lunes, 15 de septiembre de 2025

LA PASIÓN DEL CORAZÓN DE MARÍA, MUCHO MAYOR QUE TODOS LOS TORMENTOS DE LOS MÁRTIRES

Cristo, Varón de Dolores, en brazos de la Madre Dolorosa (Hans Memling, óleo y pan de oro sobre tabla, c. 1475-1479. Galería Nacional de Victoria, Australia).

«Mas consideremos las razones porque el martirio de María fue más cruel que el de todos los mártires. En primer lugar, reflexiónese que los mártires han padecido su martirio en los cuerpos por medio del fuego o del hierro: María padeció su martirio en el alma, como se lo profetizó Simeón: “Lo que será para ti misma una espada que traspasará tu alma” (“Et tuam ipsíus ánimam dolóris gládius pertransíbit”. Luc. II, 33). Como si le hubiera dicho el santo viejo: “¡Oh Virgen sacrosanta! Los demás mártires verán despedazados sus cuerpos con el hierro, pero Vos sereis traspasada y martirizada en el alma con la Pasión de vuestro mismo Hijo”. Ahora, así como el alma es mas noble que el cuerpo, así superó el dolor de Maria al de todos los mártires, como dijo Jesucristo a Santa Catalina de Siena: “No tiene comparacion el dolor del alma con el dolor del cuerpo” (“Inter dolórem ánimæ et córporis nulla est comparátio”). Por lo cual dijo el santo abad Arnoldo de Chartres que el que se hubiese hallado en el Calvario a ver el gran sacrificio del Cordero inmaculado cuando murió en la cruz, hubiera visto allí dos grandes altares, uno en el Cuerpo de Jesús, otro en el Corazón de María, donde al mismo tiempo que el Hijo sacrificaba su Cuerpo con la muerte, Maria sacrificaba el alma con la compasión (“Nímirum in tabernáculo illo duo víderes altária, áliud in péctore Matris, áliud in córpore Christi: Christus carnem, María immolábat ánimam”. Tract. de septem Verbis Dómini in Cruce, 3).
   
Además de esto, dice San Antonino, que “los demás mártires padecieron por el sacrificio de su vida propia; pero la Virgen santísima padeció sacrificando la vida del Hijo, a la cual amaba mucho más que a la suya propia” (Parte 1, título XIII, cap. XXIV). De manera que no solo padeció en el espíritu cuanto padeció el Hijo en el cuerpo, sino que a más de esto le causó más dolor a su Corazón la vista de las penas del Hijo, que si ella hubiera padecido todas aquellas penas en sí misma. Que María padeciese en su Corazóm todos los ultrajes con que vio atormentado a su amado Jesús, no puede dudarse. Todos saben que las penas de los hijos son también penas para las madres, cuando presencian sus sufrimientos. Considerando San Agustín el tormento que padecía la madre de los Macabeos en los suplicios que veía padecer a sus hijos, dice: “Padecía en todos viéndolos padecer; porque amándolos a todos sufría en los ojos lo que ellos padecian en su carne” (“Illa vidéndo in ómnibus passa est; qui amábat omnes, ferébat in óculis quod in carne omnes”. Sermón de los Santos Macabeos, cap. VI). Así también sucedió en María, todos aquellos tormentos, los azotes, las espinas, los clavos, la cruz que lastimaron las carnes inocentes de Jesús, escribió San Amadeo, entraron al mismo tiempo en el corazon de María para consumar su martirio (“Ille carne, illa corde passa est”. Homilía V). De modo, dice San Lorenzo Justiniano, que el Corazón de María fue como un espejo de los dolores del Hijo, en el cual se reflejaban las salivas, los golpes, las heridas y todo lo que padecía Jesús (“Claríssimum Passiónis Christi spéculum efféctum erat cor Vírginis; necnon et perfécta mortis ímago. In illo agnoscebántur sputa, convítia, vérbera, et Redemptóris vúlnera”. De triumphále Agonía Christi, сар. 11). Y reflexiona San Buenaventura que aquellas llagas que estaban esparcidas por todo el cuerpo de Jesús, estaban todas después reunidas en el Corazón de María (“Síngula vúlnera per ejus Corpus dispérsa in uno Corde sunt uníta”. De planctu Vírginis, en Stímulum Amóris, parte 1, cap. III).
  
