domingo, 31 de mayo de 2020

SIRIA, CUNA DEL CRISTIANISMO ORIENTAL

Síntesis de la 599ª conferencia de formación militante por la Comunidad Antagonista Padana de la Universidad Católica del Sagrado Corazón en Milán, no realizada a la clausura del Ateneo por causa de la epidemia del coronavirus. Relator: Silvio Andreucci (recopilado por Piergiorgio Seveso para RADIO SPADA). Traducción propia.
   
SIRIA: CUNA DEL CRISTIANISMO ORIENTAL
   
Mapa de Turquía y Cercano Oriente (Rigobert Bonne, en Atlas Moderne ou Collection de Cartes sur Toutes les Parties du Globe Terrestre, c. 1775).

Comienzo este informe sobre el rol significativo desarrollado por el cristianismo en Siria casi desde la antigüedad (el término geográfico que designaba al territorio de la actual Siria es “Aram”, del cual deriva “arameo”, la lengua hablada por Jesús) con un dato demográfico, actualmente los cristianos en Siria representan el 10/100 de toda la poblacióne y la comunidad cristiana más numerosa es la iglesia Greco-ortodoxa de Antioquía (igualmente llamada patriarcado ortodoxo de Antioquía).

La segunda comunidad la iglesia católica Greco-Melquita, una iglesia católica de rito oriental, que tiene algunas raíces comunes con la iglesia ortodoxa de Antioquía, como tendré modo de demostrar.
   
También la Iglesia ortodoxa siríaca y la iglesia apostólica armenia, aunque inferiores a las precedentes, tienen una presencia visible en Siria, finalmente hasta el día de hoy una representación minoritaria de católicos caldeos, maronitas y protestantes, y la antiquísima Iglesia asiria de Oriente.
   
Las comunidades cristianas se han desarrollado en el seno de dos grandes tradiciones, la Católica y la Ortodoxa, e igualmente el rito oriental ha existido en Siria casi desde los orígenes del cristianismo.

Las actuales Iglesias católicas de rito oriental originariamente no reconocían al Obispo de Roma, hacía parte de la ortodoxia; de hecho la iglesia católica greco-melquita y la asiria tienen una raíz común respecto a la iglesia Greco-ortodoxa de Antioquía, derivando de una escisión acaecida en el seno de la iglesia ortodoxa de Antioquía, y luego de tal cisma se acercaron a la Iglesia Romana.
   
En la antigua Aram, actual Siria, se hablaba la lengua de Jesús y con toda probabilidad se escribieron el Evangelio según San Mateo, el Evangelio según San Lucas, la Didajé y el Evangelio de Tomás; no olvidemos que Antioquía fue la etapa inicial del primer y tercer viaje de San Pablo, mientras en Damasco se encuentra la tumba de San Juan Bautista, también la capilla de San Ananías, que bautizó a San Pablo.
   
Fueron Padres de la Iglesia siríaca San Juan Damasceno (fue administrador durante el califato omeya, distinguiéndose por sua obra apologética contra la lucga iconoclasta, fue proclamado doctor de la Iglesia por el papa León XIII en 1890), San Efrén (fundador y responsable del desarrollo de dos escuelas de exégesis bíblica, la de Nísibe nacida en el 350 d.C. y la de Edesa nacida enel 363 d.C.), Ignacio de Antioquía, Taciano el Sirio, Eustaquio de Antioquía, Teodoro de Antioquía, Teodoreto de Ciro.
   
En el territorio sirio la comunidad cristiana conoció floridez, unidad y armonía hasta el momento del transcurso del siglo V y VI luego que surgieron controversias teológicas y sobre todo cristológicas debatidas durante los concilios de Éfeso (431 d.C.) y Calcedonia (451 d.C.), en particular este último decretó la ortodoxia de la fórmula según la cual en Cristo habían dos “naturalezas en una sola Persona”, la divina y la humana. Los monofisistas que seguían las enseñanzas del monje Eutiques reconocían en Cristo la sola naturaleza divina, negando la hipóstasis de las dos naturalezas en una sola Persona y pasaron a la Iglesia ortodoxa siríaca. Los fieles que se subordinaron al decreto de Calcedonia fueron llamados melquitas, término que deriva del siríaco (ܡܰܠܟܳܝܳܐ/malak=soberano).
   
De hecho, el concilio de Calcedonia había tenido el apoyo del emperaror y los “melquitas” figuraban como los fieles consentáneos también a la voluntad del emperador. El término “melquita” fue retomado en el siglo VIII, luego que fue fundada la Iglesia católica Greco-melquita. La discriminación entre católicos y ortodoxos siríacos fue por tanto la aceptación y subordinación o no (también los católicos Asirios y maronitaa la aceptaron) a las disposiciones del concilio calcedoniense.
   
En el siglo VII sucedió la conquista árabe, la condición de los cristianos de Siria empeoró en la medida en que fue proclamada la “Yihad” y los cristianos fueron reducidos al estatus de “dhimmi” o subalternos; ellos podían tener libertad de culto, aunque con muchas restricciones, a condición de pagar a los musulmanes un impuesto monetario. Dicho impuesto se llamaba “jarach”.
   
La represión no se tradujo propiamente en persecución, de hecho los gobernantes musulmanes “concedieron” a los cristianos elegir tres papas siríacos, de los cuales el último fue Gregorio III (731-741). Recordemos también que a finales del siglo VII y una parte del VIII, San Juan Damasceno había recibido encargos administrativos bajo el califato omeya.
   
A partir del siglo VII hubo un remezón demográfico, por el cual los hasta entonces mayoritarios cristanos tuvieron una brusca caída tanto en las ciudades como en los campos, y se establecieron en aldeas (así hicieron muchos propietarios de tierras vejados por una exorbitante carga fiscal).
     
Los musulmanes devinieron entonces en la mayoría de la población de Siria.
   
Los cristianos conocieron el período de mayor opresión luego que los abasíes subieron al poder en el 750 d.C.: no sólo despojaron a los cristianos de Siria de todo encargo administrativo y prohibieron el uso de los dialectos locales (el árabe era la única lengua admitida), sino que destruyeron todos los símbolos sagrados cristianos, siéndoles impuesta una lenta pero progresiva desculturación.
   
Mi análisis hace una suerte de salto al siglo XVI, no porque la historia del cristianismo sirio no no merece ser analizada en los siglos precedentes, sino porque lo requieren las exigencias de síntesis expositiva.
    
El año 1516 es el año de la conquista turca de la Siria. El estatus social de los cristianos bajo el dominio turco permaneció invariable: bajo los turcos, los cristianos debieron someterse a la legislación adoptada por los mahometanos entre los siglos VII y VIII, señalo particularmente que fueron sometidos al impuesto de la “jizia”, que todos los no musulmanes debían aportar al erario a partir de los 24 años.
   
Un evento significativo fue el reconocimiento por parte de los Turcos Otomanos a los cristianos el derecho de constituirse en comunidad nacional, también si las autoridades reconocían solamente la voz en capítulo del Patriarca de Constantinopla y el Catholicós de Armenia; estas dos máximas autoridades cristianas constituían el medio a través del cual los ciudadanos cristianos podían elevar sus peticiones a los gobernadores otomanos.
   
En el siglo XIX los cristianos entraron en enorme dificultad económica, a la opresión y a las vejaciones fiscales se agregaba, para agravar su condición, la imposición de la homologación cultural en la forma de un verdadero y propio proceso de desculturación; la legislación otomana impuso el abandono del siríaco y la adopción del árabe, como única lengua oficial reconocida.
   
No faltaron asesinatos contra la comunidad cristiana, uno de los más brutales fue consumado en 1895 en la catedral de Edesa, donde cerca de 3000 fieles Cristianos perecieron calcinados… un genocidio que preanunció en cierta forma el que vendría sobre los cristianos armenios.
   
Durante el siglo XIX tomó pie en Siria como en todo el Medio Oriente el nacionalismo árabe, sobre todo a través de una primera influencia ejercida por el pensamiento moderno (de hecho, el nacionalismo es un producto del pensamiento moderno europeo) sobre las concepciones políticas y administrativas, no por casualidad los primeros portavoces de la idea nacionalista fueron intelectuales árabes abiertos a la cultura occidental (B. Al Kubeissi, Historia del movimiento de los nacionalistas árabes, Jaca Book).

Tanto el Colegio Protestante de Siria fundado en 1866 como la Universidad San José dieron notable impulso a la penetración de las ideas occidentales en Medio Oriente, movilizándose por la fundación de numerosos círculos y organismos culturales a los cuales se debe el redescubrimiento de la historia y de la cultura árabe.
   
En sus orígenes el nacionalismo árabe fue un fenómeno exquisitamente cristiano, como ha esclarecido Georges Antonios en su obra “El despertar de los Árabes”, en la que por otro lado que los primeros fermentos nacionalistas se hallaron en la “Association Scientifique Syrienne” fundada en 1857. Respecto al nacimiento del nacionalismo árabe ho hay acuerdo entre los estudiosos del fenómeno: de hecho Zaki Nuseibeh y Zeine N. Zeine no concuerdan con la tesis de Georges Antonios; el primer estudioso pone los orígenes del nacionalismo árabe precisamente en época preislámica, mientras el segundo lo ubica en el período comprendido entre 1909 y 1914 .
   
Siguiendo siempre la tesis del autor de “Historia del movimiento de los naconalistas árabes”, se evidencia que los intelectuales y citadinos cristianos fueron más sensibles a las ideas nacionalistas y mayormente advertían la opresión del dominio otomano, los musulmanes (al menos al inicio) fueron impermeables al nacionalismo: precisamente la sociedad musulmana tendía a considerar este fenómeno un producto del Occidente, por consecuencia extraño a su propia tradición y a sus propios principios. De hecho, durante el siglo XIX en Siria y Líbano, fueron intelectuales árabes cristianos quienes advirtieron el vínculo nacional como fundamento del estado moderno. Las dificultades que, aun a fines del siglo XIX, encontraba la idea nacionalista fueron debidas al esfuerzo de movilizar a la mayoría de los ciudadanos y hacer surgir el nacionalismo como idea dominante; además habían controversias entre la visión de los cristianos y la de los musulmanes, desde el momento que los primeros (que constituían la corriente principal) miraban de plano a la secesión, mientra la tendencia musulmana fue la de “un estado árabe autodeterminado en los confines del imperio Otomano descentralizado”.
    
También durante la primera mitad del siglo XX es conspicua la presencia de intelectuales cristianos dentro de la galaxia del nacionalismo árabe, señaladamente en Siria y en Líbano.
   
