Novena dispuesta por un sacerdote devoto del Beato, y publicada en Puebla de los Ángeles por don Pedro de la Rosa en 1790. Los Gozos fueron tomados del Ejercicio dispuesto por el Padre José Ignacio Basurto Aguilar y publicado en México en 1795.
MODO DE HACER LA NOVENA
Para que toda devoción sea a Dios agradable y acepta a sus divinos ojos, es menester que el que la ofrece se halle adornado con la divina Gracia, sin la cual ninguna devoción o sacrificio tiene razón de mérito, a lo menos por parte del que la ofrece. Muchos viven confiados en el Patrocinio de los Santos, y por otra parte, tan descuidados en el negocio de su salvación, que por un Padre nuestro o Ave María que rezan (pongo por ejemplo a Santa Bárbara o San Cristóbal), están tan confiados en que no morirán sin Sacramentos, que de día en día dilatan su conversión, dejando la penitencia para la hora de la muerte. ¡Oh devoción indiscreta, mejor le diré, vana confianza de los mortales! Llenos están los Infiernos de este género de Almas confiadas: y para que conozcan cuán engañadas viven, quiero hacerles presente unas palabras de nuestra amantísima Madre MARÍA Santísima, que dijo a su querida sierva Santa Brígida: Ego sum Mater peccatórum se voléntium emmendáre. Yo soy Madre de los pecadores (le dijo) que quieren voluntariamente enmendarse. Con estos se muestra verdadera Madre, y les alcanza particulares auxilios de la Gracia. ¡Pero querer persistir en el pecado, perdiendo totalmente el temor a la Soberana Justicia, fiados en una de estas devociones, es un engaño manifiesto y traza de que le gusta el Demonio para perder a las Almas! Por tanto, para comenzar esta Novena, se procurará confesar y detestar sus culpas, con ánimo sincero de no volver jamás a cometerlas.
Lo segundo, se comulgará a lo menos el primero y último día: mas para hacerlo sígase en todo el parecer del prudente Confesor.
Lo tercero: se hará alguna obra penal, mortificando los sentidos, y principalmente los apetitos a que nos incita la gula.
Últimamente se dará alguna limosna a un pobre, y el que no pudiese hacerlo, diga tres veces al día la siguiente Jaculatoria: Bendita sea la Santísima TRINIDAD, porque creó a MARÍA Santísima pura y sin pecado original. Y aplique las Indulgencias por las Benditas Almas del Purgatorio. Con estas disposiciones, llegue a pedir confiado, que no dudo conseguirá lo que desea, siempre que fuere honra y gloria de Dios y provecho de su Alma.
NOVENA EN HONOR DEL BEATO SEBASTIÁN DE APARICIO
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Dulcísimo amor de mi alma, Crucificado dueño mío de mi vida, a quien debiendo tantos beneficios he correspondido con ingratitudes. Ante vuestra soberana presencia se presenta postrado este vil gusanillo de la tierra, la menor de vuestras criaturas, y entre los hombres el más ingrato, yo te doy infinitas gracias por los beneficios que me has hecho, y me arrepiento una y mil veces de mis pasadas ingratitudes. Yo soy, Señor, aquel hijo desconocido, que habiendo gastado en vano toda la sustancia de vuestros divinos favores se ha mostrado tantas veces pródigo, cuantas desagradecido os he vuelto las espaldas. ¡Ay JESÚS de mi vida, y cuánto me pesa de haberos ofendido, por ser Tú quien eres! Quisiera, amoroso Padre, en protestación de mi arrepentimiento, se liquidara mi corazón hecho ríos de lágrimas, por mis ojos. Propongo firmemente apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, y espero en tu infinita misericordia y bondad me has de prestar tiempo para confesar mis culpas y satisfacer por ellas, junto con el perdón de todas, para conseguir tu amistad y gracia. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Todopoderoso y Eterno Padre de las Misericordias, que recién plantada tu Iglesia en este Nuevo Mundo, quisiste reluciese en ella, como Astro de rara belleza, tu esclarecido Confesor y Abogado mío el Bienaventurado SEBASTIÁN DE APARICIO, para cuyo fin lo hiciste resplandecer en virtudes y milagros, y que como verdadero despreciador del mundo y de sus vanidades, no diera paso en su dilatada vida que no fuese dirigido a tu mayor honra y servicio: concédeme, Señor, que tomándole por ejemplo, cumpla con las obligaciones de mi estado, y de aquella renuncia que hice en el Sagrado Bautismo de las pompas y vanidades del mundo, para que sin entender en otra cosa en lo que me restare de vida, sino en amarte y servirte, consiga el premio que tienes preparado en la Gloria para los que te sirven en perseverancia hasta la muerte. Amén.
