu amor, de tal manera 
Que aunque no hubiera Cielo yo te amara, 
Y aunque no hubiera Infierno te temiera. 
    
No me tienes que dar porque te quiera,
 Porque si cuanto espero no esperara, 
Lo mismo que te quiero te quisiera.
 
ACTO DE VIRTUDES A LA SANGRE DE JESÚS
  1. Hijo del Eterno Padre, gracias te doy, porque voluntariamente tomaste Carne y Sangre de una Purísima Virgen. Glorifícote, porque eres de tan buena Sangre, que eres de la Sangre de una Mujer tan singularmente escogida. ¡Quién sino Tú, se puede gloriar de esta nobleza! 
  2. Sangre preciosísima de Cristo: yo te adoro, porque estás hipostáticamente unida al Verbo Divino. 
  3. Jesús mío, dadme auxilio eficaz para hacer obras de supererogación, pues como perfectísimo ejemplar, derramaste Sangre en la Circuncisión, sin estar obligado a esta ley. 
  4. Gracias te doy, Cristo mío, porque el calor del fuego del amor de Dios y del prójimo te hizo sudar gotas de Sangre en el Huerto. El amor de Dios, porque veías ofendido a tu amado: el amor del prójimo, porque sabías que muchos se habían de condenar a eternas llamas. 
  5. Gracias te doy, porque dejaste que te sacasen Sangre con golpes de afrentosos azotes. 
  6. Ríndote agradecimientos, porque te dejaste coronar de espinas y vertiste Sangre como Rey de paciencia. 
  7. Dóyte mil gratitudes, porque por mi salud eterna, te dejaste sangrar de pies y manos con los clavos. 
  8. Gracias te doy, porque quisiste derra- mar la Sangre de tu Costado, después de muerto. 
  9. Nadie me ha querido, como Tú me quieres; pues nadie na derramado por mí la sangre de sus venas, sino Tú. ¡Oh, si yo derramase mi sangre por Tí, como la derramaron los mártires! 
  10. Gracias te doy, porque me hiciste tu redimido, y comprado con el precio de tu Sangre. 
  11. Yo quiero, que no se malogre en mí el valor preciosísimo de tu Sangre, y por eso quiero aprovecharme de ella recibiendo tus Santos Sacramentos. 
  12. Gracias te doy, porque me hiciste de buena Sangre, dándome la tuya en el Santo Bautismo y haciéndome tu hijo adoptivo. 
  13. Ríndote agradecimientos por las veces que en el Sacramento de la penitencia has lavado con tu Sangre, las manchas que en mi alma hicieron mis pecados.
  14. Dóyte infinitos agradecimientos, porque quisiste que tu Sangre fuese mi bebida y me la das todas las veces que llego a comulgar. 
  15. Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo: yo te pido mercedes por la Sangre de Cristo, así para mí, como para mis prójimos.
  16. Propongo, Jesús mío, de hacer por tu amor y por tu Sangre, los bienes que pudiere a mis prójimos redimidos con tu Sangre, que no es mucho que yo les dé algo, cuando Tú diste tu vida y tu Sangre por ellos. 
 
I.  El alma, Dios mío, por quien primeramente debo mirar, es la mía, y así os ofrezco por ella la Preciosísima Sangre de mi Redentor. No permitas que se malogre en mí el precio infinito de tu Sangre. Dadme por ella auxilios eficaces, para que me arrepienta y enmiende de mis culpas, para que muera en gracia y vaya a veros y amaros en la Gloria. — Creo en Dios Padre, etc.
   
II Santísima Trinidad: yo te ofrezco la Sangre que derramó Jesús en su Circuncisión, y te pido por ella que se conviertan los pérfidos judíos, reconociendo que Cristo es el Mesías prometido. Encomiéndote los Tribunales de la Iglesia Santa y sus Ministros, para que propaguen la fe católica, que es la verdadera, sin la cual no hay salvación de las almas. — Creo en Dios Padre, etc.
    
