Dispuesto por el Padre Félix Sardá y Salvany y publicado en Barcelona por la Tipografía Católica en 1879, con aprobación eclesiástica.
MES DE JUNIO DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estáis vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tenéis en vuestra presencia, pidiéndoos perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, oh buen Jesús, de haberos ofendido, por ser Vos tan bueno que no merecéis tal ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
DÍA 31º – SOBRE LAS TRES INSIGNIAS CON QUE SE APARECIÓ EL SAGRADO CORAZÓN: LA CRUZ, PRIMERA INSIGNIA
Considera, alma mía el misterioso significado de las tres insignias o atributos con que se dignó revelarse a la devoción de los fieles el Sagrado Corazón de Jesús, o sean, la Cruz, la Corona de Espinas y la herida de lanza.
Está enclavada en la Cruz, en el centro de ese sacratísimo Corazón, para significar lo infinito de su amor, que le movió a desearla desde el primer instante de su divina concepción en las virginales entrañas de María; a regalarse con ella teniéndola en pensamiento todos los instantes de su vida y a morir afrentosamente en la misma, dando en ella su Sangre como precio de nuestra redención. Así hemos de considerar aquella alma benditísima, puesta ya en cruz mucho antes que lo fueran las manos y pies del divino Crucificado y en ella ofreciéndose por nosotros y por nuestros pecados al Eterno Padre, con superabundancia tal de satisfacciones y desagravios, que bastara y sobrara para lavar la culpa de mil mundos y de millones de mundos pecadores, que pudieran todavía existir. «Toda la vida de Nuestro Señor (dice La Imitación) cruz fue y martirio», y no sólo durante las tres horas de la tarde del Viernes Santo agonizó el divino Salvador, sino que agonizando estuvo continuamente. La cruz la llevó en el Corazón desgarrado por nuestras culpas, antes que la llevase sobre sus espaldas desgarradas por los azotes y esta su Pasión, invisible a los ojos del mundo, no lo era a los de su Eterno Padre y de su Madre amantísima, y no le fue menos dolorosa.
I
Considera, alma mía el misterioso significado de las tres insignias o atributos con que se dignó revelarse a la devoción de los fieles el Sagrado Corazón de Jesús, o sean, la Cruz, la Corona de Espinas y la herida de lanza.
Está enclavada en la Cruz, en el centro de ese sacratísimo Corazón, para significar lo infinito de su amor, que le movió a desearla desde el primer instante de su divina concepción en las virginales entrañas de María; a regalarse con ella teniéndola en pensamiento todos los instantes de su vida y a morir afrentosamente en la misma, dando en ella su Sangre como precio de nuestra redención. Así hemos de considerar aquella alma benditísima, puesta ya en cruz mucho antes que lo fueran las manos y pies del divino Crucificado y en ella ofreciéndose por nosotros y por nuestros pecados al Eterno Padre, con superabundancia tal de satisfacciones y desagravios, que bastara y sobrara para lavar la culpa de mil mundos y de millones de mundos pecadores, que pudieran todavía existir. «Toda la vida de Nuestro Señor (dice La Imitación) cruz fue y martirio», y no sólo durante las tres horas de la tarde del Viernes Santo agonizó el divino Salvador, sino que agonizando estuvo continuamente. La cruz la llevó en el Corazón desgarrado por nuestras culpas, antes que la llevase sobre sus espaldas desgarradas por los azotes y esta su Pasión, invisible a los ojos del mundo, no lo era a los de su Eterno Padre y de su Madre amantísima, y no le fue menos dolorosa.
Medítese unos minutos.