Rezarán tres veces el Padre nuestro y el Ave María.
DÍA PRIMERO – 16 DE FEBRERO (17 en año bisexto)
Felicísimo SEBASTIÁN DE APARICIO, que por medio de tu simplicidad columbina y prudencia de serpiente, hiciste a tu dichosa alma centro de las caricias de aquel Dios que es sobre toda simplicidad y prudencia: dirige mis acciones para que sepa manejarme en el negocio más importante de la salvación de mi alma, y juntamente enséñame a juzgar con santa sencillez de las acciones de mis prójimos, disculpando sus defectos en cuanto sea posible. No permitas, Santo mío, que procediendo yo menos cuerdo, presuma mal de alguno o que le infame, antes encendido todo en la caridad fraterna, aprenda del invicto sufrimiento con que toleraste tantas injurias de los mismos que debían reverenciarte, y así consiga el galardón que tiene Dios prometido a los que de voluntad padecen en este mundo. Amén.
Aquí se dice tres veces el Padre nuestro y Ave María en honra de la Santísima TRINIDAD, y se concluye con la siguiente:
¡Oh TRINIDAD Beatísima, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Tres Personas distintas y un solo Dios verdadero: en quien creo como a Verdad infalible, en quien espero como en Bondad infinita, y a quien amo sobre todas las cosas como a Beldad inmensa! Yo te rindo infinitas gracias por el particular esmero que impendiste al crear el alma de tu grande Amigo y especialmente dilecto SEBASTIÁN DE APARICIO, adornándola después con aquel cúmulo de virtudes y gracias, que fuera digno objeto de tus caricias, admirable a los Ángeles y respetable a los Hombres. Concédeme, dulce Dueño, que por sus méritos e intercesión aborrezca de tal manera la culpa que aun solo su nombre me espante, y que radicado en tu Santo temor, no desee en lo de adelante sino servirte y amarte. Atiende, Señor, a los ruegos de tu querido Siervo, y en vista de ellos vuelve tus ojos de misericordia a la Santa Iglesia, Esposa vuestra, al Sumo Pontífice y demás Príncipes Eclesiásticos y Seculares. Convierte a todos los pecadores a verdadera penitencia. Alumbra a todos los infieles para que vengan al conocimiento de nuestra Santa Fe. Confunde a los herejes y cismáticos, y dales luz para que detestando sus errores, no perezcan sus infelices almas. A todas las del Purgatorio dales eterno descanso. Haz, finalmente, que conformes todos con tu voluntad divina, ejecutando otras a Ti agradables, consigamos la eterna dicha de acompañaros en la Gloria, en donde vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
GOZOS
Pues de virtud ejemplar,
Te nos da el Señor propicio,
Alcánzanos Aparicio
Te lleguemos a imitar.
De la gracia la blancura,
Con que el señor te bañó,
Siempre ilesa conservó,
Tu vigilante cordura,
Y pues tan grande hermosura,
Así supiste apreciar.
Alcánzanos Aparicio
Te lleguemos a imitar.
Postrado en el duro suelo
Un mortal tumor te hería,
Cuando a tu remedio envía,
Un Lobo propicio el Cielo,
Porque quiso en ti un modo
De virtudes presentar.
Alcánzanos Aparicio
Te lleguemos a imitar.
La horrible voracidad
De aquella serpiente brava,
Destrozar solicitaba
La flor de tu castidad,
Más de su ferocidad
Supiste también triunfar.
Alcánzanos Aparicio
Te lleguemos a imitar.
Por suprema inspiración
De España al reino viniste
En una nave en que fuiste
Del marinero irrisión,
Al fin la tripulación,
Tu virtud llegó a admirar.
Alcánzanos Aparicio
Te lleguemos a imitar.
Y pues con esto el Señor
Que te honremos ha querido,
Como tu esclavo rendido
Yo me consagro a tu honor,
Esperando tu favor,
Siempre hayan de resonar.
Alcánzanos Aparicio
Te lleguemos a imitar.
A tu vista es repelida
Toda desgracia, el mal huye,
Y la muerte restituye
Diez difuntos a la vida:
Pues tu protección ceñida
La honra que te debe dar.
Alcánzanos Aparicio
Te lleguemos a imitar.
Del cielo los moradores
Hizo el Señor descendiesen,
Y que a tu ayuda ocurriesen
Cual rendidos servidores,
Comprendiendo en tus labores
Fuiste pauta singular.
Alcánzanos Aparicio
Te lleguemos a imitar.
El Señor que se recreó
En tu admirable inocencia,
Los frutos de tu obediencia
Y elementos sujetó.
