Novena
compuesta por el Padre Eustaquio Tresené, e impresa en Zaragoza en el
año 1866. Mons. Manuel María Gómez de las Rivas, Arzobispo de Zaragoza,
otorgó 880 días de Indulgencia a cuantos hagan con devoción esta Novena y
recen las oraciones en ella contenidas.
NOVENA A NUESTRA SEÑORA DEL PILAR, PATRONA DE LA HISPANIDAD
Postrado humildemente con una firme esperanza en Dios, y en la poderosa protección de la Santísima Virgen, comenzara diciendo:
Por la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Clementísimo Señor, Padre amoroso de mi alma, y Dios de todo consuelo, postrado ante Vos, y con un corazón contrito y humillado, confieso con todo el sentimiento de mi corazón, miserable de mí, he pecado, he cometido las más graves ofensas contra Vos, debiera haberos amado, y os he ofendido. ¿Qué consuelo me queda en mi aflicción? Arrojarme a vuestros brazos, implorar vuestra misericordia, clamar a Vos, y pediros una y mil veces perdón de mis culpas. Perdonadme, Padre mío, me avergüenzo, suspiro y lloro, y con el penitente Agustín, exclamo a Vos: «¡Ay de aquel tiempo, cuando no os amé!» Pero ya conozco, que amarga cosa es el haber abandonado a mi Señor, mi alma privada de Vos, no halla paz ni quietud. Os ruego pues, que no me arrojeis de vuestra presencia, dad a mis ojos fuentes de lágrimas, borrad todos mis pecados. ¡Ah, no dilateis por más tiempo el consolar mi afligido espíritu, despedidme como el Salvador del mundo despidió a la arrepentida Magdalena. Resuenen en lo interior de mi alma aquellas dulces palabras: «vete en paz», y al instante se alegrará mi combatido corazón, se regocijará mi afligido espíritu, os bendeciré eternamente, y no olvidaré jamás tan grande beneficio. En Vos confío, Señor, salvad mi alma. Amén.
ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS DE LA NOVENA
¡Oh Señor Omnipotente! En vuestra soberana presencia derramo todo mi corazón, implorando vuestra bondad: yo soy aquella oveja perdida que mi amado Jesús como Pastor bueno se afanó tanto en buscarla, la redimió con su preciosísima Sangre, y la tomó sobre sus hombros, para volverla al redil de su Iglesia. ¿Permitiréis ahora que se pierda? ¡Ay de mí, me confundo a mí mismo! La causa verdaderamente es mía, porque se trata de mi eterna salud, pero tambien es vuestra, porque se interesa vuestra gloria. Mas entretanto viva sobre la tierra, me hallo en la incertidumbre de mi salvación. En semejante conflicto, permitid, Señor, que desahogue con suspiros el profundo sentimiento que aflige mi corazón. Porque ¿qué me importará ganar el Universo, si me pierdo para siempre? Por esta causa tan importante, elevo mis fervorosos ruegos hasta el trono de vuestra gracia, suplicándoos que libreis mi alma de las furias del león infernal. En Vos confío, Madre piadosa, favorecedme en tan grave necesidad. Acordaos, ¡oh gloriosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir de nadie, que habiendose acogido a vuestra protección, pidiendo vuestro amparo e implorando vuestra intercesión, se haya perdido. Animado yo con esta confianza, acudo a Vos: pecador como soy me presento gimiendo y suplicandoos, que me adopteis para siempre como hijo, que toméis a vuestro cargo mi eterna salvación. No desprecieis mis palabras, Vos que sois Madre de la palabra eterna. Oídlas propicia, y despachadlas favorablemente, este será todo mi consuelo sobre la tierra, y me inspirará la más segura confianza de ser colocado un día entre los Coros de los Ángeles, donde alabaré para siempre a Dios mi Salvador, y cantaré eternamente las misericordias de mi excelsa Protectora. Así sea.
DÍA PRIMERO - 3 DE OCTUBRE
CONSIDERACIÓN: MILAGROSA VENIDA DE LA SANTÍSIMA VIRGEN EN CARNE MORTAL A ZARAGOZA.
