Empezando por Lutero, verdadero fundador del Protestantismo, he aquí
cómo se expresa hablando de sí mismo. Confiesa que “cuando era católico
pasaba su vida en la austeridad, en las vigilias, en los ayunos y en la
oración, guardando siempre pobreza, castidad y obediencia”. Pero una vez
hecho reformador, o sea protestante, se convirtió en un hombre
enteramente distinto. En prueba de ello, continúa diciendo: “que así
como no depende de su voluntad el no ser hombre, tampoco está en su mano
vivir sin mujer, y que no puede prescindir de ella, como no puede dejar
de satisfacer las más bajas necesidades de la naturaleza”.
Martín Lutero reconoce que al fundar la herejía protestante, echó por la borda la moral y piedad que él mismo adquirió y ejerció en la Iglesia Católica
Veamos ahora el juicio que formaba de él su contemporáneo Enrique VIII,
quien a pesar de hallarse preso en las mismas redes, y de haberse dejado arrastrar por los mismos vicios hasta caer en la apostasía, llega a
escandalizarse del libertinaje de Lutero: “Ya no me admiro de que
verdaderamente no tengas vergüenza, y te atrevas a levantar los ojos
ante Dios y ante los hombres, por haber sido tan ligero y voluble, que
te dejaras llevar por instigación del demonio a tus más insensatas
concupiscencias. Tú, fraile de san Agustín, has abusado, en primer
lugar, de una virgen sagrada, que en otros tiempos habría expiado su
delito con ser sepultada viva, y tú con ser azotado hasta morir. Y lejos
de arrepentirte ¡cosa execrable! la has tomado públicamente por mujer,
contrayendo con ella nupcias incestuosas, y abusando de la pobre y
miserable doncella con escándalo del mundo, con reprobación y oprobio de
tu nación, con desprecio del santo matrimonio y con injuria y
vilipendio de los votos hechos a Dios. Finalmente, ¡y es lo más
execrable! en vez de sentirte abatido y lleno de sentimiento y de
vergüenza por tu incestuoso matrimonio, tú, ¡miserable! haces alarde de
eso, y en vez de implorar el perdón de tus miserables delitos, provocas
con tus cartas y escritos a todos los religiosos a que hagan otro tanto
lo mismo”.
Enrique VIII de Inglaterra, si bien cedió a la concupiscencia de la carne (llegó a tener 6 esposas durante su vida), reprochó la inmoralidad de Lutero en esa materia, y cómo se vanagloriaba de ello.
Conrado Reiss, de la secta de los sacramentarios, y contemporáneo
también de Lutero, decía de él: “Dios, para castigar el orgullo y la
soberbia que se descubre en todos los escritos de Lutero, ha retirado de
él su Espíritu, y le ha entregado al espíritu del error y de la
mentira, que siempre poseerá a los que siguen sus opiniones mientras que
no se retracten de ellas”.
No muy diferente es la pintura que hace del doctor de Wittemberg la
llamada iglesia de Zurich, respondiendo a la Confesión de Lutero en la
página 61: “Lutero, dice, nos mira como una secta execrable y condenaba;
mas mire bien si no es él quien se declara heresiarca, por lo mismo que
no quiere ni puede asociarse a los que confiesan a Jesucristo. ¿Y cómo
no, cuando es un hombre que se deja arrastrar por el demonio a toda
clase de torpezas? ¡Qué sucio es su lenguaje, y cuan llenas de demonios
infernales son sus palabras! Dice que el diablo habita en el cuerpo de
los zwinglianos; que de nuestro seno endiablado, sub-endiablado y
súper-endiablado no se exhalan sino blasfemias, y que nuestra lengua no
es más que una lengua mentirosa, puesta a disposición de Satanás,
rociada, bañada y empapada en su veneno infernal. ¿Han salido alguna vez
semejantes palabras de la boca de un demonio, por muy furioso que
estuviera? Él ha escrito todos sus libros por impulso del demonio y bajo
la inspiración de Satanás, con quien se halla en comunicación, y cuyos
poderosos argumentos le han convencido en la lucha que, según dice, ha
sostenido con él.
Zwinglio hace la descripción de Lutero en las siguientes palabras: “Ved
cómo se esfuerza Satanás por apoderarse por completo de este hombre. No
es raro el verle contradecirse de una página a otra. Al verle entre los
suyos le creeríais poseído de una falange de demonios”.
Ulrico Zwinglio y la iglesia protestante suiza consideraron a Lutero como 'emisario de satanás'
Erasmo nos le pinta con los rasgos siguientes: “Las gentes de bien no
pueden menos de lamentarse del cisma funesto que has introducido en el
mundo con tu arrogancia desenfrenada y sediciosa. Lutero empieza a
perder las simpatías de sus discípulos hasta el punto que muchos de
ellos le tratan de hereje, y afirman que despojado del espíritu del
Evangelio, ha sido abandonado a los delirios del espíritu humano”.
Erasmo de Rotterdam, aunque condenó muchos vicios de la Iglesia Católica en su tiempo, censuró con la misma determinación el cisma suscitado por el heresiarca Lutero
He aquí, por último, cómo nos le representa Calvino: “Verdaderamente,
dice, Lutero es en extremo vicioso. ¡Pluguiese a Dios que se hubiera
cuidado de refrenar la intemperancia que trasciende de toda su persona!
¡Pluguiese a Dios que se hubiera parado un poco a reconocer sus vicios!
Lutero no ha hecho cosa que valga. No conviene entretenerse en seguir
tus huellas siendo papista a medias... Vale más fundar una Iglesia
enteramente nueva. Tu escuela, decía Calvino al luterano Westfal, no es
más que una hedionda porquera. ¿Lo oyes, perro? ¿Lo oyes, frenético?
¿Lo oyes, bestia?”
Juan Calvino condenó a Lutero llamándolo 'intemperante', frenético y bestia.
(tomado de "El protestantismo sin máscara" - de Juan Perrone)
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