Este se propuso la lucha por la emancipación del Medio Oriente del colonialismo europeo, la realización de la autodeterminación nacional, la no alineación a las dos potencias que la conferencia de Yalta consagró a la repartición de la Europa y a la injerencia imperialista en el mundo, los Estados Unidos y la Unión Soviética, además generalmente el movimiento nacional árabe perseguía también una política interna basada en los principios del del socialismo nacional, o sea tender hacia el progreso, la naturaleza aconfesional de la pertenencia al movimiento, la realización de mayor justicia social.

Michel Aflaq (1910-1989), intelectual y político sirio de familia cristiana greco-ortodoxa, fue fundador e ideólogo del movimiento árabe Baaz sirio (que conservó esta denominación hasta 1947, luego se tradujo en la facción siria del partido Baaz). Graduado en la Sorbona de París, Michel Aflaq había valorizado aspectos fundamentales del pensamiento moderno europeo, como las batallas en favor del progreso social, la lucha contra el atraso cultural, la promoción del desarrollo científico-tecnológico, el reformismo de las instituciones, pero no había compartido el avance en dirección de la secularización de las costumbres del agnosticismo; Michel Aflaq era un fervoroso creyente.
   
Las relaciones entre el movimiento nacional árabe y el Baaz sirio no fueron idílicas; ellas entonces destinadas a distanciarse progresivamente en el tiempo, en la medida en que el MNA reprobaba al Partido baazista sirio una excesiva moderación, un sustancial tender a los propios intereses particularistas que habrían comprometido el diseño de la unidad panárabe (en verdad, acusación infundada, al menos frente a Michel Aflaq, que en 1958 había propuesto la realización de la unidad entre la nación siria y la egipcia y que casi desde el comienzo había considerado la unidad panárabe principal objetivo de su programa ideológico). Finalmente el MNA acusaba a los dirigentes del Baaz sirio de cultivar un excesivo culto de la propia personalidad y “veían muy a mal el intento de Aflaq de elevar al Baaz a un nivel tal que el partido encontrase el fin en sí mismo” (Al Kubeissi, Historia del movimiento de los nacionalistas árabes).
   
Las numerosas dificultades generadas por las luchas y divisiones intestinas en el seno del Baaz sirio, como también las relaciones conflictivas con el primer ministro Hafez Assad obligase a Aflaq a dejar definitivamente la Siria en 1966 para afiliarse a la facción iraquí del Baaz, en la cual revisaba la posibilidad de realizar mejor el programa ideológico del originario movimiento baazista.
   
La última sección de mi informe no puede no estar dedicada al reciente conflicto en Siria, iniciado en 2011 y actualmente concentrado en la zona de Idlib (donde permanece la última fortaleza en manos de los guerrilleros del ISIS y donde está abierto desde el otoño pasado un nuevo contencioso entre la República árabe siria y el régimen turco de Tayyip Erdoğan).
   
Durante los años centrales del conflicto en Siria, la prensa mayoritaria ha dado una interpretación totalmente inadecuata del conflicto, insistiendo exageradamente sobre los “crímenes” del primer ministro Bashar al Assad y sobre el mantra de su “redúctio ad Hítlerum”.
   
Mtanios (Antonio) Haddad, archimandrita sirio (el archimandrita en la Iglesia católica greco-melquita tiene el cargo superior en un monasterio) reside en Roma donde es rector de la basílica de Santa María de Cosmedin. Muchas veces el religioso sirio ha denunciado el análisis muy simplificado del conflicto por parte de la prensa occidental, que frecuentemente riñe con los testimonios dados por los religiosos locales. Recordemos que Mtanios Haddad tuvo el 24 de Mayo de 2016 junto al periodista turinés Fulvio Scaglione una conferencia en la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán con el título “El pacto estrecho con el diablo”.
   
En el curso de esta conferencia los relatores desmontaron la tesis tan difundida como simplista de Thomas Loren Friedman Phillips [periodista estadounidense de origen judío, N. del T.], sobre el choque de civilizaciones entre Occidente e Islam; los hechos demuestran que luego de las “guerras humanitarias” de la administración Bush en Afganistán e Irak, el terrorismo yihadista no solo no fue derrotado, sino alimentado en manera capilar; los grupos wahabitas de ISIS, al Dáesh y al Nusra (el wahabismo, la versión más integral del Islam sunní predicada en las monarquías del Golfo) constituían en algún modo la herencia de Al Qaeda.

Analizando un conflicto de naturaleza política antes incluso que confesional, los relatores de la conferencia pusieron en discusión que el Occidente estuviese verdaderamente interesado en derrotar el terrorismo yihadista y avanzaron la tesis que su política estuviese más que todo interesada en obtener como resultado último una balcanización del estado sirio por medio de conflictos interconfesionales intestinos (entre chiíes y suníes, kurdos y chiíes, drusos y suníes, etc) .
   
Según el testimonio del Padre Haddad, hasta el ascenso de estos grupos fundamentalistas, cristianos y musulmanes eran vistos en armonía, omitiendo o exactamente fomentando este ascenso, las potencias occidentales habrían por tanto estipulado una suerte de “Pacto con el diablo”.
   
La misma prensa occidental mostraba no querer evaluar las consecuencias para la Siria, en el caso en que los grupos wahabitas hubiesen prevalecido; los cristianos de Siria en cambio tenían bien presentes estas consecuencias, y su posición en línea general a favor de las milicias gubernamentales no fue tanto una elección a priori, sino una deliberación dictada por los crímenes, por las sanguinarias masacres hechas por los degolladores, por el número exponencial de iglesias y monasterios destruidos en la sola ciudad de Alepo.

Siempre como informa Fulvio Scaglione en un artículo del 10 de Julio de 2019 en el sitio Insideover, en Maalula y en Saidnaya, ciudades sirias en donde es numerosa la presencia de fieles cristianos, los mismos cristianos han estado frecuentemente en los últimos años en la primera línea para defender del terrorismo no solo a la República Árabe Siria, sino el orgullo patriótico e identitario de la cristiandad y de su patrimonio plurisecular. Cuando Saidnaya afrontó en el 2013 un ataque por parte de los terroristas islamistas, la Federación cristiana de los “Guardianes del Alba” (حُرَّاس الْفَجْر/Ḥurrās al-Fajr), fuertemente apoyada con la inteligencia gubernamental, confrontó valientemente a los yihadistas; y en este frente patriótico cristiano los “Leones de los Querubines” (أُسُود المُقَرَّبونَ‎/ʾUsūd al-Qarubim), menos alineados al régimen de Assad, no fueron menos. Nuevamente gracias.

¿LA PANDEMIA ES TAN GRAVE COMO LO HACEN VER LAS AUTORIDADES DEL MUNDO?

  
Hoy día cursamos una pandemia de un virus nuevo, desconocido en todo su potencial, el coronavirus.
   
“La nueva neumonía por coronavirus no es tan grave como otras enfermedades contagiosas de clase A (peste y cólera) todavía. Sin embargo, debido a que es una enfermedad recién descubierta, con un riesgo relativo considerable para la salud pública, todos deben estar atentos y bien protegidos. Tomar las medidas de control de Clase A genera notificaciones y publicidad más rápidas; Esto facilita a los trabajadores de la salud en la prevención y el control de la enfermedad, así como al público en la adquisición de la información más reciente para una mejor respuesta a la epidemia”, puede leerse en el Manual de prevención del coronavirus puesto a circular por el gobierno de la República Popular China recientemente, al aparecer el brote en la ciudad de Wuhan.
   
Efectivamente, no es tan grave, pues según el grado de letalidad, tenemos que hay afecciones mucho más dañinas: Peste (Yersinia pestis): 100%, peste pulmonar: 100%, VIH-SIDA: 100%, leishmaniasis visceral: 100%, rabia: 100%, viruela hemorrágica: 95%, carbunco: 93%, ébola: 80%, viruela en embarazadas: 65%, MERS (Síndrome respiratorio de Oriente Medio): 45%, fiebre amarilla: 35%, dengue hemorrágico: 26%, malaria: 20%, fiebre tifoidea: 18%, tuberculosis: 15%. El índice de letalidad de la COVID-19 está alrededor del 4% (puesto en entredicho, incluso, por estudiosos del tema, que estiman que es menor).
   
Como es un agente patógeno nuevo, no se sabe mucho acerca de él. Lo que sí ya se ha podido ver es que tiene un potencial de contagio muy alto, de ahí que las autoridades sanitarias recomendaron confinamientos. De todos modos, hay algo llamativo en esta cuarentena militarizada que vivimos. El mundo se detuvo prácticamente, cuando hay voces -tan autorizadas como quienes dicen lo contrario- que alientan sobre lo llamativo del pánico creado. El destacado inmunólogo colombiano Manuel Elkin, quien trabajara en una vacuna contra la malaria, llama la atención sobre “la desproporción que supone que la malaria aflige entre 230 a 250 millones de personas al año y, de ellos, mueren de 1.250 a 1.500 al día”. Nos llama a reflexionar: “Paremos un poco esa histeria colectiva. Desde el principio de la enfermedad del coronavirus nos metieron un pánico excesivo; es una enfermedad a la que hay que ponerle cuidado, pero no para una histeria colectiva que no sirve para nada”.
   
Del mismo modo Johan Giesecke, destacado epidemiólogo consejero del gobierno sueco y miembro del Grupo Asesor Estratégico y Técnico para Riesgos Infecciosos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), dijo que “Esta enfermedad se propaga como un incendio y lo que uno hace no cambia demasiado. Todos se van a contagiar, todo en el mundo al final”.
    
Lo curioso es que una enfermedad que no es especialmente letal (el 96% de infectados se recupera), que ataca mortalmente solo a un segmento pequeño (ancianos, gente con inmunodeficiencias, población que se puede reinfectar muchas veces como el personal sanitario), ha causado un revuelo sin precedentes, paralizando el mundo. El epidemiólogo británico de la Universidad de Oxford, Christopher Fraser, considera que la proporción de casos sin reportar podría ser del 50%, por lo que “la tasa de letalidad rondaría el 1%”. El experto en virus, el español Adolfo García-Sastre, investigador del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, piensa que “existen de cinco a diez veces más infectados que lo que se está contabilizando actualmente, lo cual reduce mucho su letalidad”.
   
Considerando que la curva epidemiológica comenzó a aplanarse en los países que mayor número de contagios presentaron -con tasas de mortalidad diversas, pero siempre manteniendo una tasa de letalidad similar, que no supera el 5% (o quizá mucho menos)- la proyección en muertes nos muestra que al final del año el número total de decesos podría ser similar a la de la gripe estacional: entre 600 y 700 mil. Seguramente las medidas de confinamiento podrán haber evitado más muertes. Pero allí es donde se abre la pregunta.
    