¡Oh Santísima Virgen María! ¡Vos en Zaragoza! Yo os saludo, Soberana Reina, en el día más feliz que vieron las naciones. ¡Grata memoria! Que pasando de generacion en generacion, mantiene por siglos una devoción tierna, una piedad constante, y un agradecimiento jamás interrumpido. ¡Milagrosa venida! Que así transporta nuestros corazones en un santo júbilo, y excita en nosotros los más tiernos sentimientos de piedad y gratitud eterna. ¡Fineza admirable! ¡Predilección singular! ¡Exceso de amor! Cuando la Madre de Dios vivía aún en la famosa Ciudad de Jerusalén, oficiosamente ocupada en el gobierno de la naciente Iglesia, se dignó venir a Zaragoza a visitarnos en persona. Esta es la tradición más autorizada y respetable. En el año 40 de la Era Cristiana, dominando el Imperio Romano, y predicando el Santo Evangelio en esta misma Ciudad el Protomártir entre los Apóstoles nuestro Patrón Santiago, a tiempo que oraba con sus Discípulos en las orillas del Ebro, a la media noche del dos de Enero, se le apareció la Santísima Virgen, Madre de Dios y Reina del Cielo, viviendo aún en carne mortal, llena de majestad, y acompañada de Coros de Ángeles, que cantaban diversas alabanzas. Los Ángeles traían su Sagrada Imagen y una Columna de jaspe, que hoy con tanta devoción veneramos. ¡Oh beneficio incomparabie! ¿De dónde a nosotros tanto favor? ¿Por qué es Zaragoza la predilecta? Que cosas tan grandes se han dicho de ti, Ciudad Augusta, pero ninguna eleva tanto tu grandeza, como la venida de la Santísima Virgen en carne mortal. ¡Oh Ciudad de María! Este favor no dispensado a nación alguna, forma tu verdadera gloria, y cubre tu suelo clásico de honor, de riqueza, de nobleza, y la memoria de este prodigio inmortalizada en los fastos de la Iglesia, hará eterna tu gloria, y la de la nación Española.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh Reina! ¡Oh Madre! ¡Oh Señora! ¡Cuánto os debo por este beneficio tan singular! ¡Y cuán poco es lo que yo he hecho hasta aquí en obsequio vuestro! Mi alma se deshace en llantos de ternura, y siente infinitamente no haberos correspondido. Pero sois Madre de bondad, yo me acojo a vuestra protección, suplicándoos humildemente: que sin atender a mis iniquidades, sino solo a vuestra misericordia, seais mi intercesora y abogada para con Dios, y así mi alma, horriblemente deforme por la culpa, recobrará su belleza; herida de muerte, sanará; muerta espiritualmente, volverá a la vida; y como dice el Apóstol, se hará como una nueva criatura en Jesucristo. Esta gracia principalmente os pido, y la particular que deseo en esta Novena, si me conviene para el mayor bien de mi alma. Los Ángeles os alaben. Amén.
Ahora se rezan cinco Ave Marías:
- En alabanza de la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza. Dios te salve María…
- Por haberle erigido el Apóstol Santiago por mandato de la Santísima Virgen su santo Templo en Zaragoza, el primero del mundo dedicado a su nombre. Dios te salve María…
- Por habernos dejado como un don precioso su sagrada Imagen, que es nuestro amparo y consuelo en toda tribulación. Dios te salve María…
- Por el santo Pilar o Columna Angélica, símbolo de la fortaleza y estabilidad de la fe católica en Zaragoza, hasta el fin del mundo. Dios te salve María…
- En acción de gracias por los infinitos beneficios que desde su venida nos ha dispensado como excelsa Protectora de nuestra España. Dios te salve María…
Ahora se pide al Señor, por la intercesión de la Santísima Virgen, la gracia particular que cada uno desea conseguir en esta Novena.
ORACIÓN.
¡Oh María! ¡Hija de Dios Padre! Amparad a la Iglesia, que desde su principio ha reclamado vuestra protección. Reconoced en ella la Esposa de vuestro único Hijo, que la ha rescatado con el precio de toda su Sangre. Haced que resplandezca con tal brillo de santidad, que pueda presentarse digna de su divino Esposo, y del precio con que fue redimida. ¡Madre de Dios Hijo!, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, ¡Aurora brillante de este sol divino! Disipad las tinieblas de la herejía y del cisma. Haced que todos sigan la luz de la verdad, y se apresuren a entrar en el seno de la verdadera Iglesia, donde juntamente con Jesús os conozcan con una viva fe, os invoquen con una esperanza firme, y os amen con un amor perfecto. ¡Esposa del Espíritu Santo, que ha reunido en un solo rebaño y en una misma religión, tantas y tan diferentes naciones! Derramad sobre los Príncipes cristianos y sus ministros la abundancia de gracias, de que sois dispensadora. Penetrad sus corazones del espíritu de paz y de concordia, que al nacer vuestro Hijo se anuncio a la tierra: que nada emprendan contrario a la paz y libertad de vuestra Iglesia. ¡Oh María, Templo de la Santísima Trinidad, toda pura y sin mancha en vuestra Concepción! Mirad con ojos de misericordia a la nacion Española, vuestra nacion predilecta, que tanto habeis distinguido de las demás; a pesar de sus pecados, continuad siempre en amarla: mantenedla en la fe católica, apostólica, romana: conservadla en la unidad católica, a fin de que defendida por vuestra gracia de todo error, estando al abrigo de toda disensión, y consagrada a servir a vuestro Santísimo Hijo y a Vos con un culto digno, pueda marchar constantemente al fin que le habéis prometido, y merecer teneros siempre por su Protectora en la tierra, y por su Reina y Corona en el Cielo. Así sea.
Antífona: A tu amparo y protección, Madre de Dios, acudimos: No desprecies nuestros ruegos, y de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita, defiende siempre a tus hijos.
GOZOS EN HONOR A NUESTRA SEÑORA DEL PILAR
Agradeciendo a porfía,
Sus favores soberanos,
Entonad, fieles Cristianos,
Himnos de gloria a María.
Santiago lágrimas vierte
En la encendida oración,
Al mirar nuestra Nación
Durmiendo en sombras de muerte;
Logra por fin que despierte
De la ciega idolatría.
Entonad, fieles Cristianos,
Himnos de gloria a María.
Absorto el hijo del trueno,
Cabe el Ebro caudaloso,
Ve a Maria venturoso,
Cercada de un coro ameno,
El aire en pos todo lleno
De resplandor y armonía.
Entonad, fieles Cristianos,
Himnos de gloria a María.
Entre el séquito brillante
María a Santiago llega,
Su bella Imagen le entrega
Con halagüeño semblante,
«Haz, le dice, se levante
Un Templo aquí, en honra mía».
Entonad, fieles Cristianos,
Himnos de gloria a María.
