jueves, 13 de julio de 2023

NUESTRA SEÑORA DE ŠILUVA


Lituania fue la última nación en Europa en convertirse al catolicismo en 1251, como un medio para detener la cruzada teutónica. Vladislao II Jagellón, bautizado en 1387 durante su matrimonio con la reina de Polonia Eduviges de Anjou, se esforzó por difundir la fe católica en su reino todavía pagano.

En 1457, Pedro Simón Giedgaudas, diplomático para el rey Alejandro Vitoldo “El grande”, en uno de sus muchos recorridos, fue a Roma y obtuvo un pintura magnífica de la Virgen Maria que sostenía al niño Jesús, de estilo Salus Pópuli Románi. Regresado a Lituania, asignó tierras de un pinar (Šiluva deriva del polaco Szydłów, que significa “Pinar”) heredado de su padre Jorge para un santuario en honor a Nuestra Señora que mandó construir el 1 de septiembre. La iglesia fue dedicada a la Natividad de la Santísima Virgen María. Por varias generaciones los fieles adoraron a Dios y honraron a la Virgen María en su pequeña iglesia peregrinando desde la Lituania Mayor, Prusia y otras regionea, hasta 1532, cuando el protestantismo llegó a la región. El gobernador Juan Zaviša, al igual que la nobleza y la clase intelectual, profesaron la nueva religión de Lutero. No así el pueblo, como lo demuestra el hecho que un pastor luterano, a mitad del s. XVI, se quejó de que no había manera de disuadir a sus fieles de viajar 100 km. o más a Šiluva para asistir a la fiesta de la Natividad de María.
 
El padre Juan Holubka, último párroco de la iglesia de la Natividad de María, escondió la imagen traída por Giedgaudas, los ornamentos sagrados y el decreto real en un cofre de hierro, que hizo enterrar bajo una roca muy grande cerca de la iglesia. La acción fue providencial porque en 1569, el gobernador calvinista se apoderó de los terrenos de la iglesia, que fue después derribada.
  
Roca bajo la cual se enterró el cuadro de la Virgen (y sobre cual Ella se apareció después).
   
Sin embargo, el fervor que inspiró el protestantismo empezó a decaer, vistas las disensiones entre los novadores: siguiendo a Socinio y a Juan Valentín Gentile, algunos de ellos empezaron a predicar contra la Trinidad y negar la divinidad de Jesucristo, hecho que hizo irritar a varios nobles. Al mismo tiempo, desde Polonia entraban los jesuitas, por cuyo celo inflamado por el Concilio de Trento hubo muchas conversiones.

Pasada la tormenta iconoclasta, el III Estatuto de Lituania de 1588 autorizó a los católicos a recuperar los bienes incautados, cuando podían hacer valer su derecho. Luego, a instancias del obispo Melchor Giedroyć, los católicos intentaron recuperar la propiedad de la iglesia de Šiluva que había sido confiscada por los protestantes a Andrés Zaviša (que se reconcilió con el catolicismo). El caso se prolongó porque habían desaparecido los documentos que acreditaban la propiedad.

En esas, el 13 de Julio de 1608, unos pastorcitos, mientras tendían sus ovejas en los terrenos que eran de la iglesia, ven a una mujer hermosa que estaba de pie en una roca y que sostenía a un bebé en los brazos. La mujer vestía un traje azul y blanco, diferente de cualquier vestido conocido por los niños. Su pelo largo, marrón claro caía suavemente sobre sus hombros. Una luz extraña rodeaba a la mujer y al niño. La aparición se veía llorando amargamente, mientras los niños la miraban fijamente hasta que desapareció. Uno de los muchachos fue a la aldea para contarle al catequista calvinista, de nombre Nicolás Fieras, lo ocurrido. Le dijeron que parase de hacer un cuento tan fantástico y que se fuera de nuevo a los campos.
    
Cuando los niños volvieron a casa por la tarde, relataron a sus padres y vecinos sobre la mujer que lloraba. La noticia se propagó rápidamente a través de la pequeña aldea y a la mañana siguiente la mayoría del pueblo estaba congregado alrededor de la roca. Algunos se burlaban en alta voz, pero otros estaban impresionados por los niños que con insistencia y llantos aseguraban decir la verdad. Esto fue probado porque, si preguntaban a los niños por separado o juntos, cada uno contaba la misma historia con exactitud hasta el detalle más pequeño.
   