De suerte que la Virgen por compasión del Hijo fue en su amante Corazón azotada, coronada de espinas, despreciada y clavada en la cruz. Y así contemplando el mismo Santo a María en el monte Calvario, cuando asistía al Hijo moribundo, empieza a preguntarle: “Señora, decidme, ¿dónde estábais vos entonces? ¿Estábais solamente cerca de la cruz? No, mejor diré que vos estábais en la misma cruz crucificada juntamente con vuestro Hijo” (“¡Dómina mea! ¿Ubi stabas? ¿Númquid tantum juxta crucem? Immo in cruce cum Fílio crucifíxa eras”. Ibid.). Y Ricardo de San Lorenzo, sobre las palabras que el Redentor dijo por Isaías: “El lagar pisé yo solo, de las naciones no hay hombre alguno conmigo” (“Tórcular calcávi solus, et de géntibus non est vir mecum”. Isa. LXIII, 5). “Señor”, añade, “tenéis razón de decir que en la obra de la humana redención sois solo para padecer, y no tenéis hombre alguno que se compadezca bastantemente de Vos; pero tenéis una mujer que es vuestra Madre, la cual padece en su Corazón cuanto Vos padecéis en el Cuerpo” (“Verum est, Dómine, quod non est vir tecum, sed mulier una est tecum, quæ omnia vulnera, quæ tu suscepisti in corpore, suscepit in corde”. De láudibus beátæ Maríæ Vírginis libri XII, lib. 1., cap. V)».
   
SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIOLas Glorias de María, segunda parte, Discurso IX “Los dolores de María”, punto 2.º.

7 comentarios:

  1. Lamentamos haber borrado accidentalmente el comentario, pero alcanzamos a verlo, y respondemos en consecuencia.

    Lejos de San Alfonso María de Ligorio (o San Luis María de Montfort, de cualquier católico DEBIDAMENTE FORMADO) el afirmar que Jesucristo el Señor sea insuficiente en la eficacia. Antes contrario, si de condigno (estricta justicia) es que Él es el único mediador entre Dios y los hombres y que por Su sacrificio en la cruz (in cruce) obtenemos la redención y las demás gracias anexas, es de congruo (liberalidad) que María Santísima haya sido establecida como Medianera ante el mismo Mediador y que, subordinada a la obra redentora de su Hijo, le haya sido dado por Dios participar juntamente en esta desde la Anunciación y más particularmente junto a la Cruz (juxta crucem), y por tanto Ella debía tener cierto derecho a cooperar con Él en la distribución de las gracias que Él ha merecido. De esto se ha desarrollado en https://wwwmileschristi.blogspot.com/2020/03/sobre-maria-corredentora.html y https://wwwmileschristi.blogspot.com/2023/11/maria-medianera-de-todas-las-gracias-la.html

    Ahora, del economista peruano Dante Abelardo Urbina Padilla (que personalmente no lo conocemos), vale decir es uno de los ejemplares del florecimiento de “apologetas” laicos en los últimos años, producto de la falta de formación por los “clérigos” conciliares (aunque hay algunos de ellos también en ésas), que a veces hablan desde el sentimiento más que desde la razón, de lo cual se derivan algunas afirmaciones y excesos que incluso ante la misma razón resultan insostenibles, no haciendo justicia a lo que dicen defender. Hasta hubo ocasión en que nos hemos debido enfrentar a ellos por esa causa.

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    1. Una sola verdad proclaman las Escrituras: Abogado (mediador, imtercesor) tenemos ante el Padre, a Jesucristo el Justo (el Señor). Línea similar dice tanto el Apóstol Pablo como el apóstol Juan. Y si hubo alguien que pudo hablar de esa cosa llamada corredención, pudo haber sido el discípulo amado, ¡y no lo hizo, bendito sea Dios! Porque la gloria de la redención y de la intercesión ante el Padre sea y es únicamente de Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, no de una mortal.

      Y ojo, acepto a María como Madre de Dios, por lo tanto, no hay herejía en negarle algo que la Escritura no le asigna.