Una Columna el don fue,
Que respetan las edades,
Mil desechas tempestades
Se estrellaron a su pie,
Cifrado en ella se ve
Nuestro amparo y alegría.
Entonad, fieles Cristianos,
Himnos de gloria a María.
¡Oh noche del dos de Enero!
¡Oh Reina, oh Madre, oh Señora!
En quien el Cielo atesora
Cuantos bienes logra el suelo,
¡Cuán solícito desvelo
Nos mostrasteis aquel día!
Entonad, fieles Cristianos,
Himnos de gloria a María.
Trono a un tiempo y monumento
De la Reina celestial,
Este Templo sin igual
Se alza ufano al firmamento;
Y arrebata el pensamiento,
De aquel que la gloria ansía.
Entonad, fieles Cristianos,
Himnos de gloria a María.
Si al pisar estos umbrales,
Os sorprende en derredor
Tanta riqueza y primor,
Más bien admirad, mortales,
Los tesoros celestiales
Que a esta mansión Dios envía.
Entonad, fieles Cristianos,
Himnos de gloria a María.
María aquí fuente pura
De ferviente devoción,
Derrama con profusión
El raudal de su dulzura,
De ninguna criatura
Su tierno favor desvía.
Entonad, fieles Cristianos,
Himnos de gloria a María.
Reciba nuestro homenaje
La Soberana de Reyes,
Los que al mundo ponen leyes,
Le tributen vasallaje,
Cuente el humano linaje
Sus grandezas noche y día.
Entonad, fieles Cristianos,
Himnos de gloria a María.
Mira bien, aragonés,
Que esta ciudad en que habitas,
Y este Templo que visitas,
Sacrosanto lugar es:
Donde pisaron los pies
De la Virgen sacra y pía.
Entonad, fieles Cristianos,
Himnos de gloria a María.
Señora, ante el Pilar santo
Os pedimos mil perdones,
Tomad nuestros corazones,
Cubridnos con vuestro manto,
Solo mirad nuestro llanto,
No nuestra ingrata osadía.
Entonad, fieles Cristianos,
Himnos de gloria a María.
Cuántos en este lugar,
Viendo su nada y miseria,
Buscan, gran Reina de Iberia,
Vuestro favor tutelar,
Vuelen un dia a gozar
Vuestra feliz compañía.
Entonad, fieles Cristianos,
Himnos de gloria a María.
Agradeciendo a porfía,
Sus favores soberanos,
Entonad, fieles Cristianos,
Himnos de gloria a María.
Dios te salve, Reina y Madre…
℣. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios del Pilar.
℟. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN.
Omnipotente y eterno Dios, que te dignaste disponer que la sacratísima Virgen María, Madre tuya, entre coros de Ángeles sobre esta Columna de marmol, enviada del Cielo, viniera viviendo en carne mortal: y que esta Iglesia fuese edificada para su honra por el Protomártir de los Apóstoles Santiago y sus Discípulos: te suplicamos por sus méritos e intercesión, nos concedas alcancemos fácilmente lo que con toda confianza pedimos: Que vives y reinas con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
Alabada sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza.
℣. Ave María Purísima.
℟. Sin pecado concebida.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO - 4 DE OCTUBRE
Por la señal…
Acto de contrición y Oración preparatoria
CONSIDERACIÓN: LA SANTÍSIMA VIRGEN MANDA AL APÓSTOL SANTIAGO QUE LE ERIJA UN TEMPLO A SU NOMBRE EN EL MISMO LUGAR QUE LE SEÑALÓ.
La Reina de los Cielos y Abogada nuestra, no sólo nos ha distinguido entre todas las naciones con su venida a Zaragoza, sino que para perpetuar la memoria de tan singular beneficio, mandó al Apóstol Santiago edificase un templo a nombre de tan gran Señora. El santo Apóstol, vuelve de su éxtasis y de su rapto por el resplandor de su presencia, oye las dulces palabras con que le habla de este modo: «Santiago, este es el lugar que yo he elegido: aquí quiere el Omnipotente que dediques un templo, que llevando mi nombre, sea el suyo engrandecido. Éste ha de ser mi templo y casa, mi propia herencia y posesión; en él se manifestará la virtud del Altísimo por mi intercesión y mis ruegos a favor de los que pidieren con verdadera fe y piadosa devoción. Aquí se obrarán prodigios y portentos admirables, especialmente en aquellos que en sus necesidades invocaren mi favor. Mira también ese Pilar, él quedará aquí, y colocada sobre él mi propia Imagen. En testimonio de esta verdad y promesa, estará en este lugar con la fe, hasta el fin del mundo, y nunca faltará en esta Ciudad quien venere el nombre de Jesucristo, mi Hijo». ¡Qué generosidad! ¡Qué amor el que nos muestra la Santísima Virgen! La Reina del Cielo ha colocado su trono en Zaragoza Llegaos, hijos de la Iglesia, a este trono de misericordia, pedid con confianza favores y gracias, que esta tierna Madre está empeñada en vuestro bien. ¿Quién jamás la invocó en sus necesidades que no fuera luego socorrido?
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
Yo clamo, pues, a Vos, Madre amada; poderosa sois para librarme de la muerte eterna, como habéis librado a innumerables pecadores, alcanzándoles tiempo de penitencia inspirándoles arrepentimiento de sus culpas. Os ruego con toda la efusión de mi corazón contrito y humillado, que os compadezcáis de este siervo infiel, que restituyáis a la amistad de Dios a este hijo ingrato, que arrepentido clama a Vos. Salvadme, Madre mía, no permitáis que perezca para siempre. Alcanzadme también la gracia particular que pido en esta Novena, si me conviene para el mayor bien de mi alma. Coros celestiales, ensalzad a María, como Reina suprema de los Cielos. Amén.
