Columna de Ariel Peña González para LA OTRA CARA.
Las protestas anti-raciales en varias partes del mundo, por la muerte del ciudadano negro George Floyd, el pasado 25 de mayo de 2020 en la ciudad de Mineápolis, Minesota en EE.UU., ha llevado a la vandalización de símbolos históricos como ha ocurrido en el caso de Cristóbal Colón, quien no conoció la esclavitud de los negros en América, ya que fueron traídos desde África muchos años después; sin embargo hay personajes que le hacían apología al racismo y la historia ha sido injusta y no los ha repudiado, como ocurre con el señor Karl Marx, padre del comunismo totalitario.
Marx llegó a afirmar en una carta dirigida en Julio de 1862 a Federico Engels, refiriéndose a su rival político Fernand Lasalle, en los siguientes términos: “para mí está completamente claro ahora, como lo prueba la forma de su cráneo y su pelo, que desciende de los negros de Egipto, suponiendo que su madre o su abuela no se mezclaron con la negrada. Esta unión de judaísmo y germanismo sobre una base negra tiene que producir un producto peculiar. La perturbación del colega es asimétrica, propia de la negrada”.
Por lo que tenemos que decir frente a esas palabras, en la presente situación de Colombia, que los seguidores del esperpento marxista antes de pronunciarse sobre las reivindicaciones de las negritudes, primero deberían renegar de la estafa comunista, porque no es posible seguir a un “maestro” que se refiere en esos términos a un grupo humano tan respetable, pero el mensaje también debe focalizarse para los idiotas útiles del comunismo y por supuesto para los otros mamertos que se disfrazan con diferentes partidos y movimientos, dado que saben que si se muestran como son, no pueden engañar a la ciudadanía.
Pero además Marx apoyó la esclavitud de los negros en EE.UU., afirmando: “pero hacer desaparecer la esclavitud equivaldría a borrar a Norteamérica del mapa del mundo. La esclavitud es una categoría económica y por eso se observa en cada nación desde que el mundo es mundo”. Se lo dice Marx en una carta a Paul Annekov el 28 de diciembre de 1846; semejantes palabras inhumanas tienen que ser rechazadas sin atenuantes, no solo por su carácter racista, sino que además con las enseñanzas de Marx se propició el genocidio más grande conocido en la historia, como ha sido el de los regímenes comunistas desde 1917 hasta nuestros días, en donde han sido asesinados más de 140 millones de seres humanos, dentro de lo que desde luego están los crímenes de las bandas armadas de Farc y el Eln.
También Federico Engels compartió gran parte de la filosofía racial de Marx, y escribiendo sobre Paul Lafague, yerno cubano de Marx, en 1887 afirmaba: “un octavo o doceavo de sangre de negrazo” y agregó “al estar en su calidad de negro, un paso más cerca del reino animal que del resto de nosotros”; recordando que Engels fue el compañero de Marx en su empresa del comunismo totalitario, en consecuencia el carácter racista de esa doctrina lo tiene impregnado desde sus orígenes.
Tampoco se puede pasar por alto el desprecio que Marx tenía hacia Latinoamérica, no solo ultrajando al libertador Bolívar en una biografía publicada en 1858; sino que también llegó a ofender al pueblo mexicano con las siguientes palabras: “¿es acaso infortunado que la magnífica California fuera quitada a los vagos mexicanos que no sabían qué hacer con ella? En atención a lo cual un latinoamericano que siga abierta o soterradamente los dogmas marxistas tiene que ser muy masoquista y testarudo.
Sin embargo, para tristeza de la inteligencia de la región, en casi todos los países hay partidos comunistas, con la ñapa de que además existen varios grupos marxistas camuflados que llegan a afirmar para despistar a los cándidos, “que el comunismo no existe”, pero siguen con sus intenciones totalitarias para llevar a nuestros pueblos a la esclavitud política cuyo modelo es el de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Por lo dicho anteriormente, no se entiende bajo qué parámetros se vandalizan y se tumban las estatuas e iconos en homenaje a Cristóbal Colón, mientras que el respeto supersticioso por el señor Marx, un racista sin discusión, sigue incólume, como si los fetiches del materialismo histórico y la inevitabildad todavía fueran intocables, y no solo Colón ha sido vandalizado, también Miguel de Cervantes Saavedra y en algunas universidades de muchos pergaminos, se han vetado cátedras de personajes que supuestamente eran racistas, pero al señor Marx no lo tocan.
Los asaltos a símbolos de figuras históricas a los que no se les conoció el racismo, deberían de tener una explicación lógica, en vista de que toda la situación de sabotaje desde el asesinato del ciudadano negro George Floyd, se enfoca en contra de la cultura occidental y no en un rechazo a las posiciones racistas como las que esbozaba Karl Marx.
Subrayando que uno de los máximos exponentes del marxismo cultural, Antonio Gramsci, dijo: “la conquista del poder cultural es previa a la conquista del poder político”, para lo que es necesario según el comunista italiano infiltrar a todos los medios de comunicación, expresión y universidades; así que queda claro que es injusto ser iconoclasta ante Cristóbal Colón, pero mirar para otro lado en lo referente a Marx, a quien le rinden homenajes con estatuas, pinturas, cuadros y demás; llamando poderosamente la atención que en algunos sindicatos en Colombia todavía conservan los cuadros del señor Marx y de Engels, olvidándose de la condición racista de esos dos señores.
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