domingo, 31 de mayo de 2015

LAS MONJAS REBELDES SERÁN EXPULSADAS DE SUS CONGREGACIONES

Noticia tomada de ABC (España). Comentarios propios.
   
La decisión de Lucía Caram y Teresa Forcades de participar activamente en política podría acarrearles la expulsión de sus respectivas órdenes religiosas [MILES CHISTI dixit: "¿Sólo por eso, y no también por herejía? Claro, si en la Iglesia Conciliar la herejía es ley"]. «Siempre es la última opción», precisa a ABC un experto en Derecho Canónico, que explica que para para no tener que llegar a este medida extrema, las superioras de sus congregaciones «suelen dar una serie de avisos y advertencias a la persona implicada».
   
María Lucía Caram Padilla OP y Teresa Forcades Vila OSB, las monjas insignias del conciliarismo
  
La opción de iniciar un «procedimiento jurídico» para determinar si la persona debe ser expulsada es «competencia inmediata» de la propia superiora, aunque también «podría hacerlo el obispo de la diócesis» en virtud de su responsabilidad por «velar por el bien común de la Iglesia» [MILES CHRISTI dixit: Como si les importara]. Este proceso, que debe «garantizar en todo momento el derecho de defensa», se encuentra «delimitado en las propias constituciones de las respectivas congregaciones» a la que pertenecen esta religiosas.
  
Si la persona implicada no está de acuerdo con el fallo podría incluso presentar un recurso ante la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica y en última instancia también ante el Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica. En el caso finalmente de ser expulsadas de sus congregaciones, Lucía Caram y Teresa Forcades «dejarían de ser religiosas y pasarían a ser laicas no consagradas», precisa el canonista.
   
Lo más habitual es no tener que recurrir a estos procesos jurídicos sino que sean las propias religiosas las que decidan dejar la orden. En ese caso podrían pedir la dispensa de los votos, y normalmente se la conceden.
  
No es la primera vez que una persona consagrada decide dedicarse a la política. Benedicto XVI concedió en julio de 2008 la dispensa de la promesa de celibato al hasta entonces obispo de Paraguay, Fernando Lugo, después de fuera elegido presidente del país el 20 de abril de ese año. Aunque fue el propio obispo quien pidió «la pérdida del estado clerical», técnicamente fue una «expulsión del estado sacerdotal», que conlleva automáticamente, dejar de ser obispo.

SÍMBOLO DE SAN ATANASIO, CONFESIÓN DE FE TRINITARIA

"Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo: alabémoslo y exaltémoslo en todos los siglos"

El Símbolo Quicúmque (o Símbolo Atanasiano) es una profesión de fe (como el Credo de Nicea, el Credo de los Apóstoles y la Profesión del Concilio de Trento), que fue redactado por San Atanasio el Grande, Arzobispo de Alejandría. A pesar de no haber sido redactado por ningún concilio ecuménico, «de hecho, este símbolo alcanzó tanta autoridad en la Iglesia, tanto occidental como oriental, que entró en el uso litúrgico y ha de tenerse por verdadera definición de fe». Recibe el nombre de Quicúmque por la palabra con la que comienza.
   
San Atanasio el Grande, autor del Símbolo Quicúmque
  
Escrito en Latín, el Quicúmque es un resumen didáctico de la doctrina cristiana y se centra especialmente en el dogma de la Santísima Trinidad. Gozó de gran autoridad en la Iglesia Católica Romana (que llegó a ser citado en el Concilio de Florencia) y su uso se extendió rápidamente a todos los ritos de Occidente. Está preceptuado rezarlo (para cuantos tienen por devoción o están obligados a recitar el Divino Oficio) en la Hora prima del Oficio de los Domingos posteriores a Epifanía y Pentecostés, en especial en la Solemnidad de la Santísima Trinidad, como signo de adoración y alabanza a la Trinidad Beatísima, y como protesta perpetua contra los herejes que niegan o mutilan el Dogma de la Trinidad.
 
Santa Teresa de Ávila nos cuenta en su autobiografía cómo meditando este símbolo recibió gracias especiales para penetrar en este inefable misterio:
“Estando una vez rezando el Quicúmque vult -escribe la santa-, se me dio a entender la manera de cómo era un solo Dios y tres personas tan claramente, que yo me espanté y me consolé mucho. Hízome tan grandísimo provecho para conocer más la grandeza de Dios y sus maravillas…”
   
SÍMBOLO DE SAN ATANASIO (Quicúmque vult)
   
LATÍN
   
 In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.
  