Rezar cinco Avemarías. Las oraciones y Gozos se dirán todos los días.
DÍA TERCERO - 5 DE OCTUBRE
Por la señal…
Acto de contrición y Oración preparatoria
CONSIDERACIÓN: LA SANTÍSIMA VIRGEN NOS DEJÓ COMO UN DON PRECIOSO SU SAGRADA IMAGEN, QUE ES NUESTRO AMPARO Y CONSUELO EN TODA TRIBULACIÓN.
Grande y digno de toda nuestra gratitud es el beneficio que nos dispensó la soberana Reina de los Ángeles con su venida a Zaragoza, pero también es digno de todo nuestro aprecio el monumento eterno, la memoria perenne de habernos dejado su sagrada Imagen como un don precioso del Cielo. ¡Oh! ¿Cómo hemos de olvidar beneficios tan singulares, si tenemos siempre a nuestra consideración un recuerdo perpetuo de las finezas de su maternal amor para con nosotros? Acudimos a los pies de tan gran Señora. ¿Pero con qué confianza? Acudimos a derramar toda la efusión de nuestro corazón, en todas nuestras angustias y tribulaciones. Y apenas llegamos a su soberana presencia, ¡oh, qué consuelo experimenta luego nuestro afligido espíritu! ¡Oh, cómo se desahoga nuestro corazón en tiernos suspiros! ¡Oh qué ternura, qué dulce consuelo sentimos cuándo nos postramos en su cámara Angelical! Nuestra alma se enajena de gozo al considerar que en este propiciatorio quedó nuestra benigna Ester, con la vara de oro del celestial Asuero en sus manos, para alcanzarnos favores y gracias. En esta casa de Ángeles, a los pies del trono de la Reina celestial, es donde se han enjugado las lágrimas de tantos afligidos, donde se han templado los gemidos de tantos desconsolados, y donde se han acallado los clamores de tantos desesperados. Todo esto publica a cada paso la gratitud de los españoles más piadosos, y de cuantos verdaderos adoradores acuden a admirar de cerca esta gloriosa Jerusalén, quienes ven cumplido en este santo Templo de María del Pilar lo que pedía Salomón al Señor en la dedicación de su santo Templo, cuando decía: «si el extraño y el que no es de tu pueblo, viniere de lejos atraído de la fama de tu grande nombre, y te adorare en este lugar, tú le oirás desde tu firmísima habitación, y cumplirás todas las cosas, por las que el peregrino te invocare, para que todos reconozcan y respeten su sagrado nombre, como lo hace tu querido pueblo».
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh Madre amorosa! Yo, aunque hijo ingrato, pero defensor de vuestras glorias, publicaré a voz en grito, por todo el universo, que cuantos os han invocado en sus necesidades y peligros, han experimentado los auxilios y consuelos que generosamente derramáis sobre los que os imploran con fervor. ¡Pero cuánto mas nosotros que somos vuestros favorecidos, y que tantas pruebas tenemos de vuestra bondad y compasión! Cuantas veces hemos exclamado «¡oh Madre de Dios del Pilar, sed nuestro amparo y consuelo en nuestra tribulación!», otras tantas nos habéis consolado. Continuad, Madre compasiva, en favorecernos, y principalmente calmad nuestros temores en la hora de nuestra muerte. ¡Oh, cómo nos angustia la memoria de aquel momento terrible! Consoladora de los afligidos, asistidnos en aquella hora de turbación, y disipad todos nuestros temores. Proteged a vuestros hijos y devotos. Recibidnos en vuestros brazos, y muramos en ellos, para resucitar felizmente a la vida eterna. Concededme también la gracia particular que os pido en esta Novena, si me conviene para el mayor bien de mi alma. Criaturas todas de la tierra, saludad a María como gran Señora del universo. Amén.
Rezar cinco Avemarías. Las oraciones y Gozos se dirán todos los días.
DÍA CUARTO - 6 DE OCTUBRE
Por la señal…
Acto de contrición y Oración preparatoria
CONSIDERACIÓN: LA SANTÍSIMA VIRGEN NOS DEJÓ EL PILAR SANTO O COLUMNA ANGÉLICA, SÍMBOLO DE LA FORTALEZA Y ESTABILIDAD DE LA FE EN ZARAGOZA HASTA EL FIN DEL MUNDO.