Así el hombre demandó
El objeto sin cesar.
Alcánzanos Aparicio
Te lleguemos a imitar.
Después del cielo inspirar
Renunciaste en el afecto,
Jamás se vio dedicado,
En el religioso estado
Mas todo el emolumento
Fue a los pobres remediar.
Alcánzanos Aparicio
Te lleguemos a imitar.
Dos veces con la intención,
De ser virgen rara empresa,
Te casaste y tu pureza
Se conservó sin lesión,
Siendo de la admiración,
No está a un bien particular.
Alcánzanos Aparicio
Te lleguemos a imitar.
Con tu trabajo el sustento
Por servir a Dios buscaste,
Y en su bendición lograste
De la riqueza el sustento:
Se tú, en todo momento
Mi Abogado y Tutelar.
Alcánzanos Aparicio
Te lleguemos a imitar.
Antífona: Este santo varón despreciando al mundo y triunfando de las cosas terrenales, obtuvo las riquezas del cielo con sus palabras y con sus obras.
℣. El Señor llevó al justo por el camino recto.
℟. Y le mostró el reino de Dios.
ORACIÓN
Oh Dios que hiciste caminar al bienaventurado Sebastián tu confesor en la sencillez de su corazón y lo enriqueciste con celestiales dones: concédenos propicio que por su intercesión te sirvamos con alma pura y merezcamos conseguir los dones de tu gracia. Por Cristo nuestro Señor. Amen.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 17 DE FEBRERO (18 en año bisexto)
Por la Señal…
Acto de Contrición y Oración Preparatoria
Humildísimo SEBASTIÁN DE APARICIO, que en esta virtud admirable fuiste en esta vida un animado ejemplar de aquel héroe de los humildes, Nuestro Seráfico Padre San Francisco. Tú que a tu juicio eras entre las criaturas la más vil y despreciable, siendo ante los ojos divinos uno de los varones más santos de aquellos tiempos: alcánzame de Dios que conociendo no tener sobre mi nada sino la miseria y el pecado, me humille hasta el polvo de la tierra, y no tenga aliento para otra cosa sino para implorar la Divina Clemencia, a fin de el perdón de mis culpas, el que espero mediante tu Patrocinio. Amén.
Aquí se hace la petición, y luego se prosigue como el día primero.
DÍA TERCERO – 18 DE FEBRERO (19 en año bisexto)
Por la Señal…
Acto de Contrición y Oración Preparatoria
¡Oh verdaderamente Pobre de Jesucristo, SEBASTIÁN DE APARICIO, por cuyo amor dejaste la gruesa hacienda que a costa de tus sudores y trabajos habías solicitado en el siglo, y con ánimo generoso volaste desnudo de todo afecto terreno, hasta poner tu nido en la alta cumbre de la Religión Sagrada de los Menores! Tú que en ellas viviste tan pobre, que jamás tuviste ni aun una pobre celda en que recogerte, contentándote siempre con el uso de las cosas más viles y desechadas: concédeme que desprendido mi afecto de todo lo terreno y transitorio, solo anhele a juntar aquel tesoro de méritos que hace al alma rica ante el Rey Eterno de la Gloria, y por tanto digna de las abundancias del Cielo. Amén.
DÍA CUARTO – 19 DE FEBRERO (20 en año bisexto)
Por la Señal…
Acto de Contrición y Oración Preparatoria
Más que ciego en la obediencia, ¡oh Benditísimo SEBASTIÁN DE APARICIO!, te mostraste para con todos en esta vida mortal, en retorno de la cual quiso el Omnipotente Dios se sujetaran a tu voz no sólo los más feroces brutos e indómitos animales; pero lo que es más plausible, las mismas cosas insensibles, parece que obedientes a tu voz dejaban de ofender, y así muchas veces ni te mojaban las aguas ni te molestaban los hielos, el fuego suspendía su actividad, guardando este mismo respeto los demás elementos: por esta virtud te pido que doblada la dura cerviz de mi corazón, obedezca rendido a mis superiores, para que así sujetas todas mis pasiones, alcance el vencimiento de mí mismo, y con él el premio que Dios tiene preparado en la Gloria a los que haciéndose fuerza arrebatan el Reino de los Cielos. Amén.