Antíphona: Glória tibi, Trínitas æquális, una Déitas, et ante ómnia sǽcula, et nunc, et in perpétuum. (T. P. Allelúja).
  1. Quicúmque vult salvus esse, ante ómnia opus est, ut téneat Cathólicam fidem:
  2. Quam nisi quisque íntegram inviolátamque serváverit, absque dúbio in ætérnum períbit. 
  3. Fides autem Cathólica hæc est: ut unum Deum in Trinitáte, et Trinitátem in unitáte venerémur. 
  4. Neque confundéntes persónas, neque substántiam separántes. 
  5. Alia est enim persóna Patris, ália Fílii, ália Spíritus Sancti. 
  6. Sed Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti una est divínitas, æquális glória, coætérna majéstas. 
  7. Qualis Pater, talis Fílius, talis Spíritus Sanctus. 
  8. Increátus Pater, increátus Fílius, increátus Spíritus Sanctus. 
  9. Imménsus Pater, imménsus Fílius, imménsus Spíritus Sanctus. 
  10. Ætérnus Pater, ætérnus Fílius, ætérnus Spíritus Sanctus. 
  11. Et tamen non tres ætérni, sed unus Ætérnus. 
  12. Sicut non tres increáti, nec tres imménsi, sed unus Increátus et unus Imménsus. 
  13. Simíliter omnípotens Pater, omnípotens Fílius, omnípotens Spíritus Sanctus. 
  14. Et tamen non tres omnipoténtes, sed unus Omnípotens. 
  15. Ita Deus Pater, Deus Fílius, Deus Spíritus Sanctus. 
  16. Et tamen non tres Dii, sed unus est Deus. 
  17. Ita Dóminus Pater, Dóminus Fílius, Dóminus Spíritus Sanctus. 
  18. Et tamen non tres Dómini: sed unus est Dóminus. 
  19. Quia, sicut singillátim unamquámque persónam Deum ac Dóminum confitéri Christiána veritáte compéllimur: ita tres Déos aut Dóminos dícere Cathólica religióne prohibémur. 
  20. Pater a nullo est factus: nec creátus, nec génitus. 
  21. Fílius a Patre solo est: non factus, nec creátus, sed génitus. 
  22. Spíritus Sanctus a Patre et Fílio: non factus, nec creátus, nec génitus, sed procédens. 
  23. Unus ergo Pater, non tres Patres: unus Fílius, non tres Fílii: unus Spíritus Sanctus, non tres Spíritus Sancti. 
  24. Et in hac Trinitáte nihil prius aut postérius, nihil majus aut minus: sed totæ tres persónæ coætérnæ sibi sunt et coæquáles. 
  25. Ita ut per ómnia, sicut jam supra díctum est, et únitas in Trinitáte, et Trínitas in unitáte veneránda sit. 
  26. Qui vult ergo salvus esse, ita de Trinitáte séntiat. 
  27. Sed necessárium est ad ætérnam salútem, ut Incarnatiónem quoque Dómini nostri Jesu Christi fidéliter credat. 
  28. Est ergo fides recta ut credámus et confiteámur quia Dóminus noster Jesus Christus, Dei Fílius, Deus et homo est. 
  29. Deus est ex substántia Patris ante sǽcula génitus: et homo est ex substántia matris in sǽculo natus. 
  30. Perféctus Deus, perféctus homo: ex ánima rationáli et humána carne subsístens. 
  31. Equális Patri secúndum divinitátem: minor Patre secúndum humanitátem. 
  32. Qui, licet Deus sit et homo, non duo tamen, sed unus est Christus. 
  33. Unus autem non conversióne divinitátis in carnem: sed assumptióne humanitátis in Deum. 
  34. Unus omníno, non confusióne substántiæ: sed unitáte persónæ. 
  35. Nam sicut ánima rationális et caro unus est homo: ita Deus et homo unus est Christus. 
  36. Qui passus est pro salúte nostra: descéndit ad Ínferos: tértia die resurréxit a mórtuis. 
  37. Ascéndit ad Cælos, sedet ad déxteram Dei Patris omnipoténtis: inde ventúrus est judicáre vivos et mórtuos. 
  38. Ad cujus advéntum omnes hómines resúrgere habént cum corpóribus suis: et redditúri sunt de factis própriis ratiónem. 
  39. Et qui bona egérunt, ibunt in vitam ætérnam: qui vero mala, in ígnem ætérnum. 
  40. Hæc est fides Cathólica, quam nisi quisque fidéliter firmitérque credíderit, salvus esse non póterit.
   
Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto. Sicut erat in princípio, et nunc, et semper, et in sǽcula sæculórum. Amen.
  
Antíphona: Glória tibi, Trínitas æquális, una Déitas, et ante ómnia sǽcula, et nunc, et in perpétuum. (T. P. Allelúja).
  
V. Dómine, exáudi orationem meam.
R. Et clámor meus ad te véniat.
  
(Sacerdótes áddint:
V. Dóminus vobíscum.  
R. Et cum spíritu tuo.)
  
Orémus:
Omnípotens sempitérne Deus, qui dedísti fámulis tuis, in confessióne véræ fídei, ætérnæ Trinitátis glóriam agnóscere, et in poténtia majestátis adoráre unitátem: quǽsumus; ut, ejúsdem fídei firmitáte, ab ómnibus semper muniámur advérsis. Per Dóminum nóstrum Jesum Chrístum Fílium tuum: qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. Amen.
  
 In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.

