Novena
compuesta por un fraile franciscano de Palma de Mallorca en 1850. Mons.
Rafael Manso, Obispo de Mallorca, concedió por cada oración 40 días de
Indulgencia. Puede rezarse en cualquier momento del año, y por devoción
en preparación a sus fiestas (las dos primeras son celebradas por toda
la Iglesia, las otras son exclusivas de la Orden Franciscana):
- 4 de Octubre (Fiesta litúrgica).
- 17 de Septiembre (Impresión de los Sagrados Estigmas).
- 16 de Abril (Primera aprobación de la Regla franciscana por el Papa Inocencio III).
- 25 de Mayo (Traslación de sus reliquias y dedicación de la Patriarcal Basílica de Asís).
- 16 de Julio (Canonización por el Papa Gregorio IX).
- 12 de Diciembre (Hallazgo del cuerpo de San Francisco de Asís en tiempo de Pío VII).
MODO DE PRACTICAR ESTA NOVENA
Para
que el santo ejercicio de esta novena sea provechoso a tu alma, y
puedas alcanzar por medio de ella lo que deseas, te esforzarás en imitar
la virtud que en cada uno de estos nueve días te enseñará el santo
Patriarca, y la que será el objeto de tu meditación. Puesto de rodillas
delante del altar o imagen del santo, procurarás arreglar tus potencias y
sentidos, y movido de una santa compunción, contrito y humillado dirás
de esta manera:
NOVENA EN HONOR AL SERÁFICO PATRIARCA SAN FRANCISCO DE ASÍS
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS.
Dios
omnipotente y Padre misericordiosísimo, que penetráis hasta lo más
íntimo del corazón, aquí me tenéis rendido a vuestra divina presencia,
movido de un vivo deseo de conocer mis pecados, para poderlos
debidamente llorar, y obtener de vuestra inefable bondad el perdón de
todos ellos. Alumbrad mi entendimiento con vuestras soberanas luces,
inflamad mi voluntad con un rayo de vuestro divino amor, para que devota
y fructuosamente medite en esta novena las virtudes, que con su ejemplo
me enseñará mi seráfico padre San Francisco. Sostenedme, Dios mío, con
vuestra gracia. María, Madre de Dios y madre de pecadores, ayudadme a
alcanzar de vuestro divino Hijo el perdón de todas mis culpas, y la
perseverancia final en su santo amor y temor. Amén.
DÍA PRIMERO - 25 DE SEPTIEMBRE
MEDITACIÓN SOBRE LA HUMILDAD DE SAN FRANCISCO.
En
el instante mismo en que fue concebido el seráfico Patriarca, fue tal
el resplandor con que el Cielo iluminó todo el valle de Espoleto, donde
moraban sus padres, por manera que estremecido el Infierno de tan grande
prodigio, movió implacable guerra contra el que iba a nacer, hasta
acabar con su vida, si pudiese. Pero ¿qué podria conseguir Lucifer y sus
ministros contra el que custodiaban millares de ángeles? Dios tiene
destinado a San Francisco para exaltarle y engrandecerle, y San
Francisco a la vez se humilla y abate; y esta misma humildad, con que
especialmente le honra la Iglesia, le elevó a aquel trono de gloria, del
que por su soberbia había sido destronado el ángel malo.
ORACIÓN
Señor
mío Jesucristo, resplandor del Padre de las luces, que en señal de que
el seráfico Patriarca venía a iluminar el mundo con las luces de su
ejemplo y predicación, derramasteis en el momento de su concepción un
raudal admirable de fulgores sobre el suelo de su patria; suplicoos,
Señor mío, que por sus méritos y poderoso valimiento llegue al
conocimiento de mi propia nada y al de mis pecados, para que
verdaderamente arrepentido de todos ellos, los confiese con verdadero
dolor, permaneciendo siempre humillado bajo el suave yugo de vuestra
divina ley; con lo cual merezca el premio prometido a los humildes de
corazón, que es el ser exaltado en la eterna gloria. Así sea.