DÍA QUINTO – 20 DE FEBRERO (21 en año bisexto)
Por la Señal…
Acto de Contrición y Oración Preparatoria
¡Oh Bienaventurado y amartelado mío SEBASTIÁN DE APARICIO, que puesto en el plantel de la Iglesia como azucena olorosa, diste de tu castidad las mayores pruebas, permaneciendo virgen no sólo en las dos veces que fuiste desposado, sino conservándola intacta hasta el último período de tu prolongada vida! ¿Quién sino ella fue la que hizo exhalase, por varias veces, tu venerable cadáver una fragancia del Cielo? ¿Quién sino ella la que brotó una hermosa azucena en aquel lugar de un jarro donde pusiste tus cándidos labios para refrigerar la sed que te afligía? Alcánzame, Abogado mío, que viviendo casto en palabras, obras y pensamientos, merezca celebrar las eternas bodas con el Cordero inmaculado por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA SEXTO – 21 DE FEBRERO (22 en año bisexto)
Por la Señal…
Acto de Contrición y Oración Preparatoria
Mortificado SEBASTIÁN DE APARICIO, que por medio de una penitencia asombrosa viviste siempre crucificado al mundo contigo, y tú crucificado al mismo. Tú, que cual pelícano amoroso, rasgabas tu inocente pecho con el duro golpe de una piedra hasta hacer que brotase toda la sangre que había labrado tu amor allá en el seno. Hazme fiel imitador de esta virtud hermosa, y que corrigiendo mi vida de los pasados excesos, consiga la verdadera penitencia, que consiste en la sincera detestación de mis culpas. No permitas, Protector mío, que engañado con solo una devoción superficial, abusando de la Misericordia divina, deje mi conversión para la hora de la muerte; antes desde este instante comience a mejorar de vida, para conseguir con ella la Eterna, que espero tener en tu compañía en la Gloria. Amén.
DÍA SÉPTIMO – 22 DE FEBRERO (23 en año bisexto)
Por la Señal…
Acto de Contrición y Oración Preparatoria
Fidelísimo SEBASTIÁN DE APARICIO, que por medio de una heroica fe obraste tantas maravillas, que parece haber el Omnipotente depositado en tus manos las llaves de su Poder, pues excediendo tus obras las fuerzas todas de la naturaleza, como otro Caudillo del pueblo israelítico, mandabas se dividiesen las aguas para pasar a pie enjuto sus raudales, y que varias veces se convirtiesen en vino: alcánzame de DIos nuestro Señor, que firme en la fe que recibí en el Bautismo, no la tenga jamás muerta, sino viva y animada con las buenas obras, y así sea merecedora de la vida eterna. Amén.
DÍA OCTAVO – 23 DE FEBRERO (24 en año bisexto)
Por la Señal…
Acto de Contrición y Oración Preparatoria
¡Oh Favorecido de Dios SEBASTIÁN DE APARICIO!, que sobre la grande fe que tenías fincabas tu esperanza, entregándote todo a la Providencia Divina, sin esperar cosa alguna de los bienes de la tierra, en cuya prueba quiso el Dios de las Misericordias se te franquease el alimento en los campos, y para sosegar tu congojado espíritu permitió por dos veces que los Paraninfos de su Corte celestial te viniesen a dar música, con la que quedaste tan consolado, que no trocabas tu dicha por todos los contentos del mundo. Por tan señaladas mercedes te suplico radiques mi esperanza acerca de mi salvación eterna; pero de modo que no declinando a una vana presunción, consiga con ella el único fin para que fui creado. Amén.
DÍA NOVENO – 24 DE FEBRERO (25 en año bisexto)
Por la Señal…
Acto de Contrición y Oración Preparatoria
¡Oh Fénix de la Gracia, SEBASTIÁN DE APARICIO, que al fin de tus cansados años batías con más fervor las alas de tu espíritu, para renacer entre las llamas de tu caridad excelsa, y sin perder de vista al idolatrado Dueño de tus caricias, le amabas más y más, hasta padecer deliquios mortales, ocasionados del incendio de amor que ardía en tu pecho! ¿Quién sino él levantaba tu cuerpo como leve paja, elevándolo por varias veces a tanta altura, que parecía que olvidado de su natural peso corría tras el espíritu, por unirse con aquel bien que te llevaba el alma? ¿Quién sino él hizo que resplandeciese tu cuerpo, como un Astro brillante, dando las claras luces que despedías un bello indicio del intensísimo amor que te abrasaba? Concédeme, Abogado mío, que llorando sin cesar mis culpas, se encienda mi espíritu en las llamas del amor divino. ¡Mira qué tibia, qué helada ha quedado mi pobre alma con las reliquias del pecado! ¡Oh, si yo supiera imitarte, y que gustoso me deshiciera por este amor! Me corro y avergüenzo ante la soberana presencia, al contemplar lo mal que he empleado mis afectos; pero ya con tu auxilio espero en lo de adelante amar solo a quien debo servir, y creciendo de día en día este amor, gozar eternamente del Sumo Bien que ya comienzo a amar. Amén.
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