TRADUCCIÓN
   
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
  
Antífona. Gloria a ti, Trinidad igual, única Deidad, antes de los siglos, y ahora, y siempre. (T. P. Aleluya).
  1. Todo el que quiera salvarse, es preciso ante todo que profese la Fe Católica:
  2. Pues quien no la observe integra y sin tacha, sin duda alguna perecerá eternamente. 
  3. Y ésta es la Fe Católica: que veneremos a un solo Dios en la Trinidad santísima y a la Trinidad en la unidad. 
  4. Sin confundir las personas, ni separar la sustancia. 
  5. Porque una es la persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo. 
  6. Pero el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son una sola divinidad, les corresponde igual gloria y majestad eterna. 
  7. Cual es el Padre, tal es el Hijo, tal el Espíritu Santo. 
  8. Increado el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo. 
  9. Inmenso el Padre, inmenso el Hijo, inmenso el Espíritu Santo. 
  10. Eterno el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo. 
  11. Y, sin embargo, no son tres eternos, sino un solo Eterno. 
  12. De la misma manera, no tres increados, ni tres inmensos, sino un Increado y un Inmenso. 
  13. Igualmente, omnipotente el Padre, omnipotente el Hijo, omnipotente el Espíritu Santo. 
  14. Y, sin embargo, no tres omnipotentes, sino un Omnipotente. 
  15. Del mismo modo, el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios. 
  16. Y, sin embargo, no son tres Dioses, sino un solo Dios. 
  17. Así, el Padre es Señor, el Hijo es Señor, el Espíritu Santo es Señor. 
  18. Y, sin embargo, no son tres Señores, sino un solo Señor. 
  19. Porque así como la verdad cristiana nos obliga a creer que cada Persona es Dios y Señor, la religión Católica nos prohíbe que hablemos de tres Dioses o Señores. 
  20. El Padre no ha sido hecho por nadie, ni creado, ni engendrado. 
  21. El Hijo procede solamente del Padre, no hecho, ni creado, sino engendrado. 
  22. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, no hecho, ni creado, ni engendrado, sino procedente. 
  23. Por tanto hay un solo Padre, no tres Padres; un Hijo, no tres Hijos; un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos. 
  24. Y en esta Trinidad nada hay anterior o posterior, nada mayor o menor: pues las tres personas son coeternas e iguales entre sí. 
  25. De tal manera que, como ya se ha dicho antes, hemos de venerar la unidad en la Trinidad y la Trinidad en la unidad. 
  26. Por tanto, quien quiera salvarse, es necesario que crea estas cosas sobre la Trinidad. 
  27. Pero para alcanzar la salvación eterna es preciso también creer firmemente en la encarnación de nuestro Señor Jesucristo. 
  28. La fe verdadera consiste en que creamos y confesemos que nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, es Dios y Hombre. 
  29. Es Dios, engendrado de la misma sustancia que el Padre, antes del tiempo; y hombre, engendrado de la sustancia de su Madre santísima en el tiempo. 
  30. Perfecto Dios y perfecto hombre: que subsiste con alma racional y carne humana. 
  31. Es igual al Padre según la divinidad; menor que el Padre según la humanidad. 
  32. El cual, aunque es Dios y hombre, no son dos Cristos, sino un solo Cristo. 
  33. Uno, no por conversión de la divinidad en cuerpo, sino por asunción de la humanidad en Dios. 
  34. Uno absolutamente, no por confusión de sustancia, sino en la unidad de la persona. 
  35. Pues como el alma racional y el cuerpo forman un hombre; así, Cristo es uno, siendo Dios y hombre. 
  36. Que padeció por nuestra salvación: descendió a los Infiernos y al tercer día resucitó de entre los muertos. 
  37. Subió a los Cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre todopoderoso: desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. 
  38. Y cuando venga, todos los hombres resucitarán con sus cuerpos, y cada uno rendirá cuentas de sus propios hechos. 
  39. Y los que hicieron el bien gozarán de vida eterna, pero los que hicieron el mal irán al fuego eterno. 
  40. Esta es la Fe Católica, y quien no la crea fiel y firmemente no se podrá salvar.
   
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
  
Antífona. Gloria a ti, Trinidad igual, única Deidad, antes de los siglos, y ahora, y siempre. (T. P. Aleluya).
  
V. Señor, escucha mi oración. 
R. Y llegue a ti mi clamor.
  
(Los sacerdotes añaden:
V. El Señor sea con vosotros.
R. Y con tu espíritu.)
   
ORACIÓN
Oh Dios todopoderoso y eterno, que con la luz de la verdadera fe diste a tus siervos conocer la gloria de la Trinidad eterna, y adorar la Unidad en el poder de tu majestad: haz, te suplicamos, que, por la firmeza de esa misma fe, seamos defendidos siempre de toda adversidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en unidad del Espíritu Santo. Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.

lunes, 25 de mayo de 2015

MÁS DE LA FÁBRICA DE "SANTOS": ¿"CANONIZARÁN" A TERESA DE CALCUTA?

El portavoz del Vaticano, Rev. Federico Lombardi SJ, anunció que la "Beata" Teresa de Calcuta posiblemente sea "canonizada" dentro del "Jubileo de la Misericordia" convocado por Bergoglio para el período comprendido entre el 8 de Diciembre de 2015 y el 20 de Noviembre de 2016.

Ante la pregunta de la prensa de en qué fecha será la "canonización", Lombardi respondió que no se ha precisado, pero que la Congregación para la Causa de los Santos "seguía estudiando el expediente". Poco después, un alto cardenal italiano que pidió reserva de su identidad, dijo que el Cardenal Angelo Amato (prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos) sugirió que la "canonización" se realizara el 4 de Septiembre de 2016, fecha cercana al aniversario de la muerte de Sor Teresa de Calcuta y de su memoria litúrgica en la secta conciliar (5 de Septiembre).
 
Según ha salido a la luz por fuentes confidenciales, el "milagro" que le permitiría a Teresa de Calcuta ser adscrita en el Catálogo de los "santos" del Novus Ordo, consiste en la supuesta curación de un hombre de la ciudad de Santos, en el estado brasileño de Sao Paulo, quien sufría de cáncer terminal en el cerebro. Hay ciertamente otros casos en estudio por el supradicho dicasterio vaticano, pero se perfila éste como el favorito.
   
