Traducción del artículo publicado en RADIO SPADA.
Todos sabemos que en Wuhan “nació” el Covid-19 vulgo
coronavirus, pero no todos saben que –cosa tan curiosa!– en la
misma ciudad de la China nació otro virus, incluso más peligroso.
Estamos hablando de la “Asociación patriótica católica china” (中國 天主教 愛國 會, Zhōngguó Tiānzhǔjiào Àiguó Huì; en adelante Asociación Patriótica o APCCh),
o sea,
la capellanía del Partido Comunista Chino y de su régimen, cuyos
primeros dos obispos –Bernardino Tong Guang-qing OFM y Marcos Yuan
Wen-hua
OFM– fueron consagrados precisamente en Wuhan el 13 de abril de 1958 por José Li Taonan, obispo de Puqi, siendo los co-consagrantes Francisco Wang Xueming (arzobispo de Hohot) y Luis Li Boyu (obispo de Zhouzhi).
El entonces reinante Pío XII, que ya se había ocupado de la cuestión china con la Carta Apostólica “Cúpimus imprímis” del 18 de enero de 1952 y con la Encíclica “Ad Sinárum gentem” del 7 de octubre de 1954, responde el 29 de julio con la Encíclica “Ad Apostolórum Príncipis” severamente condenando la iglesia cismática y fulminando la excomunión sobre sus obispos: «Los otros actos de la potestad de orden, hechos por tales eclesiásticos, si bien son válidos –supuesto que sea válida la consagración a ellos conferida– son gravemente ilícitos, esto es, pecaminosos y sacrílegos. Vienen a este propósito las palabras amonestadoras del divino Maestro: “Quien no entra por la puerta del rebaño, sino que lo hace por otra parte, es ladrón y asaltante” (Jo. 10,1); las ovejas reconocen la voz de su verdadero pastor y lo siguen dócilmente, “pero no van detrás de un extraño, sino que huyen de él, porque no conocen la voz de los extraños” (Jo. 10,5)».
Palabras de una claridad diamantina que hacen entender claramente que en China una era y es la Iglesia de Cristo: aquella “clandestina”, brutalmente perseguida.
La conducta romana hacia la iglesia patriótica fue endulzándose con el tiempo: Ya con Juan XXIII bis que, según lo refería la Civiltà Cattolica en 1997 (Cuaderno 3538, págs. 371-372), negaba la existencia del cisma, pasando por la mano tendida de Pablo VI, hasta la creación de una amplia zona gris de obispos “romano-comunistas”.
Se acuerdan dos, o exactamente tres, iglesias… o una sola para los modernistas de Ultratíber (Vaticano) con Pekín –suscitando las (justas) iras del Cardenal Zen y las contra-iras de la Secretaría de Estado y del neo-Decano Re– hasta el punto de aceptar que existan obispos al mismo tiempo en comunión con Roma y miembros de una iglesia de Estado (un Estado que continúa destruyendo iglesias) cual es la Asociación Patriótica.
No mirando a las bases doctrinales de esta vergüenza del pontificado bergogliano, remitimos al análisis hecho por el padre Mauro Tranquillo FSSPX; queremos solo presentar una pregunta: ¿esta pandemia es un signo de los tiempos?
Los modernistas, que son expertos en signos de los tiempos, tanto que podrían dar lecciones a los arúspices y augures, partiendo de la coincidencia, (tal vez) podrían darnos la respuesta.
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