Ahora
diremos cinco veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri en
memoria de las cinco llagas que imprimió Jesucristo Señor nuestro en el
cuerpo de nuestro seráfico Padre.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS.
Seráfico
Padre mío, prodigio de la gracia y copia la más viva de Cristo
crucificado, he meditado una de vuestras heroicas virtudes, y prometo
desde ahora arreglar conforme a ella mi comportamiento. Elegido vos para
reparar el mundo, vuestra voz, cual clarín evangélico, resonó por todas
partes, despertando a los pecadores del funesto letargo de la culpa.
Despertad, Padre mío, mi adormecida conciencia, y haced que, avivado por
la divina gracia, llore humildemente mis desaciertos y extravíos. Vos
formasteis, cuando acá en la tierra morábais, la caritativa resolución
de conceder cuanto se os pidiese por amor de Dios. Por este mismo amor
suplícoos que de tal modo ejerciteis conmigo los oficios de padre, de
manera que nunca desmerezca vuestra protección y amparo, cumpliendo
siempre, a imitación vuestra, lo que sea del agrado de Dios. Y vos,
dulcísima Madre mía, que tanto agraciasteis a vuestro siervo San
Francisco, impetradme de vuestro divino Hijo la gracia particular que le
pido en esta sagrada novena, si ha de ser a mayor gloria de Dios,
provecho del prójimo y bien de mi alma. Para ello interpongo también la
poderosa protección de mi seráfico Patriarca, ayudado de la cual y de la
vuestra, me prometo una vida santa, una muerte dichosa y la
bienaventuranza eterna. Así sea.
GOZOS EN HONOR AL SERÁFICO PATRIARCA SAN FRANCISCO
Pues con Dios tanta cabida
Tenéis, Padre soberano,
Dadnos, Francisco, la mano,
Para imitar vuestra vida.
Vuestro nacimiento santo
Causó con igual porfía
Al mundo eterna alegría
Como al Infierno dio llanto:
El Cielo ansioso por tanto
Como un pesebre os convida.
Dadnos, Francisco, la mano,
Para imitar vuestra vida.
Cuando os llegasteis a echar
En la nieve, Santo mío,
No tuvisteis miedo al frío,
Que a todos hace temblar:
Y pues no disteis lugar
A la pasión atrevida.
A la pasión atrevida.
Dadnos, Francisco, la mano,
Para imitar vuestra vida.
En una zarza, a mi ver,
De cambrones penetrantes,
¡Oh Francisco!, quereis antes
Arrojaros, que caer:
Y la que espinas fue ayer,
Y la que espinas fue ayer,
Hoy de tenerlas se olvida.
Dadnos, Francisco, la mano,
Para imitar vuestra vida.
En apariencias de dama
Os tentó el demonio, y luego
Para apagar aquel fuego
De otro fuego hicisteis cama:
De otro fuego hicisteis cama:
Vuestra fervorosa llama
Fue del Infierno temida.
Dadnos, Francisco, la mano,
Para imitar vuestra vida.
Herido, mi Padre fiel,
En manos, pies y costado,
De Cristo crucificado
Hacéis un vivo papel:
Y pues sois a la de Aquél
Imagen tan parecida.
Dadnos, Francisco, la mano,
Para imitar vuestra vida.
Entre resplandores bella,
Dejó el mundo vuestra alma,
A gozar dichosa palma
Se fue como clara estrella:
Y pues del lugar de aquella
Dio Lucifer su caída.
Dadnos, Francisco, la mano,
Para imitar vuestra vida.
En pie quedó, como es cierto,
¡Oh divino Serafìn!,
Vuestro cuerpo, porque al fin
No tuvo en qué caer muerto:
Y en la esfera en que os advierto,
Sois de pobres acogida.
Dadnos, Francisco, la mano,
Para imitar vuestra vida.
Y pues sois patrón y guía
De quien busca vuestro amparo,
Dadnos, Francisco, la mano,
Para imitar vuestra vida.