DESDE LUEGO, COMO CATÓLICOS QUE SOMOS, NO LO TENEMOS EN RELEVANCIA, TODA VEZ QUE NI  TERESA DE CALCUTA ES SANTA EN SÍ (YA QUE ADHIRIÓ A TODAS LAS HEREJÍAS DEL VATICANO II), NI LO ES EN VIRTUD DE LA "CANONIZACIÓN" CONCILIAR (QUE DE POR SUYO ES ÍRRITA, NULA Y SIN EFECTO).

domingo, 24 de mayo de 2015

EL ESPÍRITU SANTO, NUESTRO INVITADO OLVIDADO

Sermón pronunciado por el Padre Casimir Puskorius, CMRI
   
  
En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. 
  
Mis queridos parroquianos, el Introito para la vigilia de Pentecostés, tomado del profeta Ezequiel, dice lo siguiente: “Cuando habré hecho patente en vosotros mi santidad, os recogeré de todos los países y derramaré sobre vosotros agua pura y quedaréis purificados de todas vuestras inmundicias y os daré un nuevo corazón”. Obviamente estas palabras se referían a ese milagroso y magnífico día ocurrido hace muchos siglos, esa fiesta de Pentecostés en la cual el Espíritu Santo descendió sobre la Bienaventurada Madre y los Apóstoles de manera especial. No solamente descendió sobre ellos, sino que también llenó sus corazones de tal forma que inmediatamente comenzaron a predicar la fe.
  
Ese día ocurrieron muchos milagros. Sabemos que, si bien los Apóstoles predicaron en su lengua materna, la gente que había llegado a Jerusalén de diferentes partes del mundo los escuchó hablar en sus respectivas lenguas. Cerca de tres mil personas fueron bautizadas ese primer domingo de Pentecostés. Pero los milagros van más allá de esto, y algunos no son tan aparentes. Sobre estos quiero hablar hoy.
   
Primeramente, no sólo tenemos el milagro que tendió un puente entre los idiomas aquel día, sino el milagro que creó un puente entre las culturas. Un gran número de personas había ido a Jerusalén a celebrar la fiesta judía de Pentecostés, y por otras razones. Culquiera que haya sido el caso, había gente de muchas partes del mundo conocido: “partos, medos, elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto y regiones de Libia más allá de Cirene, así como romanos, judíos y prosélitos, cretenses y árabes...” (Hechos 1:9-11). Todos sabemos las dificultades que se presentan al tratar de hacer conexiones entre las varias culturas del mundo. En este caso, sin embargo, el Espíritu Santo obró un milagro que posibilitó a los Apóstoles comunicarse con la gente de diversas tierras.
   
Estoy convencido de que había otra distancia que debía salvarse, aquella gran distancia que solo se puede salvar por el perdón. ¿Por qué digo esto? Siendo como es la naturaleza humana, creo que aquellos que se unieron a la Iglesia ese día tuvieron que perdonarse el uno al otro por deudas pasadas. Esto me recuerda una situación moderna que puede ayudar a ilustrar este punto. A principios de los noventa vimos el colapso de muchos sistemas políticos comunistas en Europa y otros lugares. Entre estos se halla la nación excomunista de Yugoslavia. Poco después se desató una guerra violenta en Bosnia. ¿Por qué? Los que han estudiado esta guerra en particular —que involucra el genocidio (campaña de exterminio de clases enteras y de grupos de gente)— han descubierto que sus orígenes se remontan a 600 años en el pasado. Un grupo de gente, teniendo armas a su disposición, masacró a otro grupo por causa de lo que sus ancestros habían hecho hace varios siglos. Se aprovecharon de la oportunidad para finalmente vengarse. Por horrible que fuera la tiranía de los comunistas, al menos sus pistolas y su poder fueron capaces de mantener el orden. Cuando este sistema se vino abajo, la gente comenzó a saldar viejas cuentas de la forma más brutal y salvaje. Ustedes ya lo leyeron. Estas personas no perdonaron las ofensas pasadas.
  
Un pariente mío, a quien yo admiro mucho, y el único tío sobreviviente del lado de mi padre, no logró escapar de Lituania en 1944 cuando atacaron los comunistas. Como muchos otros hombres valientes, cuyas esposas no pudieron escapar con ellos por embarazo o enfermedad, se unió a la resistencia. Fue capturado y sentenciado a 25 años de trabajo forzado en Siberia. Todo el que era enviado a Siberia era muy afortunado si alguna vez llegaba a salir. Por suerte, hubo un relajamiento en las persecuciones y la sentencia de mi tío fue reducida. Cumplió una condena de 10 años en Siberia, pero no le fue permitido regresar con su esposa e hijos por otros tres años. Así que, por trece años no fue parte de la vida de su familia. Uno de mis dos primos nunca había visto a su papá; el otro era muy pequeño cuando lo sentenciaron como para recordarlo. Pero lo que me impresiona de mi tío, a quien tuve el privilegio de conocer y con quien he mantenido correspondencia, es que nunca le vi en él deseo de vengarse.
   
¿Cómo se puede perdonar tan heroicamente? La respuesta es la gracia del Espíritu Santo. Por eso es que en aquel primer domingo de Pentecostés los apóstoles no solo tendían un puente entre las lenguas y la cultura, también hacían algo que, en mi opinión, es muy importante: estaban perdonando. Las cosas estaban muy tensas en esos tiempos. Las personas ofendían y se sentían ofendidas. Pero el Espíritu Santo les ayudó a hacer a un lado esas diferencias y los unió en la verdadera fe. Por medio de su gracia y de sus dones se produjo la unidad que de otro modo hubiera sido imposible.
  