Acusar de paranoia a quien se plantee preguntas críticas puede ser peligroso. Como dijo Luis Tuchán: “Llamar teoría conspirativa a toda explicación alternativa a la del poder, es ahora la forma de satanizarla”. La crisis actual, sanitaria en principio, abre preguntas. No es ninguna novedad -porque está reportado hasta el cansancio, incluso por las mismas Bolsas de Valores de distintas partes del mundo-, que el sistema capitalista en su conjunto entró en una terrible, tremenda, catastrófica crisis, similar -o peor- que la Gran Depresión de 1930. “No solo la crisis financiera estaba latente desde hacía varios años y la prosecución del aumento de precio de los activos financieros constituían un indicador muy claro, sino que, además, una crisis del sector de la producción había comenzado mucho antes de la difusión de la COVID, en diciembre de 2019. Antes del cierre de fábricas en China, en enero de 2020 y antes de la crisis bursátil de fines de febrero de 2020. Vimos durante el año 2019 el comienzo de una crisis de superproducción de mercaderías, sobre todo en el sector del automóvil con una caída masiva de ventas de automóviles en China, India, Alemania, Reino Unido y muchos otros países”, anunciaba una voz autorizada como el economista Erick Toussaint. Es ahí, entonces, donde entran las preguntas críticas, acusadas de delirio paranoico por algunos.
   
Sabemos que el sistema capitalista, o más aún, quienes disfrutan los beneficios de ser la clase dirigente allí, están dispuestos a hacer lo imposible para mantener sus prebendas: ¿no alcanza todo lo dicho para entenderlo? ¿Habrá que agregar dos millones y medio de muertos en Irak y más de un millón para mantener, respectivamente, el petróleo y el gas/negocio de la heroína? ¿Habrá que agregar Guantánamo? ¿Habrá que agregar dos bombas atómicas arrojadas impunemente sobre población civil no combatiente en Japón cuando la guerra ya estaba decidida? ¿Habrá que agregar todos los golpes de Estado en Latinoamérica, y su cohorte de muertos, torturados y desaparecidos, aconsejados por “expertos” estadounidenses? (recuérdese la cita anterior de Mike Pompeo). El sistema está dispuesto a hacer cualquier cosa para mantenerse: por eso miente, embauca, distorsiona. Las enseñanzas de Goebbels (“Una mentira repetida mil veces se transforma en una verdad”) fueron amplificadas en un grado sumo en la tierra “de la democracia y la libertad”. Se nos vive mintiendo todo el tiempo, y eso no parece un delirio paranoico. En Guatemala se hizo creer que la “ciudadanía” sacaba del poder a un presidente corrupto…. Y no era así. ¿Quién dijo que la uña del dedo anular de una mujer es más bonito y que hay que seguir el dictado de la moda pintándoselo de otro color? ¿Los marcianos? ¿Los masones? ¿Los Rosacruces? ¿O quienes fijan la moda, y venden las mercaderías correspondientes?
   
Pensar que hay “gato encerrado” en las políticas que digitan nuestras vidas parece muy sano, porque demuestra una actitud crítica, algo más que la feliz y pasiva aceptación del entretenimiento con que se mantiene a la esclavitud. El tratamiento militarizado y compulsivo que se le da a la actual pandemia, según se puede pensar, perfectamente podría entenderse como “honrosa” salida del capitalismo global ante una crisis fenomenal. La desocupación y el hambre son “culpa” de este agente patógeno entonces.
   
¿Estaba todo esto ya pergeñado? ¿Hay agendas ocultas trazadas? Como son temas álgidos, complejos, con infinidad de aristas en juego, se hace difícil -con la orfandad de datos que existe todavía- expedirse categóricamente. Las ciencias, por otro lado, nunca se expiden “categóricamente”: formulan saberes, que son siempre cambiantes, relativos (la física newtoniana no alcanza para ciertas cosas, por lo que surge la física cuántica; la descripción psiquiátrica no alcanza, por lo que surge el Psicoanálisis, la geometría euclidiana es ampliada por la geometría fractal, etc.). No puede aún darse una visión globalizante del fenómeno de esta pandemia, pero quedan cabos sueltos.
    
¿Es realmente necesaria la militarización de la vida cotidiana, o hay allí otras perspectivas en juego? ¿Un ensayo de lo que vendrá? “La crisis sanitaria ha sido la oportunidad perfecta para reforzar nuestra dependencia de las herramientas informáticas y desarrollar muchos proyectos económicos y políticos previamente existentes: docencia virtual, teletrabajo masivo, salud digital, Internet de las Cosas, robotización, supresión del dinero en metálico y sustitución por el dinero virtual, promoción del 5G, smart city… A esa lista se puede añadir los nuevos proyectos de seguimiento de los individuos haciendo uso de sus smartphones, que vendrían a sumarse a los ya existentes en ámbitos como la vigilancia policial, el marketing o las aplicaciones para ligar en internet. En conclusión, el peligro mayor al que nos enfrentamos no es que las cosas «se queden como estaban», sino que vayan a bastante peor”, razonan Jorge Riechmann y Adrián Almazán.
   
Definitivamente hay manejos en todo esto que dejan interrogantes. Hay una crisis sanitaria, porque la enfermedad existe y los muertos ahí están, pero también existe el peligro real que las cosas vayan a bastante peor, y no por el coronavirus precisamente. ¿Es paranoico pensar que el mundo que seguirá a la pandemia (vigilancia absoluta, distanciamiento de las personas, control omnímodo de nuestras vidas) puede ser aterrador? ¿Ya no más apretones de manos ni besos en la mejilla? Pero peor aún: ¿quién manejará esa información total, completa, omnímoda de nuestras vidas, información a la que no podremos resistirnos suministrar? Más aún: ni siquiera habrá que suministrarla, porque las técnicas de control la obtendrán de otra manera, sin esfuerzo, sin violencia. ¿Ese es el mundo post pandemia?
   
Está claro que se ha creado un pánico monumental, evidentemente desproporcionado en relación a lo que es la enfermedad de la COVID-19 propiamente dicha. Ningún otro hecho colectivo había causado tamaño estupor. Y como los números lo indican, la nueva enfermedad no es sinónimo de muerte inmediata y masiva (según algunas voces autorizadas, muchísima gente la cursa asintomáticamente, o se cura sola. Solo población en riesgo -tercera y cuarta edad e inmunodeprimidos- tiene posibilidades reales de fallecer). ¿Por qué tanto pánico? ¿Está inducido? Recuérdese el manejo sobre la corrupción en Guatemala antes citado. Los climas sociales, esto no es ninguna novedad, se crean. ¿Por qué masivamente se piensa que “los musulmanes son terroristas”, o que “los colombianos son narcotraficantes”? ¿Por qué nos la pasamos hablando de fútbol o de series chabacanas y no podemos pensar críticamente en otros asuntos? ¿Alguien lo decide? ¿Es delirante pensar que allí hay agendas de grandes poderes que digitan la vida colectiva? “La televisión es muy instructiva, porque cada vez que la encienden, me voy al cuarto contiguo a leer un libro”, dijo Groucho Marx. ¿Delirio paranoico?
    
Luego de la pandemia de coronavirus todo indica que viene la vacunación masiva. Bill Gates, uno de los mayores magnates actuales del planeta -propietario de una de esas empresas antes citadas, campeonas de la evasión fiscal- es uno de los más grandes filántropos en el mundo y promotor de esa vacunación. “Las próximas guerras serán con microbios, no misiles”, dijo repetidamente. De hecho, él y su cónyuge Belinda constituyen uno de los principales sostenes financieros de la Organización Mundial de la Salud -OMS-, mecenas preocupado por la salud de la humanidad. ¿Seremos paranoicos si nos abrimos preguntas al respecto, si desconfiamos de tanta bondad? (porque alguien que evade impuestos da que pensar, ¿no?). La sociedad global cada vez más se encamina hacia tecnologías de vanguardia, revolucionarias (en las que China ya le está tomando la delantera a Estados Unidos). Las fortunas más grandes se van acumulando ahora en las empresas ligadas a la cibernética, la inteligencia artificial, la informática, la robótica. Como ejemplo representativo, el cambio que se ha venido dando en la dinámica económica de la principal potencia capitalista, Estados Unidos: para 1979, una de sus grandes empresas icónicas, la General Motos Company, fabricante de ocho marcas de vehículos, tenía un millón de trabajadores -daba trabajo a la mitad de la ciudad de Detroit, de tres millones de habitantes-, con ganancias anuales de 11,000 millones de dólares. Hoy día Microsoft, en Silicon Valley, mientras Detroit languidece como ciudad fantasma con apenas 300 mil pobladores, ocupa 35 mil trabajadores, con ganancias anuales de 14,000 millones de dólares. El capitalismo está cambiando. En el año 2017 la familia Rockefeller se alejó del negocio petrolero. ¿Vamos hacia las energías renovables? ¿Las próximas guerras serán por el agua? ¿Quién decide eso?
   
Llama la atención que un mecenas como Gates (que no parece tan “trigo limpio”, si es tamaño evasor fiscal y destructor de los Estados nacionales -la beneficencia no puede suplir al Estado-) se preocupe tanto de las vacunaciones. Quizá deba incluirse también en los negocios de futuro (¿el petróleo dejará de serlo?) a la gran corporación farmacéutica, la Big Pharma. Según datos que llegan dispersos, representantes de la GAVI, la Global Alliance for Vaccines and Immunization, y su fundador y principal financista, Bill Gates con su benemérita Fundación, insisten cada vez más en la necesidad de una inmunización universal. Como todo esto de la pandemia está aún muy confuso, nadie puede asegurar categóricamente nada.
   
¿Seguirá a toda esta parafernalia una vacunación obligatoria con insumos que habrá que pagar? ¿Será toda esta militarización de la vida cotidiana una muestra de cómo es el futuro inmediato? China, con un “socialismo” en el que no puede mirarse la clase trabajadora mundial -por ser un capitalismo desaforado disfrazado de socialismo-, al igual que las potencias occidentales -o más aún-, desarrolla un hipercontrol monumental sobre su población. Las tecnologías informáticas sirven para eso (y no hay duda que en eso llevan la delantera, pues ya están en la 5G, preparando la 6G). ¿Ese es el modelo a seguir?
   