Antífona:
¡Oh mártir de deseo, San Francisco! ¡Con qué afecto tan tierno y
compasivo sigues por el camino de la Cruz al que se la carga por tu
amor! En vano suspiras por el martirio, pues ya el mismo Señor
crucificado imprime en ti sus llagas, y hace que sientas la atrocidad de
sus dolores. Atiende desde el Cielo a tus devotas ovejuelas, y
alcánzales de Dios que vayan a aumentar el número de tus dichosos
compañeros en la gloria.
℣. Ruega por nosotros, padre nuestro San Francisco.
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
ORACIÓN
Oh
Dios, que por los méritos del bienaventurado San Francisco adornaste tu
Iglesia con una nueva familia, concédenos que, a imitación suya,
despreciemos las cosas de la tierra, y nos hagamos dignos de ser
partícipes de los dones celestiales: Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO - 26 DE SEPTIEMBRE
Por la señal…
Acto de contrición.
Acto de contrición.
MEDITACIÓN SOBRE LA POBREZA DE SAN FRANCISCO.
Estando
en gravísimos dolores la madre del seráfico Patriarca, sin que pudiese
darle a luz, un ángel en apariencia de peregrino se acercó a la puerta
de su casa, y dijo a los que en ella había: «Si queréis que la señora
tenga un feliz y pronto alumbramiento, conducidla al establo, y
cumplidos quedarán todos vuestros deseos». En seguida la condujeron al
indicado lugar, y recobrando ésta de repente los perdidos alientos, vio
nacido con felicidad el fruto de sus entrañas. ¡Oh viva imagen de Jesús!
La pobreza de un establo os muestra el camino que habéis de seguir, y
os posesiona la virtud que en este día quereis enseñarme. A la pobreza
de espíritu llamábais vuestra madre, vuestra hermana y vuestra señora, y
en desnudez y pobreza quisisteis vivir y morir.
ORACIÓN
Dulcísimo
Jesús de mi vida, que con admirable providencia dispusisteis que
naciese el seráfico San Francisco en un establo, para que desde el
instante de su nacimiento comenzase a ser imagen vuestra: haced que así
como supo desprenderse de todo afecto terreno, siendo su único deseo el
copiar en sí la pobreza del pesebre y la desnudez del Calvario, no
dejando a sus hijos otro patrimonio que la pobreza; sepa yo imitar a
vuestro siervo San Francisco en esta heroica virtud, y que arrancando de
mi corazón todo apego a las cosas terrenas, aprenda a ser un verdadero
pobre de espíritu, y diga a imitación suya: «Dios y Señor mío, vos sois
para mí todas las cosas»; y renunciándolo todo por vuestro amor, alcance
el premio que teneis prometido a los pobres de espíritu, que es el Reino
de los cielos. Amén.
Cinco Padrenuestros, con Ave María y Gloria Patri. La Oración y los gozos se rezarán todos los días.
DÍA TERCERO - 27 DE SEPTIEMBRE
Por la señal…
Acto de contrición.
Acto de contrición.
MEDITACIÓN SOBRE LA PENITENCIA DE SAN FRANCISCO.
Llevando
a bautizar en la iglesia de San Rufino al recién nacido, dispuso Dios
que un ángel en figura de peregrino se ofreciese a tener al niño en la
pila mientras le bautizasen, lo que gustoso condescendió el que fuese
destinado para este ministerio. Púsosele el nombre de Juan, nombre que
encerraba el doble concepto de predicador y de penitente, para lo cual
el Cielo le tenía destinado. Concluida la función desapareció el ángel
peregrino, y luego se notó sobre el hombro derecho del niño Juan, que
despues se llamó Francisco, una cruz roja, que llevó impresa toda su
vida. ¡Oh signo de penitencia y de mortificación, cuán grabado quedaste
en el alma del penitente San Francisco!
ORACIÓN
Omnipotente
Dios, mi Criador y Salvador mío: por el sacramento del bautismo me
habéis franqueado la entrada en los inmensos tesoros de vuestra gracia, y
en retorno de tan gran beneficio me comprometí a abrazarme con la cruz
de la mortificación. De esta virtud me proponéis un ejemplar el más
cumplido y admirable en la persona del penitente San Francisco. Desde
que emprendió este el camino de la cruz, que impresa llevó siempre en su
hombro derecho, sus ayunos fueron continuos, sus disciplinas
sangrientas y sus cilicios atroces. Sobre las punzantes espinas de una
zarza y sobre las voraces llamas del fuego arrojaba su cuerpo desnudo,
para mortificar la carne y rendir los esfuerzos de la concupiscencia.