La mejor solución para los conflictos bélicos, es que la gente coopere con la gracia del Espíritu Santo. Si se hiciera eso, se terminaría con la insensibilidad. Pero si los hombres tratan de aplicar una solución política a un problema espiritual, verán que dicha solución nunca será la adecuada. En cuanto se vayan los pacificadores, se reiniciará el conflicto. Lo que falta es el perdón, y la gracia operativa del Espíritu Santo en las almas de esas gentes, eso es lo que necesitan.
   
El Espíritu Santo es la fuente de la maravillosa unidad que vemos en la Iglesia Católica, en la cual personas de diferentes culturas, diferentes idiomas y diferentes historias se unen en la única y verdadera Fe, en la misma Santa Misa, en los mismos sacramentos. ¿No es eso en sí un milagro maravilloso? Y sucede todos los días desde que existe la Iglesia Católica. Es un milagro que continúa sucediendo una y otra vez. Debo hacer hincapié, sin embargo, en que, aun cuando el Espíritu Santo es el principio de la unidad y del espíritu de amor y verdad, no puede de ninguna manera aprobar el falso ecumenismo de nuestros días.
    
Muchos cometen el error de creer que “por amor debemos aceptar los errores y pecados de los demás”. Pero en las páginas de la Sagrada Escritura no encontramos nada por el estilo; tampoco en las enseñanzas de los Apóstoles. Y, sin embargo, ¿qué vemos en la religión “católica” moderna? Vemos un constante esfuerzo por ecumenizar, que significa abandonar creencias y prácticas católicas para no ofender a nuestros conocidos acatólicos. No fue eso lo que hicieron los Apóstoles. Ellos salieron y predicaron la fe, y, de hecho, dijeron a sus oyentes: “De esta manera podréis salvar vuestras almas. Si no lo aceptáis, no podréis salvaros”. El ecumenismo moderno, por otro lado, dice: “busquemos lo bueno en las falsas religiones.” Esto es hacer abandono de las enseñanzas de Cristo.
  
La moderna Iglesia “católica” ya ni siquiera parece católica, sino protestante. En su loca prisa por ecumenizar, los modernistas vendieron la fe. He oído a gente decir que muchas iglesias protestantes parecen más católicas que las supuestas iglesias católicas de hoy, muchas de las cuales parecen pasillos vacíos. Ya no encontramos los hermosos altares, los crucifijos, las imágenes, las estaciones de la cruz. ¡Han regalado su fe! Eso no es lo que Cristo enseñó.
   
En nuestra sociedad moderna vemos un esfuerzo por aceptar el pecado en nombre del amor. En nombre del amor se nos urge aceptar el aborto, el comportamiento homosexual, el divorcio, el adulterio y el amor libre. Si uno no acepta tales cosas, es intolerante, malo. ¿Predicaron los Apóstoles que se podía seguir cometiendo pecados? No. Los Apóstoles hicieron guerra al pecado, puesto que el pecado hace que las almas se precipiten en el Infierno. Ese es el verdadero espíritu del Catolicismo. Eso es el Espíritu Santo, el Espíritu de amor y verdad. El verdadero amor significa decir la verdad; no significa aceptar como bueno el pecado. Si amamos al pecador, debemos demostrarle nuestro amor señalándole lo que necesita hacer y los pecados que debe abandonar si desea salvar su alma. De eso se trata el Espíritu de amor y verdad.
   
¿Cuá es la solución para estos problemas en la moderna Iglesia católica y de la sociedad? El Espíritu Santo. Aun dentro del movimiento católico tradicional vemos divisiones. No divisiones en la fe, porque todos estamos de acuerdo en la Misa, los Sacramentos tradicionales y las enseñanzas de la Iglesia; sino que la política y los modos de acercamiento a menudo separan a los obispos, sacerdotes y laicos. ¿Cómo solucionaremos ese problema? Ya conocen la respuesta. El Espíritu Santo. Lo que hizo en Pentecostés lo puede hacer nuevamente. En ocasiones podemos ver incluso divisiones dentro de las parroquias católicas tradicionales. Una persona puede decir: “bueno, iré a la iglesia, pero no tendré nada que ver con aquella persona. No quiero hablarle por lo que hizo, y no le voy a perdonar”. ¿Cómo podemos solucionar ese problema? Ya conocen la respuesta. La gracia del Espíritu Santo nos ayudará hacer lo que pensamos que nunca sería posible.
   
Hablando de la unidad, algo dijo Benjamín Franklin en la Convención Constitucional de los Estados Unidos, una convención que estuvo cargada de dificultades y en peligro de disolverse en más de una ocasión. Si se hubiera disuelto, los Estados Unidos de Norteamérica no existirían hoy. Dijo con gran ingenio: “Caballeros, si no quedamos unidos, quedaremos separados, colgando del cuello. Y nuestros enemigos habrán triunfado sobre nosotros”. Podemos aplicar esto a la vida espiritual. Estamos en medio de una guerra espiritual, queramos o no. Necesitamos trabajar juntos para nuestras metas espirituales. Esto no significa que vayamos a resolver todas nuestras diferencias, o que los sentimientos ásperos que tenemos hacia los demás se esfumarán repentinamente. Significa, sin embargo, que el Espíritu Santo nos ayudará a elevarnos por encima de nuestra naturaleza humana, y, llenos de su amor y verdad, seremos celosos en vivir y difundir la fe y en fomentar un lazo fuerte entre nosotros como miembros de la verdadera Iglesia.
 
