Traducción de la noticia publicada en THE IRISH TIMES.
Los números reducidos pueden brindar la oportunidad de ‘reimaginar la Iglesia institucional’.
Patsy McGarry
La evidencia de la fe cristiana en Irlanda hoy “se ha desvanecido a todos los efectos”, dijo el arzobispo católico de Dublín Dermot Farrell. Esta “crisis subyacente de fe” fue “particularmente aguda entre las generaciones más jóvenes”, dijo.
“Los comentarios públicos en los medios de comunicación en Irlanda no han sido positivos en su comprensión de la Iglesia y su necesidad de vocaciones, y en el apoyo público de aquellos que intentan predicar el Evangelio”, dijo.
El arzobispo Farrell hizo los comentarios en una entrevista con la edición 2021 de ‘Síolta’, la revista anual del seminario nacional en St. Patrick’s College, Maynooth.
“Los desafíos que enfrento son bastante claros. Tenemos un clero envejecido y muy pocas vocaciones al sacerdocio diocesano o a la vida religiosa. Hay una gran disminución en el número de personas que practican y viven activamente su fe.
La fe necesita ritual, encarnación. Hay que ver en las personas cómo se vive la fe. Hoy la visibilidad de la fe se ha desvanecido a todos los efectos. También estoy lidiando con el legado de los escándalos de abuso sexual que han dañado la credibilidad de la Iglesia. Dado que las finanzas son una función de los números, surgirán problemas financieros que serán acelerados por la pandemia global y sus secuelas”, dijo.
“El modelo actual de Iglesia es insostenible”, dijo. En Dublín había necesidad “de un programa eficaz de catequesis en toda la diócesis para agregar y, eventualmente, reemplazar la enseñanza actual de la fe para los jóvenes. Con el declive gradual de la socialización familiar en religión, el papel del catequista calificado será fundamental. En mi opinión, la transmisión de la Fe a los jóvenes es uno de los desafíos más serios que enfrenta nuestra Iglesia hoy”.
No pesimista
Obispos y sacerdotes necesitaban “fomentar un modelo institucional participativo de Iglesia con un liderazgo de servicio”, en el que “es fundamental el Pueblo de Dios, que comprende el 99,99 por ciento de los miembros de la Iglesia. Cuando se comprende esto, todo lo demás cambia”, dijo.
En general, “no era pesimista sobre el futuro de la Iglesia en Dublín”. Dijo que “cuando los jóvenes se ofrecen como voluntarios para cuidar de los enfermos, los ancianos o los pobres, cuando están acompañados, se puede facilitar una dinámica en la que el Señor comienza a hablar y mueve el corazón del joven. Tenemos que empezar aquí en lugar de decirle a la gente que vaya a misa”.
“Esta época de números reducidos bien puede brindarnos la oportunidad de ser creativos y reimaginar la Iglesia institucional. Dios no nos ha abandonado. Dios se encuentra en esta situación”, dijo.
COMENTARIO DE MILES CHRISTI: La Iglesia Conciliar está más que llorada, por causa de la obsesión de su clero modernista por la política izquierdista, el abuso sexual y el desvío de dinero, y en Irlanda el golpe ha sido más devastador hasta el punto que el pueblo no le marcha a ellos (si no, mirar los resultados de los referendos sobre la 5.ª Enmienda –separación Iglesia-Estado–, la 15.ª –divorcio–, la 34.ª –el “matrimonio gay”–, la 36.ª –despenalización del aborto– y la 37.ª –despenalización de la blasfemia–), y las restricciones impuestas por el Taoiseach (Primer ministro) Micheál Martin Corbett so pretexto del coronavirus wuhanense lo que hizo fue darle el tiro de gracia.
Así pues, tampoco venga Dermot (Jeremías) Pius Farrell O’Toole, que no tiene ni seis meses de asumir la sede dublinesa tras la renuncia por edad de su antecesor (y consagrante) Diarmuid Martin Mullen, a hacerse ilusiones que va a darle un aire extra, y menos si pretende como él quiere, la “ordenación” de mujeres o flexibilizar el celibato, o fusionar parroquias o acoger (=acolitar) las “uniones gay”. Aunque hay que abonarle la confesión que la Iglesia Conciliar quedó como un voluntariado, no como una religión que tenga algo que ofrecer y por la cual comprometerse y dar la vida. Solo les queda hacer lo que indica su nombre: LLORAR.
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