Zaragoza posee una rica alhaja, un precioso tesoro, una sagrada Columna, que la ennoblece, la protege, la honra y la ilustra. ¿De quién ha recibido este regalo tan magnifico, este don tan apreciable, sino de María? Esta es toda tu felicidad, Católica España, nación magnánima. La Reina celestial fijó en Zaragoza esta misteriosa Columna, significando a los siglos futuros, que perpetuaba gloriosamente entre nosotros el precioso depósito de la fe que nos había confiado. El orbe católico admira la firmeza de esta Columna, que se ha conservado inmoble, en el mismo lugar que señaló la Santísima Virgen, sin que las conquistas de los romanos, el odio de los herejes, el furor de los árabes y las bombas republicanas haya turbado su permanencia. Todo certifica la grandeza de su fundamento, y la fuerza poderosa de nuestra Princesa. La India, el Asia, el África, sacudieron el yugo de Jesucristo. El universo entero se admiró de verse arriano, en expresión de San Jerónimo. Pero la ciudad de María, fundada sobre la firme Columna, no ha perdido como Jerusalén, su primitivo esplendor. La antorcha de la fe, que la Santísima Virgen encendió en su venida, no se ha extinguido. Innumerables Mártires que forman la gloria de la religión y el honor de Zaragoza, fueron sacrificados en su defensa.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh Madre de Dios del Pilar! Haced que veneremos esta Columna de nuestra gloria, anuncio de tantas felicidades. Sea nuestra fe semejante a su firmeza y peleemos con valor contra los enemigos de nuestra alma, que confiando en el auxilio que nos significa esta misteriosa Columna, venceremos. Cúmplase así, Madre de los españoles, haced que perseveremos constantes en la fe, y si fuere necesario, muramos en su defensa, imitando el glorioso ejemplo que nos dejaron nuestros mayores, y así conseguiremos la palma y la corona que está prometida a los vencedores, y cantaremos el triunfo uniéndonos para siempre con el coro de los mártires. Concededme, Madre piadosa, la gracia particular que os pido en esta Novena, si conviene para mi salvación. Los Ángeles os alaben. Amén.
¡Oh Madre de Dios del Pilar! Haced que veneremos esta Columna de nuestra gloria, anuncio de tantas felicidades. Sea nuestra fe semejante a su firmeza y peleemos con valor contra los enemigos de nuestra alma, que confiando en el auxilio que nos significa esta misteriosa Columna, venceremos. Cúmplase así, Madre de los españoles, haced que perseveremos constantes en la fe, y si fuere necesario, muramos en su defensa, imitando el glorioso ejemplo que nos dejaron nuestros mayores, y así conseguiremos la palma y la corona que está prometida a los vencedores, y cantaremos el triunfo uniéndonos para siempre con el coro de los mártires. Concededme, Madre piadosa, la gracia particular que os pido en esta Novena, si conviene para mi salvación. Los Ángeles os alaben. Amén.
Rezar cinco Avemarías. Las oraciones y Gozos se dirán todos los días.
DÍA QUINTO - 7 DE OCTUBRE
Por la señal…
Acto de contrición y Oración preparatoria
CONSIDERACIÓN: GLORIAS Y EXCELENCIAS DEL SANTO TEMPLO DEL PILAR DE ZARAGOZA, EL PRIMERO DEL MUNDO DEDICADO A LA SANTÍSIMA VIRGEN.
¡La misma Reina de los Cielos y abogada nuestra es la Fundadora de este Templo augusto! Si nuestros mayores vieron en los primeros siglos de la salud cristiana esa Arca de la nueva Alianza, colocada en la humilde Silo, y bajo un pobre techo edificado por el Protomártir entre los Apóstoles, nuestro Patrón Santiago, y sus santos discípulos, nosotros la adoramos ya elevada a la majestad y magnificencia de este admirable y suntuoso Templo. ¡Oh Trono! ¡Oh monumento de la Reina Celestial! Este es el primer templo del mundo dedicado en honor de la Santísima Virgen. Su célebre invocación del Pilar ha sido llevada a todas las naciones del Universo, con gloria de su nombre. ¡Oh Ciudad augusta! Tú verás aumentarse la devoción de los fieles, y el orbe católico será un émulo de las glorias de este Templo. Porque no es un edificio en que haya sólo que admirar la magnificencia, como en el Templo de Salomón, la maravilla de su fábrica, no; su grandeza es tanto más excelsa, cuanto que no toma su origen de las obras de los hombres.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh Reina Celestial! Si me sorprende la riqueza y primor de vuestro magnífico Tabernáculo, más bien admiro los tesoros celestiales que en este Propiciatorio dispensáis a vuestros devotos. ¡Oh templo Angélico! Gentes de todas las naciones vienen de lejos atraídas de la fama y honor de tu nombre, y se postran a los pies del trono de la Madre de Dios del Pilar los pueblos más distantes de la tierra. Los reyes católicos dejan su trono y vienen a Zaragoza a venerar tu santa Imagen, ofrecen sus fervientes votos y consiguen dones y gracias singulares, y transportados de gozo exclaman que son mayores los tesoros celestiales que en su santo Templo dispensa la Santísima Virgen, que la fama misma de su nombre. ¡Oh Madre tierna! Mostrad que sois nuestra Madre; haced que se oiga vuestra voz en favor mío, y bastará para que yo sea dichoso; ponedme a la sombra de vuestra protección, y estaré seguro. Alcanzadme de vuestro divino Hijo la gracia de no pecar más mortalmente, sí de servir con fidelidad y amor a mi Dios y Señor, para que después de haberos visitado con devoción en vuestro santo Templo, sea el fruto de mi corazón gozar de vuestra compañía en el Templo de la gloria. Concededme también la gracia que deseo en esta Novena, si conviene al bien de mi alma. Coros celestiales, ensalzad a María, corno Reina suprema de los Cielos. Amén.
Rezar cinco Avemarías. Las oraciones y Gozos se dirán todos los días.
DÍA SEXTO - 8 DE OCTUBRE
Por la señal…
Acto de contrición y Oración preparatoria
CONSIDERACIÓN: RESPETO Y VENERACIÓN QUE SE DEBE AL SANTO TEMPLO DEL PILAR DE ZARAGOZA.
