sábado, 16 de septiembre de 2023

BEATO VÍCTOR III, PAPA


Víctor III nació como Dauferio Epifanio del Zotto hacia el año 1026, hijo de Landolfo V, príncipe de Benevento y perteneciente a los longobardos. Contraviniendo el deseo de sus padres, quería ser monje y, al morir Landolfo en la batalla contra los normandos, huyó a un monasterio para evitar el matrimonio que le arreglaron. Su familia lo sacó del monasterio por la fuerza, y escapó nuevamente a la abadía de la Santísima Trinidad de la Cueva de Tirreno, logrando el permiso para ingresar al monasterio de Santa Sofía de Benevento (fundado por los antepasados de su padre, posiblemente como cementerio real), donde asumió el nombre de Desiderio.
   
Aun así, Desiderio no se hallaba conforme por el monasterio de Santa Sofía, por lo que, buscando una más estricta observancia monástica, se retiró al monasterio de San Santiago y Santa María en la isla San Nicolás de Tremite en el Adriático, estudió medicina en Salerno, y en el 1053 se unió a los ermitaños de Majella en los Abruzos. Para esa época, Desiderio conoció al Papa San León IX, quien lo envió como legado para pactar la paz con los normandos después de la derrota en Civitate.
   
Mientras se encontraba en Florencia, al comienzo del pontificado de Víctor II, Desiderio conoció dos monjes de Montecasino y obtuvo el permiso para establecerse allí. En 1057, su abad Federico de Lorena fue elegido como Papa Esteban IX (o X, si se tiene en cuenta al efímero Esteban II, que murió tres días después de su elección en el 752), conservando la abadía. Para la Navidad de ese año, Desiderio fue elegido abad de Montecasino, pero Esteban le nombró legado en Constantinopla. Cuando estaba para partir de Bari hacia Constantinopla, Desiderio se entera que Esteban había muerto en Florencia el 29 de Marzo del año 1058. Obtenido el salvoconducto del conde normando de Apulia Roberto Gusicardo, Desiderio regresó a Montecasino, donde fue consagrado y entronizado abad en la Pascua del mismo año.
   
El Papa Nicolás II (cuya elección aprobó) lo creó cardenal diácono de los Santos Sergio y Baco el 6 de Marzo de 1058, y al año siguiente optó por el título presbiteral de Santa Cecilia. Ese año, Desiderio junto al cardenal Hildebrando de Soana (posteriormente Papa San Gregorio VII) fue enviado como legado al Concilio de Melfi, donde los normandos se declararon vasallos del Papa. Luego, Desiderio regresó a Montecasino.
  
Como abad de Montecasino, Desiderio reconstruyó la iglesia (que fue consagrada como basílica por el Papa Alejandro II el 1 de Octubre de 1071) y los edificios monacales, perfeccionó los productos del scriptórium y restableció la disciplina monástica, llegando a contar 200 monjes en su tiempo. Hizo comprar muchos ornamentos sagrados (entre ellos un altar de oro traído desde Constantinopla), y el bibliotecario Pedro Diácono refiere en su Crónica de Montecasino que Desiderio hizo copiar setenta libros, entre ellos obras de San Agustín, San Ambrosio, San Beda, San Basilio el Grande, San Jerónimo, San Gregorio Nacianceno y Casiano, las historias de Flavio Josefo, Pablo Diácono, Jordanes y San Gregorio de Tours, los Institutos y Novelas de Justiniano, las obras de Terencio, Virgilio y Séneca, la Naturaleza de los dioses de Cicerón, y los Fastos de Ovidio. También reconstruyó la abadía de San Ángel en Formis, cerca de Capúa, decorándola con mosaicos y frescos; y fue autor de los Diálogos de los Milagros de San Benito, como también de un himno a San Mauro y dos cartas (estas últimas obras no llegaron a nuestros días).
  
Nicolás II nombró a Desiderio vicario papal con poderes extraordinarios para reformar los monasterios ubicados en la Campania, Apulia, Calabria y el Principado de Benevento. Refiere la Crónica de Montecasino que a él «le fue permitido por el Romano Pontífice nombrar Obispos y Abades de entre sus hermanos benedictinos en todas las iglesias y monasterios que deseara, de aquellas que hubieran perdido su patrón».
  
En 1073, dos años después de la consagración de la basílica casinense, Alejandro II murió, e Hildebrando fue elegido Gregorio VII. Desiderio siguió siendo enviado como legado ante los normandos, logrando mediaciones entre ellos y apoyo al Papa en su lucha contra el Emperador Enrique IV. De otra parte, si bien apoyó las reformas gregorianas, él pertenecía al partido moderado, y no siempre coincidía con los métodos intransigentes de Gregorio (lo que sin embargo no obstó para que este, en su lecho de muerte en Salerno –donde estaba exiliado después que el Emperador Enrique IV tomara Roma e instalase al antipapa Clemente III– el 25 de Mayo de 1085, recomendase a Desiderio como su sucesor).
   
Llegado el momento de la elección papal, el usurpador Clemente III fue expulsado de la Urbe por el pueblo romano. Desiderio se ocupó en reunir a los cardenales Odón de Lager (futuro Urbano II) obispo de Ostia y administrador de Veletri, Ubaldo obispo de Sabina, Juan obispo de Porto, el Beato Pedro Ígneo Aldobrandini obispo de Albano, y Juan Minuto obispo de Frascati para tratar sobre la elección papal, pero sabiendo que querían ponerle la tiara, se marchó a Montecasino, para convocar a normandos y lombardos en apoyo al Papado legítimo. Resolvió acompañar a los normandos en su marcha a Roma en el otoño, pero al saber que los cardenales y los príncipes normandos querían forzarlo a ser Papa, se negó a entrar a la ciudad a menos que jurasen abandonar ese designio. Como se negaron, la elección se pospuso. Para la Pascua de 1086, los cardenales y obispos reunidos en Roma convocaron a Desiderio y los cardenales que estaban con él en Montecasino a que se presentaran en la ciudad.
  