“¡Los marcianos existen, son verdes y con antenitas!” Asegurar con toda convicción cosas de las que no se tiene pruebas es patológico: “aparición de un único tema delirante o de un grupo de ideas delirantes relacionadas entre sí que normalmente son muy persistentes”, según la oportuna descripción psiquiátrica. Pero abrirse preguntas críticas no es enfermizo: es muestra de salud. Definitivamente la pandemia nos ha venido a conmover. Dado que las cosas están confusas, nadie tiene la verdad con certeza ni puede predecir con exactitud qué continúa ahora. Lo que está claro es que seguirá más capitalismo (socialismo no se ve cercano por ahora), quizá más reconcentrado en menos manos y más controlador (¿alguien puede explicar por qué Estados Unidos reacciona tan desesperadamente anta la delantera china en la 5G?). La organización popular para plantearse cambios no parece muy en alza hoy. Si estamos antes la presencia de grandes poderes que deciden sobre la vida de la Humanidad con planes a largo plazo de los que nada sabemos, preguntarse por todo ello no es un delirio enfermizo: es casi una obligación.
   
MARCELO COLUSSI
Psicólogo y Filósofo

CONSAGRACIÓN FAMILIAR A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

 
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
Santísima María, Madre de Dios, Virgen purísima e inmaculada, Reina de los ángeles y de los hombres, refugio seguro de los pobrecitos pecadores, aquí me teneis postrado ante vuestro acatamiento con toda mi familia; os venero y elijo en el día de hoy por mi soberana Señora, por mi Madre y abogada para con Dios. Aunque sabemos que sois Reina del universo, y que todas las criaturas del Cielo y de la tierra están sujetas a vuestro imperio, sin embargo queriendo, cuanto es de nuestra parte, extender vuestra dominación, y aumentar el número de vuestros súbditos y devotos, os hacemos aquí una ofrenda voluntaria de nosotros mismos consagrándonos a vuestro servicio; y si no fuésemos vuestros súbditos, como en efecto lo somos por tantos títulos, protestamos que lo seríamos ahora, en el tiempo y eternidad, en fuerza de la consagración que al presente os hacemos, de todo lo que somos, tenemos y podemos: por lo mismo gustosos nos ofrecemos todos por individuos de vuestra noble Sociedad contra la blasfemia, y procuraremos arrancar de la tierra este monstruoso pecado vomitado por el Infierno; a este fin cumpliremos con toda exactitud las condiciones que prescribe dicha sociedad, valiéndonos de todos los medios que nos sugerirá el celo que tenemos de la mayor honra y gloria de Dios y de Vos, y provecho del prójimo.
   
Os hablo, Virgen santísima, en nombre de todas las personas que componen esta mi familia; dignaos, Madre de misericordia, admitirnos a todos en el número de vuestros hijos y devotos; fijad vuestros ojos misericordiosos sobre mi familia, que desde hoy en adelante será la vuestra; dignaos tomarla a vuestro cuidado y protegedla. Dadnos a todos, Virgen santísima, vuestra bendición, y no permitáis que ninguno de los que están aquí postrados a vuestros pies, se haga jamás indigno de vuestra protección y de vuestros favores. Asistidnos en todas nuestras necesidades; consoladnos en nuestras aflicciones; socorrednos en todos los peligros, y haced que nuestra devoción y confianza sea cada día más viva y más afectuosa; protegednos en vida, y particularmente en la hora de la muerte, para que de este modo aumentemos el número de vuestros fieles servidores en la patria feliz de la eterna gloria, por la misericordia de vuestro Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Amén.
   
Día DD. del mes MM. del año AA.
   
SAN ANTONIO MARÍA CLARET CMF. La Escala de Jacob y Puerta del Cielo, o sea, Súplicas a María Santísima. Barcelona, Imprenta de la viuda Pla, 1852, págs. 34-36.

sábado, 30 de mayo de 2020

POEMA DE SANTA TERESITA A SANTA JUANA DE ARCO


Cuando el Señor Dios de los ejércitos te dio la victoria,
Expulsaste al extranjero e hiciste coronar al rey.
Juana, tu nombre se hizo famoso en la historia.
Nuestros mayores conquistadores palidecieron ante ti.
   
Pero eso fue solo una fugaz gloria.
Tu nombre necesitaba un halo de santo.
Entonces el Amado te ofreció su copa amarga,
Y, como Él, fuiste rechazado por los hombres.
   
En el fondo de un calabozo negro, cargado de pesadas cadenas,
El cruel extranjero te llenó de pena.
Ninguno de tus amigos participó en tu dolor.
Nadie se adelantó para limpiarte las lágrimas.
   
Juana, en tu oscura prisión me pareces
Más radiante, más hermosa que en la coronación de tu Rey.
Este reflejo celestial de gloria eterna,
¿Quién te lo trajo? Fue traición.
   
Ah! Si el Dios del amor en este valle de lagrimas
No había venido a buscar la traición y la muerte,
El sufrimiento no nos atraería.
Ahora lo amamos; Es nuestro tesoro.

LOS SANTOS DE SANTA JUANA DE ARCO

Traducción de la Conferencia dada el 16 de Mayo de 2020 por el padre fray José de Avallon (en el siglo Régis de Cacqueray-Valménier), de los Capuchinos de la Observancia Tradicional, en ocasión del centenario de la canonización de Santa Juana de Arco.
   
«La Francia, es el corazón de una virgen también, una virgen que dijo sí al Arcángel San Miguel en los claros de su Lorena natal» [1].
  
Dios, quien puede hacer todas las cosas por Él mismo, manifiesta principalmente su poder sirviéndose de sus criaturas para que ellas sean los instrumentos de su Providencia. Él las honra empleándolas en vista del gobierno del mundo. Sus Ángeles y sus Santos son sus ministros sobre la tierra. Nosotros no los vemos. Nosotros percibimos su presencia y su acción. Y por consiguiente, están a nuestro lado. La vida de Santa Juana de Arco permite poner en relieve el precioso concurso que ellos le aportan a los hombres. Su fugitiva existencia nos la muestra muy constantemente en presencia de sus amigos del Cielo porque «La voluntad de Dios le fue siempre significada por sus intermediarios» [2]. Aquí como partout, ella nos apareció como un modelo de fe y de sencillez confiante. Pero más todavía, el extraordinario conocimiento que recibimos de sus relaciones con los Ángeles y los Santos, por medio de las respuestas que ella dejara en los interrogatorios y el proceso que afrontó, nos permite familiarizarnos con el mundo del más allá y entrar más facilmente. En estas líneas, nuestro deseo es intentar comprender con aquella perfección que Dios ha selecionado, entre las miríadas de sus Ángeles y sus Santos, los que Él escogió para acompañar a Juana. Así, hemos de empezar considerando el papel discreto pero ejemplar que tuvo San Remigio en la misión de la pequeña campesina de Lorena (1). Pasaremos enseguida al célebre trío de sus «Voces» (2) y concluiremos con algunos otros Santos que entraron también en la constelación de los que se le acercaron (3).
   
De la misión de San Remigio a la de Juana:
«La Iglesia nota atentamente, siempre, los signos proféticos que anunciaron o figuraron las virtudes y los destinos de sus Santos: la gota de miel, derramada por un enjambre de abejas, en la mano de Ambrosio en su cuna, gage de las suavidades de su palabra; el perro que vio la madre de Domingo, con una antorcha encendida en su fauce, símbolo de la luz que llevaría, a través del mundo, por sí mismo y sus hijos, el Padre de los predicadores; el oráculo del ciego solitario, Montano, predijo a Emilio y a Cilinia, ya de edad avanzada, el nacimiento de este hijo Remigio, quien bautizara a Clovoveo y la Francia en la fuente consagrada de Reims» [3].
   
Y luego de haber introducido aquí a San Remigio, tomamos la ocasión para evocar, entre los signos providenciales que planearon alrededor de la cuna y la infancia de Juana, el que nos presenta la toponimia de esta pequeña aldea de Lorena llamada precisamente «Domrémy» en honor del gran arzobispo de Reims. No solamente la aldea lleva su nombre, sino que su iglesia parroquial está dedicada a él: «A ejemplo de muchas otras parroquias, su iglesia está bajo el patronato del gran santo, la acción evangélica del obispo de Reims había sin duda llegado a tocar esta campiña meusienne, a los tiempos donde se dejó instruir de la nueva religión de los Francos»[4]. Es aquí bajo la atenta mirada de la estatua de San Remigio que, el mismo día de su nacimiento, fiesta de la Epifanía del año 1412, la infante será tenida sobre las fuentes bautismales de esta iglesia.
  
La visión de Fe –la única que mereció ser llamada realista– apreciará en su justo valor este signo que marcó el nacimiento y el bautismo de aquella cuya misión será la de conducir al heredero de los reyes de Francia en la ciudad de las Consagraciones para que el óleo de la Santa Ampolla destile sobre su cuerpo y que él sea coronado rey de Francia. Son sus Voces, en Domrémy, quienes le han revelado el fin de su santa empresa: «Ella salvará al país, liberará Orléans y hará consagrar al rey en Reims»[5].
   
Juana tuvo la alta inteligencia teológica y política de la significación y de la eficacia espiritual de esta consagración del heredero de Clodoveo: «La Doncella siempre fue consciente que ella debía hablar en Reims para consagrar al rey y dio la razón de su aviso, diciendo que, una vez que el rey sea coronado y consagrado, el poder de los adversarios disminurá siempre y que finalmente ellos no podrán dañar ni a él ni a su reino» [6]. Ella tuvo tal certidumbre y no dudo en exponer sin ambajes su fin. A Roberto de Baudricourt, desde el principio mal dispuesto a respetarla y rodeado de sus intimidantes hombres de armas, ella aseguró: «Yo vengo a fin de darle seguridad al delfín. No es a Carlos que pertenece el reino de Francia, sino a su Señor. Mi Señor quiere que el delfín sea rey y tenga este reino a su mando. ¡Sí, a pesar de sus enemigos, él será rey y soy yo quien lo conducirá a la consagración!» [7].
   
Cuando ella habla de Carlos VII, antes de su consagración, no le da sino el nombre de delfín y da la explicación: «Yo no le llamaré rey hasta que él haya sido coronado y consagrado en Reims». Pero su convicción deberá aun triunfar de las dudas del pobre rey de Bourges y de una parte notable del entorno del rey que juzga temerario este equipaado en un país bajo tutela borgoñona.
   
Finalmente, llega el gran día de la Consagración, el domingo 18 de Julio de 1429. Comienza el rito. Carlos ha llamado a Juana muy cerca de él. ¡Aquella oración se eleva en el alma de la que tiene su estandarte, mientras que el arzobispo de Reims, derrama por medio de una aguja de oro una gota del óleo de la Santa Ampolla sobre la patena! «El rey, desvestido, no porta sino una camisa y una túnica dividida donde la piel debe recibir las unciones sagradas. Ellas son en número de nueve. El arzobispo con el pulgar, hace las nueve cruces» [8].
   