Aparte de todo lo que les he dicho hasta ahora, debemos recordar cuán importante es el Espíritu Santo. Nuestro Señor pudo haber dado a los Apóstoles todas las gracias necesarias, pero el Espíritu Santo estaba destinado a venir sobre ellos en Pentecostés para iluminarlos. En el Evangelio del jueves de Ascensión, todavía preguntaban los Apóstoles, “Señor, ¿restauraréis ahora el reino de Israel?” Casi podemos imaginar a nuestro Señor negando con su cabeza. Cuántas veces les dijo que su Reino no era de este mundo, y aún no entendían. Todavía después de la Ascensión, tenían miedo. Pero después de esa primera novena, el Espíritu Santo los capacitó para que finalmente captaran las enseñanzas de Cristo. Aunque las tres Divinas Personas, siendo un solo Dios, obran perfectamente juntas, a cada una le atribuimos diferentes funciones: el Padre crea, el Hijo redime, el Espíritu Santo santifica.
  
¿No se han preguntado alguna vez por qué encuentran tanta frustración en la oración, por qué Dios parece no escuchar sus oraciones? Es porque nunca, o muy rara vez, oran al Espíritu Santo. Oramos al Padre cada vez que rezamos el Padrenuestro, y oramos a Jesús en el Santísimo Sacramento. Pero al Espíritu Santo frecuentemente se le llama “la Persona olvidada de la Trinidad”. Con todo, si no le rezamos, no recibiremos las gracias que están destinadas a venirnos de Él.
   
Renovemos, entonces, este domingo de Pentecostés, nuestra devoción al Espíritu Santo. Que no sea olvidado en nuestras vidas. Ha sido llamado el Alma de nuestra alma, pues habita dentro de ella cuando poseemos la gracia santificante; somos sus templos. ¿No resulta raro que aun cuando el Espíritu Santo vive en nosotros, casi nunca pensamos en Él? Qué maravilloso mensaje se nos da en la sagrada liturgia del domingo de Pentecostés, el día en que celebramos el cumpleaños de la Iglesia. El Padre nos creó, el Hijo nos redimió, y ahora la gran obra del Espíritu Santo continúa hasta el fin del tiempo: la santificación de nuestras almas.
 
En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

OFICIO PARVO DEL DIVINO ESPÍRITU SANTO

Tomado del libro "Coeléste Palmétum", escrito por el Padre Wilhem Nakateni, SJ.
   
OFFÍCIUM PARVUM DE DIVÍNUM SPÍRITUS SANCTUS
   
AD MATUTÍNUM (Maitines, antes de 06:00h)
    
 In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.
   
V. Spíritus Sancti grátia, illúminet sensus et corda nostra.
R. Amen.
  
V. Dómine, lábia mea apéries.
R. Et os meum annuntiábit laudem tuam.
   
V. Deus in adjutórium meum inténde.
R. Dómine, ad adjuvándum me festína.
   
V. Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto.
R. Sicut erat in princípio, et nunc, et semper, et in sǽcula sæculórum. Amen. Desde la Septuagésima hasta la Pascua, en lugar del Allelúja, decir: Laus tibi, Dómine, Rex ætérnæ glóriæ. 
  
Nobis Sancti Spíritus grátia sit data,
De qua Virgo vírginum fuit obumbráta,
Cum per sanctum Ángelum fuit salutáta,
Verbum caro factum est, Virgo foecundáta.
    
Antiphona: Veni Sancte Spíritus, reple tuórum corda fidélium: et tui amóris in eis ígnem accénde.
   
V. Emítte Spíritum tuum, et creabúntur.
R. Et renovábis fáciem terræ.
    
Orémus:
Adsit nobis, quǽsumus Dómine, virtus Spíritus Sancti: quæ et corda nostra cleménter expúrget, et ab ómnibus tueátur advérsis. Per Dóminum nostrum Jesum Christum fílium tuum: Qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. Amen.
   
 In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.
   
AD PRIMAM (A la primera hora, 07:00h)
  
 In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.
      
V. Spíritus Sancti grátia, illúminet sensus et corda nostra.
R. Amen.
   
V. Deus in adjutórium meum inténde.
R. Dómine, ad adjuvándum me festína.
   
V. Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto.
R. Sicut erat in princípio, et nunc, et semper, et in sǽcula sæculórum. Amen. Desde la Septuagésima hasta la Pascua, en lugar del Allelúja, decir: Laus tibi, Dómine, Rex ætérnæ glóriæ.
 
De María Vírgine Christus fuit natus,
Crucifíxus, mórtuus, atque tumulátus:
Resúrgens discípulis fuit demonstrátus,
Et ipsis cernéntibus, in caelis elevátus. 
   
Antiphona: Veni Sancte Spíritus, reple tuórum corda fidélium: et tui amóris in eis ígnem accénde.
   
V. Emítte Spíritum tuum, et creabúntur.
R. Et renovábis fáciem terræ.
    
Orémus:
Adsit nobis, quǽsumus Dómine, virtus Spíritus Sancti: quæ et corda nostra cleménter expúrget, et ab ómnibus tueátur advérsis. Per Dóminum nostrum Jesum Christum fílium tuum: Qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. Amen.
   
