Dispuesto por el padre Diego Álvarez de la Paz SJ, reimpreso en Madrid en 1830.
MES EUCARÍSTICO, ESTO ES, PREPARACIONES, ASPIRACIONES Y ACCIÓN DE GRACIAS PARA ANTES Y DESPUÉS DE LA SAGRADA COMUNIÓN
DÍA DECIMOCUARTO
PREPARACIÓN
I. ¿Quién viene a mí en este Sacramento? Dios escondido, Dios Salvador de Israel, que depuesta la majestad, mudó de hábito para venir a ti, y habitar en ti con mayor familiaridad (Isa. 45, 15 - 3. Reg. 22, 30),
II. ¿A quién viene? Al hombre que igualmente desea escondido; y así le dice entra en tu aposento, cierra sobre ti la puerta, y escóndete por un poco de tiempo (Isa. 26, 20).
III. ¿A qué viene? A ocultarlo en lo escondido de su semblante del ruido de las criaturas; llevarlo a la soledad, hablarle al corazón, y manifestársele a Sí mismo. (Ps. 30, 22 - Oseas 2, 14 - Joann. 14, 21).
Aspiración: Si encontré gracia en tu presencia, muéstrame tu cara, y te conoceré (Éxod. 33, 13). Esta será, Dios mío, la señal de tu amor más segura para mí, ser agradable a tus divinos ojos, por más que no lo sea a los del mundo. ¡Ah!, ¡y si el cuidado que hasta el presente día he tenido en procurar los favores de las criaturas, lo hubiera empleado en vuestro servicio, cuánto mas hubiera ganado! Pero contrito de corazón, pesaroso de mi descuido, y del tiempo que he malogrado, renuncio a vuestros pies la compañía de los hombres. Mi semblante está lleno de confusión (Ps. 43, 16) al contemplar que con su demasiado aliño procuré agradar a las criaturas más que a mi Criador. Pero ya no será así; porque solo en Vos, Cristo mío, tendré escondida mi vida (Col. 3, 3), mortificando mis miembros, que tengo sobre la tierra, para ser digno de ponerme en tu presencia. Mi aposento será como un huerto cerrado en donde entregado mi espíritu a los ejercicios de piedad, alcanzará el reposo de aquella profunda meditación en que arderá el sagrado fuego de vuestro amor dentro de mi corazón (Ps. 38, 4); y consumida de una vez mi torpe frialdad, no suspirará mas que por unirse a Vos en este Sacramento de piedad. Todo lo podéis, Señor; apartad pues vuestro semblante de mis pecados (Ps. 50, 11), e inclinad vuestros ojos sobre vuestro siervo. Tu misericordia, Señor, no me desampare.
ACCIÓN DE GRACIAS
I. Considera, alma mía, con viva fe a Jesucristo en medio de tu corazón, que te da aquel Maná escondido que nadie sabe lo que es sino el que lo recibe: y a ti como gloriosamente escondido en su regazo (Apoc. 2, 17).
II. Ámalo más que a todas las honras y dignidades de este siglo; de manera que fundes toda tu gloria, durante la presente vida, en ocultarte, y ser despreciado por su amor.
ΙΙΙ. Pide te conceda la virtud de la Fortaleza, para que fija tu consideración en las cosas invisibles, y absolutamente olvidado de las visibles, desprecies como vil cuanto el mundo tiene; venzas cualesquiera embarazos, por arduos y dificultosos que sean, y siempre camines a lo mas grande y sublime (2. Cor. 4, 18).
Aspiración: ¡Oh! ¿quién me dará alas de Paloma, para volar y descansar? Me las diste Tú, mi Dios, por tanto me alejé huyendo, e hice mi mansión en la soledad (Ps. 54, v. 7 y 8). Aquí sola mi alma con Vos, la habláis al corazón, y la dais el maná escondido de vuestro Cuerpo sacramentado. Y como el que se junta a Vos un espíritu con Vos se hace (1 Cor. 6, 17), yo no vivo ya de mi espíritu, sino del espíritu vuestro: y como en donde vuestro espíritu se halla, allí la verdadera libertad se encuentra, puede ya gozarse mi alma, pues libre de todo afán, trabajo y miseria, en Ti vivirá sin que alguna adversidad la pueda afligir. Tú eres verdaderamente Dios escondido; tu consejo no es con los malos, sino con los humildes y puros; a éstos hablas, con éstos te familiarizas, y a éstos solamente descubres tu hermosa cara. Supuesto que Te has dignado venir a mí, dame verdadera humildad, y la mayor pureza de corazón, para que escondido en Ti, descubra tu rostro, y sea salvo. Hablad, Señor, que vuestro siervo oye, para hacer en un todo vuestra voluntad. Aquí tenéis mi corazón; y si por inmundo os desagrada, apartad de él, ahora que estáis en su interior, cuanto ofenda vuestros ojos. Gracias infinitas os doy por vuestra infinita bondad.
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