¡Carlos VII es rey de Francia! Juana se aarrodilla ante él, le besa los pies y le dice llorando: «Gentil Rey, ahora está ejecutado el placer de Dios que quería que levantase el sitio de Orléans y que os agregase en esta ciudad de Reims recibir vuestra santa consagración mostrando que sois verdadero rey y aquel a quien el reino debe pertenecer».
  
El óleo que San Remigio derrama sobre la frente del rudo merovingio le había sido traído milagrosamente por una blanca y misteriosa paloma. El papel de Juana, nueva paloma, había sido la consagración de Carlos VII, no precisamente el de preparar el precioso líquido antiguo de casi un milenio, sino el de llevar al sucesor de San Remigio el infortunado sucesor de Clodoveo para que le reciba y sea consagrado rey de Francia.
   
San Remigio y Santa Juana de Arco se dieron la mano, el primero siendo el origen de la monarquía fracesa y la segunda como su salvadora en los días más sombríos de su historia. Ellos son inseparables. Juana nos presenta cómo fue la pequeña hija elegida por Dios y confiada al gran arzobispo, «Dom Rémy», para ser el instrumento providencial de la perpetuación de los reyes de Francia. El alba de su epopeya, en el día de su bautismo, se encuentra en una iglesia dedicada al bautizador de la Francia y su punto culminante en su ilustre catedral de Reims.
   
Divinas armonías en la elección de los que serán sus «Voces»:

Si San Remigio está presente desde la aurora al cénit de la misión sagrada de Juana, su formación para llevarla a bien va a ser asegurada por un ilustre trío compuesto de San Miguel, de Santa Catalina y de Santa Margarita. Y después de los cuatro años en el curso de los cuales ella recibió su celestial instrucción, los tres visitantes del Cielo van a morar cerca de Juana a lo largo de su cabalgadura heroica. Ellos serán entonces su «Consejo» y le darán el apoyo y la consolación en los momentos más difíciles. Muy sabia, Juana opondrá al consejo de los hombres «su Consejo». Es así que ella responde al Bastardo de Orléans: «En nombre de Dios, el consejo del Señor nuestro Dios es más sabio y más seguro que el vuestro» [9] En la víspera de la caída de las Tourelles donde los caballeros habían tenido consejo estimando que él no proseguiría los combates, Juana revira: «Vosotros habéis estado en vuestro consejo y yo en el mío. Y creo que el Consejo de mi Señor verá su cumplimiento y que el vuestro fracasará». Este Consejo es presidido por San Miguel.
  1. San Miguel, protector de la Francia:
    El primero en manifestarse ante Juana es el arcángel San Miguel, que no es un desconocido en la historia de Francia. En el 709, él le pidió al obispo de Avranches de le construyera una iglesia en la cima del Monte Tumba que, desde entonces, porta su nombre. Esta verdadera fortaleza devino en el mayor de los símbolos en la lucha contra los Godones (ingleses). Su lucha victoriosa en «su grandioso aislamiento» [10] duró después más de treinta años. ¿Cómo no comprender el inestimable socorro aportado por el arcángel a los heroicos defensores del Monte? «Une espada brilla en su mano, y si apareció a una criatura humana, es siempre para manifestarle los auxilios del Señor» [11]. San Miguel apareció allá en el magnífico patronato que ejerce sobre nuestro país. Este es su principal título para ser escogido en prioridad para manifestarse a Juana.
     
    Admiremos a este propósito cómo Vaucouleurs, esta capitanía de Lorena donde se hizo pública la misión de Juana, tan distante de Mont-Saint-Michel y de la Normandía que vendría al espíritu personal de buscar un vínculo entre dos lugares, se encuentra, en la época en que nos situamos, por tanto gloriosamente vinculado a Mont-Saint-Michel. En efecto, en todo el norte de la Francia, tres lugares, solamente tres, escaparon a la dominación inglesa: ¡Mont Saint-Michel, Vaucouleurs y Tournai! Y San Miguel debía llevar tanta atención a esta plaza fuerte del Este que toda la región del Bar donde se encuentra Vaucouleurs está igualmente puesto bajo su especial patrocinio: «San Miguel era particularmente conocido y amado en el mismo Domrémy, siendo antiguamente patrón del Bar» [12].
      
    Aunque esto esté un poco más lejano de nuestro sujeto, señalamos otro enfoque mencionado por Régine Pernoud que vincula la historia del Mont-Saint-Michel a la de Santa Juana de Arco: «Cosa curiosa, aquel que había, durante la mayor parte de este tiempo, asumido la defensa de la irreducible fortaleza, Luis de Estouteville, era precisamente hermano del prelado que había tomado en su mano la causa de Juana de Arco y buscar su rehabilitación» [13].
     
    San Miguel es el ángel de «la anunciación de Juana», el primero en aparecérsele, aquel que le develó lo esencial de su misión. Él no le había revelado desde el comienzo su nombre. «Pero, un día, él le dijo: “Yo soy Miguel, el protector de la Francia. Él tiene gran piedad del reino de Francia”. Y el arcángel le expuso todas las desgracias que se habían abatido sobre toda la extensión del territorio, tanto que Juana lloraba lágrimas vivas. La aparición la consoló: “Dios no ha abandonado la patria, Él le ha concedido siempre para ser la nación buena y cristiana, guardiana y primogénita de la Santa Iglesia Católica, que los horrores del gran cisma quieren desolar”. Y si el ángel de la Victoria ha descendido del Cielo, es a fin de anunciar la salvación del país éprouvé: es sobre todo para preparar el ser misterioso, instrumento de la liberación. Esta revelación regocija a la joven provinciana, ella agradece a San Miguel y le pregunta el nombre del salvador venidero. Luego el celestial mensajero, mirándola, le dijo con fuerte voz:“¡Eres tú, hija de Dios!… ¡Parte! Ve a la Francia, hazlo. La pobrecita se puso a temblar, luego de nuevamente sangloter: “Yo soy una pobre chica, responde, no sé ni montar a caballo y hacer la guerra. Y el arcángel repitió: “¡Parte! Ve a la Francia, hazlo. Puis il disparaît»[14].
      
    Ill lui demeurera présent tout au long des mois de son ardente équipée mais on le voit plus particulièrement apparaître dans les moments les plus stratégiques. C’est lui qui fait part à la bergère, à l’occasion d’une autre de ses apparitions où Jeanne « protestait en sa présence, et de sa docilité et de son impuissance»15, de l’assistance qu’elle va désormais recevoir de sainte Catherine et de sainte Marguerite : « Dieu a pourvu à ce qui te manque. Je conduirai vers toi deux Saintes. Ce sont les Vierges Catherine et Marguerite. Notre-Seigneur les a chargées de te guider, tu n’auras qu’à suivre leurs conseils»16 Si les deux saintes vont désormais être là au quotidien de l’existence de la bergère, saint Michel gardera toujours la petite sainte sous son archangélique protection. Ainsi se rendra-t-Il visible à Jeanne lorsqu’elle sera prisonnière au Crotoy, non loin d’Abbeville : « Là enfin, Jeanne fut favorisée d’une vision de saint Michel. L’agonie, l’agonie des ultimes six mois allait commencer ; l’archange se montra pour conforter sa pupille» [17].
      
    L’attachement de Jeanne à Saint Michel se manifestera sur le bûcher lorsque le bourreau Thierrache la lia au poteau. « Tandis qu’il serrait étroitement les cordes, ‘elle implorait saint Michel : elle disait :’…Saint Michel ! Saint Michel !» [18]. Puis, de nouveau, alors que les flammes du brasier l’environnaient et mordaient déjà atrocement ses chairs, on entendit de nouveau : « Saint Michel ! Sainte Catherine ! Sainte Marguerite !» [19].
     
