Jaume Soler Villegas (en religión Gabriel), ha sido el primer monje de la abadía de Montserrat en ser condenado por abuso sexual cometido en dicho recinto.
Soler, de 40 años de edad, aceptó una pena de dos años de prisión tras reconocer ante la Sección sexta de la Audiencia Provincial de Barcelona haber abusado de un menor en el año 2019. La pena se estableció a raíz de un acuerdo con la Fiscalía en el que se reconocía responsable de un delito continuado de abusos sexuales a persona mayor de 16 años y menor de 18, concurriendo las circunstancias atenuantes de reparación parcial del daño (había consignado 25.000 euros para la víctima, cinco más de los que ha impuesto finalmente la sala para indemnizar al menor) y la analógica de confesión.
Al margen de los dos años de prisión, Soler Villegas también tendrá que cumplir cinco años de libertad vigilada, una orden de alejamiento de seis años con la víctima y una inhabilitación de siete años para ejercer cualquier oficio que mantenga contacto con menores.
Los hechos ocurrieron del 3 al 5 de Mayo de 2019. A la sazón, Soler Villegas era vicerrector de la abadía de Montserrat y uno de los cooedinadores del programa “Montserrat Joven”, un espacio de reflexión y ocio dirigido a jóvenes de entre 15 y 17 años que impulsa cada dos el Centro de Pastoral del monasterio benedictino. Fue en ese encuentro que la víctima (de 16 años en el momento de los hechos) conoció al monje, quien se convirtió en un referente personal para el menor, e incluso fue su padrino de confirmación. Soler estaba al tanto de los problemas del joven, como el acoso escolar o su condición de homosexual.
En el año 2019, Soler invitó al menor a pasar un fin de semana al Monasterio, pagando él los gastos de estancia. La víctima aceptó, y se alojó en una celda de la Abadía, entre el 3 y el 5 de mayo de 2019. Una de las noches, el religioso apareció en la habitación con una botella de cava y le propuso beberla «con el fin de que la ingesta de alcohol facilitara el inicio de una relación sexual», señaló el tribunal. Tras ello, abusó del menor. Lo mismo ocurrió la noche siguiente.
La sentencia recoge que la víctima, «a pesar de estar incómodo con la situación, no lo verbalizó claramente, debido en su estado de semi embriaguez, la diferencia de edad, el ascendiente que tenía el acusado sobre él y el entorno no habitual en que se encontraba». Sólo «fue capaz de mostrar su disconformidad cuando el acusado le besaba en la boca».
De todas esas circunstancias se aprovechó conscientemente el religioso, por lo que lo ocurrido provocó en el menor un trastorno por estrés postraumático, que precisó psicoterapia y seguimiento psicológico durante un periodo de al menos dos años, durante el cual decidió interponer la presente denuncia. Por su parte, el acusado reconoció, ya en su primera declaración, «haber mantenido las relaciones descritas, reconociendo los hechos y colaborando de forma relevante con la justicia».
Por su parte, la Abadía de Montserrat (declarada responsable civil subsidiaria, y que en la etapa de instrucción dio 15.000 euros para compensar a la víctima y otros 5.000 durante el juicio) emitió un comunicado manifestando vergüenza por lo ocurrido y pidiendo perdón a la víctima. Asimismo, anunció que está a la espera del proceso canónico contra Soler Villegas, quien había sido apartado cautelarmente del monasterio y suspendido de su ministerio.
El caso de Gabriel Jaume Soler Villegas es el primero en ser llevado a los estrados de la justicia seglar (hubo otros dos casos que prescribieron por el paso del tiempo: el fundador del grupo escultista de la abadía, Andreu María Soler, y un responsable de la Escolanía que abandonó la orden y se laicizó en 1980). Lo que ocurría es que la abadía de Montserrat había sido protegida por la clase política catalana precisamente por compartir su ideología separatista. Por ejemplo, a fines del 2000 salieron acusaciones de una camarilla homosexual en el monasterio que había provocado la destitución de los abades Cassià María Just i Riba (el “abad rojo”) y Sebastià Bardolet i Pujol, el corrupto expresidente de la Generalidad y famoso evasor de impuestos Jordi Pujol Soley se dirigió en persona a Montserrat para solidarizarse con el entonces flamante abad Josep María Soler i Canals, y el periodista y exdiputado socialista Ernest Lluch Martín publicó un artículo en La Vanguardia –días antes de ser asesinado por ETA– en el que acusaba a los reportajes de «homófobos, anticlericales y anticatalanistas». Y hace cinco años, cuando en un imforme emergieron las denuncias contra Andreu Soler (fundador del grupo de escultistas “Chicos de Servicio y Orden - Escultistas de Montserrat”, fallecido en 2008), se supo también que Pujol había prologado en 2007 “L’escoltisme i Montserrat”, unas memorias sobre el referido monje.
Por su parte, Gabriel Soler Villegas había recibido en 2012 el premio “Jóvenes con IVA”, un programa que había iniciado el Centro de Estudios Jordi Pujol para visibilizar a aquellos jóvenes que «desde distintos ámbitos profesionales, de acción cívica u opción personal, se rigen por Ideas positivas (I), Valores sólidos (V), Actitudes constructivas (A) […] testimonios que, con talento y energía, plantan cara a todo tipos de contrariedad». Cuando salía del monasterio, no vestía de hábito; y en alguna ocasión recibía a los periodistas extranjeros que el organismo de propaganda separatista Diplocat enviaba a Montserrat (del cual decía la madre de la víctima de esta joyita, «para nosotros, Montserrat era un símbolo del catalanismo»). Valientes “valores” que promovía él, ¿no?
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