viernes, 7 de julio de 2023

SOBRE LA CARTA DE NOMBRAMIENTO DE “TUCHO” COMO INQUISIDOR BERGOGLIANO


Con el nombramiento del besucólogo Víctor Manuel “Tucho” Fernández Martinelli, otrora arzobispón de La Plata (Argentina), el Boletín de prensa de la Santa Sede publicó una carta que Bergoglio le dirigió personalmente, a saber:
CARTA DEL SANTO PADRE AL NUEVO PREFECTO DEL DICASTERIO PARA LA DOCTRINA DE LA FE

A Su Excelencia Reverendísima
Mons. Víctor Manuel Fernández

Vaticano, 1 de julio de 2023
    
Querido hermano,
   
Como nuevo Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe te encomiendo una tarea que considero muy valiosa. Tiene como finalidad central custodiar la enseñanza que brota de la fe para «dar razón de nuestra esperanza, pero no como enemigos que señalan y condenan» [1].
    
El Dicasterio que presidirás en otras épocas llegó a utilizar métodos inmorales. Fueron tiempos donde más que promover el saber teológico se perseguían posibles errores doctrinales. Lo que espero de vos es sin duda algo muy diferente.
   
Fuiste decano de la Facultad de Teología de Buenos Aires, presidente de la Sociedad Argentina de Teología y sos presidente de la Comisión de Fe y Cultura del Episcopado argentino, en todos los casos votado por tus pares, quienes de ese modo han valorado tu carisma teológico. Como rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina alentaste una sana integración del saber. Por otra parte, fuiste párroco de “Santa Teresita” y hasta ahora arzobispo de La Plata, donde supiste poner en diálogo el saber teológico con la vida del santo Pueblo de Dios.
    
Dado que para las cuestiones disciplinarias –relacionadas en especial con los abusos de menores– recientemente se ha creado una Sección específica con profesionales muy competentes, te pido que como Prefecto dediques tu empeño personal de modo más directo a la finalidad principal del Dicasterio que es «guardar la fe» [2].
    
Para no limitar el significado de esta tarea, hay que agregar que se trata de «aumentar la inteligencia y la transmisión de la fe al servicio de la evangelización, de modo que su luz sea criterio para comprender el significado de la existencia, sobre todo frente a las preguntas que plantean el progreso de las ciencias y el desarrollo de la sociedad» [3]. Estas cuestiones, acogidas en un renovado anuncio del mensaje evangélico, «se convierten en instrumentos de evangelización» [4], porque nos permiten entrar en conversación con «el contexto actual en lo que tiene de inédito para la historia de la humanidad» [5].
   
Es más, sabés que la Iglesia «necesita crecer en su interpretación de la Palabra revelada y en su comprensión de la verdad» [6] sin que esto implique imponer un único modo de expresarla. Porque «las distintas líneas de pensamiento filosófico, teológico y pastoral, si se dejan armonizar por el Espíritu en el respeto y el amor, también pueden hacer crecer a la Iglesia» [7]. Este crecimiento armonioso preservará la doctrina cristiana más eficazmente que cualquier mecanismo de control.
     
Es bueno que tu tarea exprese que la Iglesia «alienta el carisma de los teólogos y su esfuerzo por la investigación teológica» con tal que «no se contenten con una teología de escritorio» [8], con «una lógica fría y dura que busca dominarlo todo» [9]. Siempre será cierto que la realidad es superior a la idea. En ese sentido, necesitamos que la Teología esté atenta a un criterio fundamental: considerar «inadecuada cualquier concepción teológica que en último término ponga en duda la omnipotencia de Dios y, en especial, su misericordia» [10]. Nos hace falta un pensamiento que sepa presentar de modo convincente un Dios que ama, que perdona, que salva, que libera, que promueve a las personas y las convoca al servicio fraterno.
     
Esto ocurre si «el anuncio se concentra en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario» [11]. Sabés bien que hay un orden armonioso entre las verdades de nuestro mensaje, donde el mayor peligro se produce cuando las cuestiones secundarias terminan ensombreciendo las centrales.
      
En el horizonte de esta riqueza tu tarea implica además un especial cuidado para verificar que los documentos del propio Dicasterio y de los demás tengan un adecuado sustento teológico, sean coherentes con el rico humus de la enseñanza perenne de la Iglesia y a la vez acojan el Magisterio reciente.
    
La Virgen Santísima te proteja y te cuide en esta nueva misión. Por favor no dejes de rezar por mí.
    