Por respeto a la Majestad del Señor que habitaba el templo de Jerusalén, no entraban los Judíos sin purificarse antes. Los Levitas, aunque consagrados al culto del Señor, no pasaban del atrio destinado para los sacrificios. A los Sacerdotes les permitía entrar en el Santuario a ofrecer el incienso sobre el altar de oro, pero rara vez tenían este honor. Sólo el sumo Sacerdote entraba en el Santo de los Santos una sola vez en el año. Estas precauciones asombrosas se dirigían todas a dar una alta idea de la divinidad, y a inspirar el respeto que se le debía en el Templo. Pero estas precauciones son más para nosotros, que por una gracia inefable poseemos en nuestros templos la realidad que se simbolizaba en aquellas nobles figuras. Por ellas nos enseña el Señor que al acercarnos al Santuario, debemos sentirnos penetrados de un religioso temblor, humillarnos y confundirnos, considerando la infinita Majestad de nuestro Dios y la vileza de nuestro ser. Mas si este religioso pensamiento debe excitar mi fe, mi respeto y veneración a todos los templos; este Propiciatorio y Cámara Angelical erigida en Zaragoza por mandato de la Santísima Virgen tienen otra excelencia, otra dignidad y privilegio grande, que debe excitar en mí sentimientos y demostraciones de un santo temor, de una humildad profunda, de un sumo respeto y veneración, porque éste es el lugar que la Reina de los Cielos eligió para su culto, aquí fijó sus virginales plantas, aquí permanecen sus ojos y su Corazón hasta el fin de los siglos. Adoremos esta tierra santa, santificada con la presencia de Dios y de la Santísima Virgen, y exclamemos con el Patriarca Jacob: «¡Oh, cuán terrible es este lugar, verdaderamente ésta es la casa de Dios, y la puerta del Cielo!». Así se excitaban nuestros mayores. ¡Con qué respeto, con qué modestia, con qué devoción asistían a este Santo Templo! Pero, ¿cómo ha desaparecido la fe y la piedad de nuestros Padres? ¡Ah, en los días más grandes y misteriosos, se advierten mayores excesos de lujo, de vanidad, y de presunción!
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh gran Señora! Temo el castigo debido a mis profanaciones, porque considero que mi Señor y Vos sois celosísimos del honor de vuestra santa Casa, y que las irreverencias que se cometen en ella las llama el Señor abominaciones pésimas. Libradme, Madre amorosa, no permitáis que el Señor descargue sobre mí los anatemas con que amenaza a los profanadores de su santo Templo. Yo me aplicaré todo a reformar mi conducta en una materia de tanta importancia. Asistiré con todo el respeto que pide la presencia del Señor. No olvidaré jamás que el Templo santo está destinado únicamente a la oración y a la celebración de los más augustos y terribles misterios, y así entraré en él con el mayor recato, con una suma modestia y religioso respeto, y os adoraré en espíritu y en verdad. Sea así, Madre tierna, y haced por vuestra poderosa intercesión, que tenga el debido cumplimiento cuanto os ofrezco. Concededme también la gracia particular que deseo, si conviene para mi salvación. Criaturas todas de la tierra, saludad a María como gran Señora del Universo. Amén.
¡Oh gran Señora! Temo el castigo debido a mis profanaciones, porque considero que mi Señor y Vos sois celosísimos del honor de vuestra santa Casa, y que las irreverencias que se cometen en ella las llama el Señor abominaciones pésimas. Libradme, Madre amorosa, no permitáis que el Señor descargue sobre mí los anatemas con que amenaza a los profanadores de su santo Templo. Yo me aplicaré todo a reformar mi conducta en una materia de tanta importancia. Asistiré con todo el respeto que pide la presencia del Señor. No olvidaré jamás que el Templo santo está destinado únicamente a la oración y a la celebración de los más augustos y terribles misterios, y así entraré en él con el mayor recato, con una suma modestia y religioso respeto, y os adoraré en espíritu y en verdad. Sea así, Madre tierna, y haced por vuestra poderosa intercesión, que tenga el debido cumplimiento cuanto os ofrezco. Concededme también la gracia particular que deseo, si conviene para mi salvación. Criaturas todas de la tierra, saludad a María como gran Señora del Universo. Amén.
Rezar cinco Avemarías. Las oraciones y Gozos se dirán todos los días.
DÍA SÉPTIMO - 9 DE OCTUBRE
Por la señal…
Acto de contrición y Oración preparatoria
CONSIDERACIÓN: EL SANTO TEMPLO DEL PILAR DE ZARAGOZA Y EL TEMPLO VIVO DE NUESTRA ALMA.
¡Qué ideas tan sublimes me hacen concebir la grandeza, la hermosura, el primor y ornato de tan santo Templo, magnífico Tabernáculo de la Madre de Dios! ¡La santidad de este sitio y de su peculiar elección; los himnos y cánticos de alabanza que se le tributan; la concurrencia y devoción de los fieles! Aquí se invoca su santo nombre: aquí resuenan sus altos privilegios: aquí se ostenta su bondad y su clemencia. ¿Qué diré del aparato, la magnificencia y solemnidad con que se celebran los augustos misterios de nuestra Religión? ¡Oh templo angélico! Tú arrebatas mi pensamiento, y me representas otro templo más suntuoso, el templo vivo de mi alma, su grandeza, su excelencia, su inmortalidad, y la santidad con que debo conservarla. Sí. Yo soy el templo que Dios eligió para su habitación. Así lo dice el Apóstol. El supremo Artífice levantó ese templo vivo para su morada, y lo consagró para sí Jesucristo por el Bautismo. Pero ¡oh gran Dios! ¡Cuánto más augusto, más noble y perfecto que este material tabernáculo que miramos! Las expensas y precio de su fábrica, fueron los de su propia Sangre. El ara es mi corazón en que Vos queréis ser honrado. El fuego que ha de consumir las víctimas de mis afectos desarreglados es la caridad, y la misma la que ha de exhalar hasta el Cíelo el incienso y los perfumes de fervorosos suspiros. La lámpara que ilumina es la fe, que brilla entre una sagrada obscuridad, que le hace más venerable. Las columnas que le sostienen, la esperanza; sus joyas, los dones infusos del divino Espíritu; y todos sus ornamentos y vestiduras, la rica estola de la gracia santificante. El Sacerdote elegido por Dios para los sacrificios, y para alimentar de continuo el fuego sagrado del Altar es cada uno de los fieles. ¡Qué dignidad la nuestra, cristianos! ¡Qué hermosura la de un alma, que es templo animado de Dios, y sobre la cual bajó el Espíritu Santo para hacer en ella perpetua mansión!
