jueves, 27 de julio de 2023

MES EN HONOR A SANTA ANA (DÍA 27)

Recopilado por el P. Dr. Vicente Alberto Rigoni, Cura Párroco de Santa Ana en Villa del Parque (Buenos Aires), el 12 de Mayo de 1944. Tomado de RADIO CRISTIANDAD.
    
DÍA VIGESIMOSÉPTIMO
   
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Dios os salve, ¡oh gloriosa Santa Ana, cuyo nombre significa la gracia de la que fuiste por Dios llena, gracia que distribuís a vuestros devotos. Nosotros, postrados a vuestros pies, os rogamos que aceptéis estos humildes obsequios con los cuales pretendemos honraros, como a madre de nuestra amantísima Madre y Reina y como abuela de nuestro dulcísimo Redentor Jesús. Y Vos, en señal de que os agradan nuestros homenajes, libradnos del maldito pecado alcanzándonos la gracia de modelar nuestra vida conforme a vuestros ejemplos, y obtenednos luz, fervor y constancia para que con la meditación que vamos a hacer, crezcamos en virtud y seamos más y más gratos al Señor. Amén.
     
MEDITACIÓN: Muerte de San Joaquín.
Estaba para expirar el sexto mes de la consagración de María al templo, cuando las fuerzas de Joaquín, disminuidas con mucho, daban claro indicio de que había llegado su fin.
    
Ana, doliente y resignada, le prodigaba los más cordiales cuidados y asistencia, dirigiendo con frecuencia al Cielo ardientes suspiros para que le socorriese con su gracia.
    
La niña María, dice la Venerable María de Jesús de Ágreda, avisada por el Señor del día y la hora en que su padre cumpliría su carrera, le envió a todos los ángeles colocados a su custodia, a fin de que, haciendo sus veces, asistiesen a Joaquín, dulcificando su muerte. Mas Dios, excediendo los deseos de su celestial paloma, añadió a este mandato el de decir al moribundo: “Tu hija María nos manda para consolarte, y el Omnipotente, por alegrarte, te da a saber que Ella es la elegida para madre del Mesías, la más excelsa de todas las criaturas, la restauradora del mundo”. Alegre éste por la gloria de ser padre de la hija de la gracia, partió de esta vida con la bendición de Dios a llevar a los justos la nueva de su próximo rescate. Mientras los ángeles hablaban así, Santa Ana lo oía todo; y al cerrar los ojos de su santo esposo vio que alegre y resignado, daba el último suspiro. San Joaquín murió casi a los setenta años.
    
He aquí a lo que consuela a los que sobreviven; ver al que muere, asegurado y tranquilo, acabar en la paz del  Señor. De todos es el morir; mas no de todos es morir como santos. La muerte no repara ni condición ni edad; hiere a jóvenes y viejos, a adolescentes y niños. Pero sólo muere bien quien ha vivido bien, siendo la muerte el eco de la vida.
     
Si tú deseas, ¡oh cristiano!, una muerte como ésta de San Joaquín, ¿por qué no imitas su vida, que fue inmaculada, siempre resignadísima y fecunda en todas las virtudes? Entonces tu muerte no te será causa de temor sino de gozo, porque te abrirá la entrada a la patria bienaventurada.
    
De otro lado, será dulcificada por la presencia de los ángeles y tus santos tutelares, que vendrán a aclamar tu triunfo: vive como justo y será santo tu fin.
   
EJEMPLO: Fue muy notable en Segovia la curación de la esposa de Don Francisco de Vargas, gobernador de aquella ciudad, la cual, gravemente enferma, estaba a punto de expirar.
    
Llegó allí el Venerable Fr. Juan de San Joaquín y le rogó el gobernador que rezara por su esposa, colocada en tan extrema necesidad. Entonces Juan aplicó sobre el rostro y el pecho de la enferma su imagencita de San Joaquín y Santa Ana, llevando en medio a la Virgen María, y repitió su acostumbrada invocación: “San Joaquín y Santa Ana, todo lo sanan”. ¡Oh qué maravilla!, a esas palabras y a ese contacto, la enferma echó por la boca extrañas materias y reanimándose inmediatamente, exclamó con rostro sereno: “San Joaquín y Santa Ana me han curado completamente”. El estupor de los circunstantes fue grande y todos declararon, bajo juramento, el hecho, para gloria de Dios y de los santos padres de María.
   
OBSEQUIO: Haced la Santa Comunión en honor de San Joaquín y Santa Ana, y en sufragio de las almas del Purgatorio que en su vida fueron más devotas de ellos.
   
JACULATORIA: ¡Oh, madre de María, Gloria quiere cantar el alma mía!
   
ORACIÓN
¡Oh, Ana bendítisima!, por aquellas dulzuras celestiales que aligeraron todos vuestros afanes en la muerte de vuestro amado esposo, no me abandonéis en mis últimos momentos. La muerte fue verdadero descanso para el que fue siempre justo, mas ¿qué será para mi, cuya vida es de aquella tan distinta? Pero hoy quiero comenzar a imitar sus ejemplos, y Vos obtenedme estabilidad en este mi santo propósito, y en mi última lucha venid con vuestro santo esposo para asegurarme la gloria eterna. Amén. Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
    
℣. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Ana.
℞. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
        
ORACIÓN
Oh Dios, que te dignaste conceder a Santa Ana la gracia de dar al mundo a la Madre de Vuestro Unigénito Hijo, haz, por tu misericordia, que nos ayude junto a Ti la intercesión de aquélla cuya fiesta celebramos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
    
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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