Fraternalmente,
     
FRANCISCO
   
__________________
    
[1] Exhort. ap. Evangélii gáudium (24 noviembre 2013), 271.
[2] Motu proprio Fidem serváre (11 febrero 2022), introducción.
[3] Ibíd., 2.
[4] Exhort. ap. Evangélii gáudium (24 noviembre 2013), 132.
[5] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 17.
[6] Exhort. ap. Evangélii gáudium (24 noviembre 2013), 40.
[7] Ibíd.
[8] Exhort. ap. Evangélii gáudium (24 noviembre 2013), 132.
[9] Exhort. ap. Gaudéte et exsultáte (19 marzo 2018), 39.
[10] Comisión Teológica Internacional, La esperanza de salvación para los niños que mueren sin bautismo (19 abril 2007), 2.
[11] Exhort. ap. Evangélii gáudium (24 noviembre 2013), 35.
   
[01089-ES.01] [Texto original: Español]
   
No deja de parecer insólito que se escriba una carta de bienvenida al prefecto de algún dicasterio, cual si se requiriese una motivación o se le fijase un programa. Pero más allá de eso, se amerita el análisis:
  
Le dice Bergoglio a “Tucho”: «[El Dicasterio para la Doctrina de la Fe] Tiene como finalidad central custodiar la enseñanza que brota de la fe, para “dar razón de nuestra esperanza, pero no como enemigos que señalan y condenan”». Pero si uno revisa acuciosamente la Sagrada Escritura y el Magisterio eclesiástico, se halla todo lo contrario y a la visconversa: La Iglesia Católica, como Columna y Apoyo de la Verdad que es, tiene como oficio doctrinal no solo dar razón de la esperanza, sino salvaguardar la integridad de la Fe, lo que significa que se debe, entre otras cosas, condenar la herejía, prohibir los malos libros y silenciar a los que propalan el error.

Por otra parte, Bergoglio introduce la dicotomía artificial entre la Fe y la Doctrina, y contradice la Sagrada Escritura, que dice:
«“Todo aquel que invocare de veras el nombre del Señor, será salvo” [Joel II, 32]. ¿Mas cómo le han de invocar, si no creen en él? O ¿cómo creerán en él, si de él nada han oído hablar? Y ¿cómo oirán hablar de él, si no se les predica? Y ¿cómo habrá predicadores, si nadie los envía?, según aquello que está escrito [Isaías LII, 7; Nahum I, 15]: “¡Qué feliz es la llegada de los que anuncian el Evangelio de la paz, de los que anuncian los verdaderos bienes!”. Verdad es que no todos obedecen al Evangelio. Y por eso dijo Isaías [cap. LIII, 1]: “¡Oh Señor!, ¿quién ha creído lo que nos ha oído predicar?”. Así que la fe proviene del oír, y el oír depende de la predicación de la palabra de Jesucristo» (Epístola de San Pablo a los Romanos, X, 13-17/ Versión de Mons. Félix Torres Amat).
Conclusión: LA FE VIENE POR ESCUCHAR Y CREER LA DOCTRINA PREDICADA. O dicho de otro modo, «la predicación es el medio ordinario para la introducción de la fe» (Mons. Félix Torres Amat, Comentario sobre Romanos X, 16).
   
Pero Bergoglio invierte el orden, pues él sigue la inmanencia vital, que «consiste en plantear que la fe y la existencia de Dios tienen su origen en el seno del sentimiento interior y de la experiencia sensible de cada hombre» (Jacques Fontanille, “La inmanencia: ¿estrategia del humanismo?”. En Tópicos del Seminario, n. 33. Seminario archidiocesano de Puebla, Enero-Junio de 2015), y es parte del modernismo condenado por San Pío X en su encíclica Pascéndi.

Sigue la carta: «El Dicasterio que presidirás en otras épocas llegó a utilizar métodos inmorales. Fueron tiempos donde más que promover el saber teológico se perseguían posibles errores doctrinales. Lo que espero de vos es sin duda algo muy diferente». Como dijo el expresidente colombiano Iván Duque: «¿De qué me hablas, viejo?». ¿Cuáles son esos «métodos inmorales»? La especulación por el lado de Bergoglio está abierta, no así por el del osculista Tucho, que en su carta de despedida de los fieles de La Plata, les dice:
«este Dicasterio en otros tiempos se llamaba “Santo Oficio”, y era el terror de muchos, porque se dedicaba a denunciar errores, a perseguir a los herejes, a controlar todo, llegando incluso a torturar y matar. No todo era así, pero esta es parte de la verdad».
Tuchito, dejá la farlopa y las batallitas de NatGeo y Discovery. el Santo Oficio no torturó ni mató a nadie. Cuando se aplicaban las condenas a muerte, el que la aplicaba era el Estado secular, que veía a la herejía como un delito que socavaba no sólo la unidad de la Fe, sino también la integridad de la Nación. Y si nos vamos a hablar de «era el terror de muchos», ¿dónde dejás a Juan Calvino en Ginebra, el “Comité de Salvación Pública” en la Francia del Terreur, la Gestapo nazi, la Stasi de la Alemania Socialista (que era admirada de la KGB por su efectividad y poder implacable), o la “Seguridad del Estado” de Cuba?

