Los colombianos quizá recordarán (aunque más bien es para olvidar, como todo lo relativo a Bergoglio y la secta conciliar que él gobierna con puño de hierro) cuando, el 7 de Septiembre de 2017, un grupo de músicos conciliares cantó en su honor la canción “Demos el primer paso” en el Parque Simón Bolívar de Bogotá previo al servicio novusordiano presidido por Bergoglio esa tarde. Entre estos (no sin controversia en Twitter) hubo una que se ganó el renombre de la “Monja Rapera” por su participación en ese género musical en el reality show “A otro nivel” el año antes de ese fatídico y oneroso evento. Se llamaba Valentina de los Ángeles y de la Santa Faz (en el siglo Wendy Lorena Rangel), de la congregación de las Comunicadoras Eucarísticas del Padre Celestial, fundadas por el presbítero Antonio Lootens Impens († 2018) y la religiosa Gabriela del Amor Crucificado (en el siglo Adriana Delgado Aldana, * 1977) en 2004 y aprobadas cuatro años después por el arzobispón Juan Francisco Sarasti Jaramillo CJM († 2021), ordinario de Santiago de Cali.
Bueno, en días recientes salió que después de doce años entre las Comunicadoras Eucarísticas, Valentina de los Ángeles abandonó el hábito (aunque su deserción se dio a comienzo del 2018, a juzgar por su página de Facebook y su cuenta en Twitter). Actualmente está estudiando música para iniciar carrera como cantante profesional con el nombre artístico de “Lore Rangel”, y quiere grabar reggaeton (“con otro contenido”, claro está), como declaró en una entrevista para un canal de televisión.
Valentina dijo a la AFP en los días previos a la “visita papal” de Bergoglio a la nación cafetera:
«Mi sueño como música es ser una buena religiosa y hacer música es un segundo (sueño). Quiero grabar más y que la gente más que enamorarse de mi voz, se enamore de Jesús».
Meses después, Wendy Lorena trinó en su cuenta de Twitter:
«Me caí, me paré, caminé, me subí
Me fui contra la corriente y también me perdíFracasé, me encontré, lo viví y aprendíCuando te pegas fuerte más profundo es el beat».
San Pablo advirtió en su momento que no se debía admitir mujeres demasiado jóvenes como viudas al servicio de la Iglesia (antecesoras de las monjas), porque después de profesar fidelidad a Cristo, algunas se volvían al mundo que habían abandonado, atrayendo sobre sí la condenación por el perjurio y el adulterio cometido contra su Divino Esposo:
«Viudas jóvenes no las admitas al servicio de la Iglesia. Pues cuando se han regalado a costa de los bienes de Cristo, quieren casarse, teniendo contra sí sentencia de condenación, por cuanto violaron la primera fe, la palabra de fidelidad, o el voto con que se habían ofrecido al Señor: Y aun también estando ociosas o teniendo poco trabajo se acostumbran a andar de casa en casa: no como quiera ociosas, sino también parleras, y curiosas, hablando de cosas de que no deberían hablar. […] Pues algunas se han pervertido ya para ir en pos de Satanás, abandonando a Jesucristo, a quien se habían sacrificado para toda su vida». (I Timoteo V, 11-13; 15, versión de Mons. Félix Torres Amat).
Y la Seráfica Doctora Santa Teresa de Jesús, que en el Libro de la Vida, cap. XXXVI, 5 dice: «No hacía cosa que no fuese con parecer de letrados» (contándose hasta 23 letrados y teólogos durante su vida, entre ellos San Pedro de Alcántara y San Juan de la Cruz), escribe que no podía admitir monjas iletradas ni pagadas de devoción sensiblera,
«porque espíritu que no vaya comenzando en verdad yo más le querría sin oración, y es gran cosa letras, porque estas nos enseñan a los que poco sabemos y nos dan luz y, llegados a verdades de la Sagrada Escritura, hacemos lo que debemos: de devociones a bobas nos libre Dios» (Libro de la Vida, cap. XIII, 16).
Claro, las Comunicadoras Eucarísticas no se
denominan monjas (las consideran aburridas, anquilosadas o distantes)
ni religiosas: son “consagradas” que quieren vender la imagen de una iglesia
“rejuvenecida” y que “hace lío” como lo manda su líder Francisco Bergoglio, enemigo del monacato católico. A tal fin graban discos, cantan en conciertos y hacen vídeos y programas para televisión e internet. No había en ellas el retiro que es común en las monjas, y las consecuencias saltan a la vista.
Tengo la oportunidad de conocer a las Comunicadoras de primera mano, incluso pasé una semana con ellas hace algunos años. No dudo que muchas de ellas tienen la mejor intención y un amor auténtico por Nuestro Señor y la Iglesia, pero hay muchas fallas en su "Orden". Lo primero es que su vida consagrada parece muy improvisada: no rezan el oficio como tal, pero si improvisan unas horas de oración en común; pero lo que me parece más grave es que el carisma gravite en torno al mundo, ellas quieren ser parte del mundo, y eso nos corresponde a los laicos. Ellas quieren ofrecer contenido que compita con lo que el mundo ofrece en las mismas categorías, y nunca van a hacer cosas tan amenas y atractivas si a la vez pretenden dar un mensaje cristiano. A pesar de que tengo amigas en la comunidad, prefiero mil veces otros canales católicos presentes en las redes, presididos por laicos, que lo que ellas hacen, que muchas veces no siente uno que conecten con la realidad espiritual de lo que uno vive en el mundo.
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