En el Camino Neocatecumenal, se niega el fin sacrificial de la Misa (aunque igual, en la Iglesia Conciliar que ellos parasitan TAMPOCO HAY SACRIFICIO desde 1969, ni sacerdote que lo ofrezca desde 1968). Por ejemplo, en lo que viene a ser la convivencia de “formación de la comunidad” para el sábado por la tarde, Kiko Argüello dice:
Pero acontece que en el judaísmo de los tiempos de Jesús era todo lo contrario al delirio kikiano. Así lo desmiente el profesor de Sagrada Escritura en el Instituto San Agustín de Greenwood Village (Colorado) Brant James Pitre, en una entrevista a Luisella Scrosati en 2022 a la revista italiana Il Timone (traducción tomada de RELIGIÓN EN LIBERTAD):
LUISELLA SCROSATI: Normalmente se considera que la Eucaristía como sacrificio, alimento y presencia que hay que adorar es algo “inventado” por el Concilio de Trento. Vd. incluso muestra que todo se deja ya ver en los ritos judaicos.BRANT JAMES PITRE: Si, la dimensión sacrificial de la Eucaristía ya está prefigurada en los antiguos sacrificios judaicos, ¡sobre todo en la Pascua! Si bien actualmente las personas piensan en la Pascua como una comida, en el primer siglo era tanto una comida como un sacrificio.En la época de Jesús, cuando aún existía el Templo, cada familia hebrea tenía que conseguir un cordero sin defecto, llevarlo al Templo, ofrecerlo a Dios en sacrificio y solo después asarlo y comer su carne como parte de la cena pascual. En la Última Cena, Jesús toma el pan y lo identifica con su cuerpo y toma el vino y lo identifica con su sangre, que será derramada en la cruz. Con estas acciones, Jesús no solo revela ser el verdadero cordero pascual, cuya muerte es causa de redención. Él revela también que la Eucaristía que está instituyendo –como la Pascua anterior– es tanto una comida como un sacrificio.L. S.: Le pido que nos detengamos sobre el Pan de la Presencia. La tradición judaica nos ha transmitido algo extraordinario: la conciencia que los doce panes no eran solo panes.B. J. P.: Aunque muchas personas no lo saben, la Biblia cuenta que, cuando Dios mandó a Moisés construir el Tabernáculo donde los israelitas debían rendir culto a Dios, también le dijo que pusiera en el Lugar Santo doce hogazas, conocidas también como el “Pan de la Presencia”. En hebreo, esta expresión significa literalmente “Pan del Rostro” (לֶחֶם הַפָּנִים/Lehem haPaním) es decir, el Pan del Rostro de Dios. Era el Pan santo que cada semana se ponía a la presencia de Dios o ante su “rostro” en el Tabernáculo de Moisés.L. S.: También había una invitación a adorar a Dios, precisamente en presencia de esos panes.B. J. P.: Según la tradición rabínica posterior (Talmud, tratado Menajot 29a, 9), cuando aún existía el Templo, se solía sacar fuera el Pan de la Presencia, elevarlo y decir al pueblo: «¡Mirad cómo os ama el Omnipotente!» (en hebreo רְאוּ חִיַּבְתֶּם לִפְנֵי הַמָּקוֹם/Rehú hivatám lifnéi haMakóm). Creo que una de las razones por las que Jesús identificó el pan de la Última Cena con su cuerpo es precisamente porque el Pan de la Presencia era una prefiguración del Pan de la Presencia Real de Cristo, la Eucaristía.L. S.: Otro extraordinario detalle atañe a los corderos pascuales que eran sacrificados en el Templo y su semejanza... con el Crucificado.B. J. P.: Sí. Según los antiguos rabinos (Talmud, Misná Pesajím 5, 9) y algunos de los primeros Padres de la Iglesia (San Justino Mártir, Diálogo con Trifón, cap. XL), en la época de Jesús, cuando los judíos llevaban sus corderos al Templo para el sacrificio, utilizaban dos astas de madera para preparar el cordero que había que asar. Un asta se colocaba a lo largo del dorso del cordero, mientras la otra atravesaba su espalda anterior para colgarlo. El resultado: cada cordero pascual que se comía era antes asado con forma de cruz.Un estudioso judío contemporáneo [Joseph Tábory] describe este uso como “la crucifixión” del cordero pascual. De nuevo, según una perspectiva cristiana, podemos ver en esta antigua práctica judaica una suerte de preanuncio de la crucifixión de Jesús, que Juan Bautista señala como «el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29).
Y se puede agregar que, actualmente, en la comida pascual judía, uno de los panes es partido en la mitad y escondido, para que los niños lo encuentren. Esta práctica, que es llamada Aficomán (אֲפִיקוֹמָן, del griego Ἀφικόμενος, “El que ha venido”) se realiza en recuerdo del cordero que había sido sacrificado para celebrar la Pascua, y de la esperanza del Mesías que traerá la verdadera liberación, de la cual la Pascua es una figura. Mesías que de hecho llegó, y que un día volverá, y El cual no es otro sino Jesucristo, que dijo al instituir el Santo Sacrificio de la Misa: Cuantas veces hiciéreis esto, hacedlo en memoria Mía, hasta que vuelva. Oremos pues, para que se acerque el día en que Lo reconozcan.


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