Tomado de SURSUM CORDA.
Presentamos el impresionante tratado titulado Apologie des Dominicains Missionaires de la Chine, ou, Réponse au livre du pére Le Tellier jesuite, intitulé, Défense des nouveaux chrétiens, et à l’Éclaircissement du P. Le Gobien de la même compagnie, sur les honneurs que les Chinois rendent à Confucius et aux morts (Apología de los Dominicos Misioneros de la China, o Respuesta al libro del padre Le Tellier jesuita, intitulado Defensa de los nuevos cristianos, y a la Aclaración del P. Le Gobien de la misma compañía, sobre los honores que los chinos rinden a Confucio y a los muertos), del padre Noël Alexandre OP, Colonia 1699, en la cual se expone la pérfida práctica de los misioneros ignacianos, es decir, de los jesuitas, en las misiones orientales.
Presentamos el impresionante tratado titulado Apologie des Dominicains Missionaires de la Chine, ou, Réponse au livre du pére Le Tellier jesuite, intitulé, Défense des nouveaux chrétiens, et à l’Éclaircissement du P. Le Gobien de la même compagnie, sur les honneurs que les Chinois rendent à Confucius et aux morts (Apología de los Dominicos Misioneros de la China, o Respuesta al libro del padre Le Tellier jesuita, intitulado Defensa de los nuevos cristianos, y a la Aclaración del P. Le Gobien de la misma compañía, sobre los honores que los chinos rinden a Confucio y a los muertos), del padre Noël Alexandre OP, Colonia 1699, en la cual se expone la pérfida práctica de los misioneros ignacianos, es decir, de los jesuitas, en las misiones orientales.
Este
libro refleja la situación que se vivió entre los siglos XVII y XVIII.
Los jesuitas, encabezados por Matteo Ricci decidieron de manera
unilateral y totalmente anticristiana, autorizar
y adaptar los ritos de la Iglesia para permitir que las prácticas
religiosas del confucianismo y la adoración a los antepasados muertos, así como el culto al emperador como Dios Viviente, perduraran bajo un ropaje “católico”. En otras palabras, disimularon la fe para agradar a las autoridades seculares.
En efecto, los mismos misioneros jesuitas abandonaron la vestimenta clerical y adoptaron el ropaje de los monjes budistas.
Cuando
fueron sorprendidos, los jesuitas, con su habitual astucia, antecesora
del modernismo apóstata, dijeron que se trataban de meras prácticas
seculares, pero los franciscanos y los dominicos, al ser testigos del culto público rendido a Confucio, denunciaron la situación a Roma.
La
congregación de Propaganda fide condenó los ritos chinos basándose en
el informe que aquí presentamos y que es un antecedente a las prácticas
que han caracterizado a lo largo de su historia a la “Compañía de Jesús”
y que explica las aberraciones litúrgicas que se han vivido en
occidente luego del “Concilio Vaticano II”, y de las que participaron
incluso los pontífices de la Iglesia Conciliar, como las bendiciones de
parte de chamanes, brujos y demás adoradores de Satanás.
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