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh Madre del supremo Criador! Vuestro Dios e Hijo al contemplar la hermosura de una alma que él posee para la Gracia, se manifiesta enamorado y como asombrado de su belleza. Pero ¡ah!, ¿dónde está la primera excelencia y dignidad de un alma? ¿Dónde el primor de este Templo vivo consagrado a Dios en el Bautismo? ¿Qué se ha hecho del brillo del oro de las virtudes? ¡Ay de mí! El ha quedado profanado por la culpa, el humo del pecado le dejó enteramente obscurecido. Ya no se ve allí señal alguna de la bella imagen de Dios y esta hija de Sión, de cuya hermosura el Señor se complacía tanto, es ya fea y abominable a sus divinos ojos. ¡Oh cuán digna es de lástima mi pobrecita alma! Haced, Señora, que vuelva a su Dios, y recobre su dignidad y hermosura con el llanto y la penitencia. Ayudadme y socorredme, Madre amorosa, en tanta necesidad; y haced que cuantas veces os visite en este Templo material, pida cuenta a mi alma del adelantamiento espiritual que debo hacer en el camino de la virtud y perfección cristiana. Renovad mi espíritu, purificad mis afectos, santificad el templo interior de mi alma, y así mereceré cantar vuestras alabanzas en el templo de la Gloria. Concededme la gracia que os pido en esta Novena, si conviene al bien de mi alma. Los Ángeles os alaben. Amén.
Rezar cinco Avemarías. Las oraciones y Gozos se dirán todos los días.
DÍA OCTAVO - 10 DE OCTUBRE
Por la señal…
Acto de contrición y Oración preparatoria
CONSIDERACIÓN: DEVOCIÓN, CELO Y CULTO Y FERVOROSOS DE NUESTROS MAYORES A LA MADRE DE DIOS DEL PILAR, EN SU SANTO TEMPLO.
¡Oh Reina de los Cielos! Apenas brillasteis como estrella mística sobre Zaragoza, esparcisteis vuestros resplandores sobre toda la nación española; y cuando Vos, aurora divina, iluminasteis este mismo sitio, se anunció el Evangelio, se levantó el estandarte de la Cruz, y el culto supersticioso fue despreciado: así se transformó en un lugar de Religión y de piedad el que antes lo había sido de abominación. Nuestros mayores, sumamente agradecidos, excitaron su celo ardiente, su piedad extremada, y los cultos más fervorosos hacia Vos como a su celestial Protectora. Su ardiente celo no se limitó a frecuentar a todas horas el templo Angélico, sino que extendieron sus solícitos esmeros en contribuir a la magnificencia, primor y ornato de esta casa de ángeles, hasta hacerla una de las maravillas del mundo, y digna habitación de la Madre de Dios, que la había honrado con su presencia. Y no sólo en los felices días de la tranquilidad y de la paz, sino también en las más sangrientas persecuciones y en las más urgentes angustias, conservaron siempre puro y jamás profanado, este sagrado asilo de su refugio, no dudando sacrificar lo más precioso en su conservación y su defensa. ¡Oh devoción, celo y cultos fervorosos de nuestros mayores! Otras naciones han estado, si no enemigas, al menos entibiadas en la veneración y obsequio de la Santísima Virgen, pero la católica España se ha visto cada vez más solícita, y Zaragoza más fina en el honor de Su amada Protectora. Nunca, jamás, se ha podido entibiar en los zaragozanos este celo por el objeto de su devoción, cada vez más constantes han dado bien claros testimonios de que nadie podía separarlos de la Columna Angélica en que fueron exaltados.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh Madre poderosa! ¡Cómo os habéis manifestado defensora del honor de este delicioso tálamo que os preparó el Salomón divino! Vos hicisteis que a toda costa se conservase respetada esta Arca del testamento entre tantos Filisteos enemigos. Haced que agradezcamos este celo, esta bondad, estos triunfos del poder ejercido desde ese Pilar santo, y repitamos a Vos, nuestra amada Protectora, aquellas consoladoras palabras: «Tú eres la gloria de esta Jerusalén, la alegría de este Israel, la honra inestimable de este pueblo tuyo», y así os empeñaremos a que Vos pronunciéis a nuestro favor aquellos dulces acentos; «vosotros sois mis amados, mi gozo y corona». Esta será nuestra completa felicidad en esta tierra de miserias, y nos inspirará la segura confianza de entonar eternamente vuestros cánticos en el reino de la Gloria. Sea así, Madre piadosa, y concededme la gracia que os pido, si me conviene. Coros celestiales, ensalzad a María como Reina suprema de los Cielos. Amén.
Rezar cinco Avemarías. Las oraciones y Gozos se dirán todos los días.
