El
placer de comer y tener relaciones sexuales son acciones “divinas”,
alega Francisco Bergoglio en “Tierra Futura: Conversaciones con el Papa Francisco sobre la ecología
integral”, uno de sus libro-entrevista que fue publicado por el gourmet
italiano Carlo Petrini (fundador del movimiento “Comida Lenta”, fundado en la década de los 80 en oposición a la “Comida Rápida”), dice el 9 de septiembre el sitio web Rte.ie.
«El
placer deriva directamente de Dios, no es católico ni cristiano, ni
otra cosa, es simplemente divino”, y “el placer de comer y el placer
sexual provienen de Dios», dijo al escritor y gourmet italiano Carlo Petrini.
Él
acusa injustamente a la Iglesia del pasado de “moralidad exacerbada”
que “negaba el placer”, lo que Francisco llama «una equivocada
interpretación del mensaje cristiano».
Piensa
que el “placer” inhumano, brutal y vulgar debe ser condenado, mientras
que el placer humano, simple y moral debe ser aceptado. Pero ésta es la
posición de la Iglesia en el pasado.
«El
placer de comer es para mantenerte saludable al comer, al igual que el
placer sexual es para hacer al amor más hermoso y garantizar la
perpetuación de la especie», agregó Francisco Bergoglio (quien ha engordado mucho
desde que se convirtió en Papa). Según él, las opiniones contrarias «han causado un daño enorme, que en algunos casos todavía puede sentirse fuertemente».
Abundó Bergoglio en señalar como reflejo de su mensaje sobre el placer la película danesa de 1987 “El festín de Babette”, cuyo protagonista es un chef que se gana la lotería e invita a un grupo de protestantes ultrapuritanos a un suntuoso banquete: «Es un himno a la caridad cristiana, al amor», dijo.
En realidad,
la alimentación y las actividades sexuales son en sí mismas buenas,
humanas, naturales. Deben ser cultivadas, pero de ninguna manera son
“divinas” (porque en el Cielo, los bienaventurados serán semejantes a los ángeles, cuyos cuerpos glorificados en Cristo no estarán sujetos a ninguna necesidad terrena). Además, el discurso de Bergoglio (reminiscencia del hedonismo y del milenarismo carnal o quiliasmo) va en línea con lo que dice
San Pablo sobre las personas inmorales:
«muchos andan por ahí, como os decía repetidas veces, (y aún ahora lo digo con lágrimas) que se portan como enemigos de la cruz de Cristo, el paradero de los cuales es la perdición; cuyo Dios es el vientre, y que hacen gala de lo que es su desdoro y confusión, aferrados a las cosas terrenas» (Efesios III, 18-19).
Y Santa Hildegarda ve en las divagaciones de Bergoglio el discurso del Anticristo:
«El Anticristo, poseído por el diablo, cuando abra la boca para predicar su perversa doctrina destruirá todo lo que Dios fundó en la antigua y en la nueva ley y afirmará que la impureza y los delitos parecidos no son pecados.
Dirá que no hay pecado si la carne busca el calor de la carne, como si el hombre se calentara al fuego. Afirmará que todos los preceptos que prescriben la castidad derivan de la ignorancia, porque si un hombre está caliente y otro frío, es obvio que se consuelen uno a otro. E irá repitiéndoles a los fieles: “Vuestra ley de la continencia es contra natura, porque manda no estar caliente a quien arde por el fuego, incendiando con ello todo el cuerpo. ¿Cómo se podría ser frío contra natura? ¿Y por qué debería abstenerse de calentar la carne de otro? Aquel hombre que llamáis vuestro maestro os ha dado una ley que está demasiado por encima de vosotros, mandándoos vivir así. Pero yo os digo en cambio: Vosotros estáis hechos de estos dos modos, unos calientes y otros fríos, así que daros tibieza unos a otros, y reconoced que aquel hombre os ha dado reglas injustas, ya que aunque haya mandado que los hombres no se den tibieza uno a otro, al hacerlo así honran a su propia naturaleza carnal. Por lo tanto, no os dejéis seducir por esa doctrina injusta, ya que está en mí decidir lo que puedo y lo que no puedo hacer. Vuestro maestro no os ha dado enseñanzas correctas, porque ha querido que fuerais como espíritus no revestidos de carne sino que no podéis actuar sin el cuerpo. La carne del hombre, que se le da en el nacimiento y que está invadida por el fuego que la da forma, no ha sido creada así, porque si los hijos de los hombres no fueran creados de este modo, no tendrían posibilidad de realizar sus obras. Sabed pues quien sois. El que os enseñó antes, os engañó y no os ayudó para nada. Yo os infundo el conocimiento de vosotros mismos, para que sepáis quienes sois, porque soy yo el que os he creado y soy todo en vuestro todo. Pero ese, que debe todas sus obras a otro, no habló por sí, porque por sí no tiene ningún poder, pero yo hablo de mí y tengo por mí mismo poder sobre todo”.Con éstas y parecidas palabras el desgraciado hijo de la perdición engañará a los hombres, enseñándoles a vivir según el gusto ardiente de la carne y a consentir en todo deseo carnal, mientras que, tanto la antigua como la nueva ley invitan a los hombres a la castidad, practicada con justa medida. De este modo Lucifer, a través del Anticristo, renegará de la justicia de Dios, y creyendo poder cumplir por su medio todo lo que ha iniciado, creerá poder desviar hacia sí el Jordán, de modo que el bautismo ya no se nombre sino que más bien se rechace completamente, como a él se le rechaza con el bautismo. Y con estas palabras imperiosas creerá poder subyugar a mucha gente, para que en comparación con los suyos, el Hijo de Dios tenga solo un pequeño número de fieles» (Liber Divinórum Óperum –Rafael Renedo Hijarrubia, traductor–, libro tercero, visión 5ª, XXX).
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