Por otro lado, este párrafo es continuidad de la homilía de este lamentable individuo en la catedral de la Inmaculada Concepción de La Plata el domingo 5 de Marzo de 2023:
«Ustedes saben que, durante muchos siglos, la Iglesia fue en otra dirección. Sin darse cuenta fue desarrollando toda una filosofía y una moral llena de clasificaciones, para clasificar a la gente, para ponerle rótulos. Esto es… Este es así, este es asá. Este puede comulgar, este no puede comulgar. A este se lo puede perdonar, a este no. Terrible que nos haya pasado eso en la Iglesia. Gracias a Dios, el Papa Francisco nos ayuda a liberarnos de esos esquemas».
Una homilía que claramente es un insulto a la inteligencia, porque aun en el orden natural, el ser humano hace clasificaciones y categorías, por medio de juicios basados en criterios definidos (si son criterios válidos o legítimos, ya eso es otro asunto).
   
Bergoglio le dice a Tucho:
Dado que para las cuestiones disciplinarias –relacionadas en especial con los abusos de menores– recientemente se ha creado una Sección específica con profesionales muy competentes, te pido que como Prefecto dediques tu empeño personal de modo más directo a la finalidad principal del Dicasterio que es «guardar la fe».
En su carta de despedida, Tucho dice que cuando Bergoglio le ofreció por primera vez el cargo, no lo aceptó porque había una sección dedicada a atender los casos de abuso de menores: «yo no me siento capacitado ni tuve una formación como para guiar algo así. Por eso un mes atrás le dije al Papa que no aceptaba», pero en la segunda vez Bergoglio lo tranquilizó diciéndole que no era necesario que estuviera a cargo de ese tema, porque «hay un equipo de especialistas que lo hace muy bien y que puede trabajar de forma bastante autónoma». Punto a favor de Fernández: él es un incompetente para la cuestión de los abusos, pero con capacidad para encubrirlos:
   
Nótese que Bergoglio menciona que la principal tarea del Dicasterio es «guardar la fe», «Fidem serváre» (2. Timoteo IV, 17). Así se tituló, de hecho, la carta que reformó el Dicasterio. Pero asaltan las preguntas: ¿Cuál es «la fe» que hay que «guardar»? ¿A qué se refiere con «guardar la fe»? He aquí las respuestas: La Fe Católica NO ES; y en bergogliano, «Custodiar la verdad [= guardar la fe] no significa defender ideas, convertirnos en guardianes de un sistema de doctrinas y de dogmas, sino permanecer unidos a Cristo y estar consagrados a su Evangelio» (Homilía a los birmanos residentes en Roma, 16 de Mayo de 2021). Como si fuesen dos líneas paralelas estar unidos a Cristo, consagrados al Evangelio, y defender la Verdad y ser guardianes de la doctrina y el dogma.

Entonces vemos que «guardar la fe» es un subterfugio para que los dizqueapologistas como Michael Lofton, Jimmy Akin, Alejandro Bermúdez Rosell, Lazos Marianos y demás digan: «¡Mira! El Papa quiere que se guarde la fe católica».
   