Haced pues, dulce Redentor mío, que yo aprenda a mortificar mis apetitos
y a sujetar mis pasiones; y que caminando por la senda de la
penitencia, llegue al término apetecido de vuestra gloria. Amén.
Cinco Padrenuestros, con Ave María y Gloria Patri. La Oración y los gozos se rezarán todos los días.
DÍA CUARTO - 28 DE SEPTIEMBRE
Por la señal…
Acto de contrición.
Acto de contrición.
MEDITACIÓN SOBRE LA PACIENCIA DE SAN FRANCISCO.
Después
de haber pasado el seráfico Patriarca treinta días en el desierto,
entregado a continuas y asombrosas penitencias, sale a predicar por las
calles y plazas de Asís. Unos le tienen por loco, otros le llenan de
insultos, los muchachos le apedrean, y todos le desprecian. Su mismo
padre le obliga a que comparezca ante el tribunal del obispo, y después
de haberle cubierto de oprobios e injurias, le precisa a que haga
renuncia de su mayorazgo. ¡Oh invicta paciencia de San Francisco! A todo
se resigna su pacientisimo espíritu, y despojándose hasta del vestido
que lleva, para entregarle a su enfurecido padre, exclama: «De buena
gana lo renuncio todo, y desde hoy en adelante podré decir con
toda verdad: ya no tengo más padre que el que está en los Cielos».
ORACIÓN
Amantísimo
Dios, Padre pacientísimo y Señor mío, vos que hicisteis conocer a
vuestro querido siervo San Francisco cuán grata os es la virtud de la
santa paciencia, virtud que tan cumplidamente supo imitar, sufriendo con
resignación, no solo los insultos y oprobios de los extraños, sí que
también los más amargos atropellamientos de su mismo padre. Agudos
fueron los dolores y penosísimas las enfermedades con que probasteis su
admirable paciencia: inhumanos fueron los tratamientos con que,
permitiéndolo vos, probaron su extenuado cuerpo los hombres, y hasta los
mismos demonios. Por esta misma paciencia de mi padre San Francisco,
suplícoos humildemente que me concedáis aquella fortaleza de ánimo que
necesito, para que así pueda suportar con alegría los trabajos y
penalidades que sea de vuestro agrado enviarme, a fin de que merezca
conseguir la recompensa que tenéis prometida a los que con paciencia se
abrazan con la cruz de los contratiempos, ultrajes y toda suerte de
desgracias. Así sea.
Cinco Padrenuestros, con Ave María y Gloria Patri. La Oración y los gozos se rezarán todos los días.
DÍA QUINTO - 29 DE SEPTIEMBRE
Por la señal…
Acto de contrición.
Acto de contrición.
MEDITACIÓN DEL AMOR QUE SAN FRANCISCO TENÍA A DIOS.
Caldeado
el corazón de San Francisco en la fragua del amor divino, en alas de
caridad vuela con sus compañeros a impetrar del sumo Pontífice la
confirmación de la regla que le había inspirado Jesucristo. Asegurado de
la divina misión, no suspira más que amar a Dios, y que sea amado y
loado de todos los hombres. El incendio de caridad que abrasa su
corazon, y que San Buenaventura llama «un ascua de fuego abrasador», le
inflama, le diviniza, le merece el nombre de Serafín. Este mismo le
hacia decir a sus hijos: «Nada debemos desear, nada más debemos apetecer
que al Criador, al Redentor y al Salvador, porque solo Él es el
verdadero bien, el bien por excelencia, el único bien que debemos amar.
Alabemos pues, bendigamos, glorifiquemos, adoremos y demos gracias al
Altísimo, eterno y sumo Dios».