    Si saint Rémy apparaît surtout comme le saint historique qui veille sur le berceau de la France et dont la propre mission sacrale auprès de Clovis apparaît comme l’exemplaire de celle de Jeanne, saint Michel est présent en sa qualité de patron de la France. Il ne quitte pas celle qui a accepté de faire l’offrande de sa vie pour son pays.
  2. Santa Catalina de Alejandría:
    Saint Michel apprend à Jeanne que Dieu lui-même a désigné deux saintes, dont sainte Catherine, pour s’occuper plus étroitement d’elles : « Jeannette remercia et, pleine de confiance, attendit. Bientôt, aux côtés de saint Michel, elle vit dans une céleste clarté deux ravissantes figures, portant au front de riches couronnes d’or posées sur leurs beaux cheveux ondulés. Regardant la fillette avec une bonté ineffable, elles la firent approcher, se nommèrent, l’embrassèrent tendrement, tandis que l’enfant charmée de leur suave contact, leur pressait les mains et leur rendait, respectueuse et tremblante, leurs doux baisers. »20 Cette scène si tendre suffit à montrer la délicate attention de Dieu Lui-même, qui a consisté à choisir deux femmes pour être les célestes compagnes de la jeune fille. Comme on le voit, elles surent prodiguer à l’enfant cette précieuse affection qui devait tant la réconforter.
    Mais, par ailleurs, « Les maîtresses étaient bien choisies pour former celle qui devait soutenir tant de luttes, car elles-mêmes avaient, pour la gloire du Christ, affronté de rudes combats et remporté d’incomparables triomphes. Désormais, elles apparaîtront à leur élève plusieurs fois par semaine, multipliant les entretiens lorsqu’elles le jugeront nécessaire. Elles l’instruiront sur tout ce qui regarde sa mission, lui prodiguant selon les circonstances, des avis, des conseils, de telle sorte que Jeanne dira volontiers en parlant d’elles ‘mon conseil’, comme elle les nommera aussi ‘mes Voix’, indiquant par là que, non seulement saint Michel et ses saintes se rendent visibles, mais qu’elle entend réellement leur parole résonner à son oreille. »21
    Evoquons d’abord le choix de Sainte Catherine, patronne des jeunes filles. La belle et savante vierge d’Alexandrie fut avant Jeanne elle-même assistée de saint Michel tandis qu’elle démontrait la fausseté du paganisme à cinquante professeurs d’université. 22 avant de verser son sang pour le Christ. Vierge, Martyre, patronne des jeunes filles, privilégiée de saint Michel, voilà déjà pas moins de quatre bonnes raisons pour devenir la guide de Jeanne ! La bergère, dont la sœur cadette porte ce prénom, ne peut ignorer cette sainte dont l’église de Maxey, le village le plus voisin de Domrémy, de l’autre côté de la Meuse, possède la dédicace. On voit de nouveau comme les saints ont été choisis par Dieu parmi ceux qui étaient familiers à l’enfant.
    Sur le chemin qui va de Vaucouleurs à Chinon, Jeanne se réjouit de faire halte au petit village de Fierbois où une chapelle dédiée à sainte Catherine l’attire. Elle assiste là à trois messes le même jour. « La chapelle avait été érigée selon le vœu de Charles Martel en mémoire de l’engagement décisif qui repoussa l’armée des Sarrazins et prépara sa défaite, consommée à la bataille de Poitiers. »23 « Sainte Catherine y était représenté dans un appareil quasi-guerrier. Sa robe à plis roides jouait la cuirasse, et la roue qui gisait son côté, en souvenir du supplice auquel Maximin l’avait condamnée d’abord, ressemblait assez à un harnois de bataille brisé; l’épée dont le bourreau lui-même avait tranché la tête, était large comme celle des hommes d’armes ; les chevaliers aimaient remercier une sainte ainsi faite, de leurs succès. »24 Bien que sainte Catherine ne soit pas une « vierge guerrière » à proprement parler, il est intéressant de voir que la piété des soldats, notamment à Fierbois, la vénérait comme telle.
    Est-ce à cette occasion que Jeanne reçut la révélation que l‘épée qui lui était destinée gisait là enfouie et oubliée? Quoiqu’il en soit, Jeanne provoqua la surprise de Charles VII, au moment où l’on passait commande de son armure, en lui disant de ne pas se soucier de son épée car ses Voix lui avaient appris que Dieu avait « voulu choisir l’arme qu’il me destine, elle repose depuis longtemps dans la chapelle de sainte-Catherine-de-Fierbois. envoyez-la quérir, Sire, on la reconnaîtra à cinq petites croix qui sont gravées près de la garde de cette épée. Elle se trouve non loin de l’autel. » Les recherches accomplies par Colas de Montbazon aboutirent rapidement : « dès que la terre eut été creusée à peu de profondeur, on trouva l’arme rouillée, reconnaissable à ce que sa lame portait cinq croix. »25 Et la rouille tomba en un rien de temps. Certes, ce n’est pas l’épée de sainte Catherine mais c’est bien du sol de la chapelle qui lui est dédiée qu’elle a été déterrée. La sainte d’Alexandrie semble ici adouber l’enfant de Domrémy pour ses combats à venir. Ce sont également les trois visiteurs qui donnèrent aussi à Jeanne l’ordre de prendre un étendard symbolisant sa mission divine : « tout fut strictement réglé d’après les indications des célestes conseillers. »26
    Remarquons encore que « Sainte Catherine est la protectrice des prisonniers, de tous ceux qui sont rançonnés ou retenus dans les fers. »27 C’est en connaissance de cause qu’elle pourra assister et soutenir Jeanne au fond de ses cachots (même si, « Parfois, sainte Catherine me répond sans que je comprenne à cause du bruit qui se fait dans la prison. » !) On la voit présente auprès de Jeanne, après son audacieuse tentative d’évasion du château de Beaulieu en Vermandois. Pour la première fois, un homme avait tenté d’abuser d’elle. Jeanne fabriqua une sorte de corde qu’elle fixa à l’un des barreaux de sa prison, voulant s’y suspendre et y glisser. Mais celui-ci céda et Jeanna tomba d’une hauteur de soixante pieds. Elle fut ramenée dans la prison par ses geôliers et souffrit alors davantage des scrupules de n’avoir pas suivi le conseil de ses saintes et de les avoir contristées que de la violente commotion physique endurée. C’est alors sainte Catherine qui lui apparaît pour la consoler et pour lui dire de se confesser, sans doute pour avoir cédé à son désarroi.
    Les deux saintes sont encore là pour préparer leur petite sœur de la terre à la mort et au martyre. Pendant sa captivité, « Jeanne eut la visite fréquente, quotidienne de ses Voix. Elles la traitèrent doucement, maternellement, ne soulevant que peu à peu, devant ses regards, le voile du redoutable avenir : ‘Courage ! Tu seras délivrée, lui disaient-elles d’abord ; il faut que tu sois délivrée […] Ne te chaille pas de ton martyre ; prends tout en gré, ; tu t’enviendras enfin au royaume de paradis…Ce sera pour une grande victoire.’ »28
    Les affinités entre la sainte de l’Eglise triomphante et son émule de l’Eglise militante se renforcent encore de cette autre considération que sainte Jeanne, à la suite de sainte Catherine d’Alexandrie, aura, elle aussi, à soutenir des joutes, peut-être encore plus pénibles que celles des champs de bataille, contre des dizaines de professeurs d’université.
  3. Santa Margarita:
    La seconde sainte choisie par Dieu pour guide la bergère de Domrémy est sainte Marguerite. Autre vierge martyre, autre sainte bien connue de Jeanne, honorée dans l’église paroissiale de Domrémy où se dresse une statue en son honneur. « On l’y voit vierge dans les plis de sa robe, et si gracieusement hanchée, que le corps et le geste et le visage disent ensemble la douce sainteté et le doux attrait d’une grâce divine. »29 La piété populaire a l’habitude de l’associer d’ailleurs à sainte Catherine dans les mêmes pratiques. Ce qui ressort de la vie de sainte Marguerite, ce sont les terribles assauts qu’elle dut livrer pour protéger sa virginité. Là encore, on comprend que sa présence dut être un immense réconfort pour Jeanne qui eut immensément à souffrir de sa promiscuité avec les soldats, des injures les plus grossières dont elle fut abreuvée par certains anglais et, enfin, tandis qu’elle était en prison, des véritables violences de ses geôliers.
    Lorsqu’elle sera interrogée sur ses « Voix », il lui sera demandé si sainte Marguerite ne parlait pas anglais, le questionneur s’attirera cette verte réponse : « Comment parlerait-elle anglais, puisqu’elle n’est pas du parti des Anglais ? »
    Enfin, sainte Marguerite fut livrée aux flammes comme Jeanne le sera. Même si les flammes l’épargnèrent et qu’elle fut finalement décapitée, elle connut toute l’appréhension du terrible supplice que vécut Jeanne lorsqu’elle apprit comment elle devait périr.
    A plusieurs reprises, les « Voix » disent à Jeanne que c’est Dieu Lui-même qui donne les ordres de ce qui doit être fait en ce qui la concerne. En particulier, saint Michel indique que le choix des deux saintes auxquelles Jeanne devait être confiée était le sien. Aussi, ne doit-on pas être étonné de la perfection de l’élection de sainte Catherine et de sainte Marguerite : « Ces similitudes et ces coïncidences entre elles nous font toucher du doigt le mystère profond et caché de la prédestination. Ces deux vierges martyres instruisaient Jeanne du combat et de la couronne à laquelle Dieu l’avait destinée de toute éternité. »30

Otros visitantes celestiales:
Sans chercher à dresser une liste exhaustive des saints et des anges qui interviennent dans la vie de la Pucelle d’Orléans, il est intéressant de mentionner quelques-uns d’entre eux.
Elle affirmera au cours de son procès la visite d’un autre prestigieux archange : saint Gabriel : « Aussi fermement que je crois que Notre-Seigneur Jésus-Christ a souffert la mort pour nous racheter des peines de l’enfer, je crois que c’est saint Michel et saint Gabriel, sainte Catherine et sainte Marguerite que Notre-Seigneur m’envoie pour me conseiller et me réconforter. » 31 Elle précisera par ailleurs, le 3 mars 1431 qu’elle a vu de ses yeux les deux archanges et le 9 mai qu’elle a reçu réconfort de saint Gabriel : « Oui, croyez que c’était lui, je l’ai su par mes Voix. »32Elle dira aussi que, bien souvent saint Michel était entouré, quand il lui apparaissait d’une splendide théorie d’anges.
Plus prodigieuse encore est la scène qui nous est rapportée à l’occasion du siège de Saint-Pierre-le-Moutier. Le chevalier d’Aulon la voit isolée. Il est sérieusement blessé et peut-être démoralisé d’une attaque difficile. Il s’inquiète de la voir seule et s’approche d’elle pour le lui dire. Mais elle lui répond qu’elle n’est pas seule : « J’ai encore cinquante mille de mes gens, et je ne partirai point d’ici que la ville ne soit prise. » L’écuyer stupéfait ne voyait pourtant autour d’elle que trois ou quatre soldats. « Les cinquante mille guerriers dont Jeanne parlait étaient des anges de Dieu qui venaient remplacer les soldats fugitifs. Elevant alors la voix, la guerrière s’écria : ‘Aux fagots ! Aux claies, tout le monde, afin de jeter le pont !’ Et voici qu’aussitôt le pont fut établi au grand émerveillement des témoins de cette scène. »33
Lors de l’interrogatoire du 12 mars 1431, Jeanne affirme d’ailleurs que « Les anges viennent beaucoup au milieu des chrétiens sans qu’on les voie ; moi je les ai vus maintes fois au milieu des chrétiens. »34
Il faudrait encore mentionner saint Jean, son saint patron, qu’elle demanda au frère Pâquerel, son aumônier, de faire représenter sur une bannière avec la très Sainte Vierge Marie auprès de Notre-Seigneur Jésus-Christ en croix. Elle est aussi dévote de saint Nicolas et voulut « accomplir son pèlerinage à Saint-Nicolas-du-Port, patron des voyageurs, afin de mettre sous sa protection le grand voyage qu’elle allait commencer. » 35 La Pucelle, pendant le séjour du roi à Saint-Denis, remplie de tristesse à cause de la pusillanimité de Charles VII à continuer la reconquête de son royaume « alla prier et pleurer devant les reliques du patron de la France, et suivant un usage du temps, elle suspendit dans l’église de l’abbaye son armure ainsi qu’une épée prise à un Bourguignon. »36 Elle nous a également livré deux belles informations en nous disant que c’est « à la requête de saint Louis et de Charlemagne » que Dieu « a eu pitié de la ville d’Orléans et n’a voulu souffrir que les ennemis eussent le corps du seigneur d’Orléans et sa ville »37 et « qu’elle avait eu une vision dans laquelle saint Louis et Charlemagne priaient Dieu pour le salut du roi et de cette cité (il s’agit d’Orléans). »38 Il est enfin à peu près avéré qu’elle rencontra une ou deux fois la grande sainte Colette de Corbie, réformatrice de la vie franciscaine et morte en 1447.
Il est vrai que l’on peut trouver dans la vie de beaucoup de saints des rapports fréquents avec les anges et les saints. Jeanne n’est tout de même pas une exception. Dans les annales de la sainteté, il demeure cependant exceptionnel de pouvoir suivre si précisément et avec une telle continuité la fidélité des anges et des saints à assister jour après jour leur petite protégée. Il sont là et ne l’oublient pas. Si elle ne les voit pas toujours, elle pourra attester que jamais ils ne lui manquèrent quand elle eut besoin d’eux. Si nous croyons, dans le fond, que la prévenance de Dieu pour chacun de ses enfants est aussi réelle que pour Jeanne, ce déploiement extraordinaire de soins avec lequel elle fut assistée s’explique par la mission dont elle était chargée. Il s’agissait d’opérer le salut de la France. Faut-il donc que le Bon Dieu tienne à cette patrie pour employer tant de moyens pour sa survie ! Mais est-ce encore le cas aujourd’hui, après tant et tant d’infidélités ? Nous ne devons pas désespérer et juger des intentions de Dieu d’après les mesquines conceptions de nos cœurs. A nous de nous montrer réceptifs et dociles à l’imitation de Jeanne ! N’est-elle pas attentive à ce pays pour lequel elle a donné sa vie ? N’est-elle pas la première à désirer être auprès de nous ce que les anges et les saints du Ciel ont été auprès d’elle ? Répétons les mots de saint Pie X lors de la béatification de sainte Jeanne d’Arc, le 13 décembre 1908 : « Vous direz aux Français qu’ils fassent leur trésor des testaments de saint Rémi, de Charlemagne et de saint Louis, qui se résument en ces mots si souvent répétés par l’héroïne d’Orléans : Vive le Christ qui est roi de France. A ce titre seulement, la France sera grande parmi les nations. A cette clause, Dieu la protègera et la fera libre et glorieuse».
  