 In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.
   
AD TÉRTIAM (A la hora tercia, 09:00h)
 
 In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.
      
V. Spíritus Sancti grátia, illúminet sensus et corda nostra.
R. Amen.
   
V. Deus in adjutórium meum inténde.
R. Dómine, ad adjuvándum me festína.
   
V. Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto.
R. Sicut erat in princípio, et nunc, et semper, et in sǽcula sæculórum. Amen. Desde la Septuagésima hasta la Pascua, en lugar del Allelúja, decir: Laus tibi, Dómine, Rex ætérnæ glóriæ.
  
Suum Sanctum Spíritum Deus delegávit.
In die Pentecóstes Apóstolos confortávit.
Et de linguis ígneis ipsos inflammávit:
Relínquere órphanos eos denegávit.

Antiphona: Veni Sancte Spíritus, reple tuórum corda fidélium: et tui amóris in eis ígnem accénde.
   
V. Emítte Spíritum tuum, et creabúntur.
R. Et renovábis fáciem terræ.
    
Orémus:
Adsit nobis, quǽsumus Dómine, virtus Spíritus Sancti: quæ et corda nostra cleménter expúrget, et ab ómnibus tueátur advérsis. Per Dóminum nostrum Jesum Christum fílium tuum: Qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. Amen.
   
 In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.
    
AD SEXTAM (Al medio día, 12:00h)
 
 In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.
      
V. Spíritus Sancti grátia, illúminet sensus et corda nostra.
R. Amen.
   
V. Deus in adjutórium meum inténde.
R. Dómine, ad adjuvándum me festína.
   
V. Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto.
R. Sicut erat in princípio, et nunc, et semper, et in sǽcula sæculórum. Amen. Desde la Septuagésima hasta la Pascua, en lugar del Allelúja, decir: Laus tibi, Dómine, Rex ætérnæ glóriæ.
  
Septifórmem grátiam tunc acceptavérunt,
Quare idiómata cuncta cognovérunt.
Ad divérsa clímata mundi recessérunt:
Et fidem Cathólicam tunc prædicavérunt.
 
Antiphona: Veni Sancte Spíritus, reple tuórum corda fidélium: et tui amóris in eis ígnem accénde.
   
V. Emítte Spíritum tuum, et creabúntur.
R. Et renovábis fáciem terræ.
    
Orémus:
Adsit nobis, quǽsumus Dómine, virtus Spíritus Sancti: quæ et corda nostra cleménter expúrget, et ab ómnibus tueátur advérsis. Per Dóminum nostrum Jesum Christum fílium tuum: Qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. Amen.
   
 In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.
   
AD NONAM (A la hora nona, 15:00h)
 
 In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.
      
V. Spíritus Sancti grátia, illúminet sensus et corda nostra.
R. Amen.
   
V. Deus in adjutórium meum inténde.
R. Dómine, ad adjuvándum me festína.
   
V. Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto.
R. Sicut erat in princípio, et nunc, et semper, et in sǽcula sæculórum. Amen. Desde la Septuagésima hasta la Pascua, en lugar del Allelúja, decir: Laus tibi, Dómine, Rex ætérnæ glóriæ.
  
Spíritus Paráclitus fuit appellátus,
Donum Dei, cháritas, fons vivificátus,
Spiritális unctio, ignis inflammátus,
Septifórmis gratia, charisma vocátus.
   
Antiphona: Veni Sancte Spíritus, reple tuórum corda fidélium: et tui amóris in eis ígnem accénde.
   
V. Emítte Spíritum tuum, et creabúntur.
R. Et renovábis fáciem terræ.
    
Orémus:
Adsit nobis, quǽsumus Dómine, virtus Spíritus Sancti: quæ et corda nostra cleménter expúrget, et ab ómnibus tueátur advérsis. Per Dóminum nostrum Jesum Christum fílium tuum: Qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. Amen.
   
 In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.
   
AD VÉSPERAS (Vísperas, 18:00h)
 
 In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.
      
V. Spíritus Sancti grátia, illúminet sensus et corda nostra.
R. Amen.
   
V. Deus in adjutórium meum inténde.
R. Dómine, ad adjuvándum me festína.
   
V. Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto.
R. Sicut erat in princípio, et nunc, et semper, et in sǽcula sæculórum. Amen. Desde la Septuagésima hasta la Pascua, en lugar del Allelúja, decir: Laus tibi, Dómine, Rex ætérnæ glóriæ.
  
Déxteræ Dei dígitus, virtus Spiritális,
Nos deféndat, éruat ab ómnibus malis.
Ut nobis non nóceat dæmon infernális:
Prótegat, et nútriat, fóveat sub alis.
   
Antiphona: Veni Sancte Spíritus, reple tuórum corda fidélium: et tui amóris in eis ígnem accénde.
   
V. Emítte Spíritum tuum, et creabúntur.
R. Et renovábis fáciem terræ.
    
Orémus:
Adsit nobis, quǽsumus Dómine, virtus Spíritus Sancti: quæ et corda nostra cleménter expúrget, et ab ómnibus tueátur advérsis. Per Dóminum nostrum Jesum Christum fílium tuum: Qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. Amen.
   
 In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.
 
AD COMPLETÓRIUM (Completas, 21:00h)
  
 In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.
      