ORACIÓN
Amorosísimo
Redentor y bienhechor de las almas, ¿quién será capaz de comprender
la caridad que ardía en el abrasado corazón de vuestro siervo Francisco?
Traspasada su alma con el encendido dardo de vuestro amor, os decia:
«Dios mío y todas las cosas! ¡Quién sois vos, dulcísimo Señor y Dios
mío, y quién soy yo, vil gusano de la tierra! Yo, Señor, deseo daros
todo mi corazón, todo mi cuerpo y toda mi vida; quiero amaros, y
quisiera tener ocasiones en que manifestaros mi amor». Haced pues, dulce
amor de los corazones, que el mío, que tantas veces se ha olvidado de
su Dios, ya no piense más que en su Criador, y no sepa vivir sino amando
al único objeto digno de ser amado. Quiero amaros, dulce Jesus mío, y a
imitación del amante San Francisco, digo con toda la efusión de mi
alma: «La fuerza de vuestro amor aparte de mi mente cuanto está bajo del
Cielo, para que víctima del amor divino muera por Aquel que por mí
murió». Así sea.
Cinco Padrenuestros, con Ave María y Gloria Patri. La Oración y los gozos se rezarán todos los días.
DÍA SEXTO - 30 DE SEPTIEMBRE
Por la señal…
Acto de contrición.
Acto de contrición.
MEDITACIÓN DEL AMOR DE SAN FRANCISCO A LOS PRÓJIMOS.
El
ardoroso volcán del divino amor, que había trasformado a Francisco en
un abrasado serafín, le hacía decir que no podia reputarse amigo de
Cristo, si no extendia su caridad a las almas que había redimido con su
Sangre. Contemplábase deudor a sus prójimos de su oración, de su
predicación, de sus penitencias y de su buen ejemplo. Su caridad le
hacía pensar en la salvación de los hombres, del mismo modo que había
pensado Jesucristo; y clamando a Dios de lo íntimo de su corazón por la
salud espiritual de los hombres, oye al divino Salvador que le dice:
«Muy solícito andas tú y tus hijos por la salvación de las almas; pide
pues lo que quieras por su salvación, porque yo te suscité para luz de
las gentes y reparación de la Iglesia». Alentado Francisco con estas
palabras, y con la protección de María, pide la célebre indulgencia de
Porciúncula, con la que a todos quiere abrir las puertas del paraíso. «¡Oh
caridad admirable!, exclama San Buenaventura. ¡Oh caridad excelsa, que a
imitación del Apóstol hace a Francisco un todo para todos, para
salvarlos a todos!».
ORACIÓN
Misericordiosísimo
Abogado de los hombres, que en prueba de la complacencia con que
escucháis los clamores de vuestros siervos, concedisteis a vuestro
siervo Francisco la milagrosa indulgencia de Porciúncula, y quisisteis
renovar en él los excesos de vuestra gran caridad a los hombres; haced
que mi corazón, a imitación del caritativo Francisco, no solo se
compadezca de las miserias espirituales de mis semejantes, sí que
tambien de las corporales. Estas le hacían tan compasivo, que se tenía
por ladrón si no socorría la necesidad del que contemplaba más
necesitado que él, desprendiéndose de sus vestidos y de su necesaria
comida en alivio de las necesidades ajenas; y aquellas las lloraba con
tanta amargura, que se tenía por indigno de la misericordia de Dios si
no la lograba por los pecadores. Por esta tan abrasada caridad os
suplico, Padre mío, que arda mi corazón en llamas de amor al prójimo, y
que siendo con él misericordioso, alcance el eterno premio que teneis
prometido a los compasivos. Amén.
Cinco Padrenuestros, con Ave María y Gloria Patri. La Oración y los gozos se rezarán todos los días.
DÍA SÉPTIMO - 1 DE OCTUBRE
Por la señal…
Acto de contrición.
Acto de contrición.
MEDITACIÓN DEL AMOR DE LA PASIÓN DE JESUCRISTO.