Padre José de Avallon
16 de Mayo de 2020
   
NOTAS 
1 Véronique-Jeanne Lévy.
2 Joseph Thérol : « L’Evangile de Jeanne d’Arc » NEL p.55
3 Monseigneur Touchet : « Vie de sainte Jeanne d’Arc » Lethielleux 1920, pages 1 et 2
4 Renée Grisel : « Présence de Jeanne d’Arc » NEL 1956 p.33
5 Mgr Touchet, op. cité p.21
6 Régine Pernoud : « Jeanne d’Arc » Que sais-je ? p.47
7 Chanoine Henri Debout : « Jeanne d’Arc, nouvelle vie populaire illustrée » Maison de la Bonne Presse 1907p.29 et 30
8 Grisel, op. cité p.138
9 Régine Pernoud « Vie et mort de Jeanne d’Arc » Le livre de Poche 1953, p.199
10 Régine Pernoud « Vie et mort de Jeanne d’Arc » Le livre de Poche 1953, p. 34
11 Grisel, op. cité p.42
12 Ibidem
13 Régine Pernoud op. cité p. 34
14 Henri Debout, op. cité p.15
15 Ibidem p.18
16 Ibidem
17 Mgr Touchet, op. cité p.150
18 Ibidem, p.207
19 Ibidem, p.208
20 Henri Debout, op. cité p.18
21 Henri Debout, op. cité, pages 18 et 19
22 Omer Englebert « La fleur des Saints »p.505
23 Ibidem
24 Mgr Touchet, op. cité p. 39
25 Ibidem, p.85
26 Debout, p.81
27 Grisel p.71
28 Touchet p.176
29 Grisel p.29
30 Olivier Rioult : « Histoire d’une âme » Clovis2010 p.57
31 Debout, p.283
32 Thérol, p.64
33 Debout, op. cité p.220
34 Thérol, op. cité p.41
35 Debout p.46
36 Debout p.215
37 Pernoud op. cité p.199
38 Ibidem p.201

LA VIGILIA DE PENTECOSTÉS, SEGÚN EL CARDENAL SCHUSTER

Tomado de RADIO SPADA.
  
Pentecostés (Miniatura de Estêvão Gonçalves Neto, ‹Misal –Pontifical– de la Academia de Ciencias›, comisionado por João Manuel de Ataíde, obispo de Viséu, c.1616-1622. Lisboa, Academia de Ciencias).
   
LA VIGILIA NOCTURNA DE PENTECOSTÉS
Estación en San Juan Lateranense.
   
Si bien el sacramento del bautismo es totalmente distinto de aquel de la crismación, aunque esta se llama Confirmátio, en cuanto el descendimiento del Espíritu Santo en el alma del fiel integra la obra de su regeneración sobrenatural. Mediante el carácter sacramental se confiere al neófito una semejanza más perfecta Jesucristo, imprimiendo el último sello o ratifica su unión con el divino Redentor. La palabra confirmátio era usada también en España para indicar la prez invocatoria del Espíritu Santo en la misa Confirmátio Sacraménti; donde la analogía que corre entre la epíclesis –que en la Misa impetra del Paráclito la plenitud de sus dones sobre cuantos se acercan a la santa Comunión– y la Confirmación –que los antiguos administraban inmediatamente después del bautismo– ilustra muy bien el significado teológico tan profundo que se oculta bajo esta palabra Confirmátio dada al sacramento del Crisma.
   
El nexo que une los dos sacramentos da por esto cuenta del motivo por el cual las antiguas liturgias, y la romana en particular, casi desde el tiempo de Tertuliano tenían reservada para su solemne administración las vigilias nocturnas de Pascua y de Pentecostés.
  
Antiguamente esta noche se desarrollaba este santo rito en San Juan Lateranense, precisamente como en la vigilia pascual; todavía en el siglo XII, cuando ya la ceremonia solía anticiparse al medio día del sábado, a cuyo regreso el Papa se dirigía a celebrar las vísperas y las maitines solemnes en San Pedro.
   
En las misas privadas se omiten las lecciones, la letanía, etc., y se recita el introito como el miércoles después de la IV domínica de Cuaresma, en ocasión de los grandes escrutinios bautismales. El texto es de Ezequiel, donde claramente se anuncia el bautismo cristiano y la efusión del Espíritu Santo sobre los creyentes. Literalmente el vaticinio concierne a la futura suerte de Israel, destinado también él a entrar comi parte del reino mesiánico: ubi plenitúdo géntium tunc Ísraël salvus fiet, pero también puede aplicarse a cada alma creyente, a aquella es que el Apóstol, para distinguirla del Israel carnal, llama Ísraël Dei.
  
Como la efusión del Espíritu Santo es el acto supremo de amor de Dios a los hombres, así el alejamiento supremo y definitivo del alma por Dios es especialmente llamado pecado contra el Espíritu Santo. El divino Paráclito es aquel que determina en nosotros el desarrollo de nuestra vida sobrenatural, ajusta el divino ejemplar Jesús; cada vez que se impide este desarrollo se resiste al Espíritu Santo, donde el Apóstol advertía en este sentido a los primeros fieles que no contristaran al divino Espíritu que habita en el alma, también en la misma vida sobrenatural.

LA SAGRADA VIGILIA DE PENTECOSTÉS
El rito vigiliar de Pentecostés, según el tipo originario romano, constaba, como en la noche pascual, de doce lecciones escriturales. Estas eran repetidas tanto en griego como en latín, y eran intercaladas por el canto de las Odas proféticas y las colectas pontificales. San Gregorio sin embargo redujo las lecturas solamente a seis, cuyo número fue conservado intacto, también cuando, en el siglo VIII, siguiendo las influencias del Sacramentario Gelasiano regresado honrosamente a Roma con durante el período franco, las lecciones de la gran vigilia de Pascua fueron nuevamente retornadas al primitivo número simbólico de doce.
   
La primera lección de esta noche corresponde pues a la tercera de la vigilia pascual y nos describe el sacrificio de Abrahán. Isaac se ofreció en holocausto, mas no perdió la vida sobre las aras, porque el Señor fue satisfecho de su piadoso propósito y lo constituyó padre de un pueblo interminable. Así Jesús no permanece víctima de la muerte en el sepulcro, porque el Padre lo reclamó a vida gloriosa el tercer día, y lo constituyó primogénito de los redimidos y cabeza de la inmensa familia de los elegidos.
   
Las colectas que siguen a las lecturad son las mismas del Sacramentario Gregoriano: solo que la última está fuera de lugar, ya que originariamente era recitada después del salmo 42, el cual también ponía término a la vigilia propiamente dicha. En cambio la colecta que seguía inicialmente a la lección sexta de Ezequiel, fue en desuso, por negligencia de los amanuenses.
   
Luego de la primera lectura el sacerdote toma la palabra, y recita la colecta siguiente: «Oh Señor, que en el acto de fe enérgica practicado por Abrahán, has ofrecido un ejemplo al género humano; concédenos igualmente disipar la malicia de nuestra voluntad, y de cumplir siempre rectamente tus preceptos. Por nuestro Señor Jesucristo, etc.».
   
La segunda lección corresponde a la lección cuarta de la vigilia de Pascua. Su significado nos viene declarado por esta espléndida colecta: «Oh Dios, que mediante los fulgores del nuevo pacto develaste el misterio que se ocultaba en los prodigios realizados en los comienzos de la creación; así como el Mar Rojo expresa el tipo de la fuente sagrada, y el pueblo liberado de la esclavitud de Egipto preanuncia el sacro misterio del pueblo cristiano; haz que todas las naciones admitidas a participar de los privilegios concedidos ya a Israel por el mérito de su fe, sean igualmente regenerados en la dignidad de tus hijos, gracias a la participación de tu divino Espíritu. Por nuestro Señor Jesucristo, etc.».
  
La tercera lección corresponde a la undécima de la vigilia pascual y hace de introducción a la gran Oda del Deuteronomio, que en la Sinagoga hacía precisamente parte del oficio sabático. Sigue después esta bella oración: «Oh Dios, gloria de tus fieles y vida de los justos, tú que por medio de tu siervo Moisés mediante el canto del sagrado Himno te propusiste por objetivo nuestra instrucción: cumple ahora la obra de tu misericordia hacia todos los pueblos; concédenos la vida bienaventurada, aleja de nosotros el terror, a fin que lo que fue amenazado en sentido de condena, redunde ahora en remedio para conseguir la eternidad. Por nuestro Señor Jesucristo, etc.».
   
La cuarta lección con su cántico de Isaías corresponde a la octava de la vigilia pascual.
   
La siguiente oración ilustra maravillosamente el sentido devoto: «Oh Dios eterno y omnipotente, que por medio de tu Hijo unigénito demostraste ser tú mismo el cultivador de tu Iglesia; mientras que en tu bondad, tomas cuidado solícito de toda rama que da fruto en tu Cristo, el cual es la verdadera vid, para que fructifique copiosamente, no permitas que las espinas de los pecados recubran a tus fieles, a los que, cual viñedo, transferiste de Egipto en virtud de la fuente bautismal, a fin que, santificados y fortalecidos por tu Espíritu, den fruto abundante de buenas obras. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor, etc.».
   
La quinta lección corresponde a la sexta de Pascua. Le sigue esta colecta: «Oh Dios, que por boca de los Profetas nos has ordenado despreciar las cosas transitorias y de buscar las eternas; concédenos la fuerza de cumplir cuanto sabemos que tú nos has prescrito».
   
La lección sexta corresponde a la séptima de Pascua. Sigue esta graciosa colecta: «Oh Señor, Dios de fortaleza, que levantas lo que está caído, y después de haberlo levantado lo conservas, aumenta el número de los pueblos que deben ser regenerados en tu santo nombre, para que cuantos vengan ahora purificados por el sagrado bautismo, sean siempre dirigidos al bien de tus inspiraciones. Por nuestro Señor Jesucristo, etc.».
   
Esta oración, que tiene un marcado caráctet bautismal, desde el principio precedía inmediatamente el canto de las letanías que se seguía «descendiendo» en procesión al baptisterio. Decimos descendiendo, ya que tal es la terminología de la rúbrica conservada todavía en el misal. En cuanto a su origen primitivo, cabe recordarlo: ya que el baptisterio lateranense y el vaticano estaban más o menos al mismo nivel de las dos basílicas, es posible que este descender deba tal vez originariamente referirae a algún baptisterio cementerial, por ejemplo, en el cementerio de Priscila, donde realmente se hallaron varios baptisterios subterráneos.

En la procesión hacia el baptisterio.
Descendiendo a la fuente Bautismal, se canta como en la vigilia pascual, el salmo 41: «Como el ciervo, etc.». Descendiendo a la fuente, se procede a su bendición.

℣. El Señor sea con vosotros.
℟. Y con tu espíritu.
Oremos:
ORACIÓN – «Haz, oh Señor Omnipotente, que celebrando nosotros ahora la solemnidad en la cual nos fue concedido en don el Espíritu Santo, inflamados por deseos celestiales, acudamos sedientos a la fuente de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, etc.».

La anáfora consagratoria de las aguas bautismales, las ceremonias, los ritos de la iniciación cristiana, todo conforme a la vigilia pascual.
   
Después del bautismo se regresa a la basílica para celebrar la misa vigiliar.
  
Ella carece de introito. El antiguo himno de maitines: Glória in excélsis sigue inmediatamente a la letanía, la cual termina esta noche el oficio nocturno, y llega a ser reconducida a su función primitiva, que era precisamente la de servir como canto de transición entre la Vigilia nocturna y el divino Sacrificio.
   
La oración es de carácter bautismal: «Resplandezca sobre nosotros, oh Dios omnipotente, tu claridad, y el Espíritu Santo ilumine con el rayo de tu luz los corazones de aquellos que que han renacido por tu gracia».
  
Esta luz es la fe, son los carismas interiores del Espíritu Santo, el cual prácticamente nos da el sentido de las cosas de Dios.
  
Sigue la narración (Act. XIX, 1-8) del bautismo y de la crismación administrad por el Apóstol en Éfeso a doce de los antiguos discípulos de Juan Bautista.
   
Es de notarse, según los mejores exégetas, que el bautismo administrado en el nombre de Jesús, como expresa a veces San Lucas en los Hechos de los Apóstoles, no indica necesariamente que los Apóstoles –en virtud de un privilegio personal, tal como ha pensado Santo Tomás– administrasen el Sacramento de la regeneración sin observar la fórmula trinitaria enseñada a ellos por el divino Maestro, sino el solo nombre de Jesús; sino que solamente quiere significar que en oposición al bautismo de Juan, el bautismo con la fórmula trinitaria es precisamente el instituido por Jesús, y que nos incorpora espiritualmente a Él.
   
Se invoca a la Santísima Trinidad en el Bautismo, para denotar que, en gracia de este Sacramento, el divino Padre nos eleva a la dignidad de sus hijos de adopción; Jesús nos une tan íntimamente a sí, que devenimos miembros místicos de su mismo cuerpo; el Espíritu Santo desciende en nosotros y nos comunica la vida divina como conviene a los hijos de Dios, a los hermanos de Jesús, y a los miembros de su cuerpo místico.
   
El culto perfecto de la Santísima Trinidad es por tanto la primera consecuencia de la iniciación cristiana, y he aquí por qué después de la octava de Pentecostés la sagrada liturgia celebra una fiesta solemne en honor de la Augustísima Tríada, el misterio central de toda la teología cristiana.
   
Sigue el salmo aleluyático 106, como para la vigilia pascual. Al Evangelio no se usan los acostumbrados candelabros, porque la ceremonia se desarrollaba de noche, cuando el ambón era todavía iluminado por el gran cirio (Eucharistía lucernáris), bendecido y encendido por el diácono al ocultarse del sol del sábado precedente, luego que comenzaba el oficio vigiliar. El uso deriva de la Sinagoga, y fue descrito en otro lugar. Aparte de los Griegos, también los Ambrosianos y el clero mozárabe de Toledo conservan todavía el oficio del lucernario, el cual precede cotidianamente al canto de las vísperas.
   
El Evangelio (Juan XIV, 15-21) es todo sobre la venida del Espíritu Santo, y sobre su oficio de consolador y maestro de las almas en el camino de la Verdad. Jesús llama al Paráclito Espíritu de Verdad, para indicar que Él no solo procede del Padre, sino que procede también del Verbo, la verdad del Padre, el cual dice perfectamente el Padre; tanto que San Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, simplemente lo llama Espíritu de Jesús.
  
Es sabido que los Griegos cismáticos niegan esta procesión de amor del Paráclito del Padre y del Hijo, como por un único principio espirante, lo que es contrario a la enseñanza manifiesta del Evangelio –Él recibirá de lo mío– y de los Santos Padres tanto orientales como occidentales. Por muchos siglos la Iglesia puso en obra todos los medios, concilios ecuménicos, apologistas, legaciones, para llamar a los Griegos a la unidad católica, pero todo fue en vano. Cuando el pecado contra el Espíritu Santo llegó a su último límite, la justicia de Dios no tardó en golpear a la Iglesia y al imperio bizantino. El día de Pentecostés del 1453, el ejército de Mehmed II penetró en Constantinopla, y masacró al emperador, al patriarca, al clero y gran número de pueblo congregado en Santa Sofía. Repleta de estragos aquella espléndida basílica justiniana, que por casi nueve siglos fue testigo de tantas perfidias contra la fe católica, fue convertida en una mezquita turca.
  
En la anáfora, según el uso tradicional romano, se inserta la conmemoración de la hodierna fiesta, que se repite pure durante toda la octava de Pentecostés: «Jesús, ascendido que fue a lo más alto de los cielos y sentado a tu diestra, en este día difundió sobre tus hijos de adopción aquel Espíritu divino que Él les había prometido. Por lo cual exulta y se regocija la humanidad entera, esparcida por toda la faz del orbe».
   
Y la tierra se jubila, y con buena razón. Es precisamente el Espíritu Santo el que transmuta intrínsecamente y eleva al Cristiano a la dignidad de Hijo de Dios. Él, el fiel, es tal, no por una imputación jurídica y externa, como es la adopción entre los hombres, sino porque Dios le participa su propia vida y su propia santidad por medio de su mismo divino espíritu.
  
También al inicio de los dípticos Apostólicos se hace mención del misterio del Pentecostés: «Celebrando nosotros el día sacratísimo de Pentecostés, en el cual el Espíritu Santo apareció sobre los Apóstoles en forma de innumerables llamas…».
  
En la oración sacerdotal que recomienda a Dios los oferentes y pone fin a la primera parte de los dípticos, –prius ergo oblatiónes commendándæ sunt, escribe el papa Inocencio I en la famosa carta a Decencio de Gubbio– se hace memoria de los neófitos admitidos esta noche al bautismo y a la confirmación, y que consecuentemente deberán participar por primera vez de la Sagrada Eucaristía: «Te ofrecemos ahora esta oblación de nuestro sacerdocio en nombre de tu pueblo santo, y particularmente de aquellos que te has dignado regenerar en el agua bautismal y en el Espíritu Santo, concediéndoles el perdón de todos los pecados…».
   
El verso ofertorial deriva del salmo 103: «Envía tu Espíritu, y todo será creado, y renovarás la faz de la tierra. Sea la gloria al Señor por todos los siglos».
  
La creación, no menos que la redención, es un acto de amor de parte de Dio, y en este sentido se atribuye al Espíritu Santo, que precisamente el Génesis describe volando sobre las aguas caóticas. Era Dios, que amando fecundaba esta materia primordial, y traía los distintos grados de las criaturas. Después en el Nuevo Testamento la venida del Espíritu Santo ha dado aoma al cuerpo de la Iglesia, la cual así ha podido iniciar su misión en continuación de aquella de Jesís.
   
En la colecta sobre la oblación suplicamos al Señor que le sea grata, y por los méritos del Sacrificio le suplicamos que purifique con el fuego del Paráclito nuestro corazón de todas las manchas del vicio. El Paráclito es amor, y en el fuego del amor todo se destruye; de ahí Jesús dice a María Magdalena: «Como amó mucho, mucho le es perdonado».
  
La antífona de la Comunión es también apropiada a la circunstancia.

El grito de Jesús en el último día de la solemnidad de los Tabernáculos, cuando los sacerdotes iban a buscar agua a la fuente de Siloé,  es repetido hoy que se llega a la fiesta extrema del ciclo pascual. El agua de la gracia, de la que Jesús habla aquí, simboliza el Espíritu Santo, y más particularmente las aguas bautismales por él fecundadas. Esta es la ocasión por la cual la Iglesia latina administra solemnemente el bautismo también en la Vigilia de Pentecostés.
  
En la colecta después de la Comunión, suplicamos al Señor que su Espíritu venga a purificar con sus ardores de amor, de penitrncia y fervoroso celo nuestras manchas. No nos deben espantar estas llamas destinadas a corroer el vicio y a purificar el espíritu.

El Paráclito nos las hace dulces, porque al mismo tiempo nos da el dulce refrigerio del rocío de sus consolaciones. Aquel rocío interior che fecunda las flores y los frutos santos.

(Card. ALFREDO ILDEFONSO SCHUSTER OSB, Liber Sacramentórum. Notas históricas y litúrgicas sobre el Misal Romano. Vol. IV. El Bautismo en el Espíritu y en el fuego (La Sagrada Liturgia durante el ciclo Pascual), Turín-Roma, 1930, págs. 147-152). Traducción propia.