V. Spíritus Sancti grátia, illúminet sensus et corda nostra.
R. Amen.
   
V. Convérte nos Deus, salutáris noster.
R. Et avérte iram tuam a nobis
   
V. Deus in adjutórium meum inténde.
R. Dómine, ad adjuvándum me festína.
   
V. Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto.
R. Sicut erat in princípio, et nunc, et semper, et in sǽcula sæculórum. Amen. Desde la Septuagésima hasta la Pascua, en lugar del Allelúja, decir: Laus tibi, Dómine, Rex ætérnæ glóriæ.
  
Spíritus Paráclitus nos velit juváre,
Gressus nostros régere et illumináre:
Ut cum Deus venérit omnes judicáre,
Nos velit ad déxteram omnes appelláre.
 
Antiphona: Veni Sancte Spíritus, reple tuórum corda fidélium: et tui amóris in eis ígnem accénde.
   
V. Emítte Spíritum tuum, et creabúntur.
R. Et renovábis fáciem terræ.
    
Orémus:
Adsit nobis, quǽsumus Dómine, virtus Spíritus Sancti: quæ et corda nostra cleménter expúrget, et ab ómnibus tueátur advérsis. Per Dóminum nostrum Jesum Christum fílium tuum: Qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. Amen.
   
 In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.
   
Commendátio (Encomienda del alma, después de las Completas)
Has horas canónicas cum devotióne,
Tibi, Sancte Spíritu, pia ratióne:
Dixi, ut nos vísites inspiratióne,
Et vivámus júgiter cæli regione.
Amen.
   
 In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen.

sábado, 23 de mayo de 2015

APARICIÓN DE SAN SANTIAGO APÓSTOL

Aparición de San Santiago Apóstol en la batalla de Clavijo
 
Entre los innumerables y señalados beneficios que ha recibido España de su bienaventurado apóstol y defensor Santiago, es digno de eterna recordación y agradecimiento el que alcanzó en Clavijo. Porque dominando aún en España los sarracenos y oprimiendo a los pueblos cristianos con graves y deshonrosos tributos, el rey Ramiro, que había subido al trono de León, rechazó sus injuriosas demandas y procuró con toda sus fuerzas enflaquecer el poder de los moros y librar a nuestra patria de aquella tan dura servidumbre. Hizo pues un llamamiento general a las armas, y juntando un poderoso ejército se entró en las tierras de los enemigos. Abderramán lleno de coraje, llamó en su auxilio hasta las tropas africanas, para salir a su vez al encuentro de los cristianos. Encontráronse los ejércitos cerca de Avelda y en aquella comarca se dio la batalla de poder a poder, y pelearon con dudoso suceso, hasta que cerrando la noche, mandó don Ramiro retirar sus tropas cansadas y destrozadas al vecino collado llamado Clavijo, donde se fortificó lo mejor que pudo e hizo curar a los heridos. El rey, oprimido de tristeza y de cuidado, se quedó adormecido, y entre sueños se le apareció un varón celestial de gran majestad y grandeza, y preguntándole el rey quién era, respondió: "soy Santiago Apóstol, a quien ha confiado Dios la protección de España. ¡Buen ánimo! Mañana te ayudaré y alcanzarás ilustre victoria de tus enemigos". Despertó el rey con esta visión y dio cuentas de ella a los obispos que seguían su campo y a los capitanes del ejército; y al amanecer, dada la señal del combate, bajaron las huestes españolas del monte; y como bravos leones se arrojaron sobre los bárbaros, invocando el nombre de Santiago. Asombráronse los sarracenos al ver el ímpetu y valor con que los acometían unos enemigos a quienes contaban por vencidos, y creció más su confusión con los favores que nos vinieron del Cielo. Porque Santiago, cumpliendo la palabra que había dado al rey, se dejó ver en el aire, cercado de una luz resplandeciente, que a los cristianos infundía grande confianza y fortaleza, y a los moros terror y espanto. Venía el santo Apóstol montado en un blanco corcel, y en una mano traía un estandarte blanco en medio del cual campeaba una cruz roja, y con la otra mano blandía una espada fulminante que parecía un rayo. Capitaneando así nuestra gente se alcanzó la más ilustre victoria. Unos setenta mil sarracenos cayeron muertos en el campo, quedando humillada desde aquel día la soberbia de los moros, y España libre del ignominioso tributo.
  
REFLEXIÓN
Desde este tiempo comenzaron los soldados españoles a invocar en las guerras al glorioso apóstol como a su valeroso y singular defensor, lo cual hacen en todas las batallas, y la señal para acometer y cerrar con el enemigo, hecha oración y la señal de la cruz, es invocar al santo y decir: "¡Santiago, cierra España!" Y por este singular patrocinio del santo Apóstol han tenido felicísimos sucesos y acabado cosas tan extrañas y heroicas que humanamente no parece que se podían hacer. Invoquemos también nosotros al santo para que nos defienda de nuestros enemigos visibles e invisibles y especialmente de los demonios y hombres diabólicos que causan la perdición temporal y eterna de los hombres.

"Flos Sanctorum de la Familia Cristiana", P Francisco De Paula Morell, S. J., Ed. Difusión, S. A., Buenos Aires, 1943.
  
ORACIÓN 
Oh Dios, que constituiste al bienaventurado Santiago Apóstol como misericordioso defensor de  España, y por medio de él la libraste de inminente ruina: te suplicamos nos concedas que, por su protección, gocemos de paz eterna. Por J. C. N. S. Amén.