III Dios mío, Padre, Hijo y Espíritu Santo: yo te ofrezco la Sangre que sudó Cristo en el Huerto, y por todas sus gotas preciosísimas, te suplico que se conviertan a la fe católica los herejes. Pongo ante tu piedad por intercesores a los santos que han sido los martillos de los herejes. También te ofrezco aquel sudor de Sangre, por la conversión de los gentiles. ¡Oh, quién pudiera hacerlos cristianos a todos! ¡Oh, quién pudiera enseñarles a todos la Doctrina Cristiana y hacer que la creyesen y guardasen los Mandamientos de Dios, Trino y Uno! — Creo en Dios Padre, etc.
 
IV ¡Oh, Padre Eterno! Yo te ofrezco la Sangre que derramó tu Hijo encarnado con los azotes que recibió en su inocentísimo Cuerpo, para que perdones a los malos cristianos. Dadles, Padre nuestro, auxilios eficaces para que en adelante sean buenos hijos, para que tengan verdadero dolor de sus pecados, para que se enmienden y no azoten más a Jesús (cuando es de su parte), con sus pecados. — Creo en Dios Padre, etc.
   
V ¡Oh, Verbo hipostáticamente unido a la humana naturaleza! Yo te ofrezco los arroyos de Sangre que derramaste en la Coronación de espinas, y por cada gota de Sangre de tu Cabeza te suplico que favorezcas a todos los que son cabezas, así en lo eclesiástico, como en lo secular, que les concedas acierto en sus gobiernos, que les comuniques ferventísimo celo de la honra Divina y de la salvación de las almas, y que les perdones las culpas que en esto hubieren cometido. — Creo en Dios Padre, etc.
   
VI ¡Oh, Espíritu Santo! Yo te ofrezco toda la Preciosísima Sangre que derramó Cristo de sus pies y manos; y por ella te ruego que  mires con amor y misericordia a todos los pecadores que han empleado sus manos en malas obras, y sus pies en malos pasos. Suplicóte que con tus amorosos auxilios les ates las manos, y eficazmente aprisiones los pies, para que no pequen más y sólo usen de su libre albedrío, para servirte con amor, hasta morir en tu divina gracia. — Creo en Dios Padre, etc.
    
VII ¡ Oh, Dios mío, Trino y Uno! Yo te ofrezco el agua y Sangre, que de su Costado derramó mi Jesús después de haber expirado: por ella te suplico, que benignamente perdones las culpas con que te han ofendido los Eclesiásticos, Sacerdotes, Religiosos y Religiosas. Por la Sangre del Costado, te ruego les alumbres, para que conozcan la alteza de su estado y la grandeza de sus obligaciones, y cumplan perfectamente con ellas. Por el agua que manó del Costado, te pido que les concedas lágrimas de contrición, y una perfectísima enmienda de las culpas que hubieren cometido en su estado. ¡Oh, si se acabasen de una vez, Dios mío, las ofensas que contra Ti se cometen! — Creo en Dios Padre, etc.
   
ALABADO A LA SANTÍSIMA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
   
Alabemos y ensalcemos 
La nobilísima Sangre 
Que el Cordero Inmaculado
Recibió de Virgen Madre. 
   
La que derramó piadoso, 
Por satisfacer al Padre,
Desde edad de tierno Niño,
Hasta de varón más grande. 
   
La que por todos sus poros 
Más que liberal esparce,
No contenta su fineza 
Con sólo cinco raudales. 
   
La que con suma largueza 
Vertió toda sin quedarse
Con la gota más pequeña, 
En la entrega del rescate. 
    
La que en especies de vino 
A sus ovejas reparte, 
Porque junto con el pasto
La bebida no les falte. 
   
La que con su alma y su vida
Y con lágrimas al Padre
Entre clamores ofrece, 
Sellando el último vale. 
    
Por los siglos, de los siglos 
Sea alabado tal Amante, 
Que por criaturas ingratas 
Todo en Sangre se deshace.
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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