Ahora, citando a Fidem serváre y Laudato, Bergoglio exhorta a Tucho que continúe el diálogo con las ciencias modernas, porque estas «nos permiten entrar en conversación con “el contexto actual en lo que tiene de inédito para la historia de la humanidad”». En resumidas cuentas, entrar en componendas con el mundo. Y no es casual que esto sea así, porque para eso Pablo VI Montini creó la Congregación [actualmente Dicasterio] para la Doctrina de la Fe, en remplazo de la “rígida” y “categorizadora” Suprema y Sagrada Congregación del Santo Oficio, que no encuadraba con el nuevo orden de cosas. Tal reforma se hizo con el motu próprio “Íntegræ servándæ” del 7 de Diciembre de 1965, que incluyó las siguientes disposiciones:
  • La actividad de la Congregación no será más de mero control, sino que alentará el diálogo doctrinal: «Examinará las nuevas doctrinas y opiniones, difundidas por cualquier medio; promoverá los estudios sobre estos temas y fomentará los Congresos de estudiosos» (n.º 4).
  • Deberá consultar con los Ordinarios antes de tomar cualquier decisión (n.º 4, 5 y 8).
  • Se reconoce (sin que por ello se infiera que antes no existiese) el derecho de defensa a los autores cuyas obras son desafiadas (n.º 5), y a los acusados de crímenes contra el Sacramento de la Penitencia (n.º 8).
  • Por el n.º 6, se le remueve la competencia en los casos de privilegio paulino (disolución del matrimonio de no bautizados cuando una de las partes se bautiza y la otra se niega a ello y a convivir con ella) y de los impedimentos de disparidad de culto y religión mixta, que pasaron a los obispos diocesanos; conservando nada más la competencia sobre el privilegio petrino (posibilidad, disuelto ya el matrimonio polígamo, de la parte convertida casarse con una pareja distinta a la primera –primer supuesto, toda vez que por derecho natural se reconoce solo el primer matrimonio anulando los demás–; o disolución del matrimonio de no bautizados cuando una de las partes es perseguida o está en cautividad –segundo supuesto–).
  • Tendrá comunicación con la Pontificia Comisión Bíblica (n.º 9), lo que significaba que tendría que tener en cuenta los nuevos enfoques académicos de los textos bíblicos (algo a lo que el Santo Oficio se resistió durante años).
  • Una selección más amplia de consultores y peritos (n.º 10).
  • En el aspecto procesal, se introduce la distinción entre las funciones judicial y administrativa (art. 11).
  • Se abole el secreto respecto a la estructura y reglamento internos de la Congregación (n.º 12).
  • Al no incluirse la función de confeccionar el Índice de Libros Prohibidos (que no se actualizaba desde 1948), y atendiendo a que el n.º 4 le quitó la facultad de investigar de oficio sobre la materia (y asimismo, eliminado el mandato a los obispos de denunciar los libros sospechosos), su abolición el 8 de Febrero de 1966 solo quedaba a un paso (réctius, a un decreto) de distancia.

Sigue la carta:
«Sabés que la Iglesia “necesita crecer en su interpretación de la Palabra revelada y en su comprensión de la verdad” [6] sin que esto implique imponer un único modo de expresarla. Porque “las distintas líneas de pensamiento filosófico, teológico y pastoral, si se dejan armonizar por el Espíritu en el respeto y el amor, también pueden hacer crecer a la Iglesia” [7]. Este crecimiento armonioso preservará la doctrina cristiana más eficazmente que cualquier mecanismo de control».
Blablablá. Si la Iglesia ha durado como institución todo lo que duró fue porque hubo, además de la promesa divina, un mecanismo de control. Eso lo demuestra el Santo Oficio que Bergoglio (que dicho sea de paso, tiene un «mecanismo de control» –y muy rígido, valga acotar– para sus neoconservadores y pseudotradicionalistas en Traditiónis Custódes), Tucho y demás calaña tanto denigran.
  