DÍA NOVENO - 11 DE OCTUBRE
Por la señal…
Acto de contrición y Oración preparatoria
CONSIDERACIÓN: GRATITUD DE LOS ESPAÑOLES A SU EXCELSA PROTECTORA POR LOS INFINITOS BENEFICIOS QUE DESDE SU VENIDA HA DISPENSADO A NUESTRA ESPAÑA.
¡Soberana Reina de los ángeles! No ceso de admirar los singulares beneficios que en todo tiempo habéis dispensado a esta gloriosa Jerusalén, y mi alma se enajena de gozo al considerar que Vos habéis sido siempre el objeto más tierno de la gratitud española. ¡Oh gran Señora! Los españoles han estado siempre reconocidos a vuestros beneficios, y ha multiplicado obsequios los más fervorosos, en que os habéis complacido. La venerable antigüedad nos asegura que en Zaragoza jamás han faltado verdaderos adoradores que, postrados ante la celestial Columna, os han ofrecido sus homenajes. La concurrencia al templo Angélico, las continuas adoraciones, las cesiones magnificas, las ricas joyas, los votos y ofrendas, todo confirma la gratitud más fina. ¡Qué solemnes festividades! ¡Cuántas oraciones en vuestro obsequio! ¡Con qué júbilo entonaban nuestros mayores vuestras alabanzas! ¡Con qué devoción oraban privadamente por todos los ángulos de vuestro magnífico Propiciatorio! ¡Cómo derramaban lágrimas de ternura en el afecto de su devoción! ¿Qué no hicieron en vuestro obsequio aquellos buenos hijos, los Fernandos, los Felipes, los Alfonsos, los Carlos, y cuánto se han empeñado todos los españoles en alabaros y ensalzaros como excelsa Protectora de nuestra España? ¡Pero ah!, ¿cómo se ha apagado entre nosotros aquel fuego que se comunicó a nuestros Monarcas y a tantos que veneraron agradecidos a la Reina del Cielo, en la cámara angelical de Zaragoza? ¡Prelados santos, héroes justos de la antigüedad, que llorábais en este sitio en el exceso de vuestra ternura! ¿Por qué no dejasteis a vuestros hijos, como otro Elías a su discípulo, el espíritu de vuestra devoción?
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh excelsa Protectora! ¿Es esta la ciudad que produjo una serie innumerable de mártires? ¿Es esta la patria de los Valeros, de los Vicentes, de los Braulios? Dónde está el esplendor que le adquirieron los Torcuatos, Segundos, Indalecios y demás discípulos de nuestro Apóstol Santiago? Vos les comunicasteis el espíritu de su fervor, Vos les dispensasteis dones y gracias celestiales, Vos les colmasteis de prosperidades y bendiciones. ¡Oh Madre compasiva! ¿No habréis reservado siquiera una sola bendición para nosotros? ¿Acaso nos habréis olvidado? ¿Pero cómo puede una madre olvidar a sus hijos? Ya sé que Vos os desdeñaréis de recibir unos corazones esclavos de la vanidad, tributarios del vicio, y las alabanzas proferidas por unas lenguas que a cada paso blasfeman vuestro santo nombre. Pera volved los ojos sobre vuestro reino, mirad a vuestra amada ciudad. Mostrad que sois nuestra Madre. Aquí tenéis vuestros hijos postrados ante Vos, derramando lágrimas de contrición, y asidos con lazo el más fuerte de amor a vuestra sagrada Columna; no os dejaremos, ni nos separaremos de vuestra presencia, hasta que nos deis vuestra bendición. ¡Oh Madre de Dios del Pilar! Esta esperanza nos anima, esta protección nos alienta. Yo, Señora, el más indigno siervo, me consagro todo a Vos desde esta hora, para que dispongáis de mí a vuestro arbitrio. Admitid este cordial obsequio, y contadme en el dichoso número de vuestros esclavos, sellando mi frente con la preciosa marca de vuestro dulcísimo nombre, para que el cielo y la tierra vean que lo soy. Confieso, mi adorada Reina, que me hace indigna de esta gracia el notable descuido que he tenido en obsequiaros y en imitar vuestras virtudes. Pero sois Madre tierna y compasiva, y sabéis perdonar semejantes agravios. ¡Oh Reina celestial!
He concluido la súplica que os he hecho en este devoto Novenario. Espero con confianza, que me habréis concedido cuanto he pedido, siendo todo a mayor honra y gloria de Dios, obsequio vuestro, y bien de mi alma. Conformo mi voluntad con la vuestra, y no quiero sino lo que Vos queráis. ¡Oh Madre amada! Me despido de Vos con lágrimas de ternura, alcanzadme el perdón de mis culpas, dadme vuestra bendición, cubridme con vuestro manto. No despreciéis mis súplicas, pues ya os entono himnos de gloria en testimonio de mi gratitud. Acordaos del Jefe supremo y pastor universal de la Iglesia, y de nuestro Prelado diocesano. Bendecid a los reyes católicos y príncipes de nuestro reino. Derramad vuestros dones sobre nuestra España eminentemente católica. Mirad desde el Cielo, visitad y haced florecer esta viña, que plantó vuestra diestra sagrada. Mostraos Madre de los españoles, guardad vuestros hijos en este valle de lágrimas, y conducidlos al reino eterno de la Gloria. Criaturas todas de la tierra, saludad a María, como gran Señora del Universo. Amén.
Rezar cinco Avemarías. Las oraciones y Gozos se dirán todos los días.
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