II
¡Qué sublime ejemplo, qué prácticas enseñanzas nos da con esa primera de sus insignias el Corazón adorabilímo de nuestro buen Jesús! Así debieran ser como él los corazones de todos los cristianos, o por lo menos, de los que más quieren preciarse de ser sus amigos y devotos. En nuestro corazón hemos de llevar día y noche clavada la Cruz de Cristo nuestro Redentor, por medio de la contemplación amorosa de sus dolores y por el ejercicio constante y habitual de la virtud de la mortificación. No ha de bastarnos venerarla en los altares, o traerla pendiente del cuello, o imprimir en nuestra frente su piadosa señal. Amemos y adoremos en nosotros la cruz viva, la cruz realidad, más que otras cruces simbólicas y figuradas. Cruz viva es la que refrena nuestros apetitos y concupiscencias, abate nuestro amor propio, exige nuestra resignación, nos aflige con ]as austeridades de la penitencia. Cruz viva, aunque incruenta; cruz viva, porque se clava en lo más vivo de nuestro ser, cuales son nuestras vanas aficiones, movimientos desordenados, rarezas e intemperancias. Cruz no de una hora o de un día o de un año, sino de la vida toda, que en ella nos acompaña hasta los postreros momentos de nuestra agonía, ¡Qué pensamiento más consolador puede ofrecérsenos en la hora de la muerte, que el de haber así vivido y agonizado y, disponerse a morir en brazos mismos de la cruz de nuestro amado Salvador y Redentor! ¿Y cuál otra recomendación que esa puede, sean cuales fueren nuestras culpas, abrirnos de par en par las puertas del Paraíso?
Medítese, y pídase la gracia particular.
ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a vuestros pies, oh Jesús mío, considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.
¡Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos, como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mirad que soy muy rudo, oh soberano Maestro, y necesito de vuestras divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mirad que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis cuando con tan tiernos acentos dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: «Venid a Mí…, Aprended de Mí…, Pedid, llamad…». A las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío os hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
LETANÍA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Hijo del Padre Eterno, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, unido substancialmente al Verbo Divino, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de majestad infinita, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, templo santo de Dios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del Cielo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Santuario de justicia y de amor, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, lleno de amor y bondad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rey y centro de todos los corazones, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en quien están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud de la divinidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en quien el Padre tiene todas sus complacencias, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de cuya plenitud hemos participado todos nosotros, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, deseado de los collados eternos, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, paciente y de gran misericordia, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rico para con todos aquellos que te invocan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, saciado de oprobios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, despedazado por nuestras maldades, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, traspasado con la lanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, nuestra vida y resurrección, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, nuestra paz y reconciliación, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, víctima de los pecadores, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, salud de los que en ti esperan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, delicia de todos los Santos, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, unido substancialmente al Verbo Divino, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de majestad infinita, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, templo santo de Dios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del Cielo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Santuario de justicia y de amor, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, lleno de amor y bondad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rey y centro de todos los corazones, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en quien están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud de la divinidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en quien el Padre tiene todas sus complacencias, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de cuya plenitud hemos participado todos nosotros, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, deseado de los collados eternos, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, paciente y de gran misericordia, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rico para con todos aquellos que te invocan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, saciado de oprobios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, despedazado por nuestras maldades, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, traspasado con la lanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, nuestra vida y resurrección, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, nuestra paz y reconciliación, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, víctima de los pecadores, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, salud de los que en ti esperan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, delicia de todos los Santos, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.
℣. Jesús, manso y humilde de Corazón.
℟. Haz nuestro corazón semejante al tuyo.
℟. Haz nuestro corazón semejante al tuyo.
ORACIÓN
¡Oh Jesús, Señor nuestro, que por un nuevo beneficio de tu gracia te has dignado manifestar a tu Iglesia las riquezas de tu Corazón!: haz que podamos pagar a este divino Corazón amor con amor, y reparar con dignos desagravios los ultrajes que te ha hecho la ingratitud de los hombres.
Omnipotente y sempiterno Dios, pon los ojos en el Corazón de tu muy amado Hijo, y en las alabanzas y satisfacciones que te ha ofrecido a nombre de los pecadores, y aplacado con ellas, perdona a los que imploran tu misericordia en nombre del mismo Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
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