viernes, 11 de abril de 2025

MES EUCARÍSTICO - DÍA UNDÉCIMO

Dispuesto por el padre Diego Álvarez de la Paz SJ, reimpreso en Madrid en 1830.
     
MES EUCARÍSTICO, ESTO ES, PREPARACIONES, ASPIRACIONES Y ACCIÓN DE GRACIAS PARA ANTES Y DESPUÉS DE LA SAGRADA COMUNIÓN

DÍA UNDÉCIMO

PREPARACIÓN
I. ¿Quién viene a mí en este Sacramento? Cristo, huésped de sumo gozo, que es hospedado cada día, apacienta, da de beber a los ingratos, y después de tantos beneficios oye muchas descortesías; y no obstante, aun ahora persevera llamando a tu corazón para que Le abras (Eccli. 29, 30; Apoc. 3, 20).

II. ¿A quién viene? A tu ingrata alma, de la que se ha quejado tantas veces, diciendo: huésped era, y no me recogiste por solo aposentar tus afectos de la tierra (Matth. 25, 43).

III. ¿A qué viene? A que oigas su voz, le abras las puertas de tu corazón, entre a su interior, y ambos os deis mutuamente de cеnar (Apoc. 3, 20).
  
Aspiración: Desciende con prontitud (por medio de la humildad), porque hoy mismo importa hospedarme en tu casa. Entrad, bendito Señor: ¿por qué estáis afuera? La casa ya está dispuesta (Luc. 19, 5; Gén. 4, 31). Nunca pudo ocurrírseme al pensamiento dignación tan inefable; y mucho menos cuando me ocurre las repetidas veces que Vos me llamasteis con igual amor, y yo no os quise responder. Pero sois de tan benigna condición, que por lo mismo que sois poderoso, usáis de mayor misericordia con todos (Sap. 11, 24). Este conocimiento de vuestra indecible clemencia, y el saber de vuestra misma boca, que tenéis vuestras delicias en estar con los hijos de los hombres (Prov. 8, 31), si bien abate y confunde mi soberbia, pero también me esfuerza y me anima para llegar con la humildad más profunda al pie de vuestro sacrosanto Altar, y puesto en vuestra presencia deciros: pasad adelante, Huésped divino, entrad en mi pecho, cenemos juntos la cena grande del Cordero; Vos adornaréis la mesa, me sustentaréis con los bienes que en vuestras manos tenéis (Eccli. 29, 31), y yo en recompensa os daré mi alma, mi corazón y mi vida. Venid ya de una vez, Huésped divino, que está dispuesta la casa. Tu misericordia, Señor, no me desampare.
   
ACCIÓN DE GRACIAS
I. Considera, alma mía, con viva fe, a Cristo en medio de tu corazón como a Huésped de infinita bondad, que mientras comes esta sagrada vianda mezcla contigo coloquios más dulces que la miel y panal: y a ti como a uno de los capataces o mayordomos de casa de campo honrado con la presencia de Huésped tan grande.

II. Ámalo sobre toda melodía, por más que halague los oídos; de tal manera que estés sordo como una piedra para escuchar la voz de los que cuentan fábulas y mentiras, y que jamás hablan según la ley de tu Dios (Psal. 118, 85).

III. Pide te conceda la virtud de Prudencia, para que no vuelvas a ser como el niño que fluctúa; esto es, que tan presto cree como no cree, y dejes de ser llevado al retortero por cualquiera viento de doctrina, en la impiedad de los hombres, y en su astucia hacia la creencia del error (Eph. 4, 14).

Aspiración: Su conversación nada tiene de amargo, ni su compañía y trato causan tedio, sino que todo es alegría y gozo (Sap. 8, 14): por esta causa suspiró siempre por tu conversación mi alma, porque tus coloquios son castos y en extremo dulces para mí (Psal. 11, 7; 118, 103). ¡Oh, cuánta inquietud han causado en mi corazón las conversaciones de los mundanos! Me hicieron perder el tiempo, me entibiaron en tu amor, y llenaron de inútiles cuidados mi corazón. Vos, Huésped de la gloria, deseabais venir a mi alma, pero no entrabais, porque siempre la encontrabais ocupada de afectos extranjeros que se hospedaban en ella. Ingrata fui, pues por estas viles nadas os dejé: mas ya que vuestra bondad se ha dignado venir a mi corazón, con Vos estaré; y con la más profunda atención oiré qué es lo que habla en mí el Señor Dios (Psal. 84, 9), para cumplir al punto su voluntad. Gracias os doy por tantos favores como sin merecerlo me hacéis.

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