jueves, 10 de abril de 2025

SAN TERENCIO Y COMPAÑEROS, MÁRTIRES


En el año 250, imperando Decio, fueron capturados en Cartago los cristianos Terencio, Pompeyo, Africano, Máximo, Zenón, Alejandro, Teodoro y unos 60 más. Como era el uso, se les propuso sacrificar a los dioses para demostrar su fidelidad al Imperio, pero ellos se negaron. Siendo amenazados, Terencio dijo a sus compañeros: "Hermanos, no neguemos a Cristo ante los hombres. Entonces no nos negará ante el Padre en el Cielo y sus santos ángeles".
 
El gobernador de la ciudad, Fortunaciano, entonces separó al grupo en dos partes, mandando que una parte fuera azotada delante de la otra. Una vez flagelados, se roció sal sobre las heridas y luego de unos días padeciendo terribles dolores, fueron decapitados. 

Los otros fueron encerrados en una oscura prisión, con cadenas en el cuello y extremidades. Aquí la leyenda narra que una noche apareció un ángel y tocando las cadenas de cada uno de ellos, estas se soltaron. Además, les confortó con alimentos. Al otro día, el gobernador, furioso, mandó metieran en la celda víboras, escorpiones y otros animales venenosos, pero estos se escabulleron por los rincones y no tocaron a los santos mártires. Pero he aquí que a los tres días, cuando los soldados abrieron las puertas de la prisión, para sacar los cuerpos de los cristianos, las alimañas se les abalanzaron y los mataron a ellos. 

Entonces todos fueron condenados a la decapitación y llevados a las afueras de la ciudad. Por el camino cantaban cánticos y salmos. Uno a uno, dieron testimonio y se encontraron en el cielo con sus compañeros.
   
A fines del siglo IV, bajo el imperio de Teodosio el Grande, sus cuerpos fueron trasladados a Constantinopla.

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