Jesús
crucificado y los tormentos de la pasión de este divino Redentor, a
manera de un hacecillo de mirra moraban en la mente de Francisco, y en
él deseaba con ansias transformarse. En el principio de su conversión le
aparece Jesucristo chorreando sangre de sus llagas, y a su vista quedan
de tal modo impresos en su alma los horrores del Calvario, que a su
recuerdo no puede contener las lágrimas ni los suspiros en todo el resto
de su vida. Le preguntan ¿por qué tan tierna y amargamente llora?, y
contesta: porque llora la pasión de Jesucristo, cuyos dolores quisiera
se dejasen sentir en todo el mundo. Este piadoso recuerdo es el que
encarecidamente encarga a sus hijos, y este es el que le transforma en
la imagen de Jesús, cuando sobre el nuevo Gólgota recibe las llagas de
su amado. Francisco no conoce otro tesoro, otro galardón, otra gloria
que a Jesús, y éste crucificado. Francisco es el nuevo reparador del
mundo.
ORACIÓN
Amantísimo
Jesús crucificado, que para renovar la memoria de vuestra pasión y
muerte, que tan olvidada tenía nuestra ingratitud, hicisteis que
apareciese al mundo el seráfico Francisco, e imprimisteis en sus manos,
pies y costado vuestras sagradas llagas, y fuese una viva imagen
vuestra; humildemente os suplico por los méritos de este mi glorioso
Patriarca, que derramando en nuestros corazones el espíritu de gratitud y
reconocimiento, nos animeis a agradecer y corresponder al beneficio
inestimable de nuestra redención. Haced, Señor, que a imitación de San
Francisco, llevemos siempre impresos en nuestra alma los dolores
agudísimos y los crueles tormentos que quisisteis padecer para
rescatarnos de la muerte eterna. Imprimid, oh benignísimo Jesús,
imprimid en nuestra mente la memoria de vuestra muerte, inflamad
nuestros corazones con el fuego de vuestro amor, y haced que a imitación
de San Francisco no deseemos otra gloria, otro tesoro, que a Jesús, y
éste crucificado. Amén.
Cinco Padrenuestros, con Ave María y Gloria Patri. La Oración y los gozos se rezarán todos los días.
DÍA OCTAVO - 2 DE OCTUBRE
Por la señal…
Acto de contrición.
Acto de contrición.
MEDITACIÓN DE LA DEVOCIÓN DE SAN FRANCISCO AL SANTÍSIMO SACRAMENTO.
Aquel
amor incomprehensible de Jesús al hombre, que le obligó a permanecer
entre nosotros en el santísimo Sacramento de la Eucaristía, era el
objeto de las fervorosas meditaciones del patriarca San Francisco, y el
que le inundaba de estupor al paso que de júbilo. Comulgaba
frecuentemente, dice San Buenaventura; pero con tanta devoción que
volvía devotos a los que le miraban. El humildísimo concepto que tenía
formado de sí mismo, y la angelical pureza que debe acompañar a los
ministros de tan tremendo sacrificio, que simbolizada en un vaso de
tersísimo licor le dio a conocer un ángel enviado del Cielo, le
retrajeron de ascender a la dignidad sacerdotal. Movido de esta misma
reverencia decia a los sacerdotes de su orden: «Tributad, hermanos
míos, tributad todo el honor y reverencia que podáis al Cuerpo y Sangre
de nuestro Señor Jesucristo». Si la bienaventurada Virgen María es tan
altamente honrada porque trajo en su seno el sagrado cuerpo de
Jesucristo, ¿cuál debe ser la santidad y pureza del que le hace bajar
del Cielo a la tierra, le recibe en su pecho, y aun le da a gustar a los
demas? Estremézcase toda la tierra, y humíllese confundido el hombre
cuando ve en manos del sacerdote a Cristo, hijo de Dios vivo. ¡Oh obra
estupenda y admirable! ¡Oh prodigio de amor! ¡Oh liberalidad
inestimable! El Dios de los cielos y de la tierra se humilla hasta
ocultarse por nuestra salud bajo las especies de pan. Humillémonos
también nosotros, y postrémonos a su presencia.