Allí se ven los errores del historicismo y el relativismo, que como otras tantas facetas del modernismo, fue combatido por San Pío X en Pascendi Domínici gregis y Lamentábili sane éxitu, y por Pío XII en Humáni géneris in rebus:
  • «Tres son principalmente las cosas que [los modernistas] tienen por contrarias a sus conatos: el método escolástico de filosofar, la autoridad de los Padres y la tradición, el magisterio eclesiástico. Contra ellas dirigen sus más violentos ataques. Por esto ridiculizan generalmente y desprecian la filosofía y teología escolástica, y ya hagan esto por ignorancia o por miedo, o, lo que es más cierto, por ambas razones, es cosa averiguada que el deseo de novedades va siempre unido con el odio del método escolástico, y no hay otro más claro indicio de que uno empiece a inclinarse a la doctrina del modernismo que comenzar a aborrecer el método escolástico. […] Ni más respetuosamente que sobre la tradición sienten los modernistas sobre los santísimos Padres de la Iglesia, a los cuales, con suma temeridad, proponen públicamente, como muy dignos de toda veneración, pero como sumamente ignorantes de la crítica y de la historia: si no fuera por la época en que vivieron, serían inexcusables. Finalmente, ponen su empeño todo en menoscabar y debilitar la autoridad del mismo ministerio eclesiástico, ya pervirtiendo sacrílegamente su origen, naturaleza y derechos, ya repitiendo con libertad las calumnias de los adversarios contra ella» (Encíclica “Pascéndi Domínici gregis”, 42-43).
  • «La proposición: “Los dogmas que la Iglesia presenta como revelados no son verdades venidas del Cielo, sino sólo una interpretación de hechos religiosos que la mente humana se ha proporcionado por medio de un esfuerzo laborioso”, CONDENADA» (Decreto “Lamentábili sane éxitu”, proposición 22.).
  • «Según ellos, los misterios de la fe nunca se pueden significar con conceptos completamente verdaderos, mas sólo con conceptos aproximativos y que continuamente cambian, por medio de los cuales la verdad se indica, si, en cierta manera, pero también necesariamente se desfigura. Por eso no piensan ser absurdo, sino antes creen ser del todo necesario que la teología, según los diversos sistemas filosóficos, que en el decurso del tiempo le sirven de instrumentos, vaya sustituyendo los antiguos conceptos por otros nuevos; de suerte que en maneras diversas y hasta cierto punto aun opuestas, pero, según ellos, equivalentes, haga humanas aquellas verdades divinas. Añaden que la historia de los dogmas consiste en exponer las varias formas, que sucesivamente ha ido tomando la verdad revelada, según las varias doctrinas y opiniones que a través de los siglos ha ido apareciendo. De lo dicho es evidente que estos conatos, no sólo llevan al relativismo dogmático, sino ya de hecho lo contienen, pues el desprecio de la doctrina tradicional y de su terminología favorece ese relativismo y lo fomenta» (Encíclica “Humáni géneris in rebus”, 8-9).
Y valga recordar que el antecesor neocón del besucón, Gerhard Ludwig Müller Straub, en su momento había propuesto cambiar el «concepto antiguo» de la Transubstanciación por el más moderno de la “Transcomunicación”, torciendo incluso los conceptos aristotélicos de la sustancia y los accidentes.

En la carta, Bergoglio dijo: «Nos hace falta un pensamiento que sepa presentar de modo convincente un Dios que ama, que perdona, que salva, que libera, que promueve a las personas y las convoca al servicio fraterno». ¿La Escritura no muestra que la justicia es tan atributo de Dios como lo es la misericordia? Nuestro Señor Jesucristo dio bienaventuranzas, pero también dijo ayes. Negar la justicia de Dios so pretexto de promover la misericordia es negar a Dios y hacer un ídolo, contrariando el primer mandamiento de la Ley de Dios, que dice: «Yo soy Yahveh tu Dios: No tendrás otros dioses delante de Mí» (Éxodo XX, 3).
  
Y siempre diciendo: «Siempre será cierto que la realidad es superior a la idea». Bergoglio está sosteniendo el existencialismo, que es, oy vey… UNA IDEA.
    
Pudiérase seguir, pero basta lo expuesto para mostrar que Víctor Manuel “Tucho” Fernández Martinelli es el nuevo eslabón en el modernismo del actual Dicasterio inquisitorial, iniciado por un Alfredo Ottaviani Catalini en retirada (1965-1968), y seguido por Franjo Šeper Kelemen (1968-1981), Joseph Alois Ratzinger Tauber-Rieger (1981-2005; después Benedicto XVI), William Joseph Levada Núñez (2005-2012), Gerhard Ludwig Müller Straub (2012-2017), y Luis Francisco Ladaria Ferrer SJ (2017-2023).
  
Para la redacción de este artículo, se empleó, entre otros, material de NOVUS ORDO WATCHRELIGIÓN DIGITAL, y otras fuentes.
   
JORGE RONDÓN SANTOS
7 de Julio de 2023.
Fiesta de los Santos Cirilo y Metodio, Confesores y Apóstoles de los Eslavos.

2 comentarios:

  1. No debería ser el Tucho, sino el Trucho ( " Trucho" significa " farsante" en dialecto de su natal Argentina)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A él le pusieron de apodo “Tucho” por el futbolista Norberto “Tucho” Méndez; pero tiene razón, al besucón le queda mejor “Trucho”.

      Eliminar

Preferiblemente, los comentarios (y sus respuestas) deben guardar relación al contenido del artículo. De otro modo, su publicación dependerá de la pertinencia del contenido. La blasfemia está estrictamente prohibida. La administración del blog se reserva el derecho de publicación (sin que necesariamente signifique adhesión a su contenido), y renuncia expresa e irrevocablemente a TODA responsabilidad (civil, penal, administrativa, canónica, etc.) por comentarios que no sean de su autoría.