Enterado de que la muchedumbre había ido al lugar de las apariciones, el catequista y el rector de la escuela calvinista Salomón Grockis, se alarmaron de la ingenuidad de su gente al creer lo que el consideraba una “superstición romana”, y le advirtió que éste era el trabajo de Satanás para llevarse a la gente. Mientras que el rector calvinista se detuvo brevemente para recuperar su respiración, un sonido desgarrador de llanto fue oído. Todos los ojos dieron vuelta a la roca, y allí, parada en su medio, estaba la señora que lloraba con el bebé en brazos, tal como los niños la habían descrito. La gente estaba estupefacta. El pastor no podía sino también mirar fijamente a la mujer, cuyas lágrimas corrían por su rostro. Finalmente el rector recuperó su calma y le preguntó: «Joven, ¿por qué lloras?». En una voz llena de dolor, ella contestó: «Hubo un tiempo en el que mi Hijo era adorado por mi pueblo en este mismo lugar, pero ahora han dado este suelo sagrado al arado, a la siembra y a los animales de pasto». Sin otra palabra, ella desapareció.
   

La creencia que la Madre del Dios había aparecido en persona para regañarlos por su negligencia hacia la fe católica creció rápidamente entre la gente. La mayoría de ella prestó atención a su mensaje y comenzó a volver a la Iglesia verdadera fundada por su Hijo divino, Jesucristo. 

El obispo Nicolás Pac de Samogitia designó al canónigo Juan Kazakevičius para investigar el fenómeno y e interrogar a todos los testigos de los acontecimientos.

A la sazón, un hombre ciego de más de 100 años de edad, que vivía en una aldea cercana, supo de las apariciones y dijo: «Queridos vecinos, decidme lo que queráis, pero yo diré que en la piedra no había ninguna clase de espíritu maligno, sino que la Virgen se apareció con su Hijo, que una vez estuvo en ese lugar de honor una antigua iglesia católica. Hasta donde puedo recordar, hace ochenta años fue destruida y abandonada». Los aldeanos lo condujeron al campo de las apariciones a ver si él podría ayudar a localizar el lugar en donde los tesoros fueron enterrados. Tan pronto llegó al lugar su vista fue restaurada milagrosamente. Cayendo de rodillas con alegría y gratitud, él señaló el punto exacto donde el cofre había sido enterrado. 
   

El cofre fue cavado de la tierra y dentro encontraron, preservada perfectamente, una pintura grande de la Madonna con el niño, varios cálices del oro, vestiduras, títulos de la iglesia, y otros documentos. En 1622, luego de un proceso interpuesto por Kazakevičius, el tribunal supremo en Vilna ordenó que la propiedad fuese devuelta a la Iglesia católica: “en pocos años, toda la región abjuró del protestantismo” y volvió a la fe católica. Tan completo fue este retorno que una década más tarde, en la fiesta de la Natividad de la Virgen Maria, más de 11.000 personas recibió la Comunión durante una misa ofrecida en el lugar de las apariciones.
   
Pronto se construyó una capilla sobre la piedra de la aparición, y se levantó una iglesia a unos 200 metros de distancia, en el lugar del santuario original del s. XV. Pronto resultó demasiado pequeña para los numerosos peregrinos que la visitaban, no obstante los ataques protestantes. En 1641 se construyó una iglesia mucho más grande.
   
El papa Pío VI confirmó la autenticidad de la aparición de Nuestra Señora de Šiluva mediante un decreto papal promulgado el 17 de agosto de 1775, y concedió la coronación canónica a la imagen venerada el 8 de septiembre de 1786. Un nuevo santuario se construyó en el lugar de la aparición en 1921, siendo terminado tres años después.
  
Šiluva ha sido un importante destino de peregrinación y un símbolo de identidad nacional para los lituanos, que han concurrido allí a pesar de las restricciones que impusieron los zares rusos (entre 1795 y 1917), y los comunistas soviéticos.

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