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    2. Ligorio sí que se merecía ser procesado por la inquisición de Nápoles o la de Roma por su afirmación blasfema de María de tener omnipotencia suplicante. Él debería ser el verdadero germen de la herejía del tetrateismo y su librito sentimental que tú citas, quemado en la hoguera.

      Del otro mejor no digo nada, pues es peor.

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    3. Ninguno está negando ni menoscabando la honra debida a Jesucristo por honrar a María (a la que tú en cambio menoscabas so pretexto del “solaescriturismo”, porque de nada vale reconocerle el privilegio de Madre de Dios y negarle el ser Corredentora y Medianera –que es justo lo que hicieron en el Vaticano II lamboneándole en vano a sus “hermanos separados” los herejes protestantes, que contrariando lo escrito en 2.ª Pedro 1:20-21, hacen interpretación privada y la usan como justificación cuando, al menor conflicto con su pastor, fundan su tolda aparte–).

      La doctrina católica (y lo hemos dicho muchas veces más allá del hartazgo) no se funda en solo la Escritura (que reconoce que no todo está escrito ni podría estarlo, como dice Juan 21:25: «Muchas otras cosas hay que hizo Jesús, que si se escribieran una por una, me parece que no cabrían en el mundo los libros que se habrían de escribir»), sino que es parte de la Revelación con la Tradición Apostólica (escrito está en 2.ª Tesalonicenses 2:15: «Hermanos, estad firmes y retened las tradiciones que habéis aprendido, sea por predicación o carta nuestra»). Por otra, sin la autoridad del Magisterio de la Iglesia Católica, ni siquiera se habría de creer en el Evangelio, como dice San Agustín en su Réplica a la carta “Del fundamento” de Manés: «Yo, en verdad, no creería en el Evangelio si no me impulsase a ello la autoridad de la Iglesia católica». ¿Lo habrías acusado entonces de hereje y mandarías a la hoguera sus obras (en las que Lutero y Calvino quisieron contraponer a Santo Tomás de Aquino), como los bomberos de la distopía de Fahrenheit 451?

      De San Alfonso María de Ligorio y San Luis María de Monfort, si no los denunciaron antes, cuando aún había Santo Oficio (antes contrario, fueron canonizados y sus obras elogiadas –incluso San Alfonso María de Ligorio fue proclamado Doctor de la Iglesia por Pío IX por su erudición en teología moral–), ¿para qué hacerlo ahora que ya no existe (y no, el actual Dicasterio para la Doctrina de la Fe no cuenta), y bajo qué cargos? ¿Solo porque no te parecen a ti? Y de tenerlos al frente, ¿cómo sostendrías tus reproches ante ellos? Ciertamente saldrías corrido de su vista…

      PD. Ya que hablas de “tetrateísmo” (superando a Arrio, los judíos, musulmanes, russelitas y los que hablan del “trinitarismo social”), eso se ve es en los que hacen del Papa un dios viviente que todo lo que hace y dice es infalible (tal como creen los seguidores del Vaticano II).

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  2. Muy buen punto del tritetismo. Los modernistas sinodales ven en el Papa una cuarta persona de la divinidad. Por eso avalan tanta herejía modernista hoy dia, y le hacen la segunda a los herejes protestantes cuando uno quiere defender al Papado como institución Divina. Es de notar, que anda en la fauna protestante, la cuatrimension de la hereje Lisney Sánchez Calviño de Font, en donde afirma que el Elyon formó a las tres manifestaciones de el. Asquerosos , hasta proselitismo hacen en las calles y me les enfrente en la calle.

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    1. Esos cubanos Juan Luis Font Ruiz y Lisney Marayi Sánchez Calviño, como los pentecostales unicitarios que son y de donde ellos provienen, reviviendo las herejías de Sabelio y Arrio, y llevándola a niveles más absurdos que ni a un consumidor de fentanilo (“El químico”, como lo llaman en Cuba)…

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  3. Es increíble, después de este pequeño resumen, después de lo establecido en estas líneas, tanto el hiperheresarquismo sinodal, donde cualquier estupidez o delirio Bergogliano es elevado al grado dogma, como las herejias de los imbéciles protestantes, los apologetas novusorditas, llaman hermanos a esos especímenes y a nosotros nos llaman con desdén Tradis, medievales, y radicales. Tan grado de estupidez es el novus ordo. Sitios como este les arden en los ojos.

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