ORACIÓN
Dulcísimo
y amorosísimo Jesús, que tantas veces hicisteis gustar a vuestro siervo
Francisco aquellas celestiales dulzuras, que gustan las almas que
dignamente os reciben en el sacramento del amor: yo me confundo a vista
del estupendo prodigio, que obrasteis por nuestro amor, y no puedo hacer
otra cosa que humillarme en vuestra real presencia. ¡Cuán poco he
imitado al serafín Francisco en aquella pureza y santidad de alma, que
exigis a los que deben gustar el pan de los ángeles, que nos tenéis
siempre preparado en la Eucaristía! Vos, Señor, hacíais sentir al
patriarca Francisco las más delicadas dulzuras en medio de las más
grandes tribulaciones. ¡Oh Señor! No merezco estos favores; pero por el
amor que os obligó a quedaros en el augusto Sacramento del altar, dad
una mirada benigna sobre esta mi pobrecita alma, derramando en ella una
sola gota de aquel bálsamo suavísimo con que curáis las más profundas
llagas; y haced que a imitación de San Francisco no ame, ni quiera, ni
desee amar otra cosa, sino a vos, en agradecimiento del amor que me
manifestais en el santísimo Sacramento. Amén.
Cinco Padrenuestros, con Ave María y Gloria Patri. La Oración y los gozos se rezarán todos los días.
DÍA NOVENO - 3 DE OCTUBRE
Por la señal…
Acto de contrición.
Acto de contrición.
MEDITACIÓN DE LA DEVOCIÓN DE SAN FRANCISCO A LA INMACULADA VIRGEN MARÍA.
La
santa Iglesia quiere que nosotros llamemos a la Virgen María esperanza
nuestra: «Esperanza nuestra, Dios te salve». De tal manera tenía el
patriarca San Francisco puesta en esta divina Madre su esperanza, que la
constituyó su patrona y la de toda su Orden seráfica. En su honor, dice
San Buenaventura, «ayunaba desde la fiesta de los apóstoles San Pedro y
San Pablo, hasta su triunfante Asunción a los cielos; y en el primer
capítulo que celebró, ordenó a sus hijos que cantasen todos los sábados
una misa solemne en honor de la inmaculada Virgen María». Las iglesias
consagradas a esta divina Señora eran el objeto de su mayor devoción, y
su aseo y adorno el de su atención. Tantos obsequios, tantas oraciones y
tantas devociones con que honraba a tan digna Madre, eran efecto de su
amor; y este amor le hacía decir, que «ni en el Cielo ni en la tierra se
conocía otro nombre, despues del de Jesús, del que reportasen los
fieles mayores gracias, en quien depositaran mejor su confianza, ni de
quien recibiesen mayor consuelo que del santísimo Nombre de María». Y
María a la vez corresponde a la devoción de Francisco, depositando en
sus brazos el fruto virginal de sus entrañas, y asegurándole su
proteccion para con sus hijos y devotos.
ORACIÓN
Jesús
y Señor mío, vos manifestasteis a mi padre San Francisco que el medio
más seguro para llegar a vos es el de María vuestra Madre. Rogad pues
por mí, ¡oh Madre de Dios!, ya que vuestro Hijo os escucha y os concede
todo lo que le pedís. Es verdad que soy indigno de vuestra protección;
pero vos nunca habéis abandonado al que ha recurrido a vos. ¡Oh María! A
vos entrego mi alma: vos habéis de salvarla. Por los méritos de vuestro
devoto Francisco os suplico que me alcancéis la perseverancia en la
divina gracia, y el amor para con vuestro Hijo y para con vos.
Alcanzadme, ¡oh Madre mía!, este favor de que yo, a imitación de mi
padre San Francisco, siempre acuda a vos en todas mis tentaciones y
peligros de perder la gracia. Asistidme especialmente en la hora de mi
muerte: haced que expire pronunciando vuestro nombre y el de vuestro
Hijo, diciendo: «Jesús y María, a vosotros encomiendo el alma mía.
Amén».
Cinco Padrenuestros, con Ave María y Gloria Patri. La Oración y los gozos se rezarán todos los días.
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