El 23 de Mayo, los cardenales se reunieron en en la iglesia de Santa Lucía en Sepitisolio. Allí importunaron a Desiderio para la elección papal, pero él rechazó, amenazando con volver a Montecasino en caso de cualquier acto de violencia. Al día siguiente, Domingo de Pentecostés, el cónsul romano Cencio sugirió la elección del cardenal Odón, pero los cardenales lo rechazaron, aduciendo que la traslación de obispos era contraria al derecho eclesiástico de la época. Así pues, la elección recayó en Desiderio, que asumió el nombre de Víctor III. Pero cuatro días después, tuvo que huir con sus partidarios a Terracina porque el prefecto imperial en Roma (que estaba a favor de Clemente III) lo expulsó de allí. En Terracina, a pesar de la oposición general, dejó las insignias papales (la cruz y la púrpura) y volvió a Montecasino.
   
La principal razón por la que Víctor III rehuía la dignidad papal eran sus frecuentes problemas de salud. El historiador Orderico Vital refiere que mientras decía su primera Misa después de su consagración, tuvieron que sacarlo enfermo, y que en todo su papado a duras penas llegó a una sola Misa: «vix una tantum Missa perfúnctus» (en Migne, Patrología Latína, CLXXXVIII, col. 578)
  
A mediados de la Cuaresma de 1087, Víctor III partió a un concilio en Capúa, presentándose como vicario papal. Allí, cediendo a la presión de los cardenales y obispos, aceptó la elección y asumió las insignias papales el 21 de Marzo, Domingo de Ramos. Poco después, los normandos expulsaron a los partidarios de Clemente III de la basílica de San Pedro, y allí Víctor III (quien celebró la Pascua en Montecasino) fue consagrado obispo por el cardenal Odón (recordemos, el cardenal-obispo de Ostia, como Decano del colegio cardenalicio, consagraba obispo al Papa electo en caso de no estarlo antes) y coronado como Papa el 9 de Mayo. Pocos días después, aun cuando fue recuperado el control de la ciudad, regresó a Montecasino, y de allí partió a su natal Benevento, donde presidió en Agosto un sínodo, donde renovó la excomunión del usurpador Clemente III, prohibió la investidura seglar a los obispos y abades, convocó una cruzada contra los piratas ziríes en Mahdía (Túnez), y fueron excomulgados los arzobispos Hugo de Dye (Lyon) y Ricardo de Millau (Marsella), que rechazaban su elección. En un consistorio creó cardenal al abad San Bruno de Segni.

Entre tanto, el Papa Víctor cayó gravemente enfermo y regresó a su abadía de Montecasino, donde el 14 de Septiembre dio varios decretos a favor de esta, nombró abad al cardenal Oderisio y recomendó como sucesor al cardenal Odón. Víctor murió el 16 de Septiembre de 1087, tras 16 meses de pontificado, y fue sepultado en la sala capitular de la abadía de Montecasino. En el siglo XVI, sus restos fueron trasladados a la capilla de San Bertario, donde permanecieron hasta 1890, cuando fueron regresados a la sala capitular, pero su lápida desapareció. Consta, sí, su texto:
   
LATÍN
Quis fúerim, vel quid, quális, quantúsque dóceri
Si quis forte velit, áurea scripta docent.
Stirps mihi magnátum, Benevéntus pátria, nomen
Est Desidérius, túque Casíne, decus.
Intáctam sponsam, matrem pátriamque, propínquos
Spernens huc própero, mónachus effícior.
Ínterea fúeram Romána clarus in urbe
Presbýter ecclésias, Petre Beáte, tuæ.
Hoc senis lustris minus anno functus honóre,
Victor apostólicum scando dehinc sólium.
Quáttuor et senis vix ménsibus inde peráctis
Bis sex lustra gerens, mórtuus hic túmulor.
Solis virgíneo stabat lux última signo,
Cum me sol verus hinc tulit ipse Deus.
 
TRADUCCIÓN
Quién fui, o qué, cómo y de qué manera aprender,
si alguien realmente lo quisiera, letras de oro se lo enseñarán.
Mi linaje es noble, mi patria Benevento,
Mi nombre es Desiderio y el tuyo, Casino, vengo.
Esposa intacta, la madre y la patria, así como los parientes
que me apresuré a despreciar cuando me hice monje.
En ese tiempo yo era conocido en la ciudad de Roma como
el Sumo Sacerdote de vuestra Iglesia, oh Beato Pedro.
Víctor realizó este servicio sacrificial por menos de un año
cuando entonces se sentó en la sede apostólica.
Apenas pasé cuatro años y seis meses allí,
Llegando a dos veces seis lustros, estoy enterrado muerto aquí.
Como el sol dio su última señal de luz en la señal de la virgen,
Fui acogido por el verdadero sol, Dios mismo.
 
Su culto fue iniciado sesenta años después de su muerte, culto que fue confirmado por León XIII el 23 de Julio de 1887.
  
ORACIÓN
Oh Dios, que por tu bienaventurado Confesor y Pontífice Víctor, al declinar la suma dignidad de la Iglesia y preservarla, diste un preclaro ejemplo de humilidad y fortaleza, concédenos que por sus méritos e imotación superemos con ánimo invicto todas las asechanzas del adversario